miércoles, 30 de julio de 2008

LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

UNA REFLEXIÓN DESDE APARECIDA Y EL PLAN DIOCESANO

2008-07-30


Se mencionan en Aparecida y en el Plan Diocesano

Dos apariciones importantes han tenido últimamente las CEB en nuestro territorio latinoamericano y diocesano. Aparecen en nuestro Plan Diocesano de Pastoral 2006-2010 como un fruto, entre otros, de las misiones parroquiales. Y aparecen con gran fuerza en el Documento Conclusivo de la V CELAM de Aparecida.

El Objetivo General del Plan Diocesano de Monterrey nos pide a todos que:
1. “podamos transformar todas las dimensiones de la vida humana, saliendo al encuentro de los alejados y marginados” (38).
2. Nos señala el camino en la siguiente línea de acción: “Asumir la espiritualidad de Comunión como fuerza que apoya el trabajo pastoral en comunión y participación eclesial.” (311)
3. Y como indicador de logro se menciona el “Incremento de grupos/ movimientos/ comunidades eclesiales de base como fruto de las misiones parroquiales: 10 % anual” (316)

Pero todavía lejanas

Las CEB fueron promovidas en Latinoamérica, sobre todo como seguimiento del Concilio Vaticano II; luego fueron de alguna manera marginadas; pero ahora han sido de nuevo mencionadas en Aparecida. Se constata –dicen los Obispos- que en algunos lugares han florecido (DAP 99-e), y se ha desarrollado el ministerio de animador de pequeñas comunidades y CEB (99-c). Es más, les reconocen y animan su labor de animadores (211). Sin embargo, las CEB son un espacio eclesial y comunitario todavía muy lejano de nuestras parroquias.

Aparecida nos invita a una Renovación Eclesial


Los Obispos de Latinoamérica nos invitaban a una renovación eclesial en lo espiritual, pastoral e institucional (DAP 367). Esto se debe a que algunas o muchas de nuestras estructuras y métodos pastorales no han funcionado. Significa que habrá que renovar la Parroquia para que se convierta en una red de comunidades y grupos, articulados y en comunión (172). Las comunidades primitivas, que evangelizaron de acuerdo a las culturas y circunstancias, son modelo para nuestra renovación eclesial (369).

Las CEB son una oportunidad pastoral

Las Comunidades Eclesiales de Base son un espacio privilegiado para vivir la comunión, la evangelización y la liberación (DAP 178-180; 307). Hacen de la Parroquia una “comunidad de comunidades” (309; 179). Son un medio privilegiado para llegar a todos los bautizados (307); son un canal para llegar a los Alejados de la Iglesia (310). De hecho, los Alejados y Pobres son sus destinatarios principales (179). Es decir, se favorece mucho la vida familiar y comunitaria, tan urgentes en una cultura dominada por el individualismo. Tan necesarias son las CEB que los Obispos las ponen como una necesidad en los sectores de la parroquia si queremos ser fieles a Cristo (372 y 310). Más necesarias en una cultura secularizada y hostil a la Iglesia (308). Exhortan los Obispos a que la pastoral urbana convierta a las parroquias en comunidades de comunidades (517-e).

Hacia una Misión Permanente

Para favorecer las CEB es necesario ser primero Discípulos dispuestos a seguir a Jesús y correr su misma suerte (DAP 131), que aprenden y practican las bienaventuranzas (139), que son pobres para servir al pobre (540). Discípulos que están conscientes de la necesidad de una sólida formación que ayude al diálogo y, con el debido acompañamiento de la Iglesia, a la transformación social (212 y 283). Los Rasgos del discípulo son: que Jesucristo sea su centro, familiarizado con la Palabra, la Confesión y la Eucaristía; se inserte en la comunidad eclesial y social; solidario y misionero (292). No hay nuevas estructuras si no hay hombres y mujeres nuevas (538).

Luego, es necesario estar conscientes de que son Misioneros, es decir, Pueblo de Dios que sale al encuentro de los alejados y marginados (164). Conscientes de que a Jesucristo lo encontramos en la Palabra y en los Sacramentos, pero también en los Necesitados y en la Vida Comunitaria (142). Conscientes de que la santidad misionera se vive en el mundo (148); conscientes de que su misión propia y específica es transformar el mundo en estructuras justas (210). Son llamados a defender la vida, los derechos humanos y acompañar a los más débiles (394); llamados a hacer visible el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores (147).

Y finalmente un Pueblo de Dios presente y organizado en todos los Sectores de la Parroquia. Elaborando y ejecutando Programas Pastorales (213). Pueblo de Dios en Misión Permanente.

Otras Pequeñas Comunidades

Tanto en el Plan Diocesano de Pastoral como en el Documento de Aparecida, además de las CEB también se mencionan otras válidas formas de Pequeñas Comunidades, e incluso redes de comunidades, movimientos y grupos. Todas las formas darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida, la Palabra de Dios sea faro de su camino y estén incorporados a la pastoral diocesana (179-180).