Un espacio privilegiado de comunión, evangelización y liberación (AP 178-180) PRO PAPA FRANCISCO Y SUS REFORMAS
lunes, 15 de marzo de 2010
ANA-2010, Puebla
viernes, 12 de marzo de 2010
La urgencia de volver a la iglesia de los pobres. A los cien años del nacimiento de Don Helder
Jon Sobrino*, 090310
Adital -
El Vaticano II. Juan XXIII deseaba que el Concilio reconociese que la Iglesia es "una Iglesia de los pobres". El cardenal Lercaro tuvo un emotivo y lúcido discurso sobre ello al final de la primera sesión en 1962, y Monseñor Himmer pidió con toda claridad: "hay que reservar a los pobres el primer puesto en la Iglesia". Pero ya en octubre de 1963 el obispo Gerlier se quejaba de la poca importancia que se estaba dando a los pobres en el esquema sobre la Iglesia. También los obispos latinoamericanos más lúcidos captaron pronto que a la inmensa mayoría del Concilio el tema les era muy lejano, aunque siempre se mantuvo un grupo que querían seguir la inspiración de Juan XXIII, entre ellos un buen número de latinoamericanos. Se reunieron confidencialmente y con regularidad en Domus Mariae, para tratar el tema "la pobreza de la Iglesia".
El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa Domitila. Pidieron "ser fieles al espíritu de Jesús", y al terminar la celebración firmaron lo que llamaron "el pacto de las catacumbas".
El "pacto" es un desafío a los "hermanos en el episcopado" a llevar una "vida de pobreza" y a ser una Iglesia "servidora y pobre" como lo quería Juan XXIII. Los signatarios -entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral. El texto tendría un fuerte influjo en la teología de la liberación que despuntaría pocos años después.
Uno de los propulsores del pacto fue Dom Helder Camara. Este año celebramos el centenario de su nacimiento, el 7 de febrero de 1909 en Fortaleza, Ceará, en el Nordeste de Brasil. Como homenaje a su persona y exigencia a nosotros, publicamos a continuación el texto.
"El pacto de las catacumbas: una Iglesia servidora y pobre"
Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue:
1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Cfr. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.
2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Cfr. Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.
3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Cfr. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.
4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Cfr. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.
5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Cfr. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.
6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Cfr. Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 14-19.
7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Cfr. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.
8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis.
Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Cfr. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.
9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Cfr. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.
10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. Cfr. Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16.
11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos:
* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.
12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,
* nos esforzaremos para "revisar nuestra vida" con ellos;
* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
* procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;
* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Cfr. Mc 8, 34s; Hech 6, 1-7; 1 Tim 3, 8-10.
13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.
Que Dios nos ayude a ser fieles
Monseñor conoció en Puebla a aquellos obispos del pacto y de Medellín y regresó muy contento. "Me acuerdo de una de las primeras noches de la reunión de Puebla, cuando conocí a Monseñor Helder Cámara y a Monseñor Proaño y al Cardenal Arns del Brasil. Cuando supieron que yo era el arzobispo de San Salvador me decían: ‘Usted tiene mucho que contarnos. Sepa que lo sabemos y que ese pueblo es admirable, y que sigan siendo fieles al Evangelio como han sido hasta ahora’". Es evidente la admiración que sentían por Monseñor, y la que Monseñor sentía por ellos.
En la actualidad también hay "pactos". Pedro Casaldáliga en es su portavoz más elocuente. En su circular del 2009 escribe: "pacto".
Dom Hélder Câmara era uno de los principales animadores del grupo profético. Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la pobreza y en el hambre a una gran mayoría de la Humanidad. Y seguiremos rechazando toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial, OMC…). Nos comprometemos a vivir una "ecológica profunda e integral", propiciando una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio, del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales, políticas y económicas, para una democracia de "alta intensidad".
Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Jesús, el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuménica y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no puede ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios verdadero. "Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?". Con todo respeto por la opinión del Papa Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta.
Exigiremos, corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nuestros teólogos y teólogas. La Iglesia será una red de comunidades orantes, servidoras, proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad, de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ternura, samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad.
Seguiremos haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: "No será así entre vosotros" (Mt 21, 26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Estado y el Papa no será más Jefe de Estado. La Curia habrá de ser profundamente reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministerialidad compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consolación.
[Fuente: Piensa Chile].
* Teólogo
sábado, 6 de marzo de 2010
LAS CEBs, Desafiadas
José Sánchez Sánchez
Cd. Guzmán, Jal. (Año 2009)
El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia latinoamericana y caribeña una ventana abierta al pasado - retomó Medellín y Puebla - y al futuro, porque planteó nuevos desafíos en todos los campos de la vida cristiana y eclesial. Las Comunidades Eclesiales de Base (Cebs.) no son la excepción, al ser retomadas, descubrieron nuevos retos, para vivir la experiencia eclesial que ha sido de una gran fecundidad no únicamente para América Latina, sino para la Iglesia universal, ya que se han extendido a los 5 continentes.
Una mayoría de Pastores y cristianos se han dado cuenta de que Aparecida es una gran oportunidad para renovarse, es el paso del Señor, que no puede ignorarse. La misma Misión Continental a la que han llamado los Obispos en la V Conferencia Episcopal Latinoamericana (DA 362), presenta el más grande desafío de renovación, de replanteamiento de las expresiones, de los métodos, de la formación de los discípulos y discípulas de Jesucristo.
En cuanto a las Cebs., en el VIII Encuentro Latinoamericano tenido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, del 1° al 5 de Julio del 2008, los participantes vieron la necesidad de “Relanzar las Cebs.”, teniendo en cuenta el apoyo recibido en la Conferencia de Aparecida. Este “Relanzamiento” ha sido asumido en muchas Iglesias del Continente como una experiencia espiritual, en la que el Espíritu llama a vivir una nueva experiencia de encuentro con Cristo, guiados por el Espíritu Santo. Una experiencia teológica, tratando de renovar las concepciones cristológicas, eclesiológicas, teológicas. Una experiencia pastoral, buscando con creatividad renovar las estructuras pastorales, las instituciones para pasar de una pastoral de conservación, a una pastoral misionera.
Todo esto plantea desafíos a las Cebs., que es necesario individuar y dar respuesta. El objetivo del presente artículo es señalar algunos de los retos y sugerir posibles respuestas.
1. DE LO GRUPAL A LO COMUNITARIO.
Lo que el Documento de Aparecida afirma sobre las Cebs., a pesar de dejar de lado muchas cosas importantes, retoma lo que en Medellín se dijo sobre la identidad de ellas: Son “célula inicial de estructuración eclesial, foco de fe y evangelización (Med. 15)”(DA 178). Esto constituye el primer desafío de las Cebs.: Vivir su identidad. Las Cebs. no están en la línea de carismas eclesiales, como los Movimientos o Asociaciones, de los que Aparecida dice: “Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para la Iglesia (DA 311), “Por su misma naturaleza, expresan la dimensión carismática de la Iglesia…de la cual los movimientos son una expresión significativa (DA 312). Las Cebs. están en la línea de la Iglesia, Sacramento de Salvación, son su dimensión más pequeña.
Se ha repetido en diversos tiempos y lugares que las Cebs. no son un movimiento de Iglesia, sino la Iglesia en movimiento; su identidad eclesial no está en la misma línea de los movimientos, sin embargo, no significa que haya contradicción, sino complementariedad, aunque el modelo de Iglesia que se trata de vivir en ambas experiencias eclesiales es distinto y esto hace difícil la articulación.
La experiencia vivida en las Cebs. en la que se las considera un grupo de reflexión sobre la realidad, iluminadas por la Palabra de Dios, para comprometerse en su transformación, ha marcado su vivencia, de tal manera, que muchos, incluso asesores, las consideran en la práctica como un movimiento o una asociación. En la Conferencia de Santo Domingo, se desdibujó su ser de Iglesia, poniéndolas al mismo nivel que los movimientos. Desde entonces, es difícil para muchos obispos y presbíteros considerarlas como la realización menor de la Iglesia, como un nivel de Iglesia, en comunión con la parroquia y con la Diócesis.
Se necesita creatividad para ensayar diversas formas de expresar esta identidad eclesial de las Cebs., y decisión para pasar de la experiencia de grupos a experiencia de comunidades, especialmente en las grandes urbes en donde urge una diversidad de formas comunitarias, que las haga ser fermento en medio de las masas urbanas. Cada vez aparece más claro que sólo una experiencia de comunidades pequeñas, minorías abrahámicas, pueden ofrecer una vivencia de fe que ayude a encontrar respuestas a los grades problemas que se presentan. La Gran Misión debe partir desde estas pequeñas Iglesias en medio del océano de la gran ciudad.
Hay algunos elementos que habrá que tener en cuenta para reforzar la dimensión comunitaria de las Cebs.:
1. Los servicios y ministerios. La disponibilidad de los miembros de prestar servicios hace que las relaciones en la comunidad sean más profundas. El don de sí mismo se muestra en el servicio, sobre todo a los más pobres.
2. La autoridad ejercida como servicio. El ministerio de la coordinación en una comunidad es indispensable, pero tiene que ejercerse al estilo de Jesus, como servicio. Podemos decir que donde inicia el poder opresor, termina la comunidad.
3. El respeto a la diversidad. En la comunidad, todos los miembros tienen carismas que deben poner al servicio de los demás. El respeto a la diversidad de carismas hace que todos se sientan participantes y miembros propios de la comunidad. El carisma de la coordinación no es concentración de los servicios, sino la capacidad de la coordinación de los carismas. Como dicen los Obispos brasileños: la coordinación no es la síntesis de los carismas, sino el carisma de la síntesis. Además la diversidad debe existir en las diversas formas de comunidad. Los diversos contextos y circunstancias piden que se vivan diversas experiencias en donde se viva la comunión, que es el rostro de la Iglesia de Jesús, vuelto al mundo.
4. La fiesta, que es el espacio donde se recrean las relaciones de fraternidad. La fiesta de la comunidad es el hoy permanente de la Resurrección de Jesús, de su glorificación como Mesías de Dios. La Eucaristía es el banquete que celebra la Iglesia, en donde se recrea la Iglesia. Es la fuente y el culmen de la vida fraterna.
El documento de Aparecida propone otras formas de “pequeñas comunidades”, pero no deja muy clara su identidad, no aparece con precisión a qué se refiera la expresión (DA 180). En los números 307-310, que hablan de “pequeñas comunidades eclesiales”, parece referirse a las Cebs., porque las características que les atribuye son las mismas de las Cebs. en los números 178- 179. Esto hace pensar que quiso evitarse el llamarlas “Comunidades Eclesiales de base”. Mons. Gualberti, Obispo participante en la V Conferencia, al preguntársele qué designa el documento con “pequeñas comunidades eclesiales, o nuevas comunidades”, contestó que él mismo no tiene claro y lo más probable es que la Comisión de redacción, quiso evitar el nombre. Esto crea una confusión y hace que la identidad eclesial de las Cebs. quede desdibujada ya que a cualquier grupo se le pueda llamar “pequeña comunidad”.
2. SEGUN EL MODELO DE LAS COMUNIDADES PRIMITIVAS.
Siempre se ha dicho que las Cebs. son un modelo de Iglesia inspirado en las comunidades cristianas primitivas. El documento de Aparecida afirma: “Ellas recogen la experiencia de las primeras comunidades, como están descritas en los Hechos de los Apóstoles (Cf. Hech 2,42-47)” (DA 178). De ellas se afirma en un sentido más específico que son apostólicas, porque están llamadas a vivir ciertas características de las comunidades apostólicas, que las hacen reinventar el modelo neo-testamentario de Iglesia. Estas vienen a constituir el paradigma de la Iglesia de todos los tiempos.
En la medida que las Iglesias local viven las notas - características - de las Iglesia de los primeros tiempos, viven la apostolicidad, cuya columna vertebral es la sucesión apostólica, que no consiste en la posibilidad de elaborar la lista de los obispos desde los apóstoles hasta el presente, sino en que estos pastores han sido y son los responsables de la apostolicidad de sus Iglesias. Los pastores son los primeros responsables de que la Iglesia viva según el modelo de la Iglesia de los Apóstoles.
Las Cebs. inspiradas en la vida de las comunidades apostólicas, son comunidades que viven otras dimensiones además de las contenidas en el credo niceno-constantinopolitano: una, santa, católica y apostólica. Son comunidades pequeñas, que desde los excluidos de la sociedad tratan de vivir el proyecto de Jesús. Viven un proceso diferenciado, plural, pero en comunión. Son comunidades insertas en el contexto histórico social, son comunidades en conflicto, perseguidas. En ellas se trata de servir a través de los ministerios laicales, con autoridad compartida. Son proféticas, solidarias, misioneras, comunidad-familia-casa de Dios. Las Cebs. reviven sobre todo la dimensión de “La Iglesia en las casas”, que era la extensión de las comunidades apostólicas.
Este modelo de Iglesia que revive en las Cebs. se debe tener muy en cuenta cuando se trata de la relación con la parroquia, que es un nivel de Iglesia que por su origen, - en la mayoría de los casos,- vive otro modelo de Iglesia: el de cristiandad: cultual, centralista, de administración, no misionero. Es por esto, que la parroquia trata de asimilar las Cebs. a este estilo y considerarlas otra asociación o movimiento más de su estructura pastoral. Algunos teólogos y pastoralistas consideran que articular la Ceb. a la parroquia, es llevarla a perder su identidad, es “parroquializarla”, lo que significa, incorporarla a la estructura centralista y clericalista de la parroquia.
También se debe tener en cuenta que hay movimientos que, hablan de formar comunidades, incluso de sectorizar la parroquia, pero en realidad no logran sino ser una estructura de organización pastoral, para una mayor eficiencia en la ejecución de las decisiones que se han tomado de una manera centralizada. No son una experiencia comunitaria de Iglesia en la base, de comunidad de discípulos de Jesús.
Las Cebs. no pueden ser una Iglesia independiente, separada de los otros niveles de Iglesia: la parroquia y la diócesis. Pero en la articulación con ellos, deben ser cuidadosas de su ser de “Iglesia sacramento” y deben hacer lo posible para que se les respete como Iglesia de Jesús en la base del pueblo. La articulación de las Cebs. entre sí y ser tomadas en cuenta en la coordinación pastoral, puede hacer que la parroquia sea una “Comunidad de Comunidades”. Esto será posible en la medida en que se trate de vivir en la parroquia otro modelo de Iglesia: descentralizado, con rostro laical, misionero, dialogante, respetuoso y abierto a los problemas de los hombres y mujeres del mundo de hoy. Esto es algo de lo que los Obispos llaman “Conversión pastoral”, un cambio de las estructuras e instituciones pastorales, más dialogantes, más participativas, más descentralizadas.( Cf.DA 367, 370).
En una parroquia Comunidad de Comunidades puede haber movimientos y asociaciones, pero deben de estar articuladas en otro nivel de identidad eclesial que las Cebs.
3. MISIONAR DESDE LO PEQUEÑO.
La Misión de la Iglesia debe partir desde lo pequeño, desde los pobres, desde las periferias. Las Cebs. están llamadas a ser sujeto privilegiado de la Misión.
En ellas los miembros tienen que salir, no quedarse con los mismos de siempre, con los que están cerca, sino ir a los que están alejados, a los que no vienen. Y en esta salida, se tienen que ensayar, con creatividad, nuevos modelos de Comunidad. Tienen que ir en busca de las ovejas perdidas: pobres, drogadictos, presos, madres solteras, familias desintegradas, niños y niñas de la calle… Se tiene que llegar a ellos no con una actitud de condena, no pretendiendo llevar adelante una campaña de moralización, ni echándoles en cara su situación, sino con actitud de apertura, de diálogo, de escucha, de amistad. No tanto de enseñar doctrina, ni de imponer obligaciones y estructuras, sino buscando el bien y la paz de las personas.
El testimonio debe ir por delante; más que las palabras, el testimonio de una vida de servicio y de compromiso por el Reino de Dios es el que va a convencer a los demás y convencerlos de participar en la comunidad de los discípulos y discípulas de Jesús.
El método no puede ser proselitista: interesándose sólo de aumentar el número de los cristianos; ni impositivo: imponiendo sólo normas y costumbres morales; apologético: debatiendo a los interlocutores y tratando de convencerlos de que están en el error.
La creatividad es una de las actitudes más necesarias en la Misión. Hay que imaginar caminos nuevos, no recorridos anteriormente. El soñar es el primer paso para poder avanzar, el que no sueña, no es capaz de lograr nuevas metas. El centro de la Misión no es la Iglesia, sino el Reino de Dios. Esta creatividad es necesaria sobre todo en las ciudades donde los retos que se presentan son más variados y difíciles. El modelo de comunidades urbanas no puede ser el mismo que las rurales, y éstas que el de las parroquias de ciudades medias en donde el sustrato de la religiosidad popular está todavía vivo.
4.- SALIR DE LA BURBUJA.
Otro de los desafíos que se presentan con urgencia a las Cebs. es el de su proyección en la sociedad, el de su compromiso social. En el pasado encuentro nacional, en el diagnóstico que los participantes hicieron de las Cebs., apareció que la mayoría de las acciones que realizaban se ubicaban en el campo eclesial y que el campo social y político estaba descuidado. Las acciones que más se realizaban quedaban en el campo asistencial, pocas en el promocional, menos en el ciudadano y en el político, éste casi exclusivamente en tiempo de elecciones. Se puede decir que muchas Cebs. viven dentro de una burbuja eclesial. De aquí que el desafío consista en romper esa burbuja eclesial y proyectarse en lo social y político. Esto quedó confirmado en una investigación de campo que se hizo en la segunda mitad del 2008.
El documento de Aparecida concibe la Misión al servicio de la vida digna. Al constatar la realidad de pobreza del continente, resalta el contraste de ésta con el Reino de Dios; estas condiciones contradicen el Reino de vida, que es incompatible con las situaciones inhumanas en la que vive la mayoría (DA 358). “El contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (DA 361). Por esto los Obispos afirman que “Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo” (DA 361). Descubren los Obispos que es necesaria la colaboración para “organizar estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana” (DA 384).
La opción por los pobres no ha perdido su actualidad y urgencia, porque ahora es más necesaria que antes ya que hay más pobres cuantitativa y cualitativamente. “La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres” (A 395)
Las CEBs. han sido la expresión clara de la opción evangélica por los pobres, que no tiene que quedarse en declaraciones o discursos, sino debe llegar hasta las acciones y estructuras sociales. Por tanto, las Cebs. tienen que comprometerse en la transformación de las estructuras, no sólo realizar acciones asistenciales y promocionales, sino también de construcción de la ciudadanía, a través de las organizaciones ciudadanas. Deben ser luz, sal y fermento en medio del mundo civil y político. Este trabajo es permanente, no únicamente de ciertos tiempos.
Es necesario abrirse a los nuevos caminos de la política, que no es sólo partidista, sino también ciudadana. En este campo no hay límites de participación, siempre y cuando se busque la justicia, la igualdad, la defensa y promoción de la dignidad humana. También en este campo social es necesaria la creatividad en la búsqueda de la diversidad de caminos: economía solidaria, consumo responsable, ecología, atención a migrantes, defensa y promoción de los derechos ciudadanos… tratando de formar redes.
Muchos cristianos han dado testimonio de su compromiso social y cristiano hasta la represión, la cárcel y la muerte. En las Cebs. se debe seguir acompañando a estos cristianos y cristianas que tienen el carisma de la participación social y política.
CONCLUSIÓN.
Las Cebs. conservan su actualidad, no han pasado de moda, como suelen algunos afirmar; pero en el cambio de época, en la situación de globalización, por el cambio de condiciones, urge replantearse con creatividad los nuevos caminos, las nuevas formas en que hay que vivir hoy la Iglesia de Jesús desde la base. Hoy más que nunca se necesita una actitud de apertura al mundo y de servicio al Reino de Dios que es de vida digna para todos. Las Cebs. están retadas.
JOSE SANCHEZ SANCHEZ
CD. GUZMÁN, JAL.
LAS CEBs HOY DÍA - Esperanza o Frustración
ESPERANZA O FRUSTRACION
P. José Marins
Sacerdote brasileño,
asesor latinoamericano de CEBs.
Año de 2009
I. VER, JUZGAR Y ACTUAR
1. VER. Desinterés, hostilidades y ambigüedades
La imagen de las CEBs sufrió un cambio considerable en las últimas décadas. La mayoría de las diócesis, de las parroquias, de los presbíteros y de las religiosas, así como los seminaristas, ya no tienen ningún interés en ellas. Algunos jamás tuvieron ni el tiempo ni la disposición para informarse seriamente sobre este asunto, y se quedaron con los prejuicios divulgados por los medios de comunicación o por los ambientes eclesiásticos opositores. El hecho es que se volvió endémica una especie de “alergia” en relación con las CEBs.
El documento que se sometió a votación y fue aprobado por los obispos en la Asamblea General del Episcopado en Aparecida, sufrió una intervención que nada tiene que ver con la tradición eclesial. Aprobado oficialmente por los Obispos de América Latina y el Caribe, el documento fue corregido por Roma sin dar ninguna explicación de su intervención; lo cual dejó perplejos a muchos analistas, puesto que no era un documento sinodal, sino un texto aprobado por los Obispos participantes en la Asamblea General de los Obispos americanos y caribeños.
Lo que salió a relucir en la intervención de la cúpula eclesiástica, sin embargo, no está lejos de lo que muchos dentro de la iglesia piensan hoy de la opción por las CEBs hecha por la Asamblea de Medellín (15,11):
“Cuando ustedes hablan de las CEBs, tengo la sensación de estar oyendo hablar de un troglodita. Ellas ya desaparecieron o están en vías de extinción”.
“El ‘movimiento’ de las CEBs se pervirtió, convirtiéndose en el brazo religioso de las instancias políticas de izquierda: son la teología de la liberación disfrazada o de plano militante en la pastoral. Esta es una opinión bastante frecuente entre los Obispos, presbíteros y diáconos, así como entre las personas que participan en los movimientos eclesiales.
¿De dónde proviene esa reacción con respecto a las CEBs?
En un primer momento hubo mucha curiosidad, inclusive entusiasmo por lo que se pensó serían las CEBS, lanzadas en la Asamblea de Medellín.
La prensa capitalista y las dictaduras militares que tenían el poder en la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, se aliaron inmediatamente y comenzaron su campaña frontal contra los lineamientos de la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín
En la época de la Asamblea de Puebla ya se habían multiplicado los mártires- prisión, torturas, muerte- en países como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Panamá, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia.
Después de Santo Domingo, los movimientos, sodalicios y algunos otros del mismo corte, se volvieron más importantes y tuvieron más apoyo desde el Vaticano hasta las diócesis y las parroquias.
Aparecida dejó grandes ambigüedades en relación con las CEBs: reafirmó la línea de Medellín y al mismo tiempo introdujo la expresión “pequeñas comunidades eclesiales” que –o no se sabe exactamente lo que son; o por lo contrario, el concepto de iglesia de raíz (célula eclesial) queda muy debilitado, al transformar en CEBS cualquier expresión de pastoral que sea pequeña (pocos miembros) y que represente algo comunitario.
Además de eso, la imagen de las CEBs aparece distorsionada, como si fuera una realidad eclesial exclusiva de laicos (generalmente laicas, es decir, mujeres y por cierto no muy jóvenes), pobres, de ambiente rural o habitantes de las periferias de las ciudades, confundiéndolas con movimientos sociopolíticos, o con más benignidad, catalogándolas como grupos bíblicos o de oración.
2. DISCERNIR
¿Cómo discernir con objetividad para orientarnos en medio de este torbellino o de ambigüedades, agresiones y condenaciones tan generalizadas? ¿Cuál es la identidad y la potencialidad de las CEBs, prescindiendo de sus posibles equivocaciones circunstanciales?
Un discernimiento honesto nos llevará a distinguir:
-Entre lo que es el modelo y lo que constituye la esencia constitutiva de las CEBs; lo que pertenece a una determinada coyuntura histórica y lo que viene de la misma Biblia. Señalar con toda precisión lo que se manifiesta en diferentes estilos desde las primeras comunidades del Nuevo Testamento hasta las CEBs que tenemos hoy en día.
Es decir, lo que apareció en el modelo histórico de las CEBs fueron posiblemente respuestas adecuadas a las circunstancias de las décadas de los 70s, 80s, 90s. No fueron ni podrían ser la expresión cabal y permanente (en forma dogmática) de lo que es ser la instancia de base, de raíz de la iglesia, poniendo en riesgo la esencia constitutiva y teológicamente normativa de las CEBs como primer nivel de iglesia local.
Distinguir también el contenido sacramental de la iglesia (diócesis, parroquia, CEB) y lo que esta en el área de los carismas (movimientos, congregaciones, asociaciones). Lo sacramental, además de ser normativo, es permanente, global, señal y primicia del reino… Lo carismático está en función de lo sacramental, es transitorio, opcional, específico y complemento de la acción eclesial.
Distinguir entre que es evento transitorio y de corto alcance – un programa, grupo, actividad circunstancial-, área de servicios o de organizaciones necesarias para la vida eclesiástica, de aquello que es, como las CEBs, instancia de raíz en la iglesia. Las CEBS, efectivamente, contienen en germen todo lo que es ser iglesia… dimensiones, aspectos, que no se reducen a un programa o técnicas, sino que serán oportuna y progresivamente desarrollados: palabra, culto, servicio, comunidad y misión.
Distinguir entre lo que e membrete (“de base”), de lo que es la propia esencia de las CEBs. Lo primero puede cambiar, lo segundo es intocable. Sin embargo en circunstancias concretas, una buena estrategia puede aconsejar no cambiar una terminología que fue consagrada por varias encíclicas papales y cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y Caribeño (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida).
De hecho:
1. La CEB fue difícil de aceptar por varios aspectos que le son propios, y que son profundamente eclesiales, configurando un modelo pastoral teológico diferente de aquel para el que son formados los presbíteros y en el que tienen invertir todo su potencial y su vida productiva.
a) Las CEBs tienen como horizonte, mística fundamental y referencia operativa la perspectiva del Reino de Dios y del nuevo Pueblo de Dios, del cual son señal y primicia privilegiada.
b) Están insertas vitalmente en el ambiente donde se encuentran y se preocupan por llevar, identificar y a acoger las semillas del reino donde quiera que se encuentren; están donde está el pueblo. Su preocupación primordial, como punto de partida, no es llevar a la gente al templo o a los sacramentos, sino ayudar a que cada ser humano encuentre al Dios vivo y se relacione con El, con la vida de Dios, con los que están presentes en su vida y que entran dentro de sus relaciones. Realmente están convencidas que el Amor a Dios y al prójimo, según la enseñanza de Jesús, resumen toda la ley y los profetas; el amor al prójimo es lo que realmente da vida eterna.
En medio de los bautizados, las CEBs se preocupan primero en formar misioneros, más que ministros extraordinarios de la administración parroquial.
a) Desarrollan una pedagogía de inserción, formación y acción bien consistente, que se concretiza en el ver, juzgar, actuar, evaluar y celebrar, comunitariamente, como Iglesia.
b) Ponen su mística y capacidad operativa en el binomio comunidad y misión, como los dos movimientos vitales de ser iglesia: comunidad misionera y misión comunitaria.
c) Transforman a los laicos en protagonistas de la comunidad eclesial, pero no como peones, que sólo ejecutan los programas de los ministros ordenados. Los laicos son sujetos de la misión y no sólo objetos a disposición de los jerarcas de la iglesia.
d) Se entienden a sí mismas, unidas a las parroquias y diócesis, no como sucursales de una estructura pastoral internacional, sino como iglesias locales, con la gracia de Dios para ser fermento, sal, luz en su realidad. Tienen en gran estima el magisterio local de sus pastores y junto con ellos, acogen de manera orante y operativa la Palabra de Dios.
e) Se preocupan por su acción profética, dictada por el amor del Evangelio, como anuncio, denuncia y convocación, teniendo como objetivo colaborar en la construcción de un mundo de acuerdo con la propuesta de Dios tal como nos lo dice Jesús.
3. ACTUAR. PERSPECTIVAS OPERATIVAS
Frente a la responsabilidad eclesial de entender y acoger el acontecimiento y el proceso de las CEBS hay algunas convicciones, actitudes, y señales que tenemos que poner en práctica de forma inmediata:
A) Primera referencia
Las CEBs son un acontecimiento cualitativo, del orden de la gracia de Dios, más cristológico que eclesiológico (sencillez, desproporción entre lo que queremos hacer y nuestra debilidad, pobreza, discreción, profetismo, fermento, cruz, resurrección, Pentecostés. Son una forma de entender y acontecer original de la iglesia local.
Por eso se identifican:
a) Por la meta de ser la comunidad que es imagen y al mismo tiempo dinamismo del crucificado que resucitó y da sentido (orienta) a la vida (hoy), a causa de un sueño que empieza a hacerse realidad. El Reino continúa deslumbrándonos, principalmente donde menos esperábamos encontrarlo y se encuentran vestigios de su presencia en los lugares más apartados.
b) Por el punto de partida –“locus”, el lugar, la realidad donde la Providencia de Dios las puso, ahí donde el pueblo está exponiendo su propia vida. La preocupación principal no es el edificio, ni la escasez de ministros ordenados para administrar los sacramentos, o los problemas propios de la institución eclesiástica, sino que siempre se están preguntando: ¿Dónde está el pueblo? ¿Dónde está Dios? ¿Dónde estamos nosotros? ¿Dónde deberíamos estar como iglesia?
c) Por el método: partir de la realidad, analizarla a la luz de la fe y transformarla de acuerdo al proyecto del Reino propuesto por Jesús.
d) Por los agentes de la misión que no pueden reducirse a sujetos con características muy especiales, sino que debe ser una comunidad de Jesús, formada por santos y pecadores en camino de conversión.
B) Segunda referencia
Las crisis que hoy aparecen en relación con las CEBs, en realidad, tienen que ver con el modelo teológico-pastoral del Vaticano II; es una crisis de la iglesia institucional en el mundo contemporáneo, y finalmente crisis del mundo que perdió su punto de referencia vital. Sus “progresos” terminan destruyendo a las personas y a las naciones. Acontece una crisis general de desconfianza, y el miedo comenzará a despertar, primero, actitudes arrogantes; después, sumamente peligrosas –primero tomar una actitud defensiva; enseguida atacar para no dejarse sorprender por los enemigos que se cree encontrar en todas partes.
C) Tercera referencia
Es urgente una nueva reflexión de fe que no prescinda del análisis coyuntural, para poder interpretar lo que está sucediendo y darle una orientación positiva. Por lo que se refiere a la iglesia católica, la teología no puede contentarse con repetir una reflexión de fe típicamente medieval o propia de la época del Concilio de Trento. En aquel momento fueron importantes elaboraciones de la revelación, en un mundo absolutamente diferente del que hoy nos rodea. Respondieron a otros cuestionamientos, a otras urgencias. La reflexión teológica no sólo es el campo de los especialistas, sino del pueblo fiel. Sería importante volver a valorizar el “sensus fidelium” (el sentido de la fe que los fieles cristianos tienen siempre, como don del Espíritu de Dios).
a) Es tarea urgente del cristianismo desoccidentalizar la fe, la iglesia, la salvación. Definitivamente, no hacerla coincidir con Europa, y menos con el Mediterráneo norte. La filosofía griega y la capacidad que los latinos tuvieron de organizar no tienen el monopolio de la fe que profesamos. Su tradición es importante, pero no es normativa como el Nuevo Testamento. La conversión al cristianismo obviamente no es adherirse al modelo de aquella parte del mundo que tiene en sus manos el poder eclesiástico universal.
b) Los pobres, los excluidos, los perseguidos, los que padecen injusticias y las grandes multitudes de migrantes, reciben esporádicamente el apoyo material y espiritual de parte de los cristianos, pero no cuentan con células eclesiales que surgiendo en medio de ellos, transformen a esas personas en sujetos de liberación y artífices de una nueva humanidad. La iglesia ha sido maternalista y defensora, pocas veces educadora a partir de la base humana o tal vez inhumana donde se encuentran las personas.
c) Desclericalizar –La Iglesia de CEBs (no sólo con CEBs) tiene que comprometerse decididamente en el esfuerzo por capacitar a los laicos para que asuman el proceso de las CEBS, y no dejarlos a merced del interés o desinterés de los ministros ordenados y de las autoridades eclesiásticas en turno, tanto a nivel diocesano como parroquial.
d) Las comunidades eclesiales de hoy en día, según el modelo eclesial en donde se encuentran, están mucho más orientadas a las devociones, sacramentos y actividades intraeclesiales. Los movimientos católicos están más cercanos al modelo clerical (quieren que los presbíteros san sus capellanes, y no coordinadores que están al frente de la misión eclesial en la cual los movimientos deben integrarse). La línea pentecostal está más cercana a la religión popular, recibiendo vida y entusiasmo a través de las experiencias emocionales intensas, eventos extraordinarios que son respuestas inmediatas a las grandes necesidades de salud, trabajo, éxito en la vida.
e) La vida eclesial necesita descubrir que la casa (la iglesia de casa) tiene más legitimidad en la tradición cristiana que el mismo templo (sin excluirlo obviamente). La iglesia de la base no se reduce a una aglomeración de mujeres o sólo de adultos. Por su misma naturaleza es de todos: hombres, mujeres, jóvenes, niños, adultos y ancianos, enfermos y otras personas de cualquier cultura, raza o nación. Y la CEB, siendo la pequeña iglesia, no es sólo un grupo de oración, de denuncia social o de militancia política (como comunidad nunca será partidista). Es una comunidad de laicos (con limitaciones, pecadores, pero con un potencial evangelizador).
D) Cuarta referencia: revisar las respuestas inadecuadas y las esperanzas frustradas
Frente al desinterés que a veces se vuelve hostilidad manifiesta, puede haber una reacción incoherente: querer impresionar por la cantidad, por los documentos que se producen, por la organización, por la pobreza, o aun queriendo comprar la simpatía de aquellos que estructuralmente nunca irán a sintonizar con las CEBs.
Alternativas:
- Salvar la parroquia o revisar la función de la parroquia.
- Remediar la falta de ministros ordenados o revisar la función del ministro ordenado.
- Recuperar a los católicos que se fueron o quitar las causas por las que se fueron. a las sectas
- Ocupar el lugar de la Acción Católica o hacer un análisis crítico de lo que habría sido el papel de la acción católica especializada y su legado.
II. LA REFERENCIA BÍBLICA ILUMINADORA: LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA DE SIRIA.
La Iglesia de Antioquía de Siria ha sido el parteaguas entre el cristianismo y el judaísmo. Hay aspectos que coinciden con la situación que estamos viviendo en las CEBs de hoy día, que también está siendo un parteaguas entre el modelo eclesial de Trento y el del Vaticano II.
He aquí algunos aspectos que nos ayudarán a entender la situación de entonces y la de ahora.
1. En Antioquía de Siria, el proceso de la iglesia local no comenzó después de una consulta y la subsiguiente aprobación de la iglesia madre de Jerusalén. Nació como fruto de la acción del Espíritu Santo, cuando todo hacía pensar que era imposible que surgiera una célula eclesial local.
a) Con las CEBs sucedió algo semejante. Muchas comunidades nacieron por iniciativa de los cristianos perdidos en el inmenso contexto de sus vidas, sin tener una aprobación previa de la parroquia. Sólo con el tiempo pudieron ser identificadas, reconocidas, apoyadas (aunque no siempre). Nunca se separaron de las instancias eclesiales oficiales, pero pocas veces fueron aceptadas en su identidad original. Casi siempre se intentó transformar las CEBs en miniparroquias o en grupos parroquiales actuando en las áreas menos atendidas por las estructuras parroquiales existentes, con la intención de que ayudaran a encaminar a los bautizados a sus respectivas parroquias.
2. Los sujetos que iniciaron la “aventura” cristiana, fueron los helenistas (no suficientemente valorados por la “sólida” tradición religiosa de la comunidad hebrea de Jerusalén). Ninguno de ellos era escriba, rabino o doctor de la ley.
Los militantes de las CEBs no suelen ser los líderes oficiales de las parroquias. Éstos están tan ocupados en el mantenimiento de las estructuras y servicios que ya existen, que, por consiguiere les falta visión, tiempo y disponibilidad para entender y desarrollar un nuevo modelo de base eclesial.
3. Los pioneros fundadores de la Iglesia de Antioquía eran todos extranjeros, evidentemente con poco conocimiento de la lengua y costumbres locales de Siria. Habían sido educados en el judaísmo. Ser cristiano para ellos no había significado una ruptura con su fe fundamental en el Dios de los antepasados. Jesús era la plenitud de todo lo que habían amado y por lo que habían vivido. Por eso, en gran parte eran portadores de un “judaísmo” que orientaba la moral, la vida familiar, las esperanzas mesiánicas, etc. (como se deducía del cuadro de referencia al que hacían referencia, fundamentado básicamente en las Escrituras Sagradas y en las tradiciones hebreas).
Las comunidades de base tuvieron que contar con “extranjeros” en relación a la vida ordinaria de las parroquias. A veces nacieron entre los migrantes de los países de nuestro inmenso mundo de tradición latina.
4. Los entusiastas propagadores de aquella experiencia religiosa nueva, no tenían el prestigio de “títulos académicos” – no habían sido discípulos de los maestros reconocidos del judaísmo. No eran de las elites ligadas al Templo y las sinagogas. Y sobre todo, precisamente por razones religiosas habían sido perseguidos y tuvieron que dejar su propio país. Eran en cierta medida “excomulgados”.
Las CEBs son, en general, espacios donde se encuentran los cristianos menos importantes y menos intelectuales. No dominan esquemas académicos o una teología sistemática. Son personas profundamente tocadas por la experiencia de Dios y con poca experiencia de una iglesia tradicional.
5. Los mismos seguidores de la Ley de Moisés y de las tradiciones del Pueblo de Dios, entendieron luego, así como también muchos judíos que vivían en Antioquía, que se trataba de gente que era más bien seguidora de un tal Jesús, que según ellos, sería el Ungido (Cristo en griego) de Dios. Por eso, pasaron por primera vez a ser llamados cristianos.
En las CEBs, lo primero que ha atraído es la imagen del Jesús histórico y su propuesta del Reino. Algunos miembros tuvieron una experiencia pastoral más significativa, pero la mayoría de los participantes de una CEB viven en el mundo de la religiosidad popular, con sus ambigüedades y valores.
6. Para los judíos era extraño y obviamente equivocado pensar en una práctica religiosa que no estaba ligada al Templo y a la sinagoga. Los recién llegados “cristianos”, aun respetando las Escrituras, iban más lejos y hasta contradecían lo que había sido dicho a los antiguos
Las comunidades eclesiales de base no tienen templo, ni capilla… generalmente se reúnen en casas y en lugares poco “sagrados”. Continúan frecuentando los templos y principalmente los líderes de las CEBs mantienen una práctica religiosa fiel a la misa dominical (en las ciudades). En las áreas rurales, la llegada de un sacerdote a las CEBs es siempre motivo de gran alegría.
7. Para los mismos judeocristianos de Jerusalén (judaizantes), aquello que estaba pasando en Antioquia era extraño y se preguntaban: ¿Qué los unía a la Iglesia madre? ¿Quién les había dado su aprobación? ¿Quién los asesoraba en la vivencia de la fe, si entre ellos no había ningún rabino., doctor de la Ley, sacerdote o levita, diácono o del consejo presbiteral de Jerusalén? ¿A cuál de los doce Apóstoles estaban unidos?
La gente de las CEBs no siempre trabaja en la vida parroquial ordinaria, dando catecismo, siendo ministro extraordinario de algo; aunque a veces puedan pertenecer al coro o al consejo parroquial, para ellos la misión es lo que llena sus vida, el testimonio de fe y del amor en un mundo violento e inhumano, es donde se están jugando la vida.
8. En Antioquía aceptaron en la nueva comunidad de salvación a los paganos, sin exigirles la pertenencia explícita al pueblo escogido por Dios a través del rito de la circuncisión y guardando la legislación con respecto a los alimentos (kosher).
Es difícil identificar a los miembros de las CEBs por las prácticas ordinarias en las parroquias.
9. En la capital de la Siria, los paganos cristianos pasaron a ser la mayoría en cantidad de la nueva comunidad de Jesús. Aun teniendo la misma fe que los de Jerusalén, ellos privilegiaban las exigencias de pertenencia a la comunidad y las prácticas misioneras.
Los pecadores y los menos preparados son la mayoría de las CEBs. Viven lo esencial de la fe, pero no siempre cumplen con las tradiciones mantenidas por los cristianos de las parroquias y movimientos.
10. Sintiendo la necesidad de una formación más segura, en Antioquía llamaron a un rabino que había sido alumno de Gamaliel (nieto de Hilel). Pensaron que ciertamente el hombre de Tarso garantizaría la fidelidad a las raíces judías y al mismo tiempo daría una perspectiva aceptable del nuevo “Camino”. Y el convertido de Damasco, a lo largo de los años, en ese aspecto fue más conflictivo que conciliador.
Hay un lugar donde los miembros de las CEBs acuden constantemente para su formación. Sus miembros encuentran tiempo y los medios para participar en diferentes cursos de formación bíblica, pastoral, etc.
11. La nueva comunidad de Antioquía creó un equipo de coordinación colegiada, formada completamente por extranjeros: Bernabé de Chipre, Paulo de Tarso, Simón el Negro y Lucio de Cirene, claramente de ascendencia africana, Manahem, compañero de infancia de Herodes, originario de Idumea.
Las CEBs no se preocupan que al principio sus coordinadores y animadores sean nativos del área donde ellas nacen; de hecho, la mayoría de los miembros de la comunidad son de otros lugares.
12. Antioquía comenzó a tomar iniciativas que iban más allá de lo que era la atención pastoral local. Motivada por la predicación del profeta Agabo, hizo una colecta, para ayudar a los pobres de la Iglesia de Jerusalén.
Las CEBs tienen un instinto evangélico muy refinado para crear iniciativas en favor de los necesitados de su medio. Descubren cómo hacer visitas a los enfermos, presos, cuidan a niños abandonados, establecen comedores populares para atender a los pobres de las calles, socorren a mujeres oprimidas, enfermos y gente que vive sola. Hacen denuncias valientes y proféticas contra las injusticias y abusos de poder.
13. Las grandes iniciativas en favor de las misiones a los gentiles no surgieron a partir de la Ciudad Santa y del grupo claramente coordinado por alguno de los doce (Pedro) y con la presencia de otros tan impotentes como Juan y Santiago, el hermano del Señor.
Las CEBs no crecen por la presencia de las personas que ya están en algún trabajo pastoral. Es muy raro que tenga la presencia de un presbítero o de un diacono de modo constante y significativo.
14. Pablo y Bernabé, volviendo del viaje misionero informan a la comunidad de Antioquía de los cambios que introducían en la formación de las nuevas comunidades locales de los seguidores de Jesús.
Todo lo que cualquier miembro de la CEB lleva a cabo, o es decidido en comunidad, o es luego comunicado a ella, pidiendo su apoyo y aprobación
15. La crisis que ya estaba latente en Antioquía hizo que se convocara a una reunión para aclarar y tomar decisiones en Jerusalén con las columnas de la Iglesia: Pedro, Juan, Santiago.
Tarde o temprano es necesario dar a conocer a la iglesia madre (parroquia) lo que se está haciendo en las bases. Algunas experiencias necesitan discernimiento y apoyo del nivel superior que es la parroquia.
16. La estrategia del equipo antioqueno fue hablar de la experiencia y no sólo de teorías. El testimonio de Tito llevado a la reunión de Jerusalén, significó una simpatía especial por lo que se hacía a partir de la comunidad que había nacido en Siria.
Lo que siempre convence a los que no conocen las CEBs es su testimonio y son las experiencias de sus miembros, de sus actividades e iniciativas.
17. La decisión de la reunión de Jerusalén (Hechos 15, 7-29) es en cierta forma sorprendente: se divide el mundo: Pedro y los de la Ciudad Santa continuarán donde estaban, con los judíos; la nueva comunidad va a asumir la mayor parte del mundo, los paganos. Se proclamó que la unión entre ambas experiencias cristianas sucedería por la ayuda proporcionada a los pobres. (Gálatas 2, 9- 10)
Llega el momento en que la estructura parroquial decide delegar a las CEBs el inmenso campo de las personas a las que nuca se llega y ella continuará cuidando de las estructuras que deben permanecer.
18. Pero el mismo Pedro, puso en riesgo los que se había decidido en Jerusalén, actuando ambiguamente con ocasión de su visita a Antioquía, poniéndose de parte de los judíos conservadores. Bernabé también fue cómplice de esa doblez en la manera de actuar de Pedro. Pablo públicamente los denunció. A partir de ese momento Paulo forma un nuevo equipo misionero con Silas, y Bernabé sale rumbo a Chipre acompañado por Juan Marcos (Gal 2, 11-14).
Las CEBs conocieron y conocen a muchos que vuelven “hacia atrás”. Hechos escandalosos provocados por diversas infidelidades de algunos han sacudido a las CEBs poniendo a prueba la fidelidad y la perseverancia de los demás.
19. De Antioquía salió un equipo de judaizantes que recorrió los mismos caminos de Pablo y Silas, para desautorizarlos; lo cual evidentemente provocó la ira de Pablo y de ahí nacieron las cartas contundentes a los Gálatas.
Ha habido condenaciones públicas sistemáticas a las CEBs. Los sacerdotes que se dedicaban a acompañarlas son trasladados a otros sectores de la diócesis; en otros lugares se prohibió a la gente de CEBs reunirse fuera del recinto parroquial. Los pastores ni podían acompañarlas, ni permitían que se reunieran.
CONCLUYENDO
Aunque las experiencias de CEBS hayan sido limitadas y hasta conflictivas, en algunos lugares el desafío continúa. La Iglesia en todas sus instancias está frente a la ineludible responsabilidad teológico-pastoral de reconstruir su nivel de base, sus raíces. Sin ellas todo el cuerpo eclesial -tronco, hojas, flores, frutos- estarán amenazados.
La tarea es urgente y es de todos.
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Notas al pie de página
1. Hasta el momento no se sabe qué dicasterio.
2. Los sínodos episcopales convocados por el Papa, funcionan como una instancia de asesoría al Sumo Pontífice. Todo lo que se discute puede o no ser agregado a un documento del magisterio papal. La asamblea general de un episcopado ejerce pública y oficialmente su magisterio. El gesto fraterno de comunión con “Pedro”, primus inter pares (el primero entre los iguales) creó la tradición de enviarle lo que ya ha sido sometido a votación, para su conocimiento y posibles sugerencias.
3. Ese era el comentario de una coordinadora de pastoral familiar de la diócesis de Foz do Iguacu, Pr., Brasil, en los últimos días del mes de mayo de 2009. Lo triste es que esa frase no representa un hecho aislado ni una opinión rara.
4. Los seminaristas de teología que visitamos en diferente laurees del continente nos dijeron que “a partir de Medellín y por causa también de las CEBs se creó una gran confusión y falta de espiritualidad dentro de la iglesia, cuyos estragos todavía permanecen”.
5. La Asamblea de Medellín lanzó las CEBs a nivel continental, como la primera instancia, etc. (15,10).
Puebla las pone como nivel de base de la estructuración eclesial, junto con la Parroquia y en la misma línea de la sacramentalidad de la iglesia diocesana.
Santo Domingo pone en evidencia la campaña contra ellas: salen de donde Puebla las había colocado y se colocan al lado de los movimientos.
“Ecclesia in America” quitó lo que había sido aprobado por los Obispos en el No 47, en el cual se manifestaba un aprecio especial por las CEBs. Como se trataba de un Sínodo, el haberlas excluido no provocó mayores problemas dentro de la Iglesia. No sucedió lo mismo con la cuarta redacción de Aparecida, que fue aprobada por la mayoría de los obispos.
6. Y como movimiento son hasta menos organizadas y menos atractivas, según lo que se entiende por la estructura pastoral dominante, auque en verdad, ellas demuestran una extraordinaria y efectiva organización de otro tipo.
En verdad, la articulación de las CEBs se fue estructurando en el proceso de las CEBs y no según algo que se haya preestablecido teóricamente. Fue la vida y las necesidades las que generaron las estructuras de las CEBs para mantener su continuidad, madurez y eficacia de su acción propia en la instancia que le corresponde (la base).
7. La expresión comunitaria de la Iglesia es parte de la Revelación del Nuevo Testamento (ver Hechos 2,42; Hechos 4, 36 etc.).
8. Hechos de los Apóstoles 11,19-30; 13, 1-3; 14, 26-28; 15,1-4. 30-40; 18,22-23.
9.”Fue dicho a los antiguos; yo, sin embargo les digo…” (como Jesús lo proclamaba frecuentemente).
(Trad. Eloy Ocampo Velasco)
martes, 2 de marzo de 2010
Los Programas de Pastoral CEBs (2008-2010)
Construyendo una red de comunidades
Boletín-2, Abril de 2010
ceb.mty@gmail.com
VER
Nos decía el Plan Diocesano 2006-2010 que la Asamblea Eclesial Diocesana de 2005 “se convirtió en una verdadera fiesta de comunión y participación, en la que todos pudieron expresarse” (N° 15) Pero también nos enunciaba los principales problemas:
En Monterrey los problemas sociales más fuertes son los bajos salarios y el desempleo, poca participación ciudadana, crisis de valores, educación deficiente, influencia negativa de la televisión e internet, la desintegración familiar (Cf. PPO 2010, # 31).
Además nos damos cuenta que mientras que continuamos con una democracia muy débil y una fuerte separación entre fe y realidad, crece la desarticulación social y la violencia e inseguridad.
Los principales problemas eclesiales en Monterrey son la poca “comunión y participación” (NPP3), poco compromiso con los problemas sociales de nuestra comunidad (NPP1), escasa proyección pastoral hacia los alejados y marginados (NPP10), falta un mayor reconocimiento a los laicos (NPP14).
Por otra parte, las CEBs en Monterrey tiene el común denominador de su desconocimiento. Por tanto, poco se vive la fe desde las pequeñas comunidades eclesiales en la mayoría de las parroquias, y poco se da la reflexión bíblica y teológica que tiene que ver con la realidad que vivimos actualmente.
Sin embargo, impulsados por la Misión Continental (AP 362), en algunas parroquias se han empezado procesos de misión permanente en donde el modelo eclesial de Pequeñas Comunidades o CEBs son tomados en cuenta.
JUZGAR
Creemos en una Iglesia que, como su Señor (Lc 4, 18-21), es abogada de la justicia, defensora y casa de los pobres (AP 395, 524; Lc 10, 25-37; Mt 25, 31-46); una Iglesia en donde todos los discípulos misioneros participan del discernimiento, planificación y ejecución de la pastoral (AP 371) y asumen un estilo de vida sobrio para ir al encuentro de los hermanos que viven en la indigencia (AP 540).
Creemos que la Parroquia debe ir más allá del templo y debiera ser una red articulada de pequeñas comunidades, en donde se llega a todas las familias, para vivir la formación, la caridad, la fraternidad y salir del anonimato (Jn, 17, 21; AP 172, 204, 265, 304, 504, 548).
ACTUAR
El equipo diocesano animador de las CEBs nos hemos propuesto el siguiente objetivo pastoral (2008-2010):
Sensibilizar a la comunidad diocesana sobre las CEBs como una alternativa de las misiones parroquiales para establecer comunidades eclesiales de base en donde se reflexione la realidad a la luz de la Palabra de Dios;
y desde los alejados y marginados, como sujetos y protagonistas, contribuir en la construcción de una Iglesia sencilla, semilla del Reino, y de una sociedad justa y solidaria de acuerdo a los valores del Reino.
PROGRAMAS
1. Informar y sensibilizar a la comunidad diocesana sobre las CEB
2. Análisis Permanente de la Realidad
3. Fortalecer la Formación
4. Fortalecer y articular el Equipo Diocesano de CEB
5. Promover las CEB como fruto de las Misiones Parroquiales
6. Difundir los proyectos diocesanos de DDHH, P. Laboral, Participación Ciudadana, Economía Solidaria.
7. Promover el acercamiento con Mujeres, Indígenas, Jóvenes, Desempleados y Migrantes.
8. Promover la Salud Popular y el Medio Ambiente
9. Promover la Justicia y la Paz
10. Generar ingresos para llevar a cabo el Plan Diocesano de CEB.
AVISO:
• Dentro del programa 5, se proponen talleres a parroquias, en Mayo y Septiembre, sobre sensibilización, iniciación o fortalecimiento de CEBs.
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