jueves, 28 de diciembre de 2017

CÓMO APOYAR AL PAPA FRANCISCO [jmcastillo]

CÓMO APOYAR AL PAPA FRANCISCO:

Written by José María Castillo



1. Es un hecho que el papa Francisco es un personaje controvertido: produce y encuentra, al mismo tiempo, “acogida” y “rechazo”. Acogida que proviene de grandes sectores del “pueblo pobre y humilde”. Y rechazo que viene, en gran medida, de los “representantes del poder”, los gestores del sistema (económico político y los poderes que sustentan y sostienen el mencionado sistema). Por tanto y al mismo tiempo, el papa Francisco es visto (según parece) como “solución” para los indigentes y “amenaza” para los poderosos.

Si, efectivamente, lo dicho presenta adecuadamente lo que en realidad estamos viviendo, nos encontramos ante un conflicto (el que vive el papa y se vive en la Iglesia) que nos trae a la memoria el “recuerdo peligroso” de lo que fue el gran conflicto que vivió Jesús: acogido por el sufrimiento del pueblo sencillo y odiado (también temido) por la ambición de quienes detentaban el poder. Esto es lo que se produjo en la vida de Jesús. Y esto es lo que estamos viviendo en este momento en la Iglesia.

2. Los medios de comunicación, que “informan” y, al informar, inevitablemente “interpretan” a este personaje, que es el papa actual, un hombre tan discutido, hacen su “interpretación” del Papa, no desde las carencias de quienes lo aceptan, sino desde los intereses de quienes lo rechazan. Incluidos, como protagonistas de este rechazo, no pocos clérigos de todos los niveles, y numerosos laicos con frecuencia vinculados a grupos integristas y conservadores. Y no olvidemos que el “desde dónde” se ve la realidad, es el factor que con más fuerza determina y condiciona “cómo se ve la realidad”. No se ve la vida igual desde un palacio del centro que desde una chabola de la periferia. Ocurre, por tanto, que demasiadas veces no nos damos cuenta de lo que realmente está sucediendo. En todo caso, parece que se puede afirmar que este doble fenómeno (aceptación y rechazo del Papa) está sucediendo más de lo que seguramente sospechamos.

3. No olvidemos que el peligro de desfigurar o deformar la imagen del Papa (y su mensaje) equivale a deformar o desfigurar la realidad de la Iglesia y del Vaticano, como centro del gobierno de la Iglesia. Y desfigurar también la razón de ser del Vaticano como Estado.

4. Pero, sin duda alguna, lo más serio y preocupante, que ha puesto en evidencia el actual papado, es la contradicción en que vive la Iglesia. Se trata de la contradicción que estamos dejando patente quienes no nos cansamos de insistir en la comunión con el Papa y en la obediencia, que le debemos, pero, a la hora de la verdad, comulgamos con el Papa y le obedecemos mientras el papa piensa, habla y actúa como a nosotros nos gusta o nos parece mejor. Es un hecho que la mayor oposición al papa Francisco tiene su origen en sectores del clero – empezando por algunos cardenales – que no están de acuerdo con su forma de pensar, de vivir y de gobernar.

5. Por lo demás, cuando hablamos del papado y la gestión de los asuntos más serios de la Iglesia, es importante tener presente que estamos hablando de un sistema de gobierno, para la necesaria gestión de la Iglesia, que no está debidamente actualizado, en no pocos aspectos de notable influjo. El simple y preocupante hecho de que la Iglesia – como institución religiosa y como Estado – no pueda suscribir (a estas alturas) el “Pacto internacional sobre Derechos Civiles y Políticos”, así como el “Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales” (ambos, firmados en Naciones Unidas en 1966, como puesta en práctica de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, de 10. XII, 1948), es un indicador patente de que esta Iglesia nuestra sigue siendo una institución anticuada y anquilosada en asuntos de una enorme actualidad e importancia. Desplazar y aplicar los derechos de una institución religiosa a los derechos de una institución política desemboca inevitablemente en una situación de ambigüedad, que se traduce en fuente de incesantes malentendidos y contradicciones.

Pedimos

1. El debido replanteamiento y actualización de los dicasterios y Congregaciones de la Santa Sede, que fueron pensados y organizados para otra Iglesia de otros tiempos, en los que los problemas y necesidades de la Iglesia eran situaciones y realidades muy distintas de las situaciones y necesidades que la Iglesia tiene en este momento.

2. Ante todo, debería quedar muy claro que en la Iglesia no exista, ni la gente vea en ella, nada que esté en contra del Evangelio. Hay que decir, con toda claridad y fuerza que la Iglesia no tiene ni autoridad ni poder para hacer nada que esté en contra del Evangelio. Teniendo muy en cuenta que este criterio tendría que aplicarse, ante todo, a las cosas y asuntos más patentes y visibles en la Iglesia. Los representantes de la Iglesia no deben, no pueden, distinguirse por sus privilegios, ostentación, dignidades, todo cuanto representa una diferencia o superioridad sobre los últimos y los más desamparados, se tendría que desterrar. Esto tendría que ser lo más urgente en la Iglesia ahora mismo.

3. Pedimos al Papa que informe a la Iglesia sobre las verdades que el Magisterio de la iglesia ha propuesto – y sigue exigiendo que se acepten – como “verdades de fe divina y católica” (Constitución dogmática “Dei Filius” [Conc. Vaticano I, cap. III): “Deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio” (Denz.-Hün, 3011). Todo lo que no es, con seguridad, una verdad de fe divina y católica, puede ser modificado, interpretado o aplicado según las necesidades de los fieles, y de la humanidad en general, cuando existen razones serias para ello. Por ejemplo, resulta inexplicable el conflicto, que hemos vivido recientemente, por causa de un asunto que no pertenece a la Fe divina y católica, la indisolubilidad del matrimonio y la casuística que ha suscitado.

4. Hay que aplicar la Hermenéutica (la gran scoperta del s. XX), no sólo a la Palabra de Dios (la Biblia), sino también a la palabra de la Iglesia, el Magisterio. Por poner un ejemplo, es evidente que la afirmación del “Credo” de Nicea: “Creo en Dios todopoderoso”, el Pantokrátor, un término que ni aparece en la Biblia, ya que, como es sabido, el “pantokrátor” fue, en la Antigüedad tardía, un título imperial que se entendía como “el amo del mundo”. Semejante Dios, no es el Dios que nos reveló Jesús en el Evangelio.

5. Pedimos que la Iglesia se organice y estructure para responder más a las necesidades (de fe y de vida) de los fieles, que para cumplir con la fidelidad a tradiciones eclesiásticas, muchas de las cuales no responden ya a las necesidades de los creyentes actuales. Por ejemplo, resulta difícil de justificar el mantenimiento de la ley del celibato eclesiástico a costa de dejar a miles de parroquias sin la debida administración de los Sacramentos. En la Iglesia hay ahora mismo cientos (quizá miles) de parroquias que no pueden tener misa todos los domingos.

6. Y pedimos también, como un asunto capital, que en la Iglesia haya más transparencia. Es decir, que ni el Vaticano, ni las diócesis, ni la vida de los “hombres de la religión”, tengan nada que ocultar. Sólo así será posible hablar con libertad, con claridad y sin doble intencionalidad. El día que se pueda lograr este objetivo, la Iglesia podrá tener la credibilidad que no tiene ante importantes sectores de la población.

Nos comprometemos


1. No ocultar o marginar la información religiosa, como asunto de menor importancia o de poco interés. Nunca deberíamos olvidar que religión y política siguen siendo inseparables. Resulta indignante que, en este momento, existan agrupaciones políticas que, obteniendo logros importantes a costa de la religión, ocultan sus profundas vinculaciones con los dignatarios religiosos y sus intereses. Es hora de preguntarse si uno de los motivos que explican los éxitos del Islam, no está en que, en esa confesión religiosa, no se ocultan, sino que están en primera línea las evidentes conexiones que hacen una sola cosa de dos componentes básicos: el hecho religioso y el hecho político. No olvidemos que, en la realidad de la vida, “lo religioso” y “lo político” son dos dimensiones de la vida del ser humano en la sociedad. Dos realidades inseparables, por más que el sujeto no sea consciente de que las vive y están presentes en su intimidad y en su conducta, aunque no pertenezca ni a una religión ni a un partido político.

2. No utilizar la información religiosa para ponerla al servicio de intereses nacionalistas o partidistas. Este punto es particularmente delicado cuando se trata de informar sobre la persona del Papa Francisco. Un hombre cercano a los pobres y comprometido con la dignificación y los derechos de los humildes y marginados, es por eso mismo un hombre expuesto a ser identificado (o en sintonía) con partidos de la izquierda política.

3. Si es que queremos hablar de religión e informar sobre ella, será necesario que, en la medida de lo posible, nos propongamos alcanzar una formación religiosa básica, que nos capacite para entender y poder comunicar debidamente con la debida competencia y exactitud lo que decimos y lo que puede interesar a nuestros lectores.

4.Evitar, en cuanto de nosotros dependa, el silencio, la pasividad o la marginalidad de los dirigentes eclesiásticos, en los asuntos de más actualidad e importancia en la vida pública. Es escandaloso que la Iglesia, para no indisponerse con los poderes de quien recibe importantes ayudas o privilegios, se mantenga al margen de asuntos que afectan a la ética y a la vida pública de forma, a veces, clamorosa. Basta pensar en los escándalos de la corrupción o en la gestión económica que es la causa principal de las escandalosas desigualdades que se dan en el mundo y en no pocos países.


José M. Castillo

jueves, 21 de diciembre de 2017

El Papa Francisco advierte a la Curia Romana ante las intrigas y los traidores

El Papa Francisco advierte a la Curia Romana ante las intrigas y los traidores

Por Miguel Pérez Pichel
VATICANO, 21 Dic. 17 /(ACI).-



El Papa Francisco advierte a la Curia Romana ante las intrigas y los traidores

En el tradicional mensaje navideño dirigido a los Cardenales y Superiores de la Curia Romana, el Papa Francisco advirtió ante las intrigas que se forman en los organismos eclesiásticos y ante los traidores que se dejan corromper por la ambición.
El Santo Padre, que dirigió un extenso discurso a los miembros de la Curia este jueves 21 de diciembre en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, habló de la comunión de la Iglesia alrededor del Pontífice, porque "la comunión con Pedro refuerza y da nuevo vigor a la comunión entre todos los miembros" de la Iglesia.
Afirmó que la comunión alrededor del Papa "es muy importante si se quiere superar la desequilibrada y degenerada lógica de las intrigas o de los pequeños grupos que en realidad representan, a pesar de sus justificaciones y buenas intenciones, un cáncer que lleva a la autorreferencialidad, que se infiltra también en los organismos eclesiásticos en cuanto tales y, en particular, en las personas que trabajan en ellos".
"Cuando esto sucede –continuó–, entonces se pierde la alegría del Evangelio, la alegría de comunicar a Cristo y de estar en comunión con él; se pierde la generosidad de nuestra consagración".

Francisco también advirtió contra otro peligro que se cierne sobre la curia, que es "el de los traidores de la confianza o los que se aprovechan de la maternidad de la Iglesia".
Es decir, "de las personas que han sido seleccionadas con cuidado para dar mayor vigor al cuerpo y a la reforma, pero, al no comprender la importancia de sus responsabilidades, se dejan corromper por la ambición o la vanagloria, y cuando son delicadamente apartadas se auto-declaran equivocadamente mártires del sistema, del 'Papa desinformado', de la 'vieja guardia'…, en vez de entonar el 'mea culpa'".
Ante estos peligros, el Papa exhortó a los Dicasterios de la Curia romana a "trabajar de manera conforme a su naturaleza y finalidad: en el nombre y con la autoridad del Sumo Pontífice y siempre por el bien y al servicio de las Iglesias".
Los Dicasterios, señaló, "están llamados a ser en la Iglesia como unas fieles antenas sensibles: emisoras y receptoras" que transmitan "fielmente la voluntad del Papa y de los Superiores".

En el mensaje de este año, además de hablar de aspectos internos de la Curia, el Pontífice meditó especialmente sobre el servicio del Vaticano ad extra (hacia afuera), resaltando aspectos externos que tienen que ver con "la relación de la Curia con las naciones, con las Iglesias particulares, con las Iglesias orientales, con el diálogo ecuménico, con el Judaísmo, con el Islam y las demás religiones, es decir, con el mundo exterior".

La Curia y la relación con las Naciones

Francisco se refirió de forma concreta al "papel fundamental la Diplomacia Vaticana que busca sincera y constantemente el que la Santa Sede sea un constructor de puentes, de paz y de diálogo entre las naciones".
Hizo hincapié en que "el único interés de la Diplomacia Vaticana es estar libre de cualquier interés mundano o material". "La Santa Sede está presente en la escena mundial para colaborar con todas las personas y las naciones de buena voluntad y para repetir constantemente la importancia de proteger nuestra casa común frente a cualquier egoísmo destructivo".

La Curia y las Iglesias particulares

"La relación que une la Curia a las diócesis y a las eparquías es de máxima importancia. Estas encuentran en la Curia romana el apoyo y el soporte necesario", indicó el Papa.
Se trata de una relación basada "en la colaboración, la confianza y nunca en la superioridad o el contraste".
Recordó que "el punto de referencia de la Curia romana, de hecho, no es sólo el Obispo de Roma, del que le viene la autoridad, sino también las Iglesias particulares y sus Pastores en todo el mundo, para cuyo bien, obra y actúa".
En este sentido, destacó la importancia de las visitas ad limina Apostolorum, que "representan una gran oportunidad de encuentro, diálogo y enriquecimiento mutuo".

La Curia y las Iglesias orientales

El Obispo de Roma explicó que "la unidad y la comunión que existe en la relación entre la Iglesia de Roma y las Iglesias orientales representa un ejemplo concreto de riqueza en la diversidad para toda la Iglesia. Ellas, en la fidelidad a sus propias tradiciones de dos mil años y en la comunión eclesial experimentan y realizan la oración sacerdotal de Cristo".
En este sentido, insistió en la necesidad "de profundizar y revisar la delicada cuestión de la elección de los nuevos obispos y eparcas que debe corresponder, por una parte, a la autonomía de las Iglesias orientales y, al mismo tiempo, al espíritu de responsabilidad evangélica y al deseo de reforzar cada vez más la unidad con la Iglesia Católica".
Asimismo, recordó que "la relación entre Roma y Oriente es de mutuo enriquecimiento espiritual y litúrgico. En realidad, la Iglesia de Roma no sería realmente católica sin las inestimables riquezas de las Iglesias orientales".

La Curia y el diálogo ecuménico

En su discurso, enseñó que el diálogo con las demás confesiones y realidades cristianas no católicas es "un verdadero camino, pero, como muchas veces han repetido también mis Predecesores, es un camino irreversible y sin vuelta atrás".
"Cuando caminamos juntos, es decir, cuando nos encontramos como hermanos, rezamos juntos, trabajamos juntos en el anuncio del Evangelio y en el servicio a los últimos, ya estamos unidos", aseguró. "Todas las diferencias teológicas y eclesiológicas que todavía dividen a los cristianos serán superadas sólo por esta vía".

La Curia y el judaísmo, el islam y las otras religiones

"La relación de la Curia Romana con las otras religiones se basa en la enseñanza del Concilio Vaticano II y en la necesidad del diálogo", destacó.
Señaló, recordando el discurso que pronunció en la Universidad de Al-Azhar en el viaje apostólico a Egipto en abril de 2017, que el diálogo interreligioso está construido sobre tres orientaciones fundamentales: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones.
El Papa Francisco finalizó su discurso repitiendo que la Navidad es la fiesta de la fe, y "una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis; una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer; una fe que no nos interroga es una fe sobre la cual debemos preguntarnos; una fe que no nos anima es una fe que debe estar animada; una fe que no nos conmueve es una fe que debe ser sacudida".

Por Miguel Pérez Pichel
VATICANO, 21 Dic. 17 /(ACI).-


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domingo, 10 de diciembre de 2017

Tradiciones espirituales femeninas en la historia de la iglesia | FeAdulta, Badv02_2017

Tradiciones espirituales femeninas en la historia de la iglesia



Diciembre de 2017
La presencia femenina en la expansión del cristianismo fue muy fuerte. Buceando en la historia descubrimos figuras importantísimas como Tecla, María de Magdala, Marcela de Roma, las Madres del desierto, Melania la Mayor, Olimpia de Constantinopla, Hildegarda de Bingen, Clara de Asís o las Beguinas, Hadewijch de Amberes y Margarita Porete. 

Constatamos que en todos los casos, la historia no ha sido justa con su valía: en el mejor de los casos han sido silenciadas, pero algunas fueron calumniadas y otras quemadas en la hoguera. Nos preguntamos el motivo y constatamos que no es otro que el mismo que le impide a la iglesia en la actualidad aceptar el sacerdocio femenino.

Carmiña Navia: tradiciones espirituales femeninas en la historia de la iglesia

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viernes, 1 de diciembre de 2017

El Misterio del mundo [José Arregi]


El Misterio del mundo
27.11.17 | José Arregi
 
Quien mira de verdad, no puede menos que admirar el Misterio del mundo, tan infinitamente complejo y armonioso a la vez: que haya amanecido esta mañana lluviosa y tibia de otoño, que nuestros pulmones respiren por sí mismos y nuestro corazón siga latiendo sin saberlo nosotros, que esas grandes gaviotas vuelen tan plácidamente, que el mar y la montaña estén ahí, siempre iguales y cambiantes, que exista la Madre Tierra que nos engendra y nutre a todos los vivientes gracias al sol y sea nuestra casa común, a pesar de que nosotros, los pobres humanos, nos empeñemos tan insensata y dramáticamente en romper la comunión y la armonía de todo lo que es.

Que nuestra Tierra y nuestro sol no seamos, sin embargo, más que una parte infinitesimal de nuestra galaxia, que haya en ella entre 200 y 400 mil millones de estrellas con sus respectivos planetas, muchísimos de ellos habitados sin duda por seres vivientes tal vez menos o tal vez más inteligentes que nosotros, que la estrella más cercana esté a más de 4 años luz –es decir, que la luz, a 300 mil kilómetros por segundo, necesite más de cuatro años para llegar desde dicha estrella hasta nosotros–, que la estrella más lejana visible a simple vista esté a 11.600 años luz, que nuestra galaxia tenga un diámetro de 100 mil millones de años luz, y que existan hasta un billón de galaxias similares a la nuestra y otras nuevas se estén formando, que el universo se esté expandiendo y la expansión se esté acelerando, que el diámetro del universo actual mida 93 mil millones de años luz… Nos faltan ceros. Se nos corta el aliento.
Que todo este universo esté formado de los mismos átomos, y que dentro de cada átomo –formado a su vez de electrón, núcleo y centenares de partículas atómicas– se abra otro universo inmensamente pequeño que se mide en micrómetros, nanómetros, picómetros, femtómetros, attómetros, zeptómetros y yoctómetros, millonésima, milmillonésima, billonésima, milbillonésima, trillonésima, miltrillonésima y cuatrillonésima de metro respectivamente... Dentro es fuera. Nos trastorna el vértigo.
Todo lo que es son formas que emanan o emergen de eso que llamamos materia –genial palabra que, no lo olvidemos, viene de mater, madre–, pero ¿qué es la materia, esa matriz universal de todas las formas? Es una forma de energía, pero no sabemos qué es la energía, solo sabemos que por ella se produce todo movimiento y transformación de los cuerpos físicos. De menos sale más. De los átomos emerge la conciencia. La realidad es, pues, absolutamente misteriosa. Y lo más misterioso es que sea.
No podemos dejar de preguntarnos, pero toda respuesta nos lleva a nuevas preguntas y a un gran silencio. Todo lo que sabemos nos sitúa en la frontera de lo desconocido. Las mismas ciencias nos vuelven más ignorantes, pues cuanto más conocemos, tanto más sabemos lo que queda por conocer. Las ciencias nos permiten quizás entender lo que, según afirmaba Galileo, constituye el lenguaje mismo en que se expresa el universo, la matemática, "sinfonía del universo" (D. Hilbert), la ciencia más clara y la más mística; gracias a ella podemos describir y manejar todo lo que se puede medir, pero solo lo que se puede medir y manejar.
Las ciencias nos conducen a la frontera y a la conciencia del Infinito, del Misterio que no podemos manejar, que nos envuelve y habita. En esa frontera final, también las ciencias, ellas sobre todo, se llenan de asombro y se vuelven humildes, más conscientes que nadie de los peligros de su inmenso poder, y nos invitan a la sabiduría suprema: la humildad y la humanidad, las únicas que salvarán del abismo la arcilla preciosa y vulnerable que somos, el humus común de todos los seres.
¿Y Dios? Es el Misterio absoluto del mundo, más allá de todos los nombres e imágenes personales o impersonales, del dualismo y del monismo, del teísmo y del ateísmo. Dios no explica nada, pues toda explicación es un constructo humano. "Dios" en cuanto explicación o fundamento del mundo o de la moral también es un constructo humano.
A Dios no lo concibo como el Ente supremo y creador, anterior y exterior al mundo, sin materia ni energía. Se expresa en todo lo que es o somos, pero en cuanto Todo que trasciende todas las formas del ser. Todo lo bueno lo encarna, pero nada lo agota. La bondad de Jesús lo encarnó de un modo paradigmático para los cristianos, pero no lo agotó en cuanto individuo histórico y particular que fue de la especie Sapiens, especie que más pronto que tarde desaparecerá y será reemplazado por otra forma viviente hiperhumana o transhumana, más poderosa que nosotros, espero que también más inteligente en el sentido pleno, es decir, más espiritual, más libre y fraterno, más bueno y feliz. Creer en Dios es creer en ese futuro, a pesar de todo. Y creer en ese futuro es crearlo. Creer en Dios es crearlo, se puede decir.
Dios es –dicho con meras metáforas– el Todo irreductible a las partes, Corazón sin forma de todas las formas del cosmos, Aliento vital de todo cuanto es, Origen o Fuente o Fondo eternamente presente de toda energía y materia, Conciencia universal, Puro Ser o, mejor, Interser, Relación de todo con todo, Creatividad buena sin fin de la que todo el universo, nosotros en él, es portador, para el adviento o el advenimiento o la realización del Arcoíris de la Paz.

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