Construyendo una red de comunidades
Boletín-1, Marzo de 2010
VER
Vivimos en una metrópoli en donde son cada vez más las personas confusas y alejadas de la Iglesia. A su vez, una metrópoli en donde se acrecienta la agresividad sobre todo con los más vulnerables, entre ellos las personas de la tercera edad y los niños.
Hoy, nos dice Aparecida, se sobrevalora al individuo, lo cual deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos individuales (Cf. AP 44). Esta cultura [del individualismo] se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir día con día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo (Cf. AP 46).
Boletín-1, Marzo de 2010
VER
Vivimos en una metrópoli en donde son cada vez más las personas confusas y alejadas de la Iglesia. A su vez, una metrópoli en donde se acrecienta la agresividad sobre todo con los más vulnerables, entre ellos las personas de la tercera edad y los niños.
Hoy, nos dice Aparecida, se sobrevalora al individuo, lo cual deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos individuales (Cf. AP 44). Esta cultura [del individualismo] se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir día con día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo (Cf. AP 46).
¿Cómo hacerle para que nuestras parroquias sean casas de comunión y focos de evangelización que puedan vivir en misión permanente siendo portadores de la Buena Nueva del Reino de Jesucristo?
JUZGAR
El Plan Diocesano de Pastoral 2006-2010 mencionaba como indicador de logro, para asumir la espiritualidad de comunión (N° 311) y lograr salir al encuentro de los alejados y marginados para una transformación integral (N° 38), el “Incremento de grupos/ movimientos/ comunidades eclesiales de base como fruto de las misiones parroquiales: 10 % anual” (Nº 316)
Dios no quiso salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo [LG 9], / que sale al encuentro de los alejados y marginados. (Cf. AP 164.168)
El Mensaje Final de la V CELAM de Aparecida, en el n° 3, dice a la letra:
JUZGAR
El Plan Diocesano de Pastoral 2006-2010 mencionaba como indicador de logro, para asumir la espiritualidad de comunión (N° 311) y lograr salir al encuentro de los alejados y marginados para una transformación integral (N° 38), el “Incremento de grupos/ movimientos/ comunidades eclesiales de base como fruto de las misiones parroquiales: 10 % anual” (Nº 316)
Dios no quiso salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo [LG 9], / que sale al encuentro de los alejados y marginados. (Cf. AP 164.168)
El Mensaje Final de la V CELAM de Aparecida, en el n° 3, dice a la letra:
“Por eso, alentamos los esfuerzos que se hacen en las parroquias para ser “casa
y escuela de comunión” animando y formando pequeñas comunidades y
comunidades eclesiales de base, así como también en las asociaciones de laicos,
movimientos eclesiales y nuevas comunidades.”
ACTUAR
Siguiendo las recomendaciones del Plan Diocesano y el Mensaje Final de la V CELAM, parece conveniente seguir promoviendo las comunidades eclesiales de base en las parroquias.
En Monterrey empezaron a formarse algunas Comunidades Eclesiales de Base en 1979, inspirados sobre todo por la III CELAM celebrada en el año de 1979 en Puebla. En 1990 el Sr. Arzobispo D. Adolfo A. Suárez Rivera firmó el documento llamado “Reflexión Pastoral sobre las Comunidades Eclesiales de Base” para invitarnos a “despertar el conocimiento, la estima y el compromiso por este proyecto pastoral tanto entre los presbíteros como en los laicos.” (N° 7)
Las CEB no son un grupo ni movimiento ni ningún otro organismo eclesial, sino que son un nivel de Iglesia y un espacio en donde una pequeña comunidad –las familias- se reúnen en las casas de sus barrios para celebrar la pascua y reflexionar la Palabra de Dios y vivirla en su vida cotidiana a través de la comunión, la fraternidad y la solidaridad (Cf. Puebla 641; EN 58). Son Pequeñas Comunidades que intentan ser Pueblo de Dios en Misión, vinculadas orgánicamente a la parroquia y diócesis, en comunión con el párroco y el obispo. Le corresponde al párroco acompañarlas y, junto con ellas, decidir y ejecutar los programas pastorales.
Siguiendo las recomendaciones del Plan Diocesano y el Mensaje Final de la V CELAM, parece conveniente seguir promoviendo las comunidades eclesiales de base en las parroquias.
En Monterrey empezaron a formarse algunas Comunidades Eclesiales de Base en 1979, inspirados sobre todo por la III CELAM celebrada en el año de 1979 en Puebla. En 1990 el Sr. Arzobispo D. Adolfo A. Suárez Rivera firmó el documento llamado “Reflexión Pastoral sobre las Comunidades Eclesiales de Base” para invitarnos a “despertar el conocimiento, la estima y el compromiso por este proyecto pastoral tanto entre los presbíteros como en los laicos.” (N° 7)
Las CEB no son un grupo ni movimiento ni ningún otro organismo eclesial, sino que son un nivel de Iglesia y un espacio en donde una pequeña comunidad –las familias- se reúnen en las casas de sus barrios para celebrar la pascua y reflexionar la Palabra de Dios y vivirla en su vida cotidiana a través de la comunión, la fraternidad y la solidaridad (Cf. Puebla 641; EN 58). Son Pequeñas Comunidades que intentan ser Pueblo de Dios en Misión, vinculadas orgánicamente a la parroquia y diócesis, en comunión con el párroco y el obispo. Le corresponde al párroco acompañarlas y, junto con ellas, decidir y ejecutar los programas pastorales.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario