jueves, 14 de octubre de 2010

El tratamiento de La Crisis eclesial

El tratamiento de La Crisis eclesial

Entrevista con José Ignacio González-Faus:

El teólogo José Ignacio González-Faus ofrece una conferencia sobre justicia social en el Centro de Profesores y Recursos de Badajoz. El jesuita es profesor emérito de la Facultad de Teología de Cataluña, responsable del área teológica del centro de estudios 'Cristianismo y Justicia' y autor de numerosos libros sobre Iglesia y cristología.

Se culpa a la Iglesia de la falta de feligreses en los templos, ¿qué se puede reprochar al Vaticano?-

Así a lo bestia, dije una vez que la curia romana había hecho más ateos que Marx, Freud y Nietzsche juntos. Lo innegable es que muchos hombres se alejan de ella y que, incluso si más tarde se sienten vacíos y quieren buscar, dan por descontado que habrán de buscar fuera de la Iglesia.

Los puntos débiles de la Iglesia actual son muchos, y he dicho a veces que es la cruz de mi fe, aunque intento llevarla con garbo. La veo incapaz de comprender lo positivo del mundo moderno y sus dirigentes añoran poder solucionar los problemas a base de poder. No me parece evangélico que el papa sea jefe de estado, ni el modo de nombrar a dedo de los obispos ni los "príncipes de la Iglesia". Cuando no había democracia, eran elegidos democráticamente a partir de las comunidades locales. También es innegable que la mujer no ocupa en la Iglesia el lugar que merece.

¿Por dónde habría que empezar para remediar estos males?

No es cuestión de recetas. La Iglesia tiene que replantearse muchas cosas. Debía empezar reconociendo que está en crisis. De lo cual todos tenemos un poco de culpa. A partir de ahí habría que ver cómo y por dónde se puede caminar. Comenzando por no excluir como herejes a quienes piensan distinto. Algo sencillo por lo que se podría empezar es el lenguaje. No se pueden mantener las palabras anticuadas de la liturgia. No se entienden o suscitan imágenes contrarias a lo que en su origen se quería expresar.

Usted no se muerde la lengua y no duda en sacar los colores a la Iglesia. ¿Cómo encajan sus críticas?

Ratzinger tiene un artículo ya clásico en el que dijo que si hoy no se critica a la Iglesia tanto como se la criticaba en la edad media, no es porque se la ame más, sino porque falta ese amor que es capaz de arriesgar la propia suerte o la propia carrera por la amada.

Y yo tengo un libro sobre la libertad de palabra en la Iglesia que es sólo una antología de textos de santos, obispos y cardenales, mucho más duros algunos que las cosas que se dicen hoy.

También es normal que eso no guste a las autoridades y que de vez en cuando te venga algún palo o toque de atención "de arriba". Y lo que siento es que no me vienen a mí sino que las paga mi provincial, lo cual no está bien. Pero bueno, no hay parto sin dolor. Y como dijo santa Teresa: la verdad padece, mas no perece.

¿Cómo explica el surgimiento de movimientos ciudadanos como Redes Cristianas, críticos con la jerarquía eclesiástica?

Supongo que obedecen a dos razones. Una es la necesidad de vivir la fe en comunidad porque no pueden vivirla aisladamente, y menos cuando el ambiente social no acompaña. Son también formas de ejercer la responsabilidad de los laicos ante la crisis actual de la Iglesia, cuando la institución va por caminos que muchos ven como contrarios al Evangelio. Porque todos somos iglesia y todos somos responsables de ella.

En España se profesan cada más creencias religiosas, hemos dejado de ser un país eminentemente católico.

España se ha descristianizado de una manera traumática. Quizá por eso domina una agresividad que, aunque sea comprensible, tampoco es justificable. No se pueden tomar los escándalos de la Iglesia para arremeter contra el cristianismo en bloque. Berdiaeff decía que una cosa es la dignidad del cristianismo y otra la indignidad de los cristianos.

¿Cómo se logra una convivencia pacífica entre distintos credos?

La convivencia, el afecto y la colaboración entre religiones es un imperativo. Y en la palabra religiones incluyo ahora también al ateísmo.
Los poderes públicos deben ser neutrales y buscar la convivencia.
En algunos sitios como Cataluña hay muchas iniciativas bien positivas. Hay que buscar el encuentro en lo que nos une como humanos. Debemos buscar en el otro la mejor versión de su personalidad que es lo que Dios nos pide a todos.

¿Estamos aprovechando la crisis para recuperar valores perdidos?

Decididamente no. Hemos dejado pasar una gran oportunidad para replantear los elementos injustos e irracionales de nuestro sistema económico. Esta crisis solo ha servido para ayudar a los que la provocaron, pero no a las verdaderas víctimas. Todos hemos sido cómplices del sistema, drogados como estamos por el consumo. Esto ha sido un paso más hacia el desmantelamiento del estado del bienestar. La culpa la ha tenido en parte la izquierda, que ha participado de ese "socialismo asistencial" del reparto de subvenciones, en lugar de ocuparse de hacer justicia social.


Ángela Murillo

Hoy

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