HILO 4
Tejiendo alianzas por el bien común
La importancia de un proyecto de nación[1]
VER
Los Partidos Políticos están permeados por una lógica pragmática y movidos por sus propios intereses políticos y coyunturales. Esta situación ha generado, que sean otros espacios, más de carácter ciudadano, los que realicen la reflexión sobre cuestiones de envergadura, tales como la necesidad de introducir cambios en el modelo de desarrollo que ha seguido nuestro país a lo largo de las última tres décadas, dada la agudización alarmante de problemáticas que aquejan a la mayoría de la población; sólo por dar algunos ejemplos:
· El número de personas en situación de pobreza en México subió de 48.8 millones a 52 millones entre 2008 y 2010, lo que significa que el 46.2% de la población se encuentra en esa situación, contra el 44.5% de 2008.
· El número de personas vulnerables por ingreso pasó de 4.9 millones en 2008 a 6.5 millones en 2010. Un elemento fundamental que explica el aumento en la pobreza fue la reducción del ingreso en el contexto de la crisis internacional, y el sector que más se vio afectado fue el urbano, y un segundo factor fue la carencia por acceso a la alimentación (por el aumento en los precios de los alimentos). (http://www.cnnexpansion.com/economia/2011/07/18/la-pobreza-se-profundiza-en-mexico)
· De los aproximadamente 44 millones de personas ocupadas en el país, más del 28% (más de 12 millones de personas) no tienen un contrato laboral que reconozca sus derechos, ni seguridad social, ni organización que lo represente. Es decir no tienen trabajo decente (o digno).
De acuerdo a datos del ITESM del año 2006 al 2010 ha habido 37,109 defunciones por motivo del narcotráfico. En los primeros 14 días de 2011, cada 40 minutos había sido muerta una persona en el país en incidentes relacionados con el crimen organizado, con un total de 507 homicidios. Se señala que 900 niñas y niños murieron en fuego cruzado y existen 50 mil huérfanos por la actual estrategia de Felipe Calderón. En México hay 43 mil menores de 18 años en las filas del crimen organizado.
Lo anterior, hasta el momento, ha motivado que diferentes personas y grupos ciudadanos de “izquierda y derecha” expongan la necesidad de introducir diversas medidas en los principales ámbitos de políticas. Es posible que los partidos políticos, conforme se acerquen los tiempos políticos adopten algunos de estos planteamientos para sus discursos de campaña, pero hasta el momento, lo que resalta, es que ninguno de ellos (al menos los 3 principales) se ha dado a la tarea de proponer lo que hoy aparece como fundamental: la necesidad de virar, y proponer un nuevo modelo de desarrollo en México, como ya antes lo hicieron países como Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela.
Así pues, y de manera muy general, las propuestas que hasta ahora, aparecen en el espacio del debate público son:
Economía | Sociedad | Política | Justicia | Política Exterior | |
Rolando Cordera | Reactivar el crecimiento económico Reforma fiscal Redistribución | Equidad Derechos sociales | Parlamentarismo | ||
Aguilar Camín y Jorge Castañeda | Crecimiento en infraestructura Regulación de poderes fácticos (monopolios y sindicatos) Incentivar el ahorro | Equidad Sistema de seguridad social universal vía impuesto al consumo | Candidaturas independientes Segunda vuelta presidencial Referendo y poderes de veto presidencial | Nuevo reparto de responsabilidades en federación y estados | Reformular vínculo con EU y Canadá |
Movimiento por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los trabajadores y las Libertades Democráticas | Crecimiento económico Pacto fiscal Banco desarrollo Reindustrialización Soberanía energética Soberanía y seguridad alimentaria | Sustitución de la política asistencial Capacidad de innovación social Ciencia y tecnología Educación Derechos sociales | Polo social Democracia participativa Ley de participación ciudadana Pueblos originarios | Reforma al sistema de administración de justicia | |
Andrés Manuel López Obrador/ Movimiento de Renovación Nacional | Reformular modelo y estrategia de desarrollo Eliminar privilegios fiscales Soberanía alimentaria | Estado de bienestar para todos Universalidad de los derechos humanos | Reforma política hacia el federalismo Instituciones de participación y poder social Participación ciudadana | Estado democrático de derecho | Reconstrucción de la política exterior y la soberanía. |
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad | Política de Estado en materia de telecomunicaciones que rompa los monopolios y genere una amplia democratización y apertura no sólo a la competencia sino el fortalecimiento de los medios públicos. | Política económica y social que genere oportunidades reales de educación, salud, cultura y empleo para jóvenes, porque son las y los principales víctimas. | Reconocimiento constitucional de la consulta popular, las candidaturas independientes, revocación del mandato, el voto en blanco y las acciones colectivas. | Esclarecer y resolver los asesinatos, las desapariciones, los secuestros, las fosas clandestinas, la trata de personas. Poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana Amplia reforma en la procuración y administración de justicia que dote de verdadera autonomía al MP y al Poder Judicial, que establezca el control ciudadano sobre las policías y los cuerpos de seguridad, avance la reforma a los juicios orales y establezcan sistemas más efectivos de control judicial que reduzcan la discrecionalidad en los procedimientos y resoluciones de fondo. Combate frontal al lavado de dinero y activos de los delincuentes |
Remisoc, a partir de los documentos “oficiales” de cada uno de los grupos.
En general, estas propuestas se caracterizan por no considerar una visión global; lo cual es muy evidente, al hablar de economía, por ejemplo, resaltar el hecho de que la industria más dinámica en nuestro país, se encuentra ahora en manos transnacionales, y de ahí, la necesidad de apoyar y fortalecer las pequeñas y medianas empresas nacionales; o bien, adolecen de alternativas sustentables capaces de dar pie a una verdadera reforma energética, todas las propuestas permanecen ancladas en el pasado petrolero. En ese mismo sentido, la innovación tecnológica no pasa de ser un buen deseo. Ninguna de las propuestas identifica las capacidades de innovación propias del país.
En cuanto a la participación ciudadana, todas coinciden en la necesidad de incorporar instrumentos de participación semi directa: plebiscito, referéndum, iniciativa popular. Sin embargo, no le dan un énfasis significativo a la participación de las mujeres; y en torno a los jóvenes, sólo el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se detiene en presentar alternativas expresamente para este sector, que como sabemos, en este momento, todavía es el grueso de la población mexicana. Otro rasgo que caracteriza a este Movimiento, es que a diferencia de las propuestas que le anteceden, pone en primer plano, la necesidad de reformar el sistema y procuración e impartición de justicia:
“El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se ha planteado como tarea primordial el hacer visibles y poner nombre a las víctimas. Hay dos líneas básicas, la protección a las víctimas, la memorialización y la reivindicación de éstas, por un lado; y la inflexión en la política estatal en su trato con la criminalidad organizada (fin de la militarización), por otra”[2].
Asimismo, ha hecho un fuerte llamado a la necesidad de contribuir al fortalecimiento del tejido social, ya que éste, se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana son irrespetadas y violentadas impunemente, o cuando las leyes son fácilmente incumplidas.
Este movimiento, ha tenido un alto perfil simbólico y religioso, pero se hace evidente la necesidad de tender un puente al interior del mismo, con la finalidad de transformar la indignación en propuestas políticas, que toquen todas las dimensiones del quehacer nacional.
VER desde la fe
Para nosotros como creyentes, la realidad tiene un carácter de señal, de signo de los tiempos. Nuestra mirada entonces nos lleva a poner el foco de atención en los acontecimientos como indicadores de la buena noticia de la vida en plenitud o de la mala noticia de la carencia de vida, que es el criterio de análisis de fondo para el juicio ético que luego hacemos sobre dicha realidad. Las complejidades de la realidad política, sus instituciones, los actores, los grupos y movimientos, etc., no son para los cristianos y cristianas meros fenómenos dados al azar, o situaciones creadas por fuerzas del destino de manera determinista y sin sentido. Lo económico, lo político y lo social son los lugares seculares o temporales en los que la mirada de fe tiene que ejercer su tarea de “mirar profundo”, no son realidades insignificantes o de segunda importancia, como si lo religioso fuera sólo lo importante sin vinculación con ellas. Lo “religioso” está en ellas, si por religioso entendemos la Vida en plenitud o su carencia (Jn. 10, 10).
JUZGAR
No obstante la generalización y amplitud del rechazo al modelo socieconómico y al desempeño político del gobierno federal seguidos en las últimas décadas, éstos han permanecido inalterados por la dispersión de los distintos esfuerzos que pretenden transformarlos. Es imprescindible la construcción de un gran acuerdo, de un polo social para realizar los cambios necesarios, posibles y urgentes. Discursivamente, esto está presente en los esfuerzos de los tres principales movimientos nacionales (por la Paz con Justicia y Dignidad, de Regeneración Nacional y por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas), sin embargo, no hay indicios de la posibilidad de un trabajo articulado para impulsar, al menos, los temas en los que hay coincidencia. Lo que nos hace preguntarnos, ¿cómo generar vasos comunicantes entre fuerzas sociales con trayectorias diferentes, pero con objetivos comunes?, ¿cómo generar relaciones de confianza entre diversos sectores de una misma clase social?
De lo presentado, podemos derivar que, para lograr la transformación hacia otro modelo de desarrollo incluyente, deseable y posible, se necesita de un conjunto de reformas que se retroalimentan y que son interdependientes:
1) Transformación del Régimen Político;
2) Transformación de la Política Económica;
3) Transformación de la Política Social;
4) Transformación del sistema de Procuración e Impartición de Justicia
5) Transformación del campo;
6) Transformación de la Política Exterior.
El eje orientador de todas estas reformas debe ser la garantía de la integralidad de los derechos humanos para toda la población mexicana, lo que implica apego a la democracia e inclusión social.
Juzgar con la fe
Como decíamos en el VER, las realidades seculares o temporales, que hoy nombramos como sociales, económicas, políticas, civiles, son la manifestación del paso de Dios por nuestra realidad o de su ausencia. Mejor dicho, siempre signos de Su presencia pero en momentos como manifestándose en “Gracia”, en condiciones de Vida plena, humana, buena, y en momentos haciéndose manifiesto como “Pecado”, como ausencia de Vida, como deshumanización, como perversión de la bondad. Nos toca ineludiblemente a los y las cristianas en esta historia discernir esos signos de los tiempos y ahí en esas realidades reflexionar, analizar y juzgar (el juicio como resultado de ese discernimiento) lo que de gracia y pecado existe en la realidad.
La tradición profética es la forma histórica en que la Palabra de Dios como “juicio” se presenta en la realidad. Recordemos cómo los profetas y las profetas de la Biblia proclaman el juicio de Dios en las realidades concretas de su pueblo: reyes, reinados, alianzas, luchas de poder, guerras, traiciones y engaños, etc. Y luego Jesús de Nazareth, asumiendo dicha tradición profética la lleva a plenitud desde la vivencia de la Radical Bondad del Padre-Madre Dios cuya esencia es el Amor-Compartir. Y por eso su pasión por la Justicia y la Paz radicales en todas las expresiones de la realidad lo llevan a proclamar el mensaje del reinado de Dios como la clave de juicio de la realidad contemporánea de Palestina en el siglo I en sus concreciones: el poder concreto y sus grupos como los saduceos, la casta sacerdotal, los fariseos, el rey local Herodes, el Procurador de Roma, el Emperador; las alianzas, las luchas, negociaciones y los acuerdos entre los grupos; la realidad de la pobreza extrema debido a la enorme carga de impuestos en aquella sociedad tributaria (impuestos de Roma, de Herodes, del Templo) y consecuentemente la ofensiva riqueza y despilfarro de las elites y minorías, del rey, de latifundistas, altos funcionarios, sacerdotes; la lejanía de las autoridades y de los representantes y pastores con respecto a su pueblo; la grave utilización de la religión (Ley, Templo, Sábado) como justificación y legitimación del “orden” y la organización de la vida; las formas de reacción y lucha violenta (sicarios, zelotas), las opciones espiritualistas (esenios); la “cultura” de la resignación y la desesperanza de grandes mayorías y la consiguiente esperanza de un Mesías poderoso y mágico que resolvería todo desde fuera; ¡etc.! Y luego de la muerte de Jesús, ese aprendizaje de “ver a Dios en la historia”, lo recogen las comunidades cristianas dispersas por el mundo antiguo. A la luz del Espíritu de Jesús, del Dios de la Vida, comienzan a vivir de manera alternativa en las condiciones de posibilidad en el contexto del Imperio.
Hay que decir aquí que el juicio desde la fe tampoco es un juicio aparte o separado del discernimiento y juicio que hacemos desde las ciencias sociales y humanas: la sociología, la política, la ética misma. La fe las tiene en cuenta como mediaciones y asume sus criterios y conclusiones con el criterio mayor o fundamental de fondo: ¿cómo ese tal juicio desde tal mirada económica, social, política lleva a la Vida o no, es decir lleva a acercarse al Reino de Dios de equidad, justicia, fraternidad, solidaridad, perdón y reconciliación auténticas, realización de comunidad, etc.? Por eso las opciones de juicios sobre la mejor economía posible, la mejor política posible, la mejor organización o lucha posible, etc., se harán desde ese criterio y exigen de nosotros y nosotras mucho discernimiento, reflexión honesta. Y eso también implica abrirse al diálogo, la crítica sincera, la confrontación (pensar frente al otro-con el otro), la humildad (nadie tiene toda la verdad), el reconocimiento de la argumentación del otro, etc.
Por último, reforcemos lo dicho: si el criterio dicho en cristiano es el reinado de Dios que llega a los pobres (y con ellos a todos), el criterio dicho en cristiano-humano es el respeto y vigencia de los derechos humanos integrales para toda la población, especialmente para los más vulnerables en este momento de la historia.
ACTUAR
En primer lugar, tenemos que dejar la apatía, el paternalismo, las visiones sectarias para sumar colectivamente con una nueva responsabilidad de participación en los asuntos públicos[3].
Es necesario construir una propuesta integral de proyecto alterno y popular de desarrollo, impulsado desde una convergencia amplia de actores sociales.
Generar un polo social amplio, requiere enfrentar una serie de desafíos:
· Ubicar la necesidad de fortalecer las articulaciones nacionales, además de trabajar sobre problemáticas concretas en territorios definidos; impulsar un proyecto alterno de nación, implica desde la sociedad civil, incrementar nuestro nivel de politización y articulación “entre iguales”.
· Valorar las posibilidades de buscar alianzas estratégicas con actores disímiles, siempre y cuando haya coincidencia en los objetivos.
· Obligar a la clase política (partidos políticos) a cumplir su papel de representantes de la voluntad popular. Sus plataformas deben proponer cursos de acción diferentes a lo que ya se viene haciendo. Las campañas no deben estar depositadas en las personas, si no en un proyecto de desarrollo.
· Recuperar y fortalecer las instituciones “ciudadanas” como los Institutos Electorales, las Comisiones de Derechos Humanos, los Institutos de Transparencia ya que la crisis de las instituciones, incrementa el impacto de las crisis económicas.
· Apelar a la reconstrucción del tejido social, en nuestro momento, sólo puede pasar, por rescatar y mejorar la vía democrática.
· Frente al escepticismo que caracterizará la jornada electoral de 2012, es necesario, crear estrategias que permitan incidir en los procesos, no automarginarnos.
Actuar en fe y esperanza
La historia de nuestro país y su realidad en este momento es la historia salvación que se nos ha entregado y de la cual somos herederos y continuadores en el discernimiento y propuesta del “mejor mundo posible, de la mejor sociedad posible, de la mejor iglesia posible”. Como creyentes en el Dios de la Vida, seguidores del modo de Jesús en hacer el reinado de Dios y conllevados por el Espíritu que da ánimo, fuerza y luz, nos sentimos y sabemos demandados por esa realidad que nos llama y nos grita a responder, a dar razón de nuestra fe.
Siempre es necesario estarnos recordando que la dimensión pública de nuestra fe no es algo exterior a la misma, sino que brota de su misma esencia, por ser una fe que surge del cristianismo como religión ético-profética. Y la dimensión pública significa en términos seculares la dimensión política de la fe, entendida la política como el bien común. Ese es nuestro criterio político mayor: ¿dónde, en qué opción, en qué mediación política, en qué organización, en qué actores políticos, en qué partido o no partido, en qué movimiento y lucha, en qué proyecto político, etc., está el mayor bien común posible para México en estos momentos de nuestra historia?
[1] Parte de la información aquí planteada es resultado del debate llevado a cabo al interior, del seminario nacional de Remisoc, realizado en julio de 2011 en el DF.
[2] Dolores González. Serapaz.
[3] Javier Sicilia. Zócalo de la Ciudad de México. 8 de mayo 2011.
FUENTE: Misión por la Fraternidad 2012/adv-nav
No hay comentarios:
Publicar un comentario