Inauguramos una ‘Escuelita de comunidad’
04 de Junio de 2020
[Equipo de la escuelita]
Un árbol al que llamaron ‘Bendita Mezcla’
Era el año 2016, la semilla germinó en una tierra bendita llamada América. Ya antes una mano pálida, suave y con dedos largos, que se jugaba la vida intentando ser campesino, depositó esa semilla. Más que una semilla era un sueño, un proyecto. Apenas asomó por entre una grieta de esa tierra multicolor, un retoño. Muchas personas se asomaron a ver ese gran evento, nunca antes habían visto una planta como la que tenían frente a sus ojos y decidieron organizarse para regarla, abonarla y cuidarla de la plaga, el mal tiempo y la mala yerba.
Pasaron cuatro años y esa semilla, esa planta, creció como un árbol frondoso que prometía dar buenos frutos. Aquellas personas que habían cuidado del brote, decidieron llamarse ‘común-unidad’. Era el día que finalizaba el otoño y, esperando una nueva estación, decidieron ponerle nombre a ese árbol. Le llamaron: ‘Bendita Mezcla’.
El árbol empezó a dar muchos frutos y nunca perdía las hojas permitiendo, a quienes llegaban cansados de trabajar, un breve descanso y una recarga de energía para seguir el laburo. Un día no muy prometedor, en el que el sol no se dejaba ver, en el que las personas se encontraban sin salir de sus casas por temor a que la falta de sol y el frio endurecieran sus pulmones, ese día, de entre las ramas de ‘Bendita Mezcla’ se desprendieron unos frutos que cayeron al suelo haciendo gran estruendo. Las personas salieron de sus casas, movidas por el entusiasmo se reunieron alrededor del árbol, contemplaron sus frutos. Lo contemplaron a él. Era como si de las raíces brotara fuego, y empezaron a conversar cada unx en su propia lengua, con su propio acento. Se dejaban escuchar, había ahí personas de muy diferentes lugares: Ecuador, Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay, Uruguay, Perú, Brasil, Chile, Panamá, Nicaragua, Guatemala, México, El Salvador, Cuba y Estados Unidos. O por lo menos, esas son las voces que pudimos oír aquella tarde del estruendo.
Con los pies puestos sobre la tierra, conectadxs con el pasado y con ojos bien fijos en el futuro, esta nueva comunidad decidió hacer camino juntxs y cada cierto tiempo reunirse alrededor de Bendita Mezcla. Allí, compartir sus cuentos, que son historias de raíces profundas y de fe inquebrantables, sus cantos, poesías musicales de grandes experiencias comunitarias, y finalmente, el calor de sus cuerpos, que despiertos mantenían la alegría de sentirse vivos.
Hermanxs, compañerxs, que hemos tomado la bendita decisión de caminar descalzxs en esta tierra sufrida, escuchar sus voces, aprender de sus alegrías. En ronda, siempre en ronda para mirarnos los rostros y sabernos juntxs en el camino. Con mucha alegría y en medio de la incertidumbre presentamos un itinerario de formación para juventudes en América Latina 2020 ‘Somos una Bendita Mezcla’: asuman su propia voz para narrar las historias, agregar ingredientes y dar sabor a esta nueva herramienta que servirá para profundizar en el sentí-pensar desde abajo, con una teología narrativa que recoge grandes historias tejidas laboriosamente desde la experiencia de Dios en la vida de su pueblo.
Es tiempo de compartir los frutos de este árbol ‘Bendita Mezcla’ con los participantes de encuentros y mingas populares, con juventudes militantes creyentes (Cebs) y con movimientos sociales, que lo han sentido como una necesidad para discernir los signos de los tiempos, en medio de este cambio de época, y desde lxs predilectxs de Jesús que son lxs pobres. ‘Bendita mezcla’ es un espacio de formación para jóvenes, desde las comunidades, para la reconstrucción de nuestra américa soñada, necesaria y urgente.
Mezclar nos inspira porque hace memoria de muchas manos de mujeres, y algunas de varones, que cocinan en una olla común, combinando, sabores, aromas, colores, texturas y nutrientes de cada alimento de modo que sean una bendita mezcla que alimenta el cuerpo de cada persona y el compartir la comida en ronda alimenta el cuerpo social que es la comunidad. Así mismo, con la mezcla de las palabras desde la base y las reflexiones de estudiosos-as, para pensar cada compromiso en el territorio en este tiempo de NuestraAmérica y reconociendo la palabra de la periferia en el centro de nuestro método de formación: escucharlxs, resonar y profundizar su palabra para comprometerse en cada contexto.
La clave en este itinerario de formación es aquello que hace que estos frutos compartidos agudicen su sabor, ‘lo inter’. La intersección entre generaciones, clases, sabidurías y territorios, el cruce de caminos entre trayectorias que ayuden a pensar: voces populares y de intelectuales, historias de jóvenes y abuelas, encuentro entre movimientos populares y eclesiales, etc. Esta clave se irá desarrollando en los temas que emergen de las narrativas de más de cuarenta y cinco hermanos-as de comunidades de base. Van desde el protagonismo de la mujer en la iglesia y la sociedad, hasta el cuidado de la casa común, pasando por la cristología del prójimo hasta una lectura histórico-salvífica de nuestro tiempo. Grito de lxs pobres y la tierra se entrelaza en este itinerario formativo.Tendremos diez encuentros de trabajo, basados en estos relatos de vida y fe de las comunidades de base, para este primer año de la ‘escuelita Bendita Mezcla’.
Así, con el espíritu del cuidado que hizo que la semilla del pasado sea hoy un árbol, les invitamos a tomar sus frutos y mezclarlos con los fruto y semillas de sus pueblos para dar inicio a esta escuela de comunidad, un camino formativo, que inicia en la virtualidad y terminará en el contacto directo con comunidades de tierra adentro en NuestrAmérica.
Con corazón agradecido, honramos a todas las manos de personas de diferentes países que cuidaron y sostuvieron este proceso con mucho amor y damos la Bienvenida a todxs ustedes que ahora se suman para seguir construyendo o transformando este proyecto de Dios desde sus realidades.
¡Feliz camino en la mezcla!
Rossy y Tania por el Equipo coordinador de la Escuelita
Pie de foto: En comunidad, en una minga de teología popular, en la comunidad Santa Rosa, Nicaragua, septiembre de 2019.
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