AUGE
DE UNA NAVIDAD NEOLIBERAL
Pedro Pierre
“La historia
de la Navidad fascina, intriga e interpela”, acaba de decir el secretario
general del Consejo Mundial de Iglesias. Parece que hemos dado mucha
importancia a una fascinación superficial: un recién nacido, una madre muy
joven, un padre silencioso, el campo y sus pastores, una estrella, el coro de
ángeles… y el malo rey Herodes. ¿No nos habremos quedado en esa historia: un
lindo cuento de hadas? que desaparece con el paso de los años, sustituido por
el mensaje consumista de un personaje gordo y barbón venido del norte… nuevo
conquistador de nuestros bolsillos: el ahora conocido papanoel promovido por
una propaganda casi centenaria de la cocacola.
¿Intriga la
historia de la Navidad? Puede ser que en algún momento nos hayamos preguntado:
¿qué significa esta historia que perdura desde 2 milenios? ¡Una religión que
comienza en un pesebre! Pero las ocupaciones de la existencia, las
preocupaciones del trabajo, la búsqueda de dinero, las solicitaciones de una
sociedad de consumo… nos quitan pronto toda huella de inquietud, interés y
sentido de los acontecimientos. O se termina diciendo ‘¡una historia para
niños!’ Y el papanoel va tomando en nuestras vidas el lugar del niño Jesús.
Pues, hoy la Navidad se ha transformado en la fiesta del papanoel que ocupa el
primer lugar en el árbol de Navidad, en la gran mayoría de las casas de los
ecuatorianos muy católicos…
No queremos
darnos cuenta que el papanoel es el símbolo del consumismo desenfrenado. En ninguna
otra época del año se compra tanto como en este tiempo de Navidad: comidas,
alcohol, regalos, fiestas, borracheras, derroche de luces, combos en los
restaurantes, rebajas en las discotecas… y cuántas cosas más… tan contrarias a
la primera Navidad. Pues eso de que “la Navidad nos interpela” hay que dejarlo
para no se sabe quién.
El sistema
neoliberal que nos organiza la vida, el pensamiento, los quehaceres y qué
decidir lo ha comprendido muy bien. Si se generalizara el mensaje de la
Navidad, el neoliberalismo encontraría en él su mayor contrincante, porque, en
la primera Navidad, los protagonistas elegidos por Dios son todas y todos gentes
pobres y muy pobres, comenzando por el niño que nace en la peor desnudez: un
parto con la sola ayuda del padre, en un estable para animales, dos papás que
tienen que hacer un largo viaje sin que nadie acepte de acogerlos, unos
pastores cuidando ovejas ajenas, la noche de la soledad que esconde las
infamias de un rey que manda a matar a todos los niños de Belén y la huida
apresurada a un país extranjero para salvar al niño y encontrar cómo sobrevivir
como migrantes sin destino ni futuro. Pero el papanoel nos ayuda a salir de
este cuadro desolador…
El problema
es que esta “historia de Navidad” no es nada menos que la pura voluntad de
Dios. Porque la Navidad nos interpela y muchas veces no nos gusta. Preferimos
hacernos una imagen más acomoda de Dios y del Divino Niño que no nos cuestionen
ni nos pongan las cosas “patas arriba”. Porque un Dios que nace pobre nos
interpela. Preferimos hacer negocios con Dios y con la Navidad. Preferimos un
papanoel que nos engaña y nos deshumaniza y va matando en nosotros el mensaje
de un Dios que viene a compartir la suerte de los humildes, de los pobres, de
los maltratados, de los migrantes, de los que no cuentan para una sociedad del
consumo y del engaño. Preferimos vivir una vida de falsos lujos, de egoísmos
mesquinos que nos deshumanizan, de comercio con Dios para que el Niño nos
proteja… ¿de qué, pues? Y nos creemos muy felices con ese papanoel que se
adueña de nuestra casa, de nuestra familia, de nuestra fe, de nuestras pocas
ilusiones… porque no nos gusta lo que este Niño venga a decirnos: “¡Felices los
pobres porque de ustedes es el Reino de Dios!” “¡Pobres de ustedes los ricos
porque ya tienen su recompensa!” “¡Dios ha elegido lo que el mundo desprecia
para confundir a los poderosos!” …
¿En qué etapa
estamos? ¿La de la Navidad que nos fascina… unas cuantas horas? ¿La de la
Navidad que nos intriga… unos cuantos minutos? ¿O la de la Navidad que nos
interpela para acoger el mensaje que Dios nos quiere comunicar? Porque Herodes
nos sigue matando mediante el papanoel neoliberal. Aprovechemos el encuentro
familiar para retomar el rumbo de una vida verdaderamente humana, fraterna y
solidaria.
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