Ernesto Cardenal, una figura polémica.
En su cumpleaños número 93, leyendo en su casa. Le gustaba leer en la hamaca, antes de ir a dormir.
Franklin Villavicencio/ Tomada de Niu
Ernesto Cardenal es una figura polémica no solo por su poesía, sino por su perfil intelectual y humano. Rebelde en su posición de sacerdote católico estableció una comunidad de poetas-campesinos en el archipiélago de Solentiname. Ferviente activista político contra la dictadura de los dos Somozas y luego defensor del gobierno sandinista fue un conocedor y difusor de la poesía y la cultura indígenas, cuyas formas y mitos ha incorporado a su obra; un creyente de la Biblia y del marxismo-Leninismo, del pacifismo y de los movimientos armados de liberación.
Cardenal es un heredero directo de la vanguardia nicaragüense, pero su obra fue más profunda en la mezcla de innovación y raíz popular que caracterizó al grupo. Consideraba que el exteriorismo, corriente literaria en la que se inserta, es «la poesía objetiva, narrativa y anecdótica. Hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y exactos y cifras y hechos y dichos». Sin embargo, la suya no es una poesía realista, sino una poesía de lo real, un desprendimiento verbal del mundo objetivo, no de los sentimientos del poeta.
Formalmente es una especie de fusión de muchos discursos, escritos u orales, más cerca de la prosa que del verso (su patrón rítmico es el versículo), intensamente coloquial y comunicativo.
A este gran poeta, sacerdote, teólogo, escritor, traductor, escultor y político nicaragüense de fama mundial recordamos hoy en su onomástico desde Cubaliteraria.
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