"Laudate Deum", el regalo para concluir el Tiempo de la Creación
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Un espacio privilegiado de comunión, evangelización y liberación (AP 178-180) PRO PAPA FRANCISCO Y SUS REFORMAS
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Javier Milei insulta al Papa.
"Adversario" o "el maligno", las palabras que utiliza Milei para referirse al Papa Francisco.
El 13 de noviembre del 2017, en Canal 26, Javier Milei aseguró que "el Papa Francisco es un burro, un asno y un ignorante".
Se sabe que la mayor ignorancia es de quien ignora que ignora y, en líneas generales, una de las formas que los seres humanos tenemos para hacer eso es proyectar nuestros defectos en el otro.
El 9 de enero del 2018, en Radio El Mundo, Milei afirmó que el Papa es "deplorable" y que "aboga por el comunismo". "Me parece una persona perversa", afirmó "el libertario".
El 10 de noviembre del 2020, junto a Viviana Canosa en Canal 9, dijo que "habría que informarle al imbécil que está en Roma que la justicia social va en contra de los Mandamientos".
"El Papa es el maligno en la tierra y un h… de p… que anda pregonando el comunismo por el mundo y la justicia social, que es una mie…a".
Cuesta entenderlo, porque Milei sabe lo que es la doctrina social de la Iglesia, ya que participó de un debate hace un año, con Juan Grabois, entre la escuela austríaca y la escuela vaticana.
No es un tema del Papa actual, la doctrina social de la Iglesia tiene más de 120 años. Tampoco es un invento del Papa, han pasado más de 10 por su cargo que mantuvieron la doctrina social como línea económica.
En la misma nota en Canal 9, Javier Milei continuó diciendo: "El Papa es el representante maligno en la tierra e impulsa el comunismo".
El Papa y la derecha
En un reportaje que le hicimos desde Perfil, el Papa afirmó que le preocupa "la derecha exagerada" y que es "muy peligrosa".
Por otro lado, en una entrevista realizada por C5N, el Papa Francisco confesó tenerle miedo a "los salvadores sin historia" y advirtió que "cuando veas un salvador sin historia, sospechá".
A su vez, Javier Milei, en un discurso político, declaró que su partido está frente "al fin del modelo de la casta", de esa "aberración llamada justicia social".
Como sabemos, la expresión "justicia social" no fue creada por el Papa Francisco. Fue acuñada por un sacerdote jesuita italiano, Luigi Taparelli, en un libro teórico que fue publicado en 1843, cuando no existía, obviamente, el comunismo.
No es solamente el Papa Francisco, la doctrina social de la Iglesia que comienza a fines del siglo XlX, la han enarbolado: el Papa León Xlll, el Papa Pío Xl, el Papa Pío XII, el Papa Juan XXlll, el Papa Pablo Vl, el Papa Juan Pablo ll, el Papa Benedicto XVl y el Papa Francisco.
Se encuentran distintos testimonios en defensa del Papa para darle lugar a una misa que habrá el día de hoy en el barrio de las Barracas, con el fin de reivindicar el respeto a Francisco.
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En memoria de Chuche Maldonado, SJ.
Mario Patrón.
Hace casi medio siglo, hacia 1975, finalizaba la congregación general 32 de la Compañía de Jesús, reunión que actualizó la orientación de las obras de esta orden religiosa al servicio de la fe. En un contexto marcado por el florecimiento de movimientos en defensa de la dignidad y cuyos horizontes trascendían la condición bipolar de la geopolítica del momento, el binomio fe y justicia se consolidó en la Compañía de Jesús y otros sectores de la Iglesia como la orientación fundamental de la praxis de un cristianismo que deseaba ser congruente con los signos de los tiempos. Desde entonces y hasta hoy, los testimonios de una experiencia de la fe vivida como servicio a los demás son los que han dado impulso a una Iglesia que ha sabido ver en la construcción de la justicia la principal concreción histórica del amor.
José de Jesús Maldonado García, SJ, conocido cariñosamente como Chuche, es uno de esos grandes testimonios de conciliación de la fe y la justicia, cuyos frutos se convirtieron en pilares de la promoción y defensa de los derechos humanos en México. Su partida el día de ayer nos invita a honrar con gratitud su memoria.
Nacido en noviembre de 1940, Chuche Maldonado recibió formación jesuita desde la preparatoria, ingresó al noviciado de dicha orden en 1960, y se ordenó como presbítero en 1971. Tal como lo relata el jesuita Luis Orlando Pérez, su formación estuvo directamente marcada por las movilizaciones de la década de los 60 como el movimiento estudiantil, el surgimiento de nuevos feminismos, la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos, las revoluciones sociales de América Latina, las reformas eclesiales del Concilio Vaticano segundo y el giro de la Iglesia latinoamericana para acompañar a los movimientos populares de base, acuerpados por una naciente teología de la liberación.
Desde 1969 colaboró en la colonia Ajusco, donde acompañó la ocupación de los terrenos de Santo Domingo por miles de personas que carecían de vivienda, en oposición a un proyecto privado de desarrollo inmobiliario. Colaboró también en la radio comunitaria de Radio Huayacocotla, en la Huasteca baja veracruzana, y coordinó un proyecto de apoyo a la reconstrucción de la Ciudad de México tras el terremoto de 1985. Junto con otros jóvenes jesuitas, formó el grupo Acción Popular, que fue la base de lo que en 1988 se constituiría como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), cuya labor por los derechos humanos es referente hasta hoy.
Dirigió el Centro Prodh hasta 1995 y colaboró en la formación de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos dedicada a la articulación de los esfuerzos por la promoción de los derechos humanos en México. En los años posteriores, regresó a trabajar en la colonia Ajusco, fue director del Comité de Derechos Humanos de Tabasco y en dicho estado trabajó con las comunidades eclesiales de base de la parroquia San José de los Remedios, ubicada en Plátano y Cacao. Colaboró en la Universidad Iberoamericana Puebla, dirigió el Instituto Superior Intercultural Ayuuk en Oaxaca, y hacia el final de su vida volvió al Centro Prodh.
Como los anteriores trazos de su biografía lo patentizan, no podemos entender el ecosistema de organismos de la sociedad civil y el proceso de reconocimiento de los derechos humanos en la institucionalidad pública de nuestro país sin el valioso aporte que el padre Chuche llevó a cabo para y con la sociedad mexicana, especialmente junto a los sectores más vulnerados en nuestro sistema social. Su legado tanto en las obras sociales de la Compañía de Jesús como en las educativas son y seguirán siendo piezas centrales de la lucha por los derechos humanos y su testimonio de entrega, amor y congruencia con su proyecto de vida son una poderosa inspiración para quienes hoy aceptan el llamado para construir la paz y la justicia en un México herido por la violencia y la desigualdad.
En tiempos de crisis e incertidumbre como los que corren, el testimonio de Chuche nos recuerda no sólo la pertinencia, sino la urgencia de reivindicar la justicia como centro de la misión que entraña la fe cristiana, y nos recuerda que el compromiso y la compasión radical son las actitudes en las que la esperanza se arraiga y encuentra su potencia. Su partida es dolorosa, pero al mismo tiempo es signo vivo de que en la lucha por la justicia florecen la dignidad, la esperanza y la vida plena. No cabe duda de que su luz continuará alumbrando el camino de quienes eligen el servicio a los demás como sentido de su existencia. Su magisterio seguirá nutriendo el proyecto de paz y justicia que comparten muchas y muchos mexicanos en instituciones educativas, proyectos sociales de base, comunidades campesinas e indígenas, la Iglesia y tantos otros espacios sociales comprometidos con la promoción y defensa de los derechos humanos.
Honrar su vida y su legado nos exige obras más que palabras: dar continuidad a su trabajo por la justicia para que las generaciones de hoy y mañana cosechen los frutos de las semillas que él sembró. Su caminar ha sido poderoso testimonio de esperanza y su partida una confirmación de que gastar la vida en la lucha por la dignidad vale la pena. Gracias por tu amorosa vida, querido Chuche.
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Padre Chuche Maldonado, SJ: corazón lleno de nombres.
Santiago Aguirre. Director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
Pedro Casaldáliga, Obispo de los Pobres, escribió: "Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres".
Así, con el corazón repleto de nombres, ha partido de este mundo Jesús Maldonado, sacerdote jesuita, defensor de los derechos humanos y fundador del Centro Prodh, quien murió en la Ciudad de México este 20 de septiembre, luego de una larga vida de servicio a los más pobres y a las víctimas de toda injusticia.
Y es que Chuche, como era ampliamente conocido, inscribió en su corazón las luchas, los dolores y las esperanzas de la gente ahí donde estuvo, siempre volcado a lo concreto, en respuesta generosa a la interpelación de rostros personales. Con ello encarnó a lo largo de su vida un ejemplo nítido de lo que implica el camino de los derechos humanos, que en esencia supone poner siempre y por encima de todo a las personas en su dignidad única y absoluta, no mediatizable. Por eso, también, su deceso ha sido lamentado en el Ajusco, en los Pedregales, en la colonia Guerrero, en Huayacocotla, en Tabasco, en Puebla, en Oaxaca, en su León o en las organizaciones no gubernamentales que integran la Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los derechos para todas y todos.
Nacido en 1940, Chuche fue admitido siendo muy joven en la Compañía de Jesús y fue parte de una generación que, alentada por los vientos de cambio del Concilio Vaticano II y cohesionada en torno a la entonces naciente y pujante Teología de la Liberación, llevó a la práctica –más en las obras que en las palabras– la opción preferencial por los más pobres, en momentos de profundos cambios sociales y culturales de alcance global.
En la vida de Chuche, esa opción fue siempre congruente. Con el tiempo, evolucionó hacia un compromiso de vida con los derechos humanos, que le llevó a fundar junto con otros jesuitas y personas laicas, el Centro Prodh, y a ser –junto con otros y otras igualmente fundamentales– pionero en la senda del movimiento civil de derechos humanos en México.
Al Centro Prodh regresó, ya con una larga experiencia acumulada, durante la última década de su vida. Con una presencia primordialmente sapiencial, acompañó en esa etapa algunos de los más emblemáticos procesos recientes de búsqueda de justicia, compartiendo generosamente su experiencia con una nueva generación de defensores y defensoras que lo supo reconocer como referente y maestro pero, sobre todo, como compañero entrañable. Así, Chuche estuvo para dar consuelo y luces de esperanza, prácticamente como consejero espiritual y político, a padres y madres de Ayotzinapa, a sobrevivientes de Tlatlaya, a colectivos de búsqueda de personas desaparecidas y a tantas otras personas que luchan contra la impunidad. En esas ocasiones, no predicaba: abría el espacio para que las personas tomaran la palabra y compartieran sus dolores y sus anhelos, generando verdaderos espacios de comunidad y de fortalecimiento anímico para perseverar en la exigencia de justicia y verdad. De sonrisa fácil y sentido del humor fresco, con su ejemplar de La Jornada bajo el brazo todos los días, Chuche siempre disfrutaba una buena plática sobre la coyuntura política, lo mismo que seguir un partido de futbol, jugar una mano de dominó o disputar una partida de ajedrez. Cultivó, sobre todo, el diálogo franco, dando siempre un lugar especial a la escucha de los más humildes.
Entrevistado sobre su caminar y en particular sobre cómo continuar en el trabajo de derechos humanos ante una crisis de violencia y desapariciones que por momentos parece interminable, Chuche recomendaba: "Para lidiar con la desesperanza diaria hay que tener una visión histórica y de largo plazo […] ver de dónde venimos y cómo eran las cosas antes, ayuda a aquilatar los avances, aunque sean pequeños. Lo importante es no perder la visión histórica".
Al final del camino, con un corazón henchido de nombres de las personas a las que quiso, defendió y acompañó, Jesús Maldonado deja un luminoso testimonio del servicio de la fe y la promoción de la justicia, que sin duda perdurará, hasta que la dignidad se haga costumbre.
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Un urbanismo sin memoria produce ciudades sin futuro.
Miguel Lawner no solo fue la mano que dibujaba de Salvador Allende, sino que también ha sido —y sigue siendo— un faro para la ética en Chile.
Se dice que todo proyecto social tiene una representación espacial, dado que las relaciones productivas que forjan la materia operan de forma similar a las fuerzas que organizan la sociedad, lo que se registra en el entorno construido (o destruido) (1). Esta situación implica que, quienes nos dedicamos al urbanismo, lidiamos a diario con la imaginación, visualización y evaluación de factibilidad empírica de otros futuros posibles.
Detrás del ejercicio cotidiano de la práctica urbanística, que es dar contenido material a nuevas ideas del habitar colectivamente los territorios, está la habilidad de responder a la pregunta más carenciada entre los proyectos políticos de izquierda en el mundo: ¿Qué alternativas hay al capitalismo? Es por eso que quienes tenemos afinidad con esos proyectos políticos sufrimos con la afirmación de que es más fácil imaginar el fin del mundo que una moderada transformación a las relaciones de poder bajo el régimen del capital (2).
Sin embargo, en el pasado hubo proyectos políticos que avanzaron de forma coordinada entre obra social y construida, siendo la Unidad Popular en Chile uno de los más emblemáticos en la región, tanto por su impronta específica, su tragedia y también por su nostalgia actual. En esas tres fases de la Unidad Popular ha estado vigente la voz de Miguel Lawner, «el arquitecto de la memoria», como bien lo nombró Patricio Guzmán (3). Este libro que ha editado recientemente Ricardo Greene en editorial Bifurcaciones permite ampliar y perpetuar esa voz no solo para llegar a quienes nos interesa saber más de Lawner sino también para educar en el sentido cívico y solidario que debiese abrazar la práctica urbanística en América Latina.
Miguel Lawner no solo fue la mano que dibujaba de Salvador Allende, sino que también ha sido, y sigue siendo, un faro para la ética disciplinar en Chile.
Este libro es clave, en gran parte, porque Lawner es ampliamente conocido en Chile, pero la literatura que habla de su pensamiento y obras es dispersa. El libro viene a ordenar dicha dispersión de forma consistente. No es solo un libro sobre Lawner en sus propias palabras, sino que es también una evaluación progresiva de los contrastes entre el urbanismo social de los años sesenta en Chile y el urbanismo neoliberal imperante actualmente.
Para una audiencia más amplia en América Latina, es importante decir que hoy Miguel Lawner Steiman tiene 95 años de edad y sigue activo. En el año 2019 el Colegio de Arquitectos de Chile le entregó el Premio Nacional de Arquitectura por su invaluable aporte a la reflexión crítica de la disciplina y su contribución al avance de los programas de vivienda social y políticas habitacionales del Estado de Chile. Es una mente inquieta y productiva en torno a la reflexión disciplinar bajo el modelo neoliberal, siendo militante de causas sociales en favor es ciudades justas. Ha declarado ser un enemigo del sistema subsidiario de vivienda en Chile, su principal lucha en la actualidad, como él mismo ha planteado más de una vez.
El libro tomó cerca de 4 años en ser terminado, una tarea titánica al finalmente lograr constituir un cuerpo crítico de pensamiento urbanístico situado en la realidad chilena de los últimos 50 años (o más) compuesto por 397 páginas de experiencia, reflexiones e ideas para el futuro. Luego de una introducción realizada por sus pares y por el mismo Lawner, el libro se subdivide en cuatro unidades temáticas: Primeras Décadas, La Unidad Popular, Horror y Exilio para terminar con La Eterna Transición.
Primera Décadas relata la vida de Lawner antes de la Unidad Popular, con énfasis en sus años posteriores a la graduación de arquitecto en la Universidad de Chile, narrando en primera persona la historia de la población La Victoria, acaso el primer asentamiento informal en formalizarse por acción popular en América Latina, donde Lawner participó en la asistencia técnica de bases con los grupos de pobladores. En esta sección, aporta también la entrevista que realiza a Lawner el arquitecto Sebastián Gray, principalmente sobre el aporte gremial de Lawner en Chile; y la reflexión que aporta David Maulén sobre la relación intelectual del proyecto modernizador de la arquitectura en Chile con la Bauhaus.
La Unidad Popular es una unidad fundamental para entender el proceso histórico que lideró Lawner en el gobierno de Allende. Esta unidad temática se compone principalmente de entrevistas temáticas con énfasis en la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) que lideraba Miguel Lawner en esos años, antes de la dictadura y el exilio. Especialmente interesante a mi gusto es la entrevista que desarrolla Pía Montealegre, donde le pregunta a Lawner como fue que Pinochet desmantela la Corporación de Mejoramiento Urbano, ante lo cual Lawner explica el proceso e indica el rol que cumple el pensamiento de la escuela de Chicago en esta operación, liderado intelectualmente por Arnold Harberger, cercano colaborador de Milton Friedman.
También me ha parecido valioso para la reflexión disciplinar el capítulo en que Sol Pérez Martinez y Fernando Portal conversan con Lawner sobre la VIEXPO, instancia en la que participan grandes figuras del pensamiento crítico internacional como Manuel Castells, John Habraken, Martin Pawley, Monica Pidgeon, Aldo Van Eyck y Henri Lefebvre. La VIEXPO tuvo un gran valor pedagógico para avanzar en ideas que informen nuevos urbanismos que luego fueron truncados por el golpe de estado y la dictadura.
Horror y Exilio, justamente, narra la experiencia de Lawner al ser prisionero político al inicio del régimen de Pinochet. Se narra con especial interés su cautiverio en Isla Dawson, al sur de Chile. Lawner, dibujó toda su experiencia en Dawson, con croquis de gran valor histórico que son parte de esta recopilación (4) y que son parte del Museo de la Memoria de Chile. Sobre el exilio, el libro desarrolla la experiencia de vivir y enseñar en el estado de bienestar danés, donde Lawner y su esposa, Ana María Barrenechea, se incorporaron al Foreign Studies Department de la Escuela de Arquitectura de Copenhague. Esta experiencia les permitió viajar a diferentes naciones en el mundo, para realizar estudios situados en cada realidad de naciones que buscaban el desarrollo.
Algunos de los aprendizajes de esa experiencia se comparten en esta unidad temática, con énfasis en los problemas del subdesarrollo, compartiendo reflexiones que siguen siendo útiles como respaldo crítico frente al Chile neoliberal.
La última unidad temática se llama La Eterna Transición, y se centra en el proceso de transición democrática iniciado en 1990, que no ha logrado desmantelar la herencia subsidiaria y mercantilista que dejó diseñada la dictadura en materia de desarrollo urbano y políticas habitacionales. El capítulo se basa en diversas intervenciones públicas de Lawner sobre la materia, yendo desde los problemas que el régimen neoliberal impone para avanzar en el derecho a la ciudad, las contradicciones del sistema subsidiario de vivienda hasta las complicaciones que acarrean los procesos de financierización por fondos de inversión en materia de proyectos residenciales.
Estas reflexiones son actuales, pertinentes y propositivas. Lawner se caracteriza por realizar una estrategia narrativa basada en presentar evidencia empírica, generar una reflexión crítica y ofrecer alternativas a lo existente. La imaginación está en la mayoría de sus escritos, como si fuese un llamado a que la principal lucha que debemos entablar los profesionales del diseño está en romper las barreras de la estandarización de soluciones para ir más allá de lo supuestamente factible desde la perspectiva neoclásica de la economía. Esta unidad temática y el libro terminan con una conversación entre Greene y Lawner. Esta conversación logra recapitular lo que ha sido elaborar este robusto volumen, a modo de epílogo y desarrollando algunas ideas pendientes sobre las ciudades en Chile. Es una conversación refrescante que pondera algunos acentos a ciertas partes del texto donde, para Lawner, es importante hacer énfasis.
El libro es recomendable para cursos relacionados a la historia del urbanismo en América Latina, al igual que para estudios sobre ética profesional y políticas habitacionales. Se ha construido el mito del éxito de las políticas habitacionales en Chile, que hasta cierto punto es cierto desde una perspectiva cuantitativa, pero los efectos negativos de la experiencia chilena en materia habitacional no son fáciles de resolver ni son del todo conocidos fuera de círculos de expertos en el mismo Chile, menos aún en América Latina. Lawner a lo largo de sus capítulos explica por qué no es recomendable que otras naciones de la región sigan el ejemplo chileno en materia urbanística ni habitacional. Por esto último, este libro también puede ser de utilidad para expertos en derechos humanos y para desarrollar enfoques críticos de economía urbana.
Lawner fue activo promotor del proyecto constitucional que fue rechazado en Chile el 4 de septiembre de 2022. Aunque tenía algunos reparos, le parecía que era un avance fundamental hacia reorientar el modo de relacionarnos como sociedad y especialmente en materia de vivienda. Muchos quedamos desesperanzados al ver los resultados. No fue el caso de Lawner, quien a los pocos días del resultado ya estaba azuzando a que los más jóvenes siguiéramos en estado de alerta sobre lo que podría pasar, especialmente en materia de vivienda y ciudad.
El neoliberalismo en Chile no ha cedido su hegemonía y quizás esa es la fuerza que hace que Lawner no cese en su lucha. Este libro, en gran parte, presenta argumentos para seguir luchando. En la memoria de Miguel Lawner existen respuestas sobre un futuro posible que la izquierda muchas veces no tiene a mano para responder frente a la pregunta de qué alternativa oponer al capitalismo. El proyecto social de la Unidad Popular ya había imaginado diferentes futuros socialistas-democráticos. Los dibujos de cómo sería ese futuro siguen bajo la pluma de Lawner, frescos y listos para ser mostrados a audiencias ávidas de imaginación.
El libro puede servir también para retomar esos dibujos como plataformas de partida para no solo imaginar, sino también planificar una realidad socioespacial distinta a los resultados del proyecto neoliberal. La autodestructiva sociedad mercantilizada de la actualidad necesita con urgencia intervenciones de imaginación crítica para desarrollar maneras más solidarias de organizarse colectivamente en el espacio. El libro Lawner es un detonante para esa revivir esos procesos prospectivos, para evitar que toda esa rica historia urbanística que fue privatizada por la dictadura se pierda en la falacia argumental neoliberal del presente y que la memoria permita hacer ciudades más justas en un futuro no tan lejano.
Notas.
Henri Lefebvre, La Producción Del Espacio (Captian Swing, 2014).
2. Slavoj Zizek, 'Introduction: The Spectre of Ideology', Mapping Ideology, 2012, 1–33 https://doi.org/10.1016/S0074-7696(08)61919-1
Fredric Jameson, Archaeologies of the Future, 2005.
3. Nostalgia de la luz, dirigida por Patricio Guzmán (Pyramide, 2010).
4. El año 2009 se presentó la película Dawson, Isla 10, del destacado cineasta nacional Miguel Littin, en la que el argumento se basa en el rol de arquitecto de Lawner en la restauración de una iglesia realizada por los detenidos políticos en dicha isla. Esta película, por su parte, está basada en el libro Dawson Isla 10 de Sergio Bitar (1987, Santiago: Pehuén Editores).
1. Y vio Dios que era bueno
En la narración del Génesis sobre la creación, se recupera la experiencia vital que tuvo el ser humano, hace mucho tiempo, frente a la Naturaleza cuando dejó de temerla, y de verla y sentirla, como un caos violento, salvaje, hostil. Se nos dice que, en algún momento, los “hombres” (refiriéndose a hombres y mujeres por igual-) o “adaham”, empezaron a tener una nueva forma de comprenderla y de relacionarse con ella. Entendieron que era buena, porque venía de algo mayor que es Bueno. Al relacionarse con la Tierra que consideraron su mismo origen y raíz (Adam=tierra) vieron, que ellos y ellas, también eran parte de un tejido multicolor y multi-diverso mayor, que estaban dentro de una dimensión cósmica, ya que no solo comprendía a la Tierra sino también los cielos y las estrellas. Reconocieron adentro de ellos y ellas, y de la Naturaleza misma, una fuerza interior que los unía dentro de la misma danza cósmica con todos los seres vivientes. Una energía vinculante, sanadora, cuidadora de todos. Sin embargo, con el tiempo, algunos seres humanos olvidaron este mensaje fundamental, vital y primigenio y solo pensaron en dominar y someter, como también lo dice el texto en el génesis. Dominio que ha implicado explotación, deforestación, saqueo, despojo, humillación, deterioro, depredación, es decir, mucha muerte. Hoy que vivimos una crisis climática de enormes proporciones como causa de lo anterior, y que tenemos una economía capitalista extractivista es necesario volver a la experiencia primigenia y central del ser humano en su relación con el Cosmos, con la Tierra, con la Naturaleza.
2. Espíritu y Espiritualidad
En esta nueva relación con la Naturaleza, los seres humanos descubrieron que existía una dimensión oculta en todas las cosas, que era lo que le daba sentido y fuerza de existir. La vida además de bella tenía una energía invisible que la hacía poderosa y generosa. Había que respetarla y cuidarla. Atentos a ellos mismos también, se descubrieron que ellos y ellas tienen esa misma fuerza en su interior. Esa fuerza los re-unía con toda la creación. Los re-ligaba con el mundo. Esa fuerza era entonces, sagrada, es decir digna de respeto y de veneración, y era re-ligiosa. Esta potencia era vigorosa como un huracán pero en otros momentos era suave como una brisa. De ahí que comprendieron que este “soplo de vida” solo podía venir de Dios mismo.
Para poner un nombre a esta dinámica, utilizaron su propia experiencia vital. Sabían que al respirar se inhalaba aire que los hace vivir. Al re-spirar consideraron que habitaba en ellos y ellas, esa fuerza que los animaba, no sólo a vivir, sino a vivir de cierta manera. Y que lo mismo pasaba con la Naturaleza. Todos re-spiraban ese aliento, ese aire o viento, que da ánimo, vigor y promueve la acción. Este será uno de los primeros principios esenciales para comprender la existencia misma. A este principio lo nombraron como Spíritu, que es todo aquello que anima la vida, que la hace existir pero también vibrar, mover, crecer, fortalecer la Vida misma en su máximo esplendor. Los pueblos hebreos la llamaron RUAH, que puede indicar desde aliento (algo más íntimo) como viento (algo más social). La espiritualidad será dejarse llevarse por esta fuerza generando, defendiendo y desarrollando la Vida misma en toda la creación. Es la Espiritualidad primera, primigenia u original.
El mundo entero está lleno de la RUAH. Y todas sus creaturas lo demuestran, desde la bóveda celestial donde danzan las estrellas y sus astros hasta los micro-organismos que cohabitan con nosotros. Las montañas, los ríos, los mares, la flora, la fauna, los seres humanos están en una trama asombrosa e increíble de la vida como dice Fritjof Capra. Esta RUAH no es estática, está siempre en movimiento. La creación es circulación, es baile, pero también es alteración y rebelión continua.
Lamentablemente el desarrollo de la primeras ciudades-estados en la antigüedad provocó que las religiones fueron instrumentalizadas para los poderes vigentes. Y estas religiones institucionales raptaron toda experiencia espiritual que tenían los seres humanos. Y aunque siempre existieron hombres y mujeres profetas que denunciaban este equívoco e injusticia, por cientos de años las religiones oficiales monopolizaron esta experiencia vital de la vida misma.
Pero serán los excluidos, las víctimas, los pequeños y las pequeñas, las comunidades marginadas las que pudieron mantener este legado y herencia de vida, lo mostraron, de forma valiente y profética, señalando este principio original. Uno de estos sujetos, los pueblos originarios, mantuvieron y defendieron, a costa de sus vidas, en estos más de quinientos años, esta espiritualidad originaria. Nos enseñaron que, al defender a los árboles, al agua, a las especies, defendían a todos y al mundo mismo. Pero los señores de la guerra y sus élites religiosas le impusieron múltiples etiquetas para designarlas como incorrectas, falsas, primitivas o lo que es peor contrarias a Dios. De ahí, que uno de los grandes errores actuales es pensar que una espiritualidad de la creación solo le corresponde vivirla a los pueblos originarios o solo es para campesinos o agricultores, cuando es la espiritualidad originaria de la humanidad. Debemos agradecerles que han sido los cuidadores y sanadoras de esta memoria ancestral. Han mantenido con su vida, con su cuidado a la tierra, al agua, a la Naturaleza esta experiencia espiritual viva. El papa se los ha dicho: “ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa común” (QA 19).
Las mujeres son otro Sujeto de liberación que nos han enseñado esta espiritualidad primigenia. Estas, por su propia experiencia de generar, cuidar y defender la vida comprendieron que todos y todas estamos unidos y unidas, que todos y todas vivimos en la misma casa, en el mismo “oikos”, y por tanto todos y todas somos oiko-lógicos o eco-lógicos. Son ellas las que han demostrado que la creación es una acción que acontece continuamente, nos han enseñado y mostrado como la vida se reproduce aun en medio del terror y la violencia y que es más fuerte que la muerte. Recordaron que el cuerpo humano es tierra fecunda como la tierra, aunque también ambas son violadas y explotadas. En estos tiempos de muerte continua han mostrado uno de los caminos más fecundo para volver ala humanidad básica: el Cuidado con ternura y compasión. Desgraciadamente, también los poderes religiosos oficiales las han combatido diciendo que su ecofeminismo es falso, que busca la división y que va en contra de la misma naturaleza, aunque es al contrario, ellas dicen y vien en la verdad.
3. La soledad caótica y las tinieblas
Cuando en el relato bíblico se habla de Caos, en realidad los términos refieren más a algo desértico, vacío, en inmensa soledad, (Auzou, en el principio Dios creó, p.217). Para los campesinos de la época una tierra con esas características implica un horizonte de muerte. De esta manera, antes de que el ser humano comprendiera esta nueva manera de relacionarse con la Naturaleza, la veía así: sin sentido, en tinieblas, no alcanzaba a ver su belleza y majestuosidad, mucho menos comprendía su vinculación a ella. El Spíritu le ayudará entenderla de otra manera.
Hoy volvemos a tiempos de tinieblas. Estamos en un proceso de “des-espiritualizar” al ser humano. Esto implica hacer olvidar esta espiritualidad primigenia. La modernidad y el capitalismo con su propuesta del individualismo han propiciado que el ser humano se sienta des-vinculado de la creación, de la Tierra, de sus criaturas, de sus hermanos. Se encuentra en tinieblas, en un vacío existencial y con fuerte problemas de interioridad. El trabajo capitalista le ha quitado su “energía vital” convirtiendo a nuestras sociedades en sociedades cansadas, estresadas, deprimidas. Y aunque el ser humano se resiste a esta dinámica interiormente no encuentra en las dinámicas modernas citadinas apoyos para salir de esto. Cree que con comprar libros de autoyuda, entrar en clases de yoga podrá solucionar su problema, que es más profundo y hondo y que implica volver se vincular en una espiritualidad de la creación.
Viene bien recordar que los zapatistas, pueblos originarios en rebeldía en el Sur de Chiapas, utilizan una metáfora para comprender al capitalismo actual, comparándolo con la Hidra. Ésta es un monstruo violento de múltiples cabezas, que cuando se le cortaba una cabeza renacían en ella dos más. Dicen los zapatistas el “capitalismo tiene cabeza de hidra, que cambia y modifica las formas de explotación, saqueo, dominación y represión. Cabezas de la hidra capitalista que se multiplican por todas partes, intensificando el despojo”.
Esta imagen tan viva y llena de terror expresa muy bien la situación actual del capitalismo. Éste tiene varias cabezas o rostros, y una de ellas es la extractivista, con ella el capitalismo “chorrea sangre y lodo por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies”.
El capitalismo extractivista ha despojado de sus riquezas a los pueblos originarios desde hace más de 500 años. Empezaron – y siguen- despojándolos del Oro, la Plata y otros minerales. Le siguieron con el Caucho, la azúcar, el café. Ahora son los ADN de nuestras plantas, el litio y otros minerales que sirven para las nuevas tecnologías, entre muchos más. En la Amazonía rescata una voz el Papa Francisco en su texto de Querida amazonía: “Estamos siendo afectados por los madereros, ganaderos y otros terceros. Amenazados por actores económicos que implementan un modelo ajeno en nuestros territorios. Las empresas madereras entran en el territorio para explotar el bosque, nosotros cuidamos el bosque para nuestros hijos, tenemos la carne, pesca, remedios vegetales, árboles frutales […]. La construcción de hidroeléctricas y el proyecto de hidrovías impacta sobre el río y sobre los territorios […]. Somos una región de territorios robados” (QA 11). En esta región, en 2021 la pérdida forestal ha sido de 13, 265 kilómetros de selva arrasados. Expertos comentan que desaparecieron entre 2020 y 2021 el equivalente a 17 ciudades como Nueva York. Desaparecen especies, flora, se contamina el aire, los mares y se asesinan montañas con tal de saquear sus minerales. Colombia y Brasil liderean los asesinatos de los defensores y defensoras de la Tierra, solo de 2015 al 2019 en la Amazonía asesinaron a 232.
El capitalismo ve al mundo solo desde la ganancia. Todo lo convierte en negocio rentable. El extractivismo ve al mundo y a la Vida misma, incluyéndonos, como posibilidades de saqueo y robo. Es una manera de vida que implica robar de lo ajeno sus elementos vitales. El extractivismo, por su historia y por sus formas siniestras de operar, es la manera, más evidente, de luchar contra la vida, contra el Espíritu. Es el principio anti-Vida. Por es urgente reanimar esta espiritualidad de la creación o primigenia.
4. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios
En los últimos existe, gracias a las luchas y resistencias de los pueblos originarios, de los colectivos de las mujeres, de los movimientos anticapitalistas o anti extractivistas, una serie de resistencias, luchas, protestas, proclamas, denuncias, escritos, proclamas, reivindicaciones y propuestas en el ámbito religioso. Es ya un símbolo la Laudato sí del Papa Francisco. Con el Sínodo de la Amazonía y su respectiva Exhortación apostólica “Querida Amazonia” se alzó la voz y se centraron las miradas en esta región tan saqueada y violentada, símbolo de toda la creación. Tenemos también esta iniciativa ecuménica, cada vez más conocida: “Tiempo de creación” que recoge del profeta Amós para este año su grito “¡Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”! (Am 5, 24) llamándonos “a unirnos al río de la justicia y la paz, a asumir la justicia climática y ecológica, y a hablar con y por las comunidades más afectadas por la injusticia climática y la pérdida de biodiversidad”.
En esta línea de pensamiento y acción, se quiere sumar los siguientes impulsos de una espiritualidad de la creación en tiempos del capitalismo extractivista.
1. Relacionalidad, armonía y reciprocidad. La espiritualidad de la creación fomenta la relacionalidad de todos los seres vivos de forma armónica y natural. Se trata de que la forma de relacionarlos con la Naturaleza y toda la creación sea la adecuada integrando de forma armoniosa los diferentes equilibrios necesarios para que la Vida siga existiendo en plenitud. Esto implica una escucha permanente con la Naturaleza. Un diálogo con ella y una reciprocidad en la relación. Se da, pero también se recibe. Los humanos parecen solo recibir y nunca dar nada a cambio. Como dice Francisco Varela “la realidad está siempre coo-emergiendo, coo-surgiendo, como fruto de la constante interacción”, es la vida que genera más vida. El Spíritu existe en plenitud cuando hay armonía en la naturaleza y en el cosmos. Dirá de forma clara Estermann “todo está conectado, todo es interdependiente y todo está interrelacionado con lo demás. Nada existe de manera solitaria, porque cada entidad es parte integral de la totalidad”.
2. Conciencia cósmica. Todo esta vinculado y unido en la Vida. El ser humano debe entender que todo daño que hacemos a la Naturaleza y a la Tierra misma nos lo hacemos a nosotros mismos. Y al contrario, el buen vivir o suma kawsay nos humaniza y vivifica a la Naturaleza. Esta conciencia nos hace ver que todos y todas formamos una unidad y como Sagan decía que “somos polvo de estrellas” podemos llamarla Unidad cósmica. Una espiritualidad de la creación sabe de esta interrelación y la define como sagrada. Y esto no solo implica nuevos símbolos y ritos sino sobre todo nuevas formas de comprender a Dios/a. Esto se llama panenteísmo que implica Dios en todo y todo en Dios. No es que todo sea Dios sino que Dios esta presente en el cosmos y el cosmos está presente en Dios. Como dice Ian Bradley Dios es verde. De ahí la necesidad de que el cristianismo “reverdezca”.
3. Indignación ética, valentía, y denuncia social. La conciencia cosmológica y la propia relación armoniosa con la naturaleza llevará en consecuencia defender la vida en todas sus formas. Al contemplar la acción asesina del ser humano en ella, por intereses económicos y geopolíticos, además de asombro, nacerá la indignación ética ante estas acciones. La experiencia y la historia de los ambientalistas y defensores del Territorio siempre ha sido dialogar para solucionar los conflictos pero llega el momento en que el diálogo se debe tornar en una lucha valiente contra el sistema. El papa lo dice: “a los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen” (QA 14). Y en el número 15 del mismo documento dirá: “es necesario indignarse, como se indignaba Moisés, como se indignaba Jesús, Como Dios se indigna ante la injusticia. No es sano que nos habituemos al mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social…”. Esto significa que una espiritualidad de la creación se indigna, lucha y asume el conflicto socio ambiental como parte de la acción del Spíritu.
4. Vulnerabilidad, corporalidad y cuidado amoroso. La espiritualidad de la creación sabe que la naturaleza y toda la creación entera es finita y vulnerable. Se agota, se cansa, y se muere si no se cuida y alimenta. Por eso en tiempos de voracidad capitalista se debe defender los derechos de la naturaleza y de la creación misma. Las reglas del jubileo israelita iban en esa dirección. Implicaba dejar descansar la tierra y al pobre. Los empresarios, élites y gobiernos deben pagar a la creación y a las principales víctimas del ecocidio producido por ellos, que son pueblos excluidos como los indígenas, por el daño causado. Se debe frenar esta demencia asesina para el bien de todos. De ahí que la espiritualidad de la creación deberá pedir, denunciar y exigir que paren su ecocidio global. Que reparen en la mayor medida posible los daños causados. Además, se deberá impulsar, bajo esta misma dinámica, un movimiento global del cuidado de la creación. Creyentes y no creyentes deberán unir esfuerzos por cuidar nuestra casa común. Todos vivimos en la misma casa que algunos están destrozando. Recordemos que falta poco para que lleguemos a los 2 grados que implica una muerte global para todos. Ya no estamos en “el calentamiento global” sino en la “ebullición global”. Paremos ya.
5. Compasión y ternura. Dentro de las Iglesias cristianas y del mundo entero ha sido un vaso de agua fresca lo escrito por el Papa Francisco. Para él: “La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo.” (LS 222). Y nos escribe profundamente que “todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. Dios nos ama a través de la creación, nos alimenta y refresca, nos potencializa y nos vincula en abrazo protector. Esto implica ser coherentes y amar hasta dar la vida a la creación toda. Contemplar la creación ha sido una acción que todo ser humano ha hecho alguna vez en su vida, viendo un hermoso atardecer, subiendo una montaña y viendo el horizonte en su totalidad, frente al mar quedando boquiabierto con su grandeza e inmensidad, contemplar la belleza es una acción que debemos seguir realizando y fortaleciendo porque nos hace más humanos. Recordando dos elementos de la contemplación, el silencio que siempre le acompaña para escuchar mejor su belleza y grandeza y la gratitud al ser consciente de no merecer ese regalo visto y sentido. Contemplar en silencio agradeciendo la creación es un acto amoroso y que también podemos llamar oración.
6. Realidad vinculada. Otra forma de decirlo es que somos un sistema de vida complejo. Y como todo sistema somos más que la suma de sus partes. Esto significa que un sistema origina algo inusual y que no podría crear solo con la suma de sus partes, sino solo en la interacción de esos componentes del sistema se suscita algo mayor, no planeado y a veces ni pensado. La espiritualidad de la creación es consciente que solo en armonía y en relación continua podemos formar eso mayor, producto de miles de relaciones interdependientes que llamamos VIDA. La Vida existe porque es el resultado de subsistemas interrelacionados en una interdependencia armoniosa. Si faltan algunos de esos subsistemas se transforma la VIDA y se va convirtiendo, poco a poco en otra cosa. Es tiempo de reforzar las viejas formas de relación sanas y justas y de crear nuevas formas en la Naturaleza misma, pero para esto necesitamos siempre la otredad de la creación.
7. Martirio ecológico. La espiritualidad de la creación reconoce como testimonios dignos de imitar y seguir a los defensores de la Tierra asesinados. Son los nuevos mártires que por defender la Vida no han dudado en poner lo más valioso que tiene su cuerpo, su valentía y su vida misma. Debemos propiciar en nuestras comunidades el reconocimiento de estas personas que han dado la vida por enfrentar las fuerzas capitalistas extractivistas. Morir por defender a la Tierra es morir por defender a Dios mismos y a todas su creaturas. Debemos hacer memoria de los nombres que han dado la vida para que sigamos con la nuestra. La espiritualidad de la creación no olvida sus nombres ni sus vidas. Tampoco nosotros.
8. Alianzas estratégicas. Como dice García Parra[1] “debemos buscar una transición ecosocial, de manera que apunte a un cambio integral del régimen socio ecológico hacia modelos que articulen la justicia social con la justicia ambiental y hacia prácticas económicas y productivas basadas en la reciprocidad, la complementariedad y los cuidado, es decir hacia un nuevo pacto con la naturaleza”. Y esto implica desde la espiritualidad de la creación la suma y propuesta de los movimientos sociales ecológicos o socio ambientales. Son tiempos de alianzas estratégicas y de sumar esfuerzos, crear bloques de lucha que puedan enfrentar en buenas condiciones el ecocidio capitalista. Las luchas están fragmentadas es tiempo de unirnos como en la naturaleza para combatir inteligentemente frente a las grandes transnacionales mineras, farmacéuticas, etc. El Spíritu nos impulsa a defender la vida organizadamente y con otros, hermanos y hermanas, que quieren lo mismo.
Alejandro Ortiz
[1] Transiciones justas. Una agenda de cambios para América Latina y el Caribe / Gloria Isabel García Parra ... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO ; OXFAM, 2023. Libro digital
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Sentir con la Tierra: apuntes sobre ecoteología y extractivismo
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