marzo 14, 2024
EL ÚLTIMO LIBRO DE VICTORINO PÉREZ PRIETO «LA MÍSTICA EN LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS: EL RETO DE LA NO-DUALIDAD»
Todas las religiones, como todos los hombres, son hermanas, o eso oímos decir. Pero algunas parecen serlo al modo de Caín, que también era hermano de Abel.
La religión cristiana no es el camino del hombre a Dios, sino el camino de Dios al hombre. Por lo tanto, en palabras de San Ambrosio, los caminos de acceso a Dios no son múltiples, sino uno solo: el camino por el que Dios se ha acercado al hombre.
A diferencia de otras religiones, la religión cristiana no es una gnosis, una salvación por el conocimiento, sino que nace del hecho histórico de la Encarnación, Muerte y Resurrección de Cristo, gracias a las cuales Dios nos ha abierto el camino de acceso a su Misterio de vida. Aquí reside la originalidad del cristianismo: El acontecimiento central de la historia humana ha sido la venida de Dios, quien en Cristo, ha salido al encuentro del hombre.
Las tendencias relativistas y sincretistas ligadas en mayor o menor medida a la Nueva Era, tienen muy poco de “nuevas", ya que en el fondo son una reedición del paganismo romano, que no podía soportar que Jesucristo fuese presentado como el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Tm 2, 5). Y es que, después de dos mil años de historia, ¡es muy difícil inventar una herejía original!
Conozco a personas sencillas que no tienen en su casa más que unas pocas docenas de libros, pero que sin embargo muestran un conocimiento de las cosas de Dios más certero y profundo del que manifiestan tener todos estos “teólogos”. Y es que para conocer lo esencial no hace falta tener 100.000 libros sino solamente 73, los que van de Génesis a Apocalipsis. También debemos recurrir siempre al Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad. Ojalá estos «teólogos» puedan encontrar esa verdad.
San Agustín se formuló una pregunta, que nos habremos hecho todos alguna vez en la vida:"Hablé conmigo mismo y me dije: ¿Pero tú, Agustín, tú quién eres? Y contesté: homo, hombre, un hombre". Si un hindú se hace esta pregunta, habría respondido: "un âtman, el alma/espíritu". La palabra sánscrita âtman está etimológicamente emparentada con la española de procedencia griega: "atmósfera " (esfera del aire respirable) y con la alemana atmen ("respirar); designa el principio vital de cada individuo, el alma, el espíritu.
Para nombrar lo divino los hindúes, como generalmente los panteístas, suelen emplear palabras del género no masculino ("dios") ni femenino ("diosa"), sino neutro.
(Brâhman, Tad = "ello, aquello, eso"). Âtman/Brâhman lo es todo y está en todo. Es lo Uno-Todo, lo divino impersonal. Todo procede de ello y a ello retorna.
Pues como se señala en la Dominus Iesus: “A menudo se identifica la fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino, y la creencia en las otras religiones, que es una experiencia religiosa todavía en búsqueda de la verdad absoluta y carente todavía del asentimiento a Dios que se revela. Este es uno de los motivos por los cuales se tiende a reducir, y a veces incluso a anular, las diferencias entre el cristianismo y las otras religiones.
Cualquier cristiano, aunque no sea teólogo ni haya recibido una formación cristiana especial, es consciente de que la espiritualidad hindú es distinta e incluso inconciliable con la cristiana en su estructura y en cuanto a los rasgos definitorios. Es lógico que así sea.
El Dios cristiano no es politeísta, ni henoteísta, ni panteísta, ni monoteísta, sino Uno en su naturaleza y Trino de Personas: Padre Creador, Hijo Redentor y Espíritu Santo.
Pienso que los cristianos que abandonan a Cristo para seguir a un gurú ya no son cristianos más que de nombre.
Jesús se presenta y habla en la Iglesia, diciendo yo soy el camino, la verdad y la vida.
Resulta insoportable que alguien diga yo de esa manera, añadiendo soy el camino, la verdad y la vida. ¿Quién puede hablar así en un mundo de relativismos y de post-verdades? ¿Quién puede identificar la verdad con su vida?
Yo soy para que vosotros seáis, yo soy diciendo tú eres, vosotros sois. Es la voz del don supremo… De esa forma, ese «yo soy» (que retoma el motivo fundante de Ex 3, 14: soy el que soy, Yahvé), se convierte en Voz de la Intra-Vida, o, mejor dicho,voz de la inter-vida: la Palabra de aquel que al darse todo hace que todos sean, en amor infinito, desde la Cruz .
El “yo” de Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… Éste es el Jesús pascual que se atreve a decir “yo”, como el Dios del Antiguo Testamento (¡Yo soy el que soy!), pero no un yo aislado en sí, sino abierto al Padre (un yo-camino) y dirigido a todos los que quieran acogerle (un yo-ensanchado, que se hace verdad y vida para todos).
El que me ve a mí ve al Padre… Ésta es la experiencia de los cristianos: ver a Jesús resucitado es ver a Dios. No hay un “más allá” de Jesús en un sentido de verdad o vida más alta. En Jesús, abierto al Padre, en Jesús que es Camino, está la verdad, está la vida.
El que cree en mí hará las “obras que yo hago”. Jesús no está cerrado, como maestro exclusivo, sino como maestro que ofrece y comparte, que enseña y promueve. Por eso, sus seguidores, que somos nosotros, podemos hacer no sólo sus obras, sino aún mayores… La obras del Espíritu de Dios.
Estoy convencido de que un hombre que mantenga una relación vital con el Señor Jesús resucitado no podrá volverse hacia unas Tradiciones que no dan acceso inmediato a su Persona, sino que lo único que hacen es anunciarlo de lejos.
¿Y qué decir de las personas que dedican una o dos horas, al menos en días alternos, a la práctica de las técnicas de la espiritualidad oriental (yoga, zen, etc.,), pero "no tienen tiempo ni ganas" para hacer un rato de oración cristiana. ¿Nos convertimos a ciertas técnicas de la espiritualidad oriental, que son incompatibles con la fe cristiana al menos en su trasfondo ideológico, o nos convertimos a ti, Señor?
Tomado del blog de Victorino Pérez Prieto
No hay comentarios:
Publicar un comentario