viernes, 1 de mayo de 2020

I ENCUENTRO CONTINENTAL DE JÓVENES DE LAS CEB - Luis Miguel Modino


Soñadores con el Reino y comprometidos con el cuidado de la Casa Común


Jóvenes de 11 países se reúnen en la víspera del XI Encuentro Continental de CEBs Jóvenes de las CEBs: soñadores con el Reino y comprometidos con el cuidado de la Casa Común
Encuentro Continental de Jóvenes de CEBs

Las diferentes procedencias, culturas, idiomas, no impiden a los jóvenes soñar, querer aprender con Jesús, gritar y hacer resonar las problemáticas del continente, asumir compromisos que ayuden a cambiar la realidad de sus pueblos

Francisco Bosch, joven teólogo argentino, ayudaba a los participantes del encuentro a profundizar en las cuatro lentes que el Papa Francisco propone para caminar juntos

Las comunidades eclesiales de base son llamadas a ser comunidades organizadoras de vida digna, a dejar atrás la tentación de mirar sólo lo grande y olvidarse de lo pequeño

Los jóvenes creen en un Dios liberador, vida, próximo, misericordioso, humano y hermano, amigo y compañero de luchas, justo, inclusivo e igualitario, revolucionario, que nos hace corresponsables en el cuidado de la Casa Común, un Dios de lo imposible

Las comunidades eclesiales de base latinoamericanas, “verdaderas experiencias de sinodalidad en el camino de la Iglesia”, como las define el Papa Francisco en Querida Amazonía, están reunidas en Guayaquil, Ecuador. Durante más de diez días, en diferentes niveles, representantes de 15 países son llamados a reflexionar a partir de los clamores de los pobres y de la tierra, buscando ministerios para el cuidado, protección y defensa de la vida digna y de la Casa Común.
El primer paso ha sido el I Encuentro Continental de CEBs de Jóvenes, una novedad en este 2020, en el que se celebran 40 años de caminar continental. Son 40 jóvenes de 11 países, que durante dos días, 7 y 8 de marzo, han buscado como fortalecer el protagonismo de colaboradores jóvenes del Reino en CEBs, desde los procesos locales y nacionales, intentando visibilizar su aporte a la Iglesia de base.
Las diferentes procedencias, culturas, idiomas, no impiden a los jóvenes soñar, querer aprender con Jesús, gritar y hacer resonar las problemáticas del continente, asumir compromisos que ayuden a cambiar la realidad de sus pueblos, de Latino América. Los jóvenes, que han llegado al encuentro movidos por un sueño, una actitud que les ayuda a levantarse cada día, han traído las diferentes realidades locales, mostrando para los otros aquello que está presente en su vida juvenil.
Esa realidad siempre es vista desde diferentes perspectivas, con diferentes lentes, con diferentes claves de interpretación, algo presente en todos. Francisco Bosch, joven teólogo argentino, ayudaba a los participantes del encuentro a profundizar en las cuatro lentes que el Papa Francisco propone para caminar juntos, como pueblo, que no quiere decir que todos tenemos que pensar igual. Se trata, según el teólogo laico, de construir una cultura del encuentro, en una pluriforme armonía, sin perder lo propio, pero también sin querer imponerse sobre el otro.
Lo primero a tener en cuenta en la propuesta del Papa Francisco es que la unidad prevalece sobre el conflicto, una unidad que no es obediencia ciega. En segundo lugar, asumir que la realidad es más importante que la idea, siendo auto críticos y mirando más allá del culto a las ideas. Un tercer paso es descubrir que el todo es superior a la parte, lo que conduce a una tensión entre lo local y global, a experimentar que en la comunidad hay una potencia superior a la suma de los individuos que la componen. Finalmente, Francisco nos lleva a ver que el tiempo es superior al espacio, a descubrir procesos en una realidad que quiere llevarnos a leer hechos sueltos, a generar procesos más que ocupar espacios.
En ese contexto, las comunidades eclesiales de base son llamadas a ser comunidades organizadoras de vida digna, a dejar atrás la tentación de mirar sólo lo grande y olvidarse de lo pequeño, de lo sencillo. Algo que puede servir como ejemplo es la imagen del telescopio y del microscopio, como formas de contemplar la realidad, siempre teniendo la paciencia como actitud, que nos lleve a superar la ansiedad dominante. Nadie puede olvidar que la fe se vive en lo cotidiano y que hay que meterse en la realidad para transformarla, sabiendo que no hay fe comprometida si no es conmovida.
Los jóvenes han sido desafiados a descubrir los clamores presente en la realidad latinoamericana. La discriminación de los más pobres, la violencia contra la mujer y contra los jóvenes, cada vez más vulnerables, la pérdida de derechos, la contaminación y destrucción de los biomas, el clericalismo, la inseguridad, el desempleo, la pederastia, son gritos que perciben en la realidad latinoamericana. Pero los jóvenes no se quedan de brazos cruzados, no quieren ser impasibles, se comprometen en procesos de formación, en conocer la Biblia desde una lectura popular, salen a la calle para protestar, para hacer misión entre aquellos que tienen su misma edad, se solidarizan, asumen el cuidado de la Casa Común, como actitudes cotidianas.
Eso lo hacen desde una fe en un Dios liberador, vida, próximo, misericordioso, humano y hermano, amigo y compañero de luchas, justo, inclusivo e igualitario, revolucionario, que nos hace corresponsables en el cuidado de la Casa Común, un Dios de lo imposible, que se hace presente en Jesucristo, joven, que se mezcla con todos, en una Iglesia en salida, pobre, acogedora, pobre para los pobres, madre, que es comunidad. Son jóvenes que creen que las cosas pequeñas pueden transformar la realidad, que quieren construir el Reino en la tierra, hacer realidad una vida digna, buscar la conversión interior y promover el espíritu comunitario.
Los jóvenes son desafiados a preguntarse con qué mundo sueñan, qué mundo quieren dejar a las futuras generaciones. Eso les lleva a concretar esos sueños, desde una construcción colectiva y consensuada, que provoque una movilización y ayude a organizar la esperanza. Eso sueños tienen que tener como base una escucha atenta a las comunidades, pues de lo contrario no pasarán de delirios.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, los jóvenes presentes también han reflexionado sobre el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, en las comunidades eclesiales de base, donde las mujeres han mantenido la fe y no han dejado desmoronarse a la Iglesia en tantos rincones del continente, siendo mayoría entre quienes asumen los diferentes ministerios. Este es un buen momento para seguir impulsando los carismas femeninos, para demandar un reconocimiento más expreso de tantas funciones asumidas por las mujeres, también por parte de la jerarquía, para que definitivamente participen en la organización, decisiones más importantes y guía de las comunidades.
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