las razones de la intervención de la rama de 'consagrados laicos' de Comunión y Liberación
Cuando el pasado 16 de septiembre Francisco pronunció un discurso ante los fundadores y responsables de los principales movimientos y asociaciones laicales, se encontró con una sonora ausencia: la del responsable de Comunión y Liberación, Julián Carrón. Ni presencial ni virtualmente (muchos siguieron las palabras del Papa on line, por temor de la pandemia), el líder de los cielinos, sucesor de don Luigi Giussani, no quiso escuchar las explicaciones de Bergoglio sobre el nuevo decreto que acaba con los mandatos vitalicios en asociaciones de fieles y movimientos y que, entre otras cosas, sostiene que no podrán superar los diez años consecutivos, aunque Roma podrá establecer excepciones en el caso de los fundadores.
Una norma que afecta a Comunión y Liberación mucho más que al resto de los grandes movimientos eclesiales. No tanto los kikos (el Papa ha asegurado a su iniciador que se mantendrá en el cargo), cuyo fundador sigue vivo; ni los focolares, a los que hoy ha recibido; CL ve cómo su futuro se presenta sombrío, después de décadas en las que su influencia en la Iglesia italiana (también en la española) y en órganos de la Curia vaticana ha sido muy relevante.
En las 'tripas' de Comunión y Liberación
Con todo, el problema no está (o no sólo) en quién gobierne, sino en la forma de ejercer ese gobierno. Desde hace unos años, Roma investiga las 'tripas' de Comunión y Liberación, y ayer mismo anunció una decisión que, no por esperada, ha escocido menos entre los cielinos: la 'intervención' de la Asociación 'Memores Domini', conocida por la presencia de algunas de sus laicas consagradas al cuidado de Benedicto XVI. Pero bajo esta denominación no sólo hay mujeres.
Según explica el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, los Memores Domini se constituyeron en Milán, bajo la guía de don Luigi Giussani, por iniciativa de algunos laicos procedentes de la experiencia de la “Gioventù Studentesca”. A partir de 1968, los miembros de la Memores Domini advirtieron la exigencia de vivir en común y se constituyeron en Familias. Difundida en Italia y en el extranjero, en 1981, la Asociación fue erigida canónicamente por el Obispo de Piacenza, Enrico Manfredini. El 8 de diciembre de 1988 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la Asociación Laical Memores Domini como asociación internacional de fieles.
Consagrados con "compromiso personal y privado"
En cuanto a su identidad, Memores Domini reúne a personas de la Fraternidad de Comunión y Liberación que siguen una vocación de entrega total a Dios viviendo en el mundo y practicando los consejos evangélicos asumidos como compromiso personal y privado, emitidos en la forma de propósito. Dos son los factores que se distinguen en su proyecto espiritual: la contemplación, entendida como memoria «tendencialmente continua de Cristo»; la misión, es decir la pasión de llevar el anuncio cristiano a la vida de los hombres, encontrándolos sobre todo en los lugares de trabajo, que constituye el ámbito normal del testimonio.
Los Memores Domini practican la vida en común y forman casas masculinas y femeninas donde se vive una regla de silencio, de oración personal y comunitaria, de pobreza, de obediencia y de caridad fraterna. El fin de estas casas es la edificación mutua en la memoria, con vistas a la misión. Los miembros participan juntos, cuatro veces al año, en retiros espirituales y, una vez al año, en un curso de ejercicios espirituales. Los aspirantes entran a formar parte de una casa después del primer año de prueba y, durante todo el período de la primera formación, que dura al menos cinco años, participan en los encuentros mensuales de formación y en los retiros espirituales dictados a tal propósito.
El papel del jesuita Ghirlanda
¿Por qué la intervención? Desde Roma, se asegura que se busca "salvaguardar su carisma y preservar la unidad de los miembros", por lo que ha designado delegado especial a monseñor Filippo Santoro, arzobispo de Tarento, que se verá acompañado por el jesuita Gianfranco Ghirlanda, quien ya fue asesor en la intervención de los Legionarios de Cristo y del Sodalicio. Esto nos da alguna pista.
Y es que, detrás de la intervención, hubo una investigación canónica, dirigida por el propio Ghirlanda desde junio de 2020, por evidentes problemas de gobierno. De hecho, la misión del jesuita era velar por que en los Memores Domini "haya una clara separación entre el ámbito de gobierno de la Asociación y el ámbito de la conciencia de sus miembros" y exista "una real representatividad de los órganos de gobierno de la Asociación".
Problemas de democracia interna
Aquí es donde comienza el 'enfado' de Carrón, que como presidente de CL es también consejero eclesiástico de la rama de laicos consagrados, un doble rol que, según los expertos, "genera problemas desde el punto de vista de la democracia interna y de la libertad de los miembros de la Asociación”. Esta es, precisamente, una de las razones que motivaron la 'andanada' del Papa a algunos responsables de movimientos.
"Caemos en la trampa de la deslealtad cuando nos presentamos ante los demás como los únicos intérpretes del carisma, los únicos herederos de nuestra asociación o movimiento; o cuando, creyéndonos imprescindibles, hacemos todo lo posible por ocupar puestos de por vida; o también cuando pretendemos decidir a priori quién debe ser nuestro sucesor. Nadie es dueño de los dones recibidos para el bien de la Iglesia, nadie debe sofocarlos”, dijo el Papa. Unas palabras que Carrón no quiso escuchar.
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