martes, 16 de noviembre de 2021

Reseña sobre el libro de Gustavo Gutiérrez "TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS." - 2018

 

Reseña sobre el libro de Gustavo Gutiérrez "TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS."




3/23/2018


He querido tomar el tema de la Teología de la Liberación, no solo por su vigencia, sino por su utilidad para nuestro contexto latinoamericano. Me he servido del libro de Gustavo Gutiérrez: “Teología de la Liberación. Perspectivas.”

DATOS DEL AUTOR

Gustavo Gutiérrez Merino  (Lima, 8 de junio de 1928) Sacerdote peruano, pertenece a la Orden Dominica y es doctor en teología. Con una larga trayectoria pastoral en el Perú como asesor  en el ámbito universitario y en su actividad pastoral, ha combinado siempre esta tarea con una fructífera reflexión teológica. Autor de Teología de la Liberación. Perspectivas, (1971) traducida a trece idiomas. Es actualmente profesor de teología de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos y profesor invitado de la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma (Angelicum). Es asimismo fundador del Centro de Estudios y Publicaciones y del Instituto Bartolomé de Las Casas. Entre sus otras obras destaca En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de Las Casas (1992).  Ha recibido el Premio Príncipe de Asturias 2003 en la mención Comunicación y Humanidades, ha sido nombrado Doctor Honoris Causa por numerosas universidades a nivel mundial. A mediados del 2010 recibió el título de Maestro en Sacra Teología en la Orden Dominica y en el 2012 el Premio Nacional de Cultura del Perú en la categoría Trayectoria y ha recibido recientemente el Premio “Pacen in terris”.

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS (Breve reseña).

Gustavo Gutiérrez publicó Teología de la liberación-Perspectivas  en 1971. El texto se acerca a los desafíos enfrentados por la Iglesia con un estudio no sólo desde un punto de vista teológico, sino también desde una perspectiva histórica, política y socio-económica. Unos treinta y tres años después de su primera publicación, Teología de la liberación sigue siendo un texto esencial en el estudio del movimiento de la teología de la liberación.

En su introducción Gutiérrez escribe que su reflexión teológica viene desde una perspectiva latinoamericana, “subcontinente de opresión y despojo”. Publicado durante una época de la dictadura militar latinoamericana, el autor examina el significado de ser cristiano latinoamericano a la luz del diálogo planteado por la nueva teología de la liberación, un tema debatido en la Conferencia Episcopal de Medellín.

Gutiérrez divide su estudio en cuatro partes, y la primera, intitulada “Teología y Liberación”, contiene los dos primeros capítulos, “Teología: reflexión crítica”, y “Liberación y desarrollo”.

La segunda parte del libro, “Planteamiento del problema” tiene los siguientes tres capítulos: “El problema”; “Diferentes respuestas”; y “Crisis del esquema de la distinción de planos”.

La tercera parte del libro, “La opción de la Iglesia latinoamerica”, corresponde al capítulo seis, “El proceso de liberación en América Latina”, el siete, “La Iglesia en el proceso de liberación”, y ocho, “Problemática”.

La cuarta parte del libro tiene los capítulos nueve, “Liberación y salvación”, diez, “Encuentro con Dios en la historia”, once, “Escatología y política”, doce, “Iglesia: Sacramento de la historia”, y trece, “Pobreza: Solidaridad y protesta”. La conclusión cubre las últimas páginas.

COMENTARIO PERSONAL DEL LIBRO

El primer capítulo presenta una breve historia de la teología, definiéndola como “el fruto del encuentro de la fe y la razón”, uniendo lo espiritual con el saber racional.
Gutiérrez reafirma las ideas de Juan XXIII de una “Iglesia de servicio y no de poder”, y que la renovada presencia de ella en el mundo contemporáneo sirve como “punto de partida de una reflexión teológica”. La función de los teólogos debe ser la de contribuir con una mayor lucidez a tal compromiso.

Concuerdo con el autor cuando dice que la teología “debe ser una crítica de la sociedad y de la Iglesia”, añadiendo que su compromiso de servicio tiene prioridad y que la teología es “acto segundo”.
En el segundo capítulo, hay una oportuna advertencia del peligro de intentar copiar el modelo económico y social de los países ricos porque en ellos nace “el fruto de la injusticia”. La senda capitalista del desarrollo “lleva simultáneamente a la creación de mayor riqueza para los menos y de mayor pobreza para los más”, esto es algo que se constata en la mayoría de los países latinoamericanos.

El desarrollo auténtico exige un enfrentamiento de las causas de la situación hispanoamericana actual.
Es por ello que se hace necesaria una quiebra radical del presente estado de cosas, una transformación profunda del sistema de propiedad, el acceso al poder de la clase explotada, una revolución social que rompa con esa dependencia, puede permitir el paso a una sociedad distinta, una sociedad socialista.

El hombre es el “agente de su propio destino” y que más que conquistar las fuerzas externas, el hombre debe liberarse a sí mismo con “una liberación psicológica”. Si en la actualidad tuviéramos este camino recorrido, habría no solamente una “revolución social” y un “cambio radical de estructuras”, sino también una “revolución cultural permanente”.

En la segunda parte del libro hay un planteamiento sobre ¿qué relación hay entre la salvación y el proceso histórico de liberación del hombre? Una vida religiosa no debe distanciarse de la actividad política según la teología de la liberación. Ya que los hombres entran en contacto entre ellos a través de la mediación de lo político. Por ello, los cristianos tenemos que estar en este frente. La participación en el proceso de liberación de los oprimidos es un lugar obligado y privilegiado en la vida cristiana.

Ser cristiano es, en efecto, aceptar y vivir solidariamente en la fe, la esperanza y la caridad, el sentido que la palabra del Señor y el encuentro con él dan al devenir histórico de la humanidad en marcha hacia la comunión total.

Es lógico que Gutiérrez halle una falla en la reflexión teológica de la Iglesia oficial. La tercera parte del libro revisa los temas del desarrollo y la teoría de la dependencia. Se alcanza una nueva toma de conciencia de los efectos negativos del desarrollo cuando éstos se estudian desde la periferia. Sí, desde Medellín y Puebla, las periferias pueden alzar su voz, con una objetividad audible.

Y el único modo de superar a la situación en que se encuentran los países hispanoamericanos es a través de una revolución social.

Los cristianos individualmente, en pequeñas comunidades, e incluso la Iglesia toda, van tomando una mayor conciencia política y adquiriendo un mejor conocimiento de la realidad latinoamericana actual.
Es necesario que la Iglesia haga una denuncia profética de las graves injusticias y de la situación de pecado, y por esta razón, el no hablar es constituirse en otro tipo del silencio; silencio culpable frente al despojo y la explotación de los débiles por los poderosos. Igualmente se hace necesario que la Iglesia deje de permitir a las clases dominantes de la sociedad usar la institución eclesial para legitimar el orden establecido. Como Iglesia debemos practicar una evangelización concientizadora.

Nos corresponde educar las conciencias, inspirar, estimular y ayudar a orientar todas las iniciativas que contribuyan a la formación de todo el hombre.
Nuestra concepción de salvación debe ser revisada igualmente. La salvación comprende a todos los hombres y a todo el hombre: la acción liberadora de Cristo está en el corazón del fluir histórico de la humanidad, la lucha por una sociedad justa se inscribe plenamente y por derecho propio en la historia de la salvación.

Me quiero quedar con una idea que resuena muy fuerte en este libro: “Sólo rechazando la pobreza y haciéndose pobre para protestar contra ella, podrá la Iglesia predicar algo que le es propio: la pobreza espiritual; es decir, la apertura del hombre y de la historia al futuro prometido por Dios”.


BIBLIOGRAFÍA

GUTIERREZ, Gustavo: Teología de la liberación. Perspectivas. Ed. Sígueme. Salamanca, 1975.

(Abril 2017)
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Tomado del blog de Rubén de la Trinidad, quien es probable que sea el autor:



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