Saludos Artículo semanal con la Carta abierta (Iglesia de los Pobres) sobre el levantamiento nacional
Un espacio privilegiado de comunión, evangelización y liberación (AP 178-180) PRO PAPA FRANCISCO Y SUS REFORMAS
miércoles, 29 de junio de 2022
[pp20220623] Artículo semanal con la Carta abierta (Iglesia de los Pobres) sobre el levantamiento nacional (Ecuador)
Saludos Artículo semanal con la Carta abierta (Iglesia de los Pobres) sobre el levantamiento nacional
viernes, 24 de junio de 2022
Homenaje a JOAQUIN MORA, SJ
Homenaje a JOAQUIN MORA
Cuando primero conocí a Joaquín, debo admitir que no lo comprendí. En 1986 era yo un estudiante de segundo año de Secundaria, neófito en la educación jesuita y totalmente ajeno a su contraculturalidad y enfoque en lo interior. Fue hasta mucho después cuando comencé a comprender los alcances de lo que se afanaba por transmitirnos.
Comprendí que no era distraído, sino que estaba en paz con todo y con todos.
Entendí que esos ejercicios donde nos hacía cerrar los ojos, respirar y tomar conciencia de donde estábamos y que sentíamos, eran principios de meditación para acallar nuestra mente adolescente. Agradezco ahora que lo intentara en su momento. Que nos diera ese espacio y nos tratara como personas de verdad. Como individuos a los que valía la pena formar y escuchar. Eso, para mi yo adolescente, fue el mejor obsequio que pude recibir.
Tenía la costumbre de leernos en clase el libro de Christy Brown, Mi pie izquierdo, de principio a fin. Bueno, nunca logramos llegar al final. Al sonar el timbre indicando el término de la clase, paraba y cerraba el libro, sin importarle si estaba a la mitad de una frase o en un desenlace. Era uno de sus sellos más característicos e imitables, que, entiendo ahora, escondía detrás un profundo respeto al tiempo y a lo que siguiera después del timbre, fuera clase o recreo.
En aquel entonces nos preguntaba cuánto tiempo dedicábamos a la televisión y a las películas (¡en videocasete!), generando los primeras inquietudes acerca de cómo utilizamos nuestro tiempo.
Casi treinta años después lo volví a ver. Eran los festejos de la escuela donde, por veinte años, formó generaciones. Había regresado a concelebrar Misa y participar de los festejos. Al menos eso creí. Al finalizar la Misa, leyó el último párrafo de Mi pie izquierdo, desatando una ovación de la concurrencia. Sabía que era su sello y, en vez de rehuir por miedo a las burlas, lo abrazaba en pos de la formación de comunidad y vínculo.
Una vez terminada la parte formal del evento, pasamos a los saludos y las fotografías. Entonces lo vi caminando hacia la salida, como lo había visto muchas veces durante mis años de Secundaria. Su camisa a cuadros perfectamente fajada y su mochila colgada de su espalda completamente erguida, ya que siempre cuidaba su postura. Corrí a saludarlo y a preguntarle a dónde iba, ya que el festejo apenas comenzaba. No me sorprendió escuchar su respuesta. Se dirigía a saludar a sus amigos de la Colonia Pescadores. Mientras todos celebrábamos brindando y comiendo canapés, él celebraría visitando la colonia marginada a la que dedicó tanto tiempo y energía. Me ofrecí a llevarlo lo cual el agradeció y declinó. Siempre congruente, se iría caminando y en transporte público. Me quedé admirado por su espíritu y recuerdo no habérselo manifestado al creer que no lo hubiera comprendido. Para él, todo esto era una forma de vida.
De la Secundaria se fue a la Sierra Tarahumara, un paraje recóndito y abandonado del México originario. Lugar al que le dedicó su vida y, desgraciadamente, su muerte.
El pasado 20 de Junio Joaquín Mora y Javier Campos fueron víctimas de la inseguridad que se vive en este complejo país al que tanto quisieron ayudar. Dudo mucho que sean las últimas víctimas de la inseguridad imperante e ignoro si sus muertes serán un parte aguas en esa colección de atrocidades en que hemos convertido la cotidianidad. Lo que sí sé es que será difícil encontrar un ejemplo de congruencia y bondad como el que nos daba el tan querido padre Mora.
Frederick Armstrong
jueves, 23 de junio de 2022
Jesuitas en la Tarahumara, la pastoral que llegó del aire.
Jesuitas en la Tarahumara, la pastoral que llegó del aire.
Julián Andrade. Periodista. Twitter: @jandradej
Los jesuitas están engarzados a la historia de la sierra Tarahumara. La memoria es fuerte. El obispo José Llaguno solía sobrevolar los barrancos –era piloto– y aterrizar en los lugares más complejos e inhóspitos. Las puertas de la avioneta había que amarrarlas con mecates y encomendarse a las habilidades del jesuita y, como él decía, a la voluntad de Dios. Era un trabajo pastoral que llegaba por los aires.
La Compañía de Jesús hizo de Chihuahua uno de sus centros más relevantes. Esto es así porque han acompañado a las comunidades indígenas a lo largo del tiempo. Nunca fue sencillo, porque el trabajo social molestaba a los poderosos y, entre ellos, a los criminales.
Los jesuitas aprendieron a trabajar en el filo del peligro, literalmente, porque son los testigos de una situación que se fue deteriorando.
Pero la tarde del lunes se rebasó una frontera cuando sicarios asesinaron a los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora. Los mataron dentro de la Iglesia de Cerocahui y se llevaron sus cuerpos.
Los asesinos perseguían a un sujeto que trató de refugiarse en el templo. Los padres Campos y Mora trataron de auxiliarlo y esto les costó la vida. Es la versión de los integrantes de la comunidad que ahora se encuentra en riesgo.
Javier Ávila, El Pato, un jesuita que también lleva toda la vida en la Tarahumara, señaló que el asesino probablemente estaba bajo el influjo de las drogas. Ávila conoce, como pocos, una región que ha padecido las pruebas más extremas, que permanece en una suerte de abandono, que permite la acción de bandas criminales.
Hernán Quezada, integrante del equipo de gobierno de La Compañía de Jesús, hizo una pregunta relevante, angustiosa: ¿existe algún límite? No lo sabemos, al menos no por ahora y cuando la violencia, con toda su crudeza, no deja de sorprendernos día con día.
Lo que ocurrió, aunque fuera circunstancial, nos remite a ausencias que se han prolongado por el tiempo. Para los diversos gobiernos, la Tarahumara ha sido vista como un espacio para la extracción de sus recursos y no como una oportunidad para el desarrollo y la mejoría de la vida.
Por eso es que la presencia de los jesuitas es tan importante, ya que han sabido tejer una red de relaciones con la comunidad, volviéndose parte de ella. Los religiosos han hecho un gran servicio social, que se refleja en el enorme cariño que ahí les tienen y les tenían en particular a Campos y a Mora, quienes, a sus 79 y 81 años, querían morir en la que sin duda es su casa, pero no de esa forma.
En los años noventas, y ante la furia de no pocos personajes de la jerarquía eclesiástica, Pepe Llaguno, el obispo, se convirtió en impulsor y fundador de la Comisión de Solidaridad y Derechos Humanos (Cosyddac), la que se volvió un instrumento indispensable para denunciar los abusos de que eran víctimas los rarámuris.
La sociedad civil y la Iglesia trabajaron contra dos espectros igual de perniciosos: los narcotraficantes que se empezaban a infiltrar en la región y los policías que estaban coludidos con ellos, pero que de paso vulneraban toda clase de garantías. En eso siguen y seguirán los jesuitas, dando testimonio, denunciando riesgos y arbitrariedades, porque es su misión.
Saben a lo que se enfrentan y tienen presente que las diversas campañas contra el narcotráfico se convirtieron en un pretexto para la represión y el abuso, como en Baborigame, Guadalupe y Calvo, donde elementos del Ejército destruyeron y quemaron viviendas.
Desde entonces, desde hace años, el alzar la voz ante las injusticias se convirtió en un reflejo, en una posibilidad de buscar que la situación, cuando menos, no empeore.
Pero ahora es un momento delicado porque sobreviven bajo fuego. Lo saben las autoridades y, por supuesto, en la Compañía de Jesús. Habrá que volver a las enseñanzas de Llaguno, a esa voluntad de resistencia ante los desafíos, a ese todo modo de controlar la voluntad para, en efecto, combatir al mal.
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miércoles, 15 de junio de 2022
"El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia" - carlos schickendantz
"El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia"
"Como decía Pablo VI, 'en cuanto institución terrena y humana' la Iglesia está llamada por Cristo a una 'perenne reforma'"
"La renovación de las personas y la reforma de la institución deben ser pensadas como tareas permanentes"
"Cada generación de creyentes tiene la responsabilidad de llevar a cabo esta 'perenne reforma' dejándose guiar por el evangelio y su tradición, por una parte y, por otra, por los signos de los tiempos"
"El principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia"
13.06.2022 José Manuel Vidal
El teólogo Carlos Schickendantz (Córdoba, Argentina, 1957), doctor en Teología por la Eberhard Karls Universität Tübingen (Alemania) e envestigador del Centro Teológico Manuel Larraín de la Universidad Alberto Hurtado (Santiago de Chile) es especialista en el Vaticano II y en las reformas de la Iglesia. Profesor del curso intercontinental 'Discernimiento en común y toma de decisiones en una Iglesia Sinodal', que comienza este mes de julio online, asegura que "el proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia". Además, exige "una conversión personal" y "una reforma de estructuras, de las diversas formas de proceder en las distintas instancias diocesanas, nacionales y universales", especialmente "el principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia".
¿Por qué hablar de una reforma en la Iglesia? ¿En qué sentido?
En el documento sobre el ecumenismo el Vaticano II recordó una expresión de Pablo VI formulada en 1964: “en cuanto institución terrena y humana” la Iglesia está llamada por Cristo a una “perenne reforma” (UR 6). Por tanto, la renovación de las personas y la reforma de la institución deben ser pensadas como tareas permanentes. Cada generación de creyentes tiene la responsabilidad de llevar a cabo esta “perenne reforma” dejándose guiar por el evangelio y su tradición, por una parte y, por otra, por los signos de los tiempos.
¿Cómo puede contribuir la sinodalidad a una reforma eclesial y que dimensiones incluye?
El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia. Incluye una conversión personal de cada una y de todas las personas creyentes y, al mismo tiempo, una reforma de estructuras, de las diversas formas de proceder en las distintas instancias diocesanas, nacionales y universales. En la tarea de renovación no debe escogerse uno u otro aspecto, la conversión espiritual personal o la reforma de la institución. Tampoco debe impulsarse un aspecto primero y dejar el otro para un tiempo posterior. Hay que impulsar simultáneamente los cambios personales y las transformaciones institucionales, incluso jurídicas. Solo así se verifica una renovación profunda y una reforma efectiva y duradera. En particular, el principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia.
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¿Qué significa para la iglesia tener una base trinitaria?
#sentipensares ¿Qué significa para la iglesia tener una base trinitaria?
La relación entre padre, hijo y Ruah es sin subordinación, sin interés, ni jerarquía
15.06.2022 | Brenda García
Muchas iglesias hoy se caracterizan por pretender uniformidad discursiva y ética, como resultado se vuelven excluyentes y distantes de lo percibido como diferente. En tal sentido, el lugar de los sujetos es desigual y se basa en su nivel económico, social, etnia, género y cultura; las relaciones entre las personas que componen la iglesia son de carácter vertical, se ejerce la autoridad y el poder en un sentido vertical para oprimir y someter, el clima litúrgico genera dependencias basadas en el sentimiento de culpa, y deseos de tener. Es decir, relaciones interesadas y asimétricas que generan cantidad de divisiones al interior de las iglesias.
Sin embargo, el ser trinitario de la divinidad nos invita como comunidad de fieles e institución a reflexionar de manera consciente y evangélica esta actuación.
Desde la comprensión cristiana trinitaria de la divinidad se debe rescatar que la relación entre padre, hijo y Ruah es sin subordinación, sin interés, ni jerarquía, sino participación igualitaria de las personas divinas. Es decir, en un ejercicio de total común-unión; la relación que fluye entre ellos es de comunicación, de vida y amor desde la eternidad en una perijóresis, las diferencias entre cada una de las personas de la trinidad no las ponen en conflicto; más bien la diversidad enriquece el ser y actuar divino. La actividad trinitaria conjunta, no se limita a un período de la historia, más bien es carácter de Dios ser trinitario en su eternidad. En ese sentido, el Padre no solo actuó en la creación, el Hijo no solo operó salvación al morir en la cruz y la Ruah no es ajena; las personas trinitarias han actuado juntas y desde siempre y ninguna de sus acciones es considerada mayor o mejor que la de otra persona, porque actúan en tri-unidad.
Este día que el calendario litúrgico celebra la trinidad, debe ser más que una celebración fantástica, o una elaborada construcción teológica, debe ser una realidad palpable en las comunidades cristianas, donde los atributos de la trinidad se vuelven uno/a con el pueblo creyente, con la comunidad de fieles. Su actuación (trinidad) en la historia humana se debe reflejar en las condiciones de vida, de humanidad de los/as cristianos/as, AQUÍ Y AHORA.
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martes, 14 de junio de 2022
El Papa, la sinodalidad y la eclesiogénesis - leoboff2022
El Papa, la sinodalidad y la eclesiogénesis
13 de Junio de 2022
[Por: Leonardo Boff]
En la Iglesia católico-romana se enfrentan dos modelos de organización de la comunidad de fieles. Dicho en un lenguaje fácilmente comprensible: el modelo de Iglesia sociedad de fieles y el modelo de Iglesia comunión entre todos los fieles.
La Iglesia-sociedad de fieles se organiza de modo jerárquico: papa-obispos-sacerdotes-laicos. El concepto organizativo es el "poder sacro" (sacra potestas) ejercido por aquellos que han recibido el sacramento del Orden: el clero. El poder supremo reside en la cabeza, en el Papa, se distribuye entre los obispos y en menor medida en los sacerdotes; los laicos y las mujeres están excluidos por no haber recibido el sacramento del orden.
Como puede verse, es una sociedad de desiguales: por una parte el clero con el poder y con la palabra y por la otra parte los laicos, sin poder y sin palabra. Así lo dijo explícitamente el Papa Gregorio XVI (1831-1846): «Nadie puede ignorar que la Iglesia es una sociedad desigual, en la cual Dios destinó a unos para ser gobernados y a otros para gobernar. Estos son los clérigos, aquellos son los laicos». Pío X (1903-1914) fue todavía más explícito: «Solo el colegio de los pastores tiene el derecho de dirigir y gobernar. La masa no tiene otro derecho que dejarse gobernar como grey obediente que sigue a su pastor».
Se puede discutir si este modelo es conforme a los evangelios y a la práctica del Jesús histórico, pero es el dominante en estos tiempos.
El otro modelo, el de la Iglesia-comunión de todos, ha encontrado expresión en las miles de comunidades eclesiales de base (CEB), sobre todo en de Brasil, América Latina y el Caribe y en otras partes del mundo cristiano. Debido a la falta de sacerdotes, los laicos, hombre y mujeres de fe, sin asistencia de ningún tipo, han asumido la tarea de difundir el mensaje y la práctica de Jesús. Es importante observar que generalmente son los pobres y los fieles que se reúnen en forma de comunidad de 15-20 familias en torno a la escucha del Evangelio, leído y discutido entre todos. A su luz se discuten los problemas de la vida. Después, se realizan celebraciones creativas y se extraen consecuencias prácticas para la vida diaria. Son base en un doble sentido: social (clases populares) y eclesial (laicos y laicas).
El eje estructurador es la "comunión" (communio/koinonia) entre todos, que se sienten iguales, hermanos y hermanas. Participan todos sin excepción. Lógicamente, no todos hacen todas las cosas. Para eso reparten entre ellos los distintos servicios (que San Pablo llama carismas): cuidado de los enfermos, catequesis a los niños, alfabetización, preparación de las celebraciones religiosas, coordinación entre ellos para que todo salga bien y se mantenga la unidad de los servicios para el bien de todos, la coordinación con otros movimientos. Todo es circular, típico del espíritu comunitario.
Aquí aparece otra manera de ser Iglesia, similar a la Iglesia de los inicios, como testimonian las cartas de san Pablo, cuando los fieles se reunían en la casa de esta o aquella persona. Entre los propios componentes de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) se dice: es una Iglesia que nace del pueblo por obra del Espíritu de Dios. Teólogos y obispos que participan en este modo de ser Iglesia han acuñado la expresión eclesiogénesis: la génesis de la Iglesia o la recuperación de la Iglesia de Jesús y de los apóstoles por el poder del Espíritu Santo.
Entre estos dos modelos no se percibe un conflicto: las CEBs quieren obispos y sacerdotes dentro de su comunidad y muchísimos obispos y sacerdotes apoyan y se unen a este modo de vivir la fe evangélica. La única tensión, y a veces conflicto, se produce entre el grupo de obispos y sacerdotes que no han hecho opción por los pobres y su expresión eclesial en las comunidades de base y persisten en el carácter piramidal de la Iglesia-sociedad.
En todo caso, aquí emerge una Iglesia que no es una organización sino un organismo vivo, abierta siempre a nuevas maneras de comunicar y vivir el evangelio, unida a la vida y en diálogo con todos, pero sobre todo con los oprimidos en lucha por su liberación.
Tengo la clara impresión de que el papa Francisco, al proponer al Sinodo de Obispos de 2023: "Una Iglesia sinodal: comunión-participación-evangelización" tiene en mente la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base que conoce bien y que han sido muy bien expuestas en la Conferencia del CELAM de Aparecida (2007), de cuyo documento fue el redactor principal. El Papa entiende la Iglesia como "constitutivamente sinodal", "una Iglesia en sínodo permanente", es decir una Iglesia que va más allá de su estructura jerárquica, que se comprende, en línea con el Vaticano II, como Iglesia-pueblo de Dios. Para él es fundamental escuchar y dar voz a quienes nunca la han tenido y no han sido nunca escuchados en la Iglesia: los laicos y laicas. Se trata de "escuchar al pueblo", "escuchar a la totalidad de bautizados", siempre a partir de abajo, del nivel local, parroquial, diocesano hasta llegar al nivel nacional, continental, universal.
Al celebrar el 50° aniversario de la institución del Sínodo, ha sido rotundo: «La sinodalidad es una dinámica de circularidad fecunda… un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales».
Esta no es una aspiración ni un desiderátum. Esta visión ya es vivida y desarrollada en miles de Comunidades Eclesiales de Base y seriamente fundamentada eclesiológicamente por teólogos latinoamericanos. La sinodalidad equivale a la eclesiogénesis, a la reinvención del modo de ser Iglesia a partir de la fe de las grandes mayorías de pobres y creyentes inspiradas por el Espíritu de Jesús muerto y resucitado.
El Papa Francisco retoma un concepto de la tradición, el Sínodo (caminar juntos) y amplía su alcance más allá del episcopado a toda la Iglesia, comenzando desde abajo, desde aquellos que han sido siempre invisibles y considerados "masa de creyentes" (Pío X): laicos cristianos, hombres y mujeres, y también las religiosas.
La sinodalidad universal representa una reforma de las estructuras de la Iglesia desde dentro y desde abajo, mediante del trabajo y la gracia del discernimiento espiritual del Papa. Él se ha puesto a escuchar el curso de la historia y el anhelo universal de comunión y de participación en los destinos de nuestra historia y de la Madre Tierra, amenazada ecológicamente. En respuesta a este anhelo, la Iglesia se vuelve sínodo y comunión.
Ahora entendemos mejor por qué muchos se oponen al Papa Francisco, ya que abandona la visión que ha hecho del clero una facción dentro de la Iglesia y lo trasforma en una función (un carisma) de servicio, junto y con todo el pueblo de Dios. Los conservadores insisten y persisten en la antigua estructura de una Iglesia jerárquica y piramidal, llena de privilegios, que difícilmente se puede justificar frente a la práctica del Jesús histórico y de los evangelios.
Se ha abierto un camino. Debemos recorrerlo y consolidarlo. Solo de esta manera la Iglesia puede fácilmente desoccidentalizarse y mundializarse.
*Leonardo Boff, ecoteólogo brasilero, ha escrito Iglesia: carisma y poder (1984); Eclesiogénesis: las comunidades de base reinventan la Iglesia (1982), publicados ambos en español por la editorial Sal Terrae.
Traducción de MªJosé Gavito Milano.
Imagen: https://claretianos.mx/generales/la-palabra-de-dios-y-la-sinodalidad
sábado, 11 de junio de 2022
Ordenar mujeres y un celibato opcional, destacan entre las propuestas para el Sínodo - Igl.españa
Ordenar mujeres y un celibato opcional, destacan entre las propuestas para el Sínodo
[De la Iglesia de España]
| RD/EFE
Revisar el protagonismo de la mujer en la Iglesia, con acceso a cargos de responsabilidad y al Ministerio del Orden, el celibato opcional para los sacerdotesy acoger la situación de los creyentes con diferente identidad y orientación sexual son algunas de los planteamientos que recoge la Diócesis de Coria-Cáceres en sus 13 propuestas para el Sínodo de los Obispos.
Además, pide replantearse la simbología en las celebraciones diocesanas “excesivamente ritualistas, cargadas de pomposidad, elementos simbólicos y de vestuario del pasado”, que subrayan “lo clerical sobre lo comunitario” y son “contrasignos del Jesús pobre y humilde”, a juicio de los participantes.
Las aportaciones de las distintas diócesis serán recopiladas en un documento y enviadas a Roma por la Conferencia Episcopal Española, después de que este sábado celebre en Madrid la asamblea del Sínodo 2021-2023, este último año en el que culminará en octubre en el Vaticano la cita sinodal, estableciendo el documento final.
En declaraciones a EFE, el responsable de la fase diocesana del Sínodo, Miguel Ángel González, ha señalado que con ello se ha pretendido “activar” los canales de participación en la Iglesia, algo de lo que ya se tiene experiencia en Coria-Cáceres con el sínodo diocesano celebrado recientemente, aunque, ha dicho, a la hora de llevarlo a la práctica “nos cuesta caminar juntos”.
Bajo el lema “Por una iglesia sinodal” la fase diocesana se inició en octubre del pasado año, con la participación de 1.800 personas de Coria-Cáceres, la mayoría en grupos de parroquias y movimientos eclesiales, así como particulares (un 30%) y de otras confesiones religiosas y de fuera de la Iglesia, como asociaciones de vecinos o talleres de empleo, ha explicado González.
“Se pretende no sólo escuchar a los de dentro sino también a los de fuera”, ha apuntado el responsable sinodal, quien ha echado de menos mayor aportación de los jóvenes, alrededor del 4% de los participantes estaba en la franja de edad entre 18 y 35 años.
Así, en el documento síntesis de la fase diocesana, clausurada el jueves santo de este año en Cáceres, se recogen 13 propuestas, la primera “volver a las fuentes” de la “praxis de Jesús", a “lo fundamental”, el “primer anuncio” del Evangelio al estilo de las Bienaventuranzas, adaptándose a “las necesidades y sensibilidades actuales”.
En este sentido, el documento añade que habría que cambiar la pastoral de conservación (“mayoritaria en la diócesis”) por una pastoral de evangelización, en definitiva, “abrirse a la acción del Espíritu Santo a través de la oración y de los sacramentos, para discernir, decidir y encontrar nuevas formas y caminos de evangelización en el siglo XXI”.
Por otro lado, plantea revisar, en palabras de González, aspectos como el sacerdocio femenino, cómo se relacionan los sacerdotes con el resto y cómo tener en cuenta a toda la humanidad.
“El hecho de que no puedan acceder al sacerdocio (las mujeres) y que la jerarquía sea fundamentalmente masculina hay que darle una vuelta en los tiempos que vivimos. No lo decimos cuatro, es una tendencia mayoritaria presente en los distintos sectores de la población”, ha recalcado.
Sin embargo, para este sacerdote este tipo de temas “supera nuestras posibilidad de decisiones a nivel diocesano”, es una “puerta abierta a la reflexión, no son temas cerrados, está en la preocupación de la gente”, pues lo que se hace la Diócesis es ser “notarios de las aportaciones”, una llamada a “abrirse a la humanidad y a la diversidad”.
Además, echa en falta “mayor presencia en lo público” por parte de los cristianos, saliendo del “individualismo” hacia el servicio comunitario, como en la política y la acción sindical, ha puesto de ejemplo, pues, ha expuesto, existe una “crisis de vocación" al servicio, no solo al sacerdocio, también a la vida matrimonial y al resto.
Mejorar la capacidad de “escucha” es, para la mayoría de participantes, otra asignatura pendiente, aunque, algunos manifiestan, según el documento, que en la Iglesia no se margina a nadie.
Potenciar el sentido comunitario, la celebración de la eucaristía, mayor participación en la vida social, la formación en las parroquias y movimientos apostólicos, la integración de los religiosos, transmitir “lo que somos y hacemos”, cuidar la religiosidad popular y un mayor diálogo ecuménico son otras propuestas.
Por último, entre otros aspectos se plantea la ordenación de hombres casados y que los sacerdotes puedan formar una familia.
Responder y acoger pastoralmente la situación de los creyentes con diferente identidad y orientación sexual; divorciados vueltos a casar; sacerdotes secularizados; distintos modelos de familia, etc, para que vivan su fe, dentro de la Iglesia, “tal y como son, escuchándolos y dialogando con ellos”, también se cita en el documento diocesano con una “actitud de apertura ante las nuevas situaciones de nuestro tiempo”, concluye.