José Marins: “Las CEBs buscan llegar a quienes no van a misa”
26 julio 2013
Sacerdote brasileño, experto en comunidades eclesiales de base
PEDRO SIWAK | José Marins es todo un experto en comunidades eclesiales de base (CEBs), una alternativa a la parroquia que también es parte de la Iglesia latinomericana. Y es que este sacerdote brasileño –que nació en 1932, estudió Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y, entre 1973 y 1979, fue consultor del Pontificio Secretariado para la Unidad de los Cristianos– se dedica, desde hace 40 años, a visitar distintos países del mundo con la idea de animar y respaldar esta realidad eclesial que surgió en Brasil en la década de los 50 y que luego se fue extendiendo a otros países de este y otros continentes.
PREGUNTA.- Cuéntenos cómo surgieron las primeras CEBs.
RESPUESTA.- En Brasil nacieron en 1958, en la Diócesis de Pará, donde el obispo –y después cardenal– Agnelo Rossi convocó a un equipo de catequistas para encontrarse una vez por semana con feligreses que no contaban con un sacerdote. Esa fue la primera etapa de las CEBs, y la experiencia se trasladó luego a Natal, donde su obispo convocó a la gente a través de una radio popular. Allí se inició el Movimiento Popular de Base, que utilizó el método de Paulo Freire para evangelizar a la feligresía y creó unas 300 comunidades. Otras experiencias muy importantes se hicieron en San Pablo de Pontengy, una parroquia del nordeste brasileño, y en el Estado de Ceará, donde se formaron CEBs en torno a la ciudad de Fortaleza. Cuando, en 1968, se celebró la Conferencia General del Episcopado en Medellín (Colombia), los obispos brasileños presentaron esta experiencia y se redactó un documento dedicado a las CEBs. La iniciativa se retomó en Puebla (México), en 1979, y en 2007 en Aparecida, donde tuvo un rol destacado.
P.- ¿Cuáles son las características principales de estas comunidades? ¿Son como pequeñas parroquias?
R.- Pero con un modelo diferente. La parroquia tiene raíces medievales, mientras que estas comunidades se inspiran en el Concilio Vaticano II. Mi parroquia, por ejemplo, tenía 50.000 católicos, pero yo, como sacerdote, solo podía llegar a 2.000. Es decir, que 48.000 solo venían para bautizarse, tomar la Primera Comunión, casarse y pedir el responso a su muerte. Entonces se acordó crear una instancia menor, pero como Iglesia, no como movimiento. Esa comunidad está ligada a la parroquia, pero no son grupos de asistencia parroquial. Es una instancia que busca acercar a la gente que perdió contacto con la estructura eclesial. Se trata de llegar a la gente que habitualmente no va a misa, no participa de la actividad parroquial. Son grupos que se reúnen semanalmente y su número oscila entre 15 y 30 personas. Pero la CEB es la gente. Son amigos entre ellos, unidos. En este ámbito familiar, la lectura de la Biblia es muy fuerte, y especialmente el texto de la misa del domingo. También estudian un Evangelio. Por lo general, empiezan con Marcos y luego siguen con Lucas, Mateo y Juan, en ese orden. Como no hay sacerdotes para acompañar a cada comunidad, entonces se otorga a un grupo de laicos la misión canónica de presidir el encuentro de los bautizados de esa área.
Estas comunidades, a su vez, tienen gestos con sus vecinos, que son muy bien recibidos. Como, por ejemplo, llevarles cenizas el Miércoles de Ceniza o ramos benditos el Domingo de Ramos. Y no les piden dinero, ni los invitan a participar en ninguna reunión; no buscan hablar sobre temas religiosos. Les dicen: “Queremos estar unidos con ustedes y, si alguna vez necesitan algo, somos una comunidad de su Iglesia católica. Ustedes reciben la visita de los Testigos de Jehová, de los mormones; nosotros somos de su Iglesia”. Estas comunidades se preocupan también por aquellas personas que atraviesan necesidades y sufrimientos: ancianos que están solos, niños cuyos padres no saben auxiliarlos… Porque no es solo de tipo económico la ayuda, también tiene que ver con la soledad o la ignorancia.
“En este ámbito familiar, la lectura de la Biblia
es muy fuerte, y especialmente la misa del domingo.
También estudian un Evangelio.
Como no hay sacerdotes para acompañar a cada comunidad,
se otorga a un grupo de laicos la misión canónica
de presidir el encuentro de los bautizados de esa área”.
Horizontalidad
P.- Por su experiencia, ¿cómo reaccionan los párrocos ante una CEB?
R.- La mayoría de los curas están preocupados por lo devocional y el Bautismo. Los curas salen del seminario con una mentalidad sacramental, devocional y un poquito de doctrina. Y la doctrina siempre es de arriba para abajo. Él sabe, él enseña y la gente aprende. Y el laico es siempre dependiente del cura.
P.- ¿Cómo se distribuyen las CEBs en Brasil? ¿Y en el resto del continente?
R.- En muchas partes. Cada cuatro o cinco años, la Conferencia Episcopal de Brasil realiza una investigación para conocer su desempeño. La última vez se detectaron 90.000 CEBs, que es el número que existió en las últimas décadas. En los últimos años, hay una articulación latinoamericana integrada por los países que cuentan con la mayor cantidad de estas comunidades. En ese orden figuran primero Brasil, luego México y les siguen Honduras y El Salvador. En Guatemala se dio un fuerte crecimiento, que se detuvo por la guerra civil. En Nicaragua también está presente, y Argentina y Paraguay están en mejores condiciones porque tienen articulación con el episcopado. Chile se mantiene y en Colombia es poco el movimiento. En el Caribe están presentes en Haití y en la República Dominicana, mientras que en Cuba se las conoce como “casa misión”, habiendo unas 400 en La Habana. También hay comunidades en Jamaica, Antigua, Martinica y Guadalupe.
P.- ¿Tiene noticias de CEBs en otros continentes?
R.- En el África inglesa están en seis países; fueron los padres de Maryknoll los que acompañaron su crecimiento. El área francesa está más ligada al Congo. Y, en el área portuguesa, están en Mozambique, Guinea Bissau y Angola. En este país, hay un argentino, el padre Roberto Musante [salesiano que está en Luanda, la capital del país], que se fue a misionar después de haber cumplido los 70 años…
En Asia también hay un buen número, porque las conferencias episcopales alentaron esta iniciativa, pero surgen con diferentes nombres. Filipinas es el país que tiene el mayor número, pero también existen en Corea del Sur y en Singapur. También están en Australia. En Europa son los alemanes los que demostraron interés en instaurar las CEBs; para ello, viajaron a algunos países de América Latina e invitaron a sacerdotes y laicos para que explicaran en Alemania cómo se crearon estas comunidades. Igualmente, se dan en España, Italia y Francia.
Por otro lado, en América del Norte están presentes en los Estados Unidos, pero hay dos variantes: las de habla inglesa, que curiosamente utilizan una palabra en español para definirse, llamándose Buenavista; y las de habla hispana, que tuvieron un desarrollo muy importante hasta 1985, cuando se realizó el tercer encuentro de las CEBs en ese país. Después, se incorporaron a comunidades de países de otros continentes. Aunque los hispanos constituyen la mayoría, porque suponen un total de 26 millones de personas.
En el nº 2.858 de Vida Nueva
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