“Comunidad de Comunidades: una nueva Parroquia”. Carta abierta a la 52ª Asamblea General de la CNBB
Marcos Sassatelli, fraile
dominico 23-04-2014.
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Por la
presente Carta abierta, me dirijo fraternalmente a los participantes de
la 52ª Asamblea General de la CNBB
(obispos, asesores/as y otros/as) y a todos/as los interesados/as.
En 2013, l a 51ª Asamblea General de la CNBB publicó el
Documento de Estudio 104: “Comunidad de Comunidades: una Nueva Parroquia”.
El texto, a partir de la Palabra
de Dios, de los Documentos de la
Iglesia – sobre todo de América Latina y del Brasil, y de la
experiencia eclesial en las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) presenta
reflexiones teológico-pastorales valiosas, pero que habría que profundizar y
esclarecer mejor. El texto,
con la intención – tal vez - de agradar a todos/as, es bastante repetitivo,
confuso, ambiguo, contradictorio y poco objetivo.
A las CEBs se las menciona en los números 160-161 y, al pasar, en el
número 238, pero sin ninguna relevancia. Da la impresión de que el Documento sólo cita a las CEBs, porque existen personas que todavía
insisten en hablar de ellas. Si no se las citara, en la estructura general del Documento, no harían ninguna falta.
En la 52ª
Asamblea, que se realizará del 30 de abril al 9 de mayo del corriente año, el
Documento de Estudio 104 - con la contribución de las sugerencias venidas de
las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) - será reelaborado y (a no ser
que la Asamblea
juzgue necesario más tiempo - como sería conveniente - para el estudio del
asunto) quedará como un Documento oficial de la CNBB.
Por amor a la Iglesia , me permito hacer
un pedido a la próxima Asamblea General
de la CNBB :
que, en la reelaboración del Documento - además de hacerlo más claro, más
conciso y más objetivo - se retome la visión teológico-pastoral de las CEBs de los Documentos de Medellín, asumiendo el método “ver, juzgar, actuar” (analizar,
interpretar, liberar), que "nos permite articular, de modo sistemático, la
perspectiva cristiana de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen
de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico;
y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo"
(Documento de Aparecida - DA, 19).
Esa visión teológico-pastoral de las CEBs – en el Documento sobre una Nueva Parroquia - debería ser central,
debería ser su eje estructurante, su espina dorsal.
No podemos olvidar - como nos recuerda
Clodovis Boff - “la originalidad histórica de Medellín”. “El mayor fruto
de la Asamblea
de la Conferencia
Episcopal Latino-Americana (CELAM), en 1968, fue haber
dado a luz a la Iglesia
latinoamericana como latinoamericana. Los Documentos de Medellín
representan el ‘acto de fundación’ de la Iglesia de América Latina (comprendiendo también al
Caribe) a partir y en función de sus pueblos y de sus culturas”. “Esos textos
constituyen la ‘Carta magna’ de la
Iglesia del Continente”.
Dice también Clodovis Boff: “Lo que nos interesa aquí no es el
‘Medellín histórico’: lo que pasó de hecho en la Asamblea del CELAM de 1968, sino el ‘Medellín kerigmático’: lo que él
representa en términos históricos. Ahora, releyendo hoy los Documentos de
Medellín, uno queda impresionado con el vigor y la audacia de su expresión,
o, para decirlo en una palabra, con su ‘pathos profético’, típico de los textos
originarios y fundantes de una tradición. Aquello es el lenguaje de verdaderos
‘Padres de la Iglesia ’,
Padres de la Iglesia latinoamericana
como tal, como intuyó con perspicacia el P. José Comblin, benemérito teólogo del Continente”.
De hecho - continúa Clodovis Boff - “hasta Medellín, la Iglesia en el Continente
era la reproducción del modelo de la
Iglesia europea, en su modo de organización, en su
problemática teológica y en sus propuestas pastorales. Era una
‘Iglesia-reflejo’ no una "Iglesia-fuente", como se expresó el P. Henrique
de Lima Vaz, intelectual al que mucho debe la Iglesia brasileña. Por tanto, la Iglesia latinoamericana, más
que ser Iglesia de América Latina, era más propiamente la Iglesia europea en América
Latina. Era, de hecho, una Iglesia en estado de minoridad,
tutelada, privada de su legítima autonomía institucional” (era la extensión de la Iglesia europea en América
Latina: una Iglesia “colonial”, una Iglesia “romanizada”, una Iglesia “extremadamente
centralizada en el clero”).
Con todo - concluye Clodovis - “falta mucho todavía para que las
"Iglesias locales" tengan y gocen efectivamente de esa justa autonomía”.
Los Documentos
de Medellín son, pues, la encarnación del Concilio Vaticano II en América
Latina y el Caribe. Según los Documentos de Medellín, las CEBs
(que, entonces eran llamadas “Comunidades Cristianas de Base”, o simplemente “Comunidades
de Base”) no son - como se quiere hacer creer hoy - un Movimiento entre muchos
otros, una expresión de vivencia comunitaria entre muchas otras, sino la base de
la Iglesia , el
eje de la organización eclesial.
A partir de
las CEBs, Medellín redefine la Parroquia , que pasa a ser “un conjunto pastoral
unificador de las Comunidades de Base” (Ib. 13). Es verdad que, en sentido amplio,
la Parroquia
puede ser llamada Comunidad, pero la verdadera vivencia comunitaria acontece en
las CEBs. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el anuncio de la Buena Noticia
del Reino de Dios en el mundo de hoy y la denuncia profética de todo aquello
que es contrario al Reino. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el
compromiso con las Pastorales sociales y ambientales. ¡Es otra Eclesiología!
En esa Eclesiología todos y todas son iguales, todos y todas – en la
diversidad de los ministerios (servicios) - son hermanos y hermanas y nadie es
más importante que el otro o la otra.
Vean lo que dice recientemente nuestro hermano,
el Papa Francisco: “Yo haría
esta pregunta: ¿quién es más importante en la Iglesia ? ¿el Papa o aquella
viejita que todos los días reza el Rosario por la Iglesia ? Que lo diga Dios; yo no lo puedo decir.
Mas la importancia es de cada uno en esta armonía, pues la Iglesia es la armonía de la
diversidad. El Cuerpo de Cristo es esta armonía de la diversidad, e el que hace
la armonía es el Espíritu Santo: Él es el más importante de todos. (...) Es
importante: buscar la unidad y no seguir la lógica de que el pez grande se
traga al pez chico” (Discurso a los miembros de la Asociación “Corallo”,
que reúne a las emisoras televisivas católicas italianas, 22/03/14).
Mucho me gustaría que en la reelaboración del
Documento arriba citado, la CEB
apareciese como “célula inicial de la estructura eclesial”. Es lo que los Documentos
de Medellín piden a la Iglesia
de América Latina y del Caribe. Si esa enseñanza
de los Documentos de Medellín
(que, como vimos, son Documentos fundantes de la Iglesia latinoamericana y
caribeña como tal) es olvidada o dejada deliberadamente de lado, cualquier otro
Documento pierde su autoridad moral.
El Papa Francisco, en diversas ocasiones, hizo críticas al
clericalismo como uno de los males de la Iglesia. Cito sólo la
última - hecha en tono coloquial - que es muy contundente y nos hace reflexionar
seriamente sobre el asunto.
“El clericalismo es uno de los males, es uno
de los males de la Iglesia.
Pero es un mal ‘cómplice’, porque a los sacerdotes les agrada
la tentación de clericalizar a los laicos; pero muchos laicos, de rodillas, piden
ser clericalizados, porque es más cómodo, ¡es más cómodo! ¡Y esto es un pecado en
un doble sentido! Debemos vencer esta tentación. El laico debe
ser laico; bautizado, tiene la fuerza que viene de su Bautismo. Servidor, pero
con su vocación laical, y esto no se vende, no se negocia, no se es cómplice con
el otro... ¡No!
¡Yo soy así! Porque está en la identidad!, allí. Tantas veces
escuché esto, en mi tierra: ‘Yo, en mi
parroquia, ¿sabe? tengo un laico valiosísimo; este hombre sabe organizar... Eminencia,
¿por qué no lo hacemos diácono?’. Es la propuesta del cura, inmediata: ¡clericalizar!
A este laico hagámoslo... ¿Y por qué? ¿Por qué es más importante el diácono, el
cura. que el laico? ¡No! ¡Ese es el error!
¿Es un buen laico? Que continúe así y crezca así. Porque está en su identidad
de pertenencia cristiana, allí. Para mí, el clericalismo impide el crecimiento
del laico.
Pero tengan
presente lo que yo dije: Es una tentación cómplice a dos manos. Porque no
existiría el clericalismo si no existiesen laicos que quieren ser
clericalizados. ¿Está claro esto?” (Ib.).
Las CEBs
– en la enorme diversidad de sus expresiones, que es una riqueza - son la base
de la Iglesia
y la base de la Iglesia
son los pobres. Por eso, en los Intereclesiales de las CEBs y otros Encuentros,
se dice que las CEBs son “un modo nuevo y antiguo de ser Iglesia”, “un
modo de ser de toda la Iglesia ”,
“un modo normal de ser Iglesia”. Por ser una Iglesia inserta, encarnada, se puede decir que las CEBs - con sus diferentes dones, carismas
y ministerios - son “el modo evangélico de ser Iglesia”, son “el modo de ser Iglesia
que Jesús quiere”.
Pido las luces
del Espíritu Santo para la 52ª Asamblea General de la CNBB.
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