O P I N I Ó N
J O S é F R A N C I S C O G ó M E Z H I N O J O S A
La marcha y el pacto... ¿de Sicilia?
1. Pasó por Monterrey, el martes de la semana pasada, la caravana del consuelo, encabezada por el poeta Javier Sicilia. Venía de Saltillo, y con varias horas de retraso. No obstante la contrariedad horaria, el evento se realizó en la ciudad regiomontana, con abundancia de testimonios dolorosos. Dos son los elementos que me llaman la atención de la marcha, y del pacto publicado el pasado sábado en Cd. Juárez.
2. En primer lugar, asombra la poca respuesta ciudadana a la convocatoria del poeta morelense, sobre todo en Monterrey. Éramos l@s de siempre, un puñado de sesentones, activistas sociales y simpatizantes del movimiento, y algunos jóvenes rockeros. No aparecieron las miles de personas que se quejan de la inseguridad, que levantan la voz, en la comodidad de sus casas, contra la corrupción de las policías...
3. ... que lamentan la barbarie de las ejecuciones. Sería la hora tardía, o el miedo a la ya cotidiana violencia. Lo cierto es que apenas se reunió un pequeño contingente, menor al que llegaba de Saltillo. Es verdad que asistir al recibimiento de la caravana no es la única forma de participación ciudadana, pero era una buena oportunidad para hacerlo, dada la calidad moral de Sicilia, y del movimiento que encabeza.
4. Pero ya desde su paso por San Luis Potosí la caravana enfrentó las primeras dificultades ideológicas. Sicilia y Álvarez Icaza, compañeros ya en esta lid, se enfrentaron, molestos, a manifestantes que exigían la renuncia de Calderón, y se oponían a cualquier tipo de diálogo con él. El poeta insistió en que la responsabilidad en la atención al problema de la delincuencia no es de una sola persona...
5. ... sino de todo el Estado mexicano. Desde esa ciudad potosina, Sicilia insistió en que es necesario dialogar con las autoridades establecidas, clarificando que hacerlo no significa claudicar, sino exigir el cumplimiento de sus responsabilidades. Esta contradicción entre los dirigentes de la caravana y algunos grupos duros, o radicales se evidenció en Cd. Juárez, en donde se firmaría el Pacto Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad.
6. Sorprendidos al momento de escuchar las conclusiones de las nueve mesas que propondrían sus demandas para la redacción final del pacto, Sicilia y Álvarez Icaza afirmaron que sería irresponsable solicitar la vuelta inmediata del Ejército a sus cuarteles, tal y como aparecía en las conclusiones de los grupos, antes de que las autoridades estatales y municipales cumplan con su deber de depurar a las policías.
7. Más que un pacto, entonces, estaríamos ante la Declaración de Juárez que, sí, ofrece las conclusiones de un proceso doloroso que inició el cuatro de junio, pero que necesita ser afinado para contar con el respaldo de todos los participantes. Ingente tarea le espera a Sicilia, cabeza visible de este movimiento: lograr que todos los grupos puedan sentir incluidas sus demandas, sin renunciar al tono pacifista y gandhiano de su propuesta.
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