sábado, 28 de junio de 2014

UN AÑO DEL PAPA FRANCISCO (Víctor Codina sj)

UN AÑO DEL PAPA FRANCISCO
                                                                                     Víctor Codina sj

El Pbro. Victor Codina nos acerca el artículo “Un año del Papa Francisco”, donde nos invita a reflexionar sobre el nuevo clima pastoral, los gestos, el retomar el impulso del Concilio Vaticano II.
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Un viaje en helicóptero que cambió la historia

El 28 de febrero de 2013, Benedicto XVI abandonaba el Vaticano en helicóptero para dirigirse a Castelgandolfo. Comenzaba así en la Iglesia católica el tiempo llamado Sede vacante que concluyó el 13 de marzo de 2013 con la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco.

Pero este viaje de Benedicto XVI a Castelgandolfo no solo cerraba su pontificado, ni significaba solo un relevo en el Vaticano, sino que iba a suponer un profundo cambio eclesial.

Para comprender esta afirmación nos hemos de remontar  al tiempo de Juan XXIII y a la convocatoria del concilio Vaticano II en 1959. El Vaticano II  (1962-1965) significó el “réquiem del Constantinismo”, es decir la superación del estilo de Iglesia de Cristiandad vigente desde el siglo IV y que se reforzó y consolidó en tiempo de Gregorio VII: una Iglesia convertida en una gran institución clerical, centralizada desde Roma, cerrada al mundo, única áncora de salvación, una especie de gran pirámide monárquica y vertical, triunfalista y dominadora.

El Vaticano II ofrece otra imagen de Iglesia, Pueblo de Dios, que camina con toda la humanidad hacia el Reino de Dios, que respeta la libertad religiosa y reconoce que el Espíritu del Señor guía no solo a la Iglesia católica sino a todas las Iglesias cristianas y a todas las religiones y a todos  pueblos hacia la salvación. De ahí nació el talante misericordioso, esperanzador y dialogante del Vaticano II, frente al dogmatismo intransigente e inquisitorial de la Iglesia Cristiandad. Fue un verdadero Pentecostés, como Juan XXIII había deseado y pedido.

Pero este concilio inaugurado por Juan XXIII y clausurado por Pablo VI pronto suscitó sospechas, reacciones contrarias y miedos. Se criticaron los abusos y exageraciones cometidos en nombre del concilio, se temía una pérdida de la identidad eclesial, preocupaba que se pudiese llegar a una ruptura y división eclesial, se añoraba la vieja y tradicional Iglesia de Cristiandad, la Iglesia de las catedrales y de las Sumas teológicas…

Esto explica que los últimos años del pontificado de Pablo VI (algunos creen que ya desde la publicación de la encíclica Humanae vitae sobre “la píldora” en 1968) y sobre todo en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se realizara una lectura y una hermenéutica del Vaticano II más en continuidad con la tradición anterior que con la novedad y aggiornamento que había impulsado el buen Papa Juan.

Desde entonces el impulso conciliar se diluyó y se frenó en todas sus direcciones (liturgia, ecumenismo, colegialidad episcopal, autonomía de las Iglesias locales, responsabilidad laical, profetismo de la vida religiosa, nuevos signos de los tiempos, nuevas teologías, inculturación…)  y se  pasó de la primavera conciliar al invierno eclesial.

Sin duda Juan Pablo II tuvo un gran dinamismo geopolítico y quería reformar la Iglesia e implantar el concilio, pero manteniendo inalterada la doctrina y la estructura eclesial existente. No es casual que el Papa polaco formase parte del grupo minoritario del Vaticano II que disentía de muchas de las propuestas conciliares y defendía la llamada “línea cracoviense”. Ratzinger por su parte, respaldó  teológicamente el pontificado de Juan Pablo II y una vez elegido pontífice como Benedicto XVI buscó sin duda una renovación eclesial pero desde una filosofía y una teología tan ortodoxas y racionales que cerraban el camino a una real innovación en la Iglesia.

Sería falso deducir de lo anterior que el Vaticano II no produjo frutos positivos, aun en medio del invierno eclesial. Como sería falso creer que en época de Cristiandad  no hubo grandes elementos de vida y santidad. El Espíritu no deja de vivificar siempre la Iglesia y suscita continuamente movimientos de reforma y de vuelta al evangelio: nunca en la Iglesia han faltado santos y santas, profetas y místicos, reformadores y renovadores. Pero no se puede ocultar que las consecuencias eclesiales de la postura neoconservadora del posconcilio han sido funestas. Benedicto XVI, comentando el episodio evangélico de la tempestad calmada, confesaba:
“También hoy la barca de la Iglesia con el viento contrario de la historia, navega por el océano agitado del tiempo. Se tiene con frecuencia la impresión de que está para hundirse. Pero el Señor está presente”[1].

En realidad no era solo el viento adverso de la historia el que zarandeaba la barca eclesial, sino la misma estructura de la barca, muy pesada y con muchas hendiduras. Si a esto se añaden los abusos sexuales del clero y los escándalos económicos de la Banca Vaticana, se comprenderá el descrédito a que había llegado la Iglesia y el éxodo creciente de fieles que abandonaron la Iglesia. No es extraño que Benedicto XVI con gran humildad, realismo y valentía renunciase y afirmase: “Ya no tengo más fuerzas”.

Los gestos simbólicos del Papa  Francisco

El nuevo Papa Francisco, antes de pronunciar discursos y de escribir encíclicas ha ido realizado una serie de gestos simbólicos de gran carga significativa que han sido fácilmente captados por todo el mundo y han sido  ampliamente difundidos por  los MCS.

Estos gestos han ido cambiando el ambiente eclesial dominante, han acercado la Iglesia al mundo de hoy y han suscitado la esperanza de una nueva primavera eclesial: se proclama simplemente  Obispo de Roma, asume el nombre de Francisco el poverello de Asís que quería reparar la Iglesia, pide oraciones por él al pueblo, besa a un niño discapacitado y abraza a un hombre con la cara totalmente deformada, el jueves santo lava los pies a una joven musulmana de una prisión, come en Asís con niños con síndrome de Down, va a la isla de Lampedusa en su primer viaje fuera de Roma, y lanza una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos, convoca una jornada mundial de oración  de ayuno para la paz en Siria interpelado fuertemente por los rostros de los niños muertos por armas químicas, usa sus zapatos viejos en vez de los zapatos rojos de su antecesor, no vive en los Palacios Apostólicos Vaticanos sino en la residencia de Santa Marta, viaja por Roma en un sencillo y pequeño coche utilitario para no escandalizar a la gente de los barrios periféricos populares, contesta a las preguntas de un periodista no creyente, invita a Santa Marta a rabinos de Argentina, regala unos zapatitos al nieto de Cristina Fernández de Kirschner, recibe a Gustavo Gutiérrez el padre de la teología de la liberación, lleva un ramo de flores a la tumba del P. Pedro Arrupe, invita para su cumpleaños a cuatro mendigos, visita favelas en Río y hogares de migrantes africanos en Roma……Estas “florecillas del Papa Francisco”, como las “florecillas de Juan XXIII”, han sido fácilmente entendidas por el pueblo.

Los expertos en semiótica resaltan el valor significativo de los gestos simbólicos, que van más allá de las palabras pues los símbolos siempre dan qué pensar. Esto es cierto, pero al margen de esta explicación semiótica, hay otra razón más profunda que explica este cambio de receptividad eclesial y mundial: estos gestos simbólicos de Francisco tienen un profundo sabor evangélico, huelen a evangelio, a Jesús de Nazaret. Por esto, no solo sus gestos sino sus mismas palabras son acogidas ahora de una forma nueva.

Lo que Francisco dice y hace no es otra cosa que traducir el evangelio al mundo de hoy: está más preocupado del hambre del mundo que de los problemas intraeclesiales, afirma que más que centrarse obsesivamente en problemas morales  hay que anunciar la gran alegría de la salvación que viene de Jesús, sueña que la Iglesia sea una Iglesia pobre y de los pobres.
Poco a poco ha ido añadiendo a los gestos simbólicos mensajes de gran contenido pastoral desde sus homilías cotidianas en la capilla de Santa Marta  hasta la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, Sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual. Si Juan Pablo II y Benedicto XVI eran profesores de universidad, Francisco es ante todo pastor, como Juan XXIII.

Ha cambiado totalmente el clima pastoral, hay un aire nuevo venido esta vez del Sur, “del fin del mundo”, del mundo de los pobres. Los gestos y palabras de Francisco no son fruto de una improvisación sino consecuencia de su trabajo pastoral en Buenos Aires, de su contacto con el pueblo, con las villas miserias, con los curas “villeros”. Ha cambiado también el clima eclesial, hay alegría y entusiasmo entre los fieles, hay expectativa y sorpresa en los ambientes sociales y políticos que le han nombrado el hombre del año, 2013 ha sido el año del Papa Francisco.

La Iglesia del Papa Francisco 

Después de un año  ¿cuál es el balance del pontificado de Francisco, cuál es la imagen de Iglesia de Francisco que se va dibujando? ¿Cuáles son los rasgos de la Iglesia según Francisco? Presentemos un pequeño decálogo.

1.      De una Iglesia poderosa, distante, fría, acartonada, miedosa, reaccionaria, de la cual la gente se aleja y se  va… a una Iglesia pobre, sencilla, cercana, acogedora, sincera, realista, que promueve la cultura del encuentro y de la ternura. El nuevo obispo de Roma, Francisco se reconoce pecador y pide oraciones; recuerda que la Iglesia necesita una conversión y una continua reforma evangélica, una reforma a lo Francisco de Asís.

2. De una Iglesia moralista obsesionada por el aborto, el control de natalidad, el  matrimonio homosexual… a una Iglesia que va a lo esencial, que se centra en Jesucristo contemplado y adorado, recupera el evangelio, anuncia la gran buena noticia de la salvación en Cristo, pues Jesús es lo único que atrae; quiere difundir el olor del evangelio de Jesús, pide a los jóvenes que no se avergüencen de ser cristianos, que pongan a Jesucristo en el centro de su vida, la fe en Jesucristo es cosa seria, no una fe descafeinada. No puede ser un cristianismo de meras devociones sin Jesús. El Papa, como Pedro, no tiene oro ni plata pero trae lo más valioso: Jesucristo, él es la única riqueza. Pero un Jesucristo muerto y resucitado, no hay que quedarse en el sepulcro, no ser cristianos de cuaresma sin Pascua… La alegría del evangelio llena el corazón de todos los que se encuentran con Jesús.

3. De una Iglesia centrada en el pecado y que ha hecho una tortura del sacramento de la confesión y ha convertido la petición de sacramentos en una aduana inquisitorial…a una Iglesia de la misericordia de Dios, de la ternura, de la compasión, con entrañas maternales, que refleje la misericordia del Padre, una Iglesia ante todo hospital de campaña que cure heridas de emergencia, que cuide la creación, en la que los sacramentos son para todos, no solo para los perfectos. La convocatoria de un Sínodo sobre la familia y la encuesta que ha enviado sobre temas pastorales acuciantes como la situación de los divorciados vueltos a casar, la unión de homosexuales, las relaciones prematrimoniales, el matrimonio a prueba, el control de natalidad y el magisterio sobre moral sexual…indica que hay un deseo de ampliar el campo de la misericordia y extenderlo a todas las situaciones conflictivas. 

4. De una Iglesia centrada en ella misma, autorreferencial, preocupada por el proselitismo…a una Iglesia de los pobres preocupada ante todo del dolor y del sufrimiento humano, de la guerra, del hambre, del paro juvenil, de los ancianos,  donde los últimos sean los primeros, donde no se pueda servir a Dios y al dinero; una Iglesia profética, libre ante los poderes de este mundo; en Evangelii gaudium afirma que el actual sistema económico  basado en la idolatría del dinero es injusto, pues  enriquece a unos pocos y convierte a una gran mayoría en masas sobrantes, es un sistema excluyente que mata; por esto lanza un “no” a una economía de exclusión, un “no” a la nueva idolatría del dinero, un “no” al dinero que gobierna en lugar de servir, un “no” a la inequidad que genera violencia. En Lampedusa critica la actitud de los países ricos ante los emigrantes africanos y asiáticos, muchos de los cuales mueren en el intento de llegar a las costas europeas: es una vergüenza, vivimos en la burbuja del consumo y con el corazón anestesiado ante el sufrimiento ajeno; en Brasil les dice a los jóvenes que hagan lío y sean revolucionarios en busca de un mundo mejor y más justo; afirma que las confesiones religiosas del mundo deben aunarse para resolver el problema del hambre y de la falta de educación...

5. De una Iglesia encerrada en sí misma, reliquia del pasado, con tendencia a mirarse el ombligo, con sabor a invernadero, que espera que vengan los otros… a una Iglesia que sale a la calle, “callejea la fe”, va los márgenes sociales y existenciales, a las fronteras, a los que están lejos, aun con riesgo de tener accidentes; no teme una Iglesia minoritaria y pequeña, con tal que sea semilla y levadura, que abra caminos nuevos, que vaya sin miedo a servir, una Iglesia a la intemperie, que sale a las cunetas del mundo, una Iglesia en estado de misión.

6. De una Iglesia que discrimina a los que piensan diferente, a los diversos, a los otros… a una Iglesia que  respeta a los que siguen su propia conciencia, a las otras religiones, a los ateos, a los homosexuales, dialoga con no creyentes, con judíos, nuestros hermanos mayores, una  Iglesia de puertas abiertas, atenta a los nuevos signos de los tiempos.

7. De una Iglesia con tendencia restauracionista y de vuelta atrás que añora el pasado…a una Iglesia que considera que el Vaticano II es irreversible, que hay que implementar sus intuiciones sobre la colegialidad,  evitar el centralismo y el autoritarismo en el gobierno, caminar en medio de las diferencias. El mismo título de Obispo de Roma es un refrendo a la colegialidad episcopal, a la colegialidad con sus hermanos obispos. El Papa reconoce que no tiene la respuesta a todas las cuestiones, que hay que reformar el Papado, que hay que dar responsabilidad a los laicos, dar mayor protagonismo a la mujer, desclericalizar la Iglesia, pues el clericalismo no es cristiano.

8. De una Iglesia con pastores encerrados en sus parroquias, clérigos de despacho, que buscan hacer carrera, que están en el laboratorio y a veces acaban siendo coleccionistas de antigüedades, con obispos siempre en aeropuertos … a pastores que huelan a oveja, que caminen delante, detrás y en medio del pueblo; el carrerismo es la lepra del Papado, la curia es vaticano-céntrica y fácilmente traslada su visión al mundo.

9. De una Iglesia envejecida, triste, con gente con cara de cadáver o con sonrisas de azafata… a una Iglesia joven y alegre, levadura y fermento en la sociedad, con la alegría y la libertad del Espíritu, con luz y transparencia, sin nada que ocultar,  con flores en la ventana y olor de hogar, donde los jóvenes sean protagonistas, pues son como las niñas de los ojos de la Iglesia.

10. De una Iglesia ONG piadosa, clerical, machista, monolítica,  narcisista,…a una Iglesia Casa y Pueblo de Dios, mesa más que estrado, que respete la diversidad, donde jueguen un papel relevante los laicos, las mujeres, las familias. Es la Iglesia de Aparecida, de discípulos y misioneros  para que nuestros pueblos en Cristo tengan vida, una casa eclesial donde reina la alegría.

En realidad, después de un año de su gestión pastoral como Obispo de Roma podemos afirmar que con Francisco se ha retomado el Vaticano II que había quedado de algún modo silenciado y aparcado. No inventa nada nuevo, reasume el impulso pentecostal del Vaticano II. La Iglesia del Papa Francisco en el fondo es la Iglesia del Vaticano II, la misma Iglesia que soñó Juan XXIII y que hasta ahora había sido fuertemente frenada y diluida. Vuelve a renacer una primavera eclesial.

No es casual que Bergoglio provenga de América Latina, una Iglesia que recibió el Vaticano II con gran creatividad y profundidad: la Iglesia de Medellín y Aparecida, la Iglesia con algunos obispos verdaderos Santos Padres de la Iglesia de los pobres -como Helder Cámara y Romero-, la Iglesia de las comunidades de base, de la Biblia devuelta al pueblo, la Iglesia de la profunda religiosidad popular de los pobres, la Iglesia de laicos comprometidos con la justicia y con la pastoral, la Iglesia de una vida religiosa inserta entre los pobres, la Iglesia de numerosos mártires asesinados por defender la fe y la justicia.

Cuestionamientos e interrogantes

Es mucho lo que ha realizado el Papa Francisco en su primer año de pontificado, pero es mucho lo que queda por hacer todavía. Le toca a Francisco llevar a término cuestiones que el concilio inició pero no llegó a concretar, como el modo de elección de los obispos, hacer que los sínodos sean no solo consultivos sino deliberativos, favorecer la autonomía y responsabilidad  de las Iglesias locales

Y afrontar lo que el Vaticano II no trató pero que son tareas y desafíos urgentes: reforma del papado y de la curia, abandono de la jefatura del Estado Vaticano, cambiar el modo de elección del Papa, revisión de la estructura de cardenales y nuncios, abandonar el episcopado honorífico y sin diócesis real de los dirigentes de los dicasterios de la curia, repensar el papel de la mujer en la Iglesia, promover la ordenación de hombres casados, revisar la moral  sexual y matrimonial, la pastoral con los divorciados vueltos a casar, el  problema de la homosexualidad, la relación con los teólogos, asumir el gran desafío ecológico…

Añadamos a lo anterior la necesidad de responder a la problemática religiosa y espiritual que surge del nuevo contexto socio-cultural, científico y técnico del mundo de hoy, del nuevo tiempo axial que está apareciendo con paradigmas que rompen los esquemas religiosos provenientes del neolítico- centrados en el sacerdote, el altar y el sacrificio-, reaccionar ante las nuevas formas de espiritualidad y de agnosticismo, etc. Hoy el problema ya no es, como en el Vaticano II, preguntar “Iglesia ¿qué dices de ti misma”, sino “Iglesia, ¿qué dices acerca del misterio de Dios?”  

¿Podrá un solo hombre llevar  a cabo estas reformas tan necesarias y urgentes? ¿No es excesiva carga para el primado de Pedro? ¿No debería ser una tarea colegial de todos los obispos, más aún de toda la Iglesia? ¿No es el mismo Francisco el que nos pide que todos seamos “audaces y creativos”?

Hay que afirmar que es una ilusión el pensar que las reformas y cambios eclesiales solo vienen de arriba. La historia nos enseña que las grandes transformaciones de la Iglesia (como también de la sociedad…) han surgido desde abajo, desde donde ordinariamente actúa el Espíritu: desde los laicos, desde los  pobres, desde las mujeres, desde la gente marginada. A todos nos toca renovar y  reformar la Iglesia desde el evangelio, convirtiéndonos a Jesús de Nazaret y a su Reino. Sin la cooperación e iniciativa de la base, la Iglesia no podrá cambiar nunca.

Mientras agradecemos al Señor por el gran don del Papa Francisco que devolvió la alegría a la Iglesia, estemos dispuestos a colaborar en la renovación de la Iglesia. El Papa Francisco ya nos ha abierto el camino.




[1] J.Ratzinger-Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, vol  II, Madrid 2011, pág 330

martes, 24 de junio de 2014

EL PRESIDENTE de URUGUAY DECLARA : ¡YO NO SOY POBRE !

EL PRESIDENTE de URUGUAY DECLARA: ¡YO NO SOY POBRE!
24 de Junio ​​de 2014
Traduccion del P. Juan Ángel


"¡Yo no soy pobre! Pobres son aquellos que creen que yo soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero eso basta para ser rico. Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me motivan. Si tuviese muchas cosas, tendría que ocuparme de resolverlas y no podría hacer lo que realmente me gusta. Esa es la verdadera libertad, la austeridad, el consumir poco.

Vivo en una pequeña casa, para poder dedicarle tiempo a lo que verdaderamente aprecio. Si no, tendría que tener una empleada, y ya tendría una interventora dentro de casa.

Si yo tuviese muchas cosas, tendría que dedicarme a cuidarlas, para que no me las sacaran. No; con tres habitaciones es suficiente. Sacamos la basura, yo y la vieja, y se acabó. Entonces, tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma. Verdaderamente, ¡no somos pobres!”

José Mujica — Presidente de Uruguay


¿QUIÉN ES JOSÉ MUJICA?

Conocido como “Pepe” Mujica, el actual Presidente de Uruguay recibe USD$ 12.500/mes (doce mil  quinientos dólares mensuales) por su trabajo al frente del país, pero dona el 90% de su salario; o sea, vive con 1.250 dólares, cerca de R$ 2.538,00 reales, o 25.824 pesos uruguayos. Lo restante del dinero lo distribuye entre pequeñas empresas y ONGs que trabajan en vivienda.
“- Ese dinero me basta y tiene que bastar, porque hay otros uruguayos que viven con menos”, dice el presidente Mujica.

A los 77 años, Mujica vive de forma sencilla, usando las misma ropa y disfrutando de la companía de los mismos amigos de antes de llegar al poder.
Además de su casa, su único patrimonio es un viejo Volkswagen, color celeste, valuado en poco más de mil dólares. Como transporte oficial, usa apenas un Chevrolet Corsa. Su esposa, la senadora Lucía Topolansky, también dona la mayor parte de sus ingresos.
A pocos kilómetros de Montevideo, saliendo ya del asfalto, se ve un campo de acelga. Más adelante, un coche de la policía y dos guardias: es la única señal de que alguien importante vive en la región. El vecino ilustre es José Alberto Mujica Cordano, conocido como Pepe Mujica, presidente de Uruguay.

Preguntado sobre quién es ese Pepe Mujica,  responde:
— "Un viejo luchador social, de la década del 50, con muchas derrotas a cuestas, que quería arreglar  el mundo, y que, al pasar los años, se hizo más humilde, y ahora intenta arreglar un poquito de alguna cosa”.
Cuando joven, Mujica se enroló en el MLN — Movimiento de Liberación Nacional - y ayudó a organizar a los Tupamaros, grupo guerrillero que luchó contra la dictadura. Fue preso por la dictadura militar y torturado.
- "Primero, yo era feliz si me daban un colchón. Después, viví mucho tiempo en una celda estrecha,  y aprendí a caminarla de punta a punta”, recuerda el presidente uruguayo.

De los 13 años de prisión, Mujica pasó algún tiempo en una antigua cárcel que después fue shopping. El área alberga también un hotel cinco estrellas. Ironía para un hombre contrario al consumo y al lujo. En el barrio Prado, el paisaje es de casonas antiguas, de la vieja aristocracia uruguaya. Es donde está la residencia Suárez y Reyes, destinada a los presidentes de la República. Ese debería ser el domicilio de Pepe Mujica; pero él nunca pasó siquiera una noche en ese lugar. El palacio de arquitectura francesa, de 1908, sólo se usa para reuniones de trabajo.

Mujica tiene horror al ceremonial y a los privilegios del cargo. Piensa que el presidente no tiene que tener más que los otros.
— "La casita de techo de zinc es suficiente”, dice.
-“¿Qué tipo de intimidad tendría en casa con tres o cuatro empleadas que andan por ahí todo el tiempo? Usted cree que eso es vida?”, cuestiona Mujica.

Le gustan los animales; tiene varios en la finca. Pepe Mujica cuenta que la perrita Manuela perdió una pata por acompañarlo al campo, y que está con él hace 18 años.
La vida sencilla no es mera figuración o tentativa de construir una imagen, siguiendo orientaciones de un marquetinero. No: forma parte de la propia formación de Mujica.
El día 24 de mayo de 2012, por orden de Mujica, una habitante de la calle y su hijo fueron instalados en la residencia presidencial, que él no ocupa porque viveen la finca. Ella sólo salió de allí cuando hubo vacante en una institución. En este comienzo del invierno, la casa y el Palacio Suárez y Reyes, donde sólo se hacen reuniones de gobierno, fueron puestas a disposición por Mujica para servir de abrigo a quien no tiene un techo.
En julio de 2011, decidió vender la residencia de veraneo del gobierno, en Punta del Este, por 2,7 millones de dólares. El Banco estatal República la compró y va a transformar la casa em oficinas y espacio cultural. En cuanto al dinero, será enteramente invertido – por orden de Mujica, claro – en la construción de viviendas populares, además de financiar una escuela agraria en la misma región del balneario.

Uruguay ocupa la 36ª posición en el ranking de EDUCACIÓN de la Unesco, mientras que Brasil ocupa la 88ª posición. En el ranking de DESARROLLO HUMANO, el Uruguay ocupa el 48º lugar, mientras que Brasil ocupa el 84º lugar. En cuanto a eso, en Brasil los políticos reclaman que reciben un salario bajo para el cargo que ejercen. ¡QUÉ VERGÜENZA!!!

Mujica es un hombre raro en estos tiempos de crisis de valores morales y de ética entre los políticos suramericanos.

Comparta esta historia, ¡compártala! Los brasileños deben querer saber que existe un político de verdad, que trabaja en favor del pueblo, y no de su propia cuenta bancaria.



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Dos vídeos, corto UNO y El Otro completo de do Discurso en la ONU en 2013:

http://youtu.be/kh9rSl4dv8A

http://youtu.be/ocIBIngXm3g


sábado, 21 de junio de 2014

Entrevista al papa Francisco: "La secesión de una nación hay que tomarla con pinzas" [Henrique Cymerman]

Entrevista al papa Francisco: "La secesión de una nación hay que tomarla con pinzas"

"Nuestro sistema económico mundial ya no se aguanta", dice el Obispo de Roma |"No soy ningún iluminado; no traje bajo el brazo ningún proyecto personal", asegura |"Descartamos toda una generación por mantener un sistema que no es bueno", opina respecto a los jóvenes parados


HENRIQUE CYMERMAN | VATICANO
Enviado especial
13/06/2014
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“Los cristianos perseguidos son una preocupación que me toca de cerca como pastor. Sé muchas cosas de persecuciones que no me parece prudente contarlas aquí para no ofender a nadie. Pero en algún sitio está prohibido tener una Biblia o enseñar catecismo o llevar una cruz... Lo que sí quiero dejar claro una cosa: estoy convencido de que la persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia. Hoy hay más cristianos mártires que en aquella época. Y no es por fantasía, es por números".
El papa Francisco nos recibió el pasado lunes en el Vaticano –un día después de la oración por la paz con los presidentes de Israel y Palestina– para esta entrevista en exclusiva con "La Vanguardia". El Papa estaba contento de haber hecho todo lo posible por el entendimiento entre israelíes y palestinos.

La violencia en nombre de Dios domina Oriente Medio.
Es una contradicción. La violencia en nombre de Dios no se corresponde con nuestro tiempo. Es algo antiguo. Con perspectiva histórica hay que decir que los cristianos, a veces, la hemos practicado. Cuando pienso en la guerra de los Treinta Años, era violencia en nombre de Dios. Hoy es inimaginable, ¿verdad? Llegamos, a veces, por la religión a contradicciones muy serias, muy graves. El fundamentalismo, por ejemplo. Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación a todo el resto.

¿Y qué opina del fundamentalismo?
Un grupo fundamentalista, aunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, es violento. La estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios.

Algunos dicen de usted que es un revolucionario.
Deberíamos llamar a la gran Mina Mazzini, la cantante italiana, y decirle “prendi questa mano, zinga" y que me lea el pasado, a ver qué (risas). Para mí, la gran revolución es ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que esas raíces tienen que decir el día de hoy. No hay contradicción entre revolucionario e ir a las raíces. Más aún, creo que la manera para hacer verdaderos cambios es la identidad. Nunca se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo.

Usted ha roto muchos protocolos de seguridad para acercarse a la gente.
Sé que me puede pasar algo, pero está en manos de Dios. Recuerdo que en Brasil me habían preparado un papamóvil cerrado, con vidrio, pero yo no puedo saludar a un pueblo y decirle que lo quiero dentro de una lata de sardinas, aunque sea de cristal. Para mí eso es un muro. Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder.

¿Por qué es importante que la Iglesia sea pobre y humilde?
La pobreza y la humildad están en el centro del Evangelio y lo digo en un sentido teológico, no sociológico. No se puede entender el Evangelio sin la pobreza, pero hay que distinguirla del pauperismo. Yo creo que Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores.

¿Qué puede hacer la Iglesia para reducir la creciente desigualdad entre ricos y pobres?
Está probado que con la comida que sobra podríamos alimentar a la gente que tiene hambre. Cuando usted ve fotografías de chicos desnutridos en diversas partes del mundo se agarra la cabeza, no se entiende. Creo que estamos en un sistema mundial económico que no es bueno. En el centro de todo sistema económico debe estar el hombre, el hombre y la mujer, y todo lo demás debe estar al servicio de este hombre. Pero nosotros hemos puesto al dinero en el centro, al dios dinero. Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero. La economía se mueve por el afán de tener más y, paradójicamente, se alimenta una cultura del descarte. Se descarta a los jóvenes cuando se limita la natalidad. También se descarta a los ancianos porque ya no sirven, no producen, es clase pasiva… Al descartar a los chicos y a los ancianos, se descarta el futuro de un pueblo porque los chicos van a tirar con fuerza hacia adelante y porque los ancianos nos dan la sabiduría, tienen la memoria de ese pueblo y deben pasarla a los jóvenes. Y ahora también está de moda descartar a los jóvenes con la desocupación. A mí me preocupa mucho el índice de paro de los jóvenes, que en algunos países supera el 50%. Alguien me dijo que 75 millones de jóvenes europeos menores de 25 años están en paro. Es una barbaridad. Pero descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios. Pero como no se puede hacer la Tercera Guerra Mundial, entonces se hacen guerras zonales. ¿ Y esto qué significa? Que se fabrican y se venden armas, y con esto los balances de las economías idolátricas, las grandes economías mundiales que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero, obviamente se sanean. Este pensamiento único nos quita la riqueza de la diversidad de pensamiento y por lo tanto la riqueza de un diálogo entre personas. La globalización bien entendida es una riqueza. Una globalización mal entendida es aquella que anula las diferencias. Es como una esfera, con todos los puntos equidistantes del centro. Una globalización que enriquezca es como un poliedro, todos unidos pero cada cual conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da.

¿Le preocupa el conflicto entre Catalunya y España?
Toda división me preocupa. Hay independencia por emancipación y hay independencia por secesión. Las independencias por emancipación, por ejemplo, son las americanas, que se emanciparon de los estados europeos. Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento, a veces es muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Catalunya Habrán casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso.

La oración por la paz del domingo no fue fácil de organizar ni tenía precedentes en Oriente Medio ni en el mundo. ¿Cómo se sintió usted?
Sabe que no fue fácil porque usted estaba en el ajo y se le debe gran parte del logro. Yo sentía que era algo que se nos escapa a todos. Acá, en el Vaticano, un 99% decía que no se iba a hacer y después el 1% fue creciendo. Yo sentía que nos veíamos empujados a una cosa que no se nos había ocurrido y que, poco a poco, fue tomando cuerpo. No era para nada un acto político –eso lo sentí de entrada– sino que era un acto religioso: abrir una ventana al mundo.

¿Por qué eligió meterse en el ojo del huracán que es Oriente Medio?
El verdadero ojo del huracán, por el entusiasmo que había, fue la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro el año pasado. A Tierra Santa decidí ir porque el presidente Peres me invitó. Yo sabía que su mandato terminaba esta primavera, así que me vi obligado, de alguna manera, a ir antes. Su invitación precipitó el viaje. Yo no tenía pensando hacerlo.

¿Por qué es importante para todo cristiano visitar Jerusalén y Tierra Santa?
Por la revelación. Para nosotros, todo empezó ahí. Es como “el cielo en la tierra”, un adelanto de lo que nos espera en el más allá, en la Jerusalén celestial.

Usted y su amigo el rabino Skorka se abrazaron frente al muro de las Lamentaciones. ¿Qué importancia ha tenido este gesto para la reconciliación entre cristianos y judíos?
Bueno, en el Muro también estaba mi buen amigo el profesor Omar Abu, presidente del Instituto del Diálogo Interreligioso de Buenos Aires. Quise invitarlo. Es un hombre muy religioso, padre de dos hijos. También es amigo del rabino Skorka y los quiero a los dos un montón, y quise que esta amistad entre los tres se viera como un testimonio.

Me dijo hace un año que “dentro de cada cristiano hay un judío”.
Quizá lo más correcto sería decir que “usted no puede vivir su cristianismo, usted no puede ser un verdadero cristiano, si no reconoce su raíz judía”. No hablo de judío en el sentido semítico de raza sino en sentido religioso. Creo que el diálogo interreligioso tiene que ahondar en esto, en la raíz judía del cristianismo y en el florecimiento cristiano del judaísmo. Entiendo que es un desafío, una papa caliente, pero se puede hacer como hermanos. Yo rezo todos los días el oficio divino con los salmos de David. Los 150 salmos los pasamos en una semana. Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana.

¿Cómo ve el antisemitismo?
No sabría explicar por qué se da, pero creo que está muy unido, en general, y sin que sea una regla fija, a las derechas. El antisemitismo suele anidar mejor en las corrientes políticas de derecha que de izquierda, ¿no? Y aún continúa. Incluso tenemos quien niega el holocausto, una locura.

Uno de sus proyectos es abrir los archivos del Vaticano sobre el holocausto.
Traerán mucha luz.

¿Le preocupa alguna cosa que pueda descubrirse?
En este tema lo que me preocupa es la figura de Pío XII, el papa que lideró la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. Al pobre Pío XII le han tirado encima de todo. Pero hay que recordar que antes se lo veía como el gran defensor de los judíos. Escondió a muchos en los conventos de Roma y de otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la habitación del Papa, en su propia cama, nacieron 42 nenes, hijos de los judíos y otros perseguidos allí refugiados. No quiero decir que Pío XII no haya cometido errores –yo mismo cometo muchos–, pero su papel hay que leerlo según el contexto de la época. ¿Era mejor, por ejemplo, que no hablara para que no mataran más judíos, o que lo hiciera? También quiero decir que a veces me da un poco de urticaria existencial cuando veo que todos se la toman contra la Iglesia y Pío XII, y se olvidan de las grandes potencias. ¿Sabe usted que conocían perfectamente la red ferroviaria de los nazis para llevar a los judíos a los campos de concentración? Tenían las fotos. Pero no bombardearon esas vías de tren. ¿Por qué? Sería bueno que habláramos de todo un poquito.

¿Usted se siente aún como un párroco o asume su papel de cabeza de la Iglesia?
La dimensión de párroco es la que más muestra mi vocación. Servir a la gente me sale de dentro. Apago la luz para no gastar mucha plata, por ejemplo. Son cosas que tiene un párroco. Pero también me siento Papa. Me ayuda a hacer las cosas con seriedad. Mis colaboradores son muy serios y profesionales. Tengo ayuda para cumplir con mi deber. No hay que jugar al papa párroco. Sería inmaduro. Cuando viene un jefe de Estado, tengo que recibirlo con la dignidad y el protocolo que se merece. Es verdad que con el protocolo tengo mis problemas, pero hay que respetarlo.

Usted está cambiando muchas cosas. ¿Hacia qué futuro llevan estos cambios?
No soy ningún iluminado. No tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en El Vaticano. Lo sabe todo el mundo. Me vine con una valija chiquita para volver enseguida a Buenos Aires. Lo que estoy haciendo es cumplir lo que los cardenales reflexionamos en las Congregaciones Generales, es decir, en las reuniones que, durante el cónclave, manteníamos todos los días para discutir los problemas de la Iglesia. De ahí salen reflexiones y recomendaciones. Una muy concreta fue que el próximo Papa debía contar con un consejo exterior, es decir, con un equipo de asesores que no viviera en el Vaticano.

Y usted creó el llamado consejo de los Ocho.
Son ocho cardenales de todos los continentes y un coordinador. Se reúnen cada dos o tres meses acá. Ahora, el primero de julio tenemos cuatro días de reunión, y vamos haciendo los cambios que los mismos cardenales nos piden. No es obligatorio que lo hagamos pero sería imprudente no escuchar a los que saben.

También ha hecho un gran esfuerzo para acercarse a la Iglesia ortodoxa.
La ida a Jerusalén de mi hermano Bartolomé I era para conmemorar el encuentro de 50 años atrás entre Pablo VI y Atenágoras I. Fue un encuentro después de más de mil años de separación. Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica hace los esfuerzos de acercarse y la Iglesia ortodoxa lo mismo. Con algunas iglesias ortodoxas hay más cercanía que otras. Quise que Bartolomé I tuviera conmigo en Jerusalén y allí surgió el plan de que viniera también a la oración del Vaticano. Para él fue un paso arriesgado porque se lo pueden echar en cara, pero había que estrechar este gesto de humildad, y para nosotros es necesario porque no se concibe que los cristianos estemos divididos, es un pecado histórico que tenemos que reparar.

Ante el avance del ateísmo, ¿qué opina de la gente que cree que la ciencia y la religión son excluyentes?
Hubo un avance del ateísmo en la época más existencial, quizás sartriana. Pero después vino un avance hacia búsquedas espirituales, de encuentro con Dios, en mil maneras, no necesariamente las religiosas tradicionales. El enfrentamiento entre ciencia y fe tuvo su auge en la Ilustración, pero que hoy no está tan de moda, gracias a Dios, porque nos hemos dado cuenta todos de la cercanía que hay entre una cosa y la otra. El papa Benedicto XVI tiene un buen magisterio sobre la relación entre ciencia y fe. En líneas generales, lo más actual es que los científicos sean muy respetuosos con la fe y el científico agnóstico o ateo diga “no me atrevo a entrar en ese campo”.

Usted ha conocido a muchos jefes de Estado.
Han venido muchos y es interesante la variedad. Cada cual tiene su personalidad. Me ha llamado la atención un hecho transversal entre los políticos jóvenes, ya sean de centro, izquierda o derecha. Quizás hablen de los mismos problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad. ¿Por qué? Porque lleva al bien común, y una persona que, pudiendo hacerlo, no se involucra en política por el bien común, es egoísmo; o que use la política para el bien propio, es corrupción. Hace unos quince años los obispos franceses escribieron una carta pastoral que es una reflexión con el título "Réhabiliter la politique". Es un texto precioso hace darte cuenta de todas estas cosas.

¿Qué opina de la renuncia de Benedicto XVI?
El papa Benedicto ha hecho un gesto muy grande. Ha abierto una puerta, ha creado una institución, la de los eventuales papas eméritos. Hace 70 años, no había obispos eméritos. ¿Hoy cuántos hay? Bueno, como vivimos más tiempo, llegamos a una edad donde no podemos seguir adelante con las cosas. Yo haré lo mismo que él, pedirle al Señor que me ilumine cuando llegue el momento y que me diga lo que tengo que hacer, y me lo va a decir seguro.

Tiene una habitación reservada en una casa de retiro en Buenos Aires.
Sí, en una casa de retiro de sacerdotes ancianos. Yo dejaba el arzobispado a finales del año pasado y ya había presentado la renuncia al papa Benedicto cuando cumplí 75 años. Elegí una pieza y dije “quiero venir a vivir acá”. Trabajaré como cura, ayudando a las parroquias. Ése iba a ser mi futuro antes de ser Papa.

No le voy a preguntar a quién apoya en el Mundial...
Los brasileros me pidieron neutralidad (ríe) y cumplo con mi palabra porque siempre Brasil y Argentina son antagónicos.

¿Cómo le gustaría que le recordara la historia?
No lo he pensado, pero me gusta cuando uno recuerda a alguien y dice: “Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo”. Con eso me conformo.

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sábado, 7 de junio de 2014

Enseñanza del Concilio: Tema 1. Somos pueblo de Dios

Serie: Enseñanza del Concilio
Cosme Carlos Ríos
5 de junio de 2014, 12:00

Tema 1. Somos pueblo de Dios



Oración bíblica: Se puede elegir una cita bíblica de las que vienen abajo.
CantosBuenas Nuevas / Dios Familia


Pensando en que se conozcan las enseñanzas del Vaticano II, un grupo de personas nos propusimos elaborar unos temas que den a conocer dicha enseñanza, nos ayuden a confrontar nuestra vida con el Concilio y nos muevan a buscar soluciones para aplicar dicha enseñanza.

El tema central del Concilio fue la Iglesia y la intención del Papa Juan XXIII fue que la Iglesia diera respuesta a los nuevos problemas que estaban surgiendo en el mundo.

Sin embargo las instituciones humanas incluída la Iglesia están demasiado estructuradas y resisten fuertemente al cambio.

Si hacemos una comparación: La iglesia que estamos construyendo dista mucho de tener los rasgos fundamentales que señala el Concilio.

Como creyentes consideramos que la enseñanza  de los Concilios es inspirada por el Espíritu Santo, por ello invitamos a leer esta enseñanza conciliar abiertos a la luz del Espíritu como nos dice el Apocalipsis 3, 13  ¡Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!


Textos conciliares

En la constitución sobre la Iglesia, en el # 9 el Concilio nos dice Es voluntad de Dios salvar a los hombres no aisladamente, sino formando un pueblo.

En el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia en el # 37: El pueblo de Dios participa de la función profética de Cristo. Por su «sensus fídei» no puede equivocarse cuando todo él cree en materia de fe y costumbres. El Espíritu suscita y mantiene este sentido de la fe. El mismo Espíritu distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, según él quiere. «A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad».

En el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia en el # 37 nos dice: El pueblo de Dios vive en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que en cierto modo se hace visible.

En la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual en el #  32 afirma: Desde el comienzo de la historia de la salvación Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una determinada comunidad.

Y en el # 30 declara: Urge superar una ética meramente individualista.


Palabra de Dios

El libro del Éxodo nos dice: Vosotros seréis mi pueblo.

En la carta a los Romanos 12,4-8: nos dice que como en el cuerpo, unos miembros al servicio de otros.

En la 1 Pe 4,10: El don que cada uno ha recibido póngalo al servicio de los otros.

En el Evangelio Mt 20,25-28 afirma: El primero, que sea el servidor de todos.

1 Pe 2,4-5.9-10: Ustedes son linaje elegido, sacerdocio real, pueblo adquirido por Dios.


Comentario:

El Concilio hace en este tema afirmaciones transcendentales, siendo una de ellas la de que Dios no quiere salvar a los hombres sin conexión de unos con otros, sino constituyendo un pueblo.

Se supera la clásica visión individualista de la salvación. No nos salvamos solos, sino comunitariamente, formando pueblo.

La salvación es comunitaria y se debe vivir comunitariamente.

Queda ahí un largo camino por andar: una secular tradición individualista no se transforma en sentido comunitario en poco tiempo.

Todavía hoy, vivir la fe desde una verdadera comunidad cristiana es algo generalmente minoritario en la Iglesia.

Sólo dentro de la perspectiva del pueblo de Dios adquieren su verdadero sentido las funciones y ministerios con los que el Espíritu le ha dotado.

Teniendo en cuenta lo verdaderamente esencial, que es lo común, lo accidental recobra su verdadero sentido.

Todos los ministerios y todos los carismas que el Espíritu suscita tienen sentido dentro de la comunidad y al servicio del pueblo de Dios. Todo otro planteamiento es reminiscencia de una eclesiología periclitada, preconciliar.


Para relacionar la enseñanza con la vida

¿Cuáles consideramos que son las ideas principales que nos dan los documentos del Concilio y de la Sagrada Escritura?

¿Qué implicaría el poner en prácticas estas enseñanzas?

En nuestras comunidades: ¿Qué nos falta todavía por desarrollar de esa verdad fundamental de que la iglesia es el pueblo de Dios?

¿Qué tendríamos que hacer para que se conozca y se viva esta enseñanza del que somos pueblo de Dios?

Propuestas:

 Dar participación a todos en la comunidad cristiana. Especialmente a los que en nuestra vida ordinaria están más marginados (la mujer, los jóvenes, los niños...).

Orar por todos los que tienen algún ministerio en la comunidad cristiana, para que siempre lo ejerzan como servicio y nunca como dominio.

N. B: Enviar sus comentarios y propuestas propuestas a cebs.mty@gmail.com


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