DIOS VIVE EN LA CIUDAD
Construyendo una red de comunidades
Boletín-12, Febrero de 2011
La Iglesia en las Casas
VER
Generalmente vivimos nuestra fe en el templo y en los salones parroquiales. Si queremos dar un curso de Biblia lo anotamos en los avisos dominicales e invitamos a que asistan al salón parroquial; si queremos ofrecer un taller de vida matrimonial les invitamos al salón parroquial; si ya vamos a empezar el curso de catecismo infantil les convocamos a los salones en donde a veces tenemos que hacer milagros para acomodar a mil niños. Y si no caben en el auditorio parroquial o salón polivalente conseguimos los salones del kínder o el gimnasio municipal. Por eso hacemos grandes esfuerzos por construir templos y salones amplios y bonitos. Vivir nuestra fe en el templo y salones es correcto, pero si sólo lo hacemos en estos espacios corremos el riesgo de instalarnos “en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres” (AP 362).
PENSAR
El documento de Aparecida nos invitaba a renovar nuestras Parroquias implementando el modelo eclesial comunitario y “encontramos el modelo de esta renovación comunitaria en las primitivas comunidades cristianas (Hech 2, 42-47). No olvidemos que “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20) (AP 369)
La “CASA” (el hogar, la familia) tenía una dimensión religiosa y era la unidad básica de la sociedad grecorromana. Junto con la ciudad (la polis) fueron las dos instituciones básicas de la cultura del Imperio Romano. Los cristianos se organizaron según la institución de la casa y se constituyeron en “Iglesias en las casas”. Su lugar de reunión fueron las casas.
Ya en los Hechos de los Apóstoles encontramos alusiones a las reuniones ordinarias y frecuentes de los cristianos en algunas casas (Hech 1,12-14; 2,46; 12,12). En las cartas de San Pablo, en sus cartas auténticas, encontramos varios textos que hablan de estas “Iglesias en las casas” (Rom 16, 3-5. 23; Flm 2); también en las cartas pseudónimas, es decir, escritas por discípulos de Pablo pero atribuidas al Apóstol (Col 4,15; 1Cor 16,19).
Al llamar Pablo y sus colaboradores a las comunidades domésticas “Iglesia en la casa”, las consideraban la base de la Iglesia. La comunidad de las ciudades compuesta por la reunión de varias comunidades en las casas, se podría llamar una “comunidad de comunidades”. En las grandes ciudades como Jerusalén, Antioquía, Corinto, Éfeso, Roma, había con toda seguridad varias Iglesias domésticas, que se reunían en alguna ocasión en Asambleas más amplias. Eran Asambleas de comunidades.
En el aceptar la Iglesia encarnarse en la “casa”, familia, había dos intuiciones: 1) Hacer del cristianismo una realidad visible, aceptable en la cultura grecorromana. La Iglesia en la casa expresa la opción por articularse en una estructura social existente y fundamental en el imperio romano, para poder subsistir por largo tiempo. 2) Hacer de la Iglesia concreta, con relaciones personales, la estructura de base de la Iglesia, lugar donde se viviera la fe: 1) El Anuncio de la Palabra. 2) La Liturgia. 3) La Koinonía (común- unión). 4) Los Ministerios. 5) La misión.
ACTUAR
El nuevo contexto para convertir nuestras Parroquias en “comunidad de comunidades” es el barrio, la colonia o el rancho. Y los elementos que constituyen este nuevo contexto son: 1) La cultura. 2) La religiosidad. 3) La historia. 4) El elemento cívico-político. 5) El social. 6) El geográfico.
¿Qué tenemos que hacer, y cómo, para construir la Parroquia en una red de comunidades y grupos, articulados y en comunión (AP 172) de manera que sea la Iglesia de Jesús en su dimensión pequeña?
Pbros. José Sánchez S. y Agustín de Rem
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