miércoles, 5 de enero de 2011

Las CEBs en el caminar de América Latina y el Caribe(I-II). José Marins

Las CEBs en el caminar de América Latina y el Caribe(I-II). José Marins
Tengo que aclarar, desde el comienzo, que mi tarea no va a ser de orden estadístico, aportando números y porcentajes sobre las CEBs en nuestra realidad. Ojalá instituciones especializadas algún día, alcancen a hacerlo, a nivel continental y caribeño.
Domingo 4 de mayo de 2008.

El denominador común de este escrito es el de presentar las CEBs, como han sido presentadas en la intuición original de la Asamblea de Medellín.
Ha sido cuando, a nivel de la Conferencia General del Episcopado, se asumió la práctica eclesial que ya estaba en camino en Brasil y otras áreas: creación de un nuevo modelo y proceso eclesial desde las bases sociales y eclesiales. Ellas no aparecieron para defender a los católicos del proselitismo persistente de grupos religiosos o para, a corto plazo sustituir la endémica falta de clero y a largo plazo despertar vocaciones sacerdotales.

En la década posterior a Medellín, hubo considerable curiosidad sobre el tema: publicaciones, apoyos de Conferencias Episcopales, semanas teológico-pastorales, conferencias en los seminarios. Esta ola ya pasó. En este momento no hay, en América Latina y en el Caribe, una cruzada en contra de las CEBs. Tampoco hay un interés efectivo por ellas. Algunos hasta creen que están en extinción (o desearían que estuviera).
Es muy raro encontrar un seminario que todavía incluye las CEBs en sus programas de teología o pastoral. Cuando lo hacen, las colocan entre los diferentes movimientos populares, o como una posibilidad para la acción de los laicos. Hay un refinado escrúpulo para usar el nombre de CEB, a pesar de que él fue consagrado, tanto en los documentos episcopales como en los pontificios. En este particular, la famosa devoción al Magisterio, tan proclamada por los más conservadores, sufre de infidelidad o amnesia selectiva y aguda.

Lo que mi equipo y yo, a lo largo de 35 años de nuestro ministerio itinerante, pudimos recoger y estudiar sobre las CEBs, lo vamos a considerar aquí, en cinco capítulos: I. Referencias teológicas-pastorales; II Gracia y desafío; III. Lo que está a medio-andar; IV Propuestas; V. Estrategias.

1º.- REFERENCIAS TEOLÓGICAS-PASTORALES

1.1.- Nivel y sacramento
.- Lo que con frecuencia parroquia y diócesis esperan de las CEBs, ya no coincide con la intuición generadora y profética de Medellín: Que ellas vengan a ser un nivel eclesial, en la línea de la sacramentalidad eclesial (LG 26) y no en el área de los carismas eclesiales. No son algo optativo entre otras muchas ofertas religiosas contemporáneas de cuño pastoral, devocional, técnico, como asociaciones, movimientos, programas, sistemas, organizaciones.
Las CEBs son una “eclesiogénesis”, en la perspectiva de la Iglesia local. Son un nivel, una concentración eclesial, como la parroquia. De ahí que el documento de Puebla presentara en un capítulo unitario estas tres realidades: diócesis-parroquia-CEB. Por eso mismo, las CEBs representan lo más antiguo y lo más nuevo en la Iglesia. Lo más antiguo, porque están vital y radicalmente ligadas a las primeras comunidades cristianas del Nuevo Testamento (que son normativas para la Iglesia).
Su contenido esencial (comunidad de Cristo y de su Espíritu, primicia y sacramento del Reino, fundamentada en la Palabra Revelada, eucarística, pascual-servidora y enviada a los confines de la tierra) es parte de la Revelación, no su modelo operativo y organizativo. Representa también lo más nuevo de la Iglesia, una vez que coloca en práctica lo indicado por el Magisterio (Vaticano II, documentos pontificios, conclusiones de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (Medellín-Puebla-Santo Domingo).

1.2.- ¿Un nombre incómodo? Al principio las CEBs despertaron mucha curiosidad y hasta interés. Casi todas las conferencias episcopales las mencionaron, citando a Medellín-Puebla y las posteriores encíclicas papales de Pablo VI ( Evangelii Nuntiandi ) y de Juan Pablo II ( Redemptoris Missio ) y los Sínodos Episcopales.
En un segundo momento, se comenzó a rechazar el nombre original de CEB y se buscaron sustituciones, quitando primero la palabra DE BASE (por miedo al comunismo, peronismo, sandinismo, en suma, algo subversivo o institucionalmente pecaminoso) , y colocando en su lugar la palabra PEQUEÑAS (lo que significa identificar las CEBs por su tamaño y no tanto por su contenido teológico-pastoral).
A continuación se substituyó el término ECCLESIAL – y se las llamó de cristianas, fraternas, evangélicas, (características que, en verdad, se pueden dar en toda asociación o grupo católico, desde los “scout”, hasta los encargados de la fiesta parroquial. Finalmente, el término COMUNIDAD se quedó ambiguo, porque es utilizado en un contexto amplio: social, económico, político, deportivo, académico, religioso. Una vez que se relativiza el nombre, dándole una elasticidad máxima, se diluye también el concepto.
Es importante rescatar (reafirmar) que la CEB no es tan solo, una realidad de comunión, sino que es la comunidad eclesial sacramental (Iglesia sacramento), en su expresión más reducida (numérica). Ella tiene la vocación de ser sal, luz, fermento del Reino, en una determinada área humana territorial (pudiendo a veces ser también área funcional).

1.3.- Aparato canónico. Las CEBs han sobrevivido con un máximo de vida y mínimo de estructuras. Por eso han desarrollado una cierta elasticidad pastoral para adaptarse a diferentes culturas, realidades y momentos coyunturales. Saben, por la misma experiencia, que ninguna práctica nueva permanece cuando no vive de una mística y al mismo tiempo no es apoyada por una institución.
Hoy nos preguntamos si, precisamente ese mínimo, no exigiría algo jurídico más explícito, para protegerlas del arbitrio (simpatía o antipatía) de las autoridades eclesiásticas de turno.
Cada vez que se toca este tema (asegurarse de un aparato jurídico), inmediatamente se pregunta si esto no llevaría a la “burocratización” del dinamismo evangélico y espontáneo de las CEBs. La pregunta ciertamente es válida. El riesgo existe, tanto para las CEBs, como también para los otros niveles eclesiales (diócesis y parroquia). La respuesta dependerá finalmente de que se entienda y se afirme la identidad eclesial de las CEBs, no como movimiento, sino como Iglesia sacramento. A nosotros nos parece que la etapa de “espontaneidad” del proceso de las CEBs ya está pidiendo un paso nuevo, con los mencionados desafíos que conlleva.

1.4.- Los pobres y todos los católicos. Por fidelidad evangélica, la CEB opta por la causa de los últimos. Como punto de partida en su proceso, el lugar social desde donde se trabajó con mayor frecuencia y las CEBS se desarrollaron rápidamente, fueron las áreas pobres urbanas y rurales. Ellas crecieron menos en los sectores de profesionales, ejecutivos y dirigentes. Los privilegiados del poder económico no acostumbran optar por una militancia eclesial. Cuando lo hacen, es más bien por los movimientos católicos que por las CEBs.
El compromiso social es, sin embargo, parte irrenunciable de la fe eclesial que se vive en las CEB. No es solamente vocación de algunos de sus miembros, como es el caso de la militancia partidista y el ejercicio de cargos políticos. Lo que se establece para la pertenencia a una CEB es lo que se exige para ser la Iglesia de Jesús, ni más, ni menos. Sobra decir que lo de Mateo 25,41 permanece.

1.5.- Laical. La Iglesia de base históricamente fue apostólica (coordinada por los 12 o algunos de ellos), y luego pasó a ser episcopal (coordinada directamente por los “episcopoi”), lo que no era negación de lo apostólico. Después presbiteral (coordinada por presbíteros), sin que eso significara separación del obispo y de la comunión diocesana; Hoy, la CEB, va a ser laical (animada por un Equipo de Laicos, ligados a la coordinación de un ministro ordenado, párroco o directamente por el obispo), la denominación laical no implica rompimiento afectivo o efectivo con la coordinación parroquial del presbítero y diocesana del obispo.

1.6.- Red. Las CEBs son, por naturaleza, “colegiadas” o red, como los dedos son parte de la mano. La red es articulación no solamente hacia arriba (con los que presiden), sino también con los compañeros, otras CEBs y otras estructuras de base. Para usar la red, hay que entrar en el mar. Hay que trabajar en equipo.
En el caso de las CEB hay que tener claro que la CEB debe articular a partir del nuevo modelo de ser Iglesia y no en función de la estructura ya existente (tampoco en contra o desligada de ella).
Una de las propuestas que está apareciendo, entre otras, es la de establecer sectores geográficos o funcionales, dentro de la parroquia, animados y coordinados por un equipo timón. Cada sector originalmente sería una CEB, pero, con el tiempo podría generar otras más. Alguien del equipo timón o de coordinación pasaría también a ser parte del consejo parroquial de pastoral . En algunas áreas del norte de México, optaron por primero identificar las CEBS ya existentes y con ellas decidir el espacio del barrio o “colonia” que podían asumir, para vivir juntos su experiencia de Iglesia. Además de las dos maneras de hacer red, arriba indicadas, hay otras y van surgiendo más. No hay fórmula fija. Es un proceso creativo. Además en pastoral no hay “fotocopias” de experiencias, sino artesanía.

1.7.- Pueblo y Reino de Dios. Las CEBs manifiestan fuertemente la perspectiva del Reino de Dios. Congregan los bautizados de su área, como parcela del Pueblo de Dios. Ellas son, salvalndo la comparación, como las raíces del árbol, que por pequeñas y débiles, no se ven en la superficie, se mezclan con la tierra, donde hacen el primer contacto vital con los minerales y el agua, que van a ser la sabia. Las CEBs, primicias y sacramento del Reino, son ya el Pueblo de Dios en misión. No surgen para “salvar” a los católicos del proselitismo de los evangelistas y de las sectas; tampoco para “renovar” la parroquia… aún cuando ambas cosas suelen acontecer.

2º.- GRACIA Y DESAFÍO.-

Hace ya más de 40 años que las CEBs se iniciaron, desde las experiencias iniciales en el Brasil: Barra do Piraí, Movimiento de Natal; así como en San Miguelito, en Panamá y otros lugares. Antes del Vaticano II, fueron propuestas como célula eclesial inicial, en el plan de “Emergencia” de la Iglesia del Brasil. A lo largo de los años, han sido señal y mediación de gracias (indicamos nueve de esas gracias).

2.1.- Primera gracia: Personalización. Por las CEBs, el pueblo cristiano no se reduce a las muchedumbres anónimas que llenan catedrales, basílicas, estadios, plazas. Por ellas, esa “masa” católica se personaliza y se torna agente responsable. La pertenencia eclesial ganó consistencia, no solamente por razón del bautismo, sino también por la integración activa en una comunidad de Iglesia, a nivel local. Las CEBs han dado otra cara histórica de la Iglesia:
• dejó de ser interpretada como monopolio del ministro ordenado.
• cada quien es ahora conocido por su nombre y apellido, cultura y dones. Está llamado al diálogo. Aprende a participar, individual y comunitariamente, en la vida y misión de la Iglesia.
• poco a poco se rompe la hegemonía de los movimientos católicos de espiritualidad y pastoral. Igual se crean alternativas comunitarias de cara al proselitismo de los grupos evangélicos. Los bautizados retoman su identidad católico.

2.2.- Segunda gracia: Inculturación. Abundante ha sido el uso de símbolos salidos de la vida de la gente, para expresar su experiencia de fe y ejercer su misión. Los agentes de pastoral, los especialistas buscaron acoger y expresar científicamente, toda esa vitalidad popular no sistemática venida de sus tradiciones y cultura. Surgió una teología cantada y transformada en prácticas comunitarias de piedad, de servicio, de denuncias proféticas y anuncio evangélicos. Con frecuencia se tomaron las tradiciones del catolicismo popular: ayunos, peregrinaciones, fiestas de los patronos, llenándolas con nuevo contenido conciliar.
Entre los migrantes en áreas de pluralismo cultural, como en Buenos Aires, Sao Paulo, USA, etc., las CEBs han sido una realidad constante y providencial. Desde las CEBs, se han dado frecuentes encuentros con las culturas y situaciones de los olvidados y oprimidos (negro, indio, mujer)

2.3.- Tercera gracia: Martirio. Las CEBs han procurado vivir la propuesta del Reino, con sus aplicaciones locales. Descubrieron entonces que no siempre era buena noticia para todos. Al contrario, hasta resultó conflictiva y peligrosa. En América Latina, muchos asesores y miembros de las CEBs han dado el testimonio supremo de sus vidas. Otros han sufrido tortura, cárcel y persecución. Su número se eleva a varios centenares .

2.4.- Cuarta gracia: Espiritualidad. La experiencia mística de las CEBS está muy ligada al servicio de caridad a los más necesitados (cuño asistencial, promocional, liberador-estructural). Por la lectura orante de la Palabra, por la vida comunitaria, profundizan su encuentro con Dios. Esa espiritualidad que parte de lo santoral y mariano y lo incluye, ahora se concentra, siempre más, en la dimensión Trinitaria de Dios. En la cristología se subraya no solamente lo divino, sino particularmente lo humano de Jesús (Puebla 173). La misión y vida de la comunidad se vive en la mística de los “hechos de los Apóstoles” de nuestra época.

2.5.- Quinta gracia: Minoría. Las CEBs, aún disminuyendo en número, sobreviven y profundizan su experiencia eclesial tomando conciencia de ser minoría y de sentirse desproporcionadas a la misión y a los desafíos de cada contexto socio-político. Además el hecho de vivir bajo sospechas, con poco apoyo de los líderes eclesiásticos, sin prestigio humano, hace que ellas tengan siempre que evaluarse y reafirmar sus motivaciones evangélicas profundas. Los textos bíblicos más meditados en dicha perspectiva son el de 1Cor 1,26-31; Filipenses 2,4-6. Por instinto evangélico, las CEBs se animan con la gracia de los últimos, los que se encuentran, casi siempre en las situaciones-límites de pobreza, enfermedad, opresión, segregación y destrucción de la dignidad humana. Las CEBs son el fermento evangélico trabajando desde los pobres, por los pobres, como pobres. Haciendo de ellos sujetos comunitarios de liberación y salvación integral.

2.6.- Sexta gracia: Itinerancia misionera. Las CEBs no se orientan a un trabajo intra-parroquial, sino más bien a las áreas donde la acción pastoral ordinaria no llega. Se acercan a los bautizados, muchos de ellos desconectados de la práctica eclesial ordinaria. Al principio las CEBs fueron fundadas por miembros de la jerarquía, agentes de pastoral (religiosas o laicos). Más tarde, un número significativo de ellas, ha surgido por influencia o acción directa de otras CEBs.

2.7.- Séptima gracia: Ministerio colegiado. En efecto, las CEBs han creado y colocado en práctica, un ministerio de cuño colegiado (siempre que sea posible en equipo) y mucho más ligado a las exigencias del Reino que a las exigencias de lo meramente intra-eclesial parroquial. En lo que se refiere a los ministros ordenados, la CEB ha sido para ellos una gracia que ayudó: primero, a entender su ministerio como fundadores de Iglesias (eclesiogénesis); segundo, a ejercer su responsabilidad de coordinadores de la gran comunión eclesial (configurada como una red de comunidades menores), más que como distribuidores de sacramentos; Tercero, a cuestionarse sobre el ejercicio colegiado de su propio servicio ministerial, como miembro de un presb Respondiendo a las necesidades y urgencias pastorales, las CEBs han asumido las celebraciones dominicales no-eucarísticas y otros encuentros devocionales, valiéndose de sus ministros no-ordenados: Delegados de la Palabra, Presidentes de Asamblea Cristiana, Celebradores del Día del Señor, etc.

2.8.- Octava gracia: Metodología. El desarrollo de la metodología del: ver, juzgar, actuar, evaluar y celebrar, educa y organiza la reflexión comunitaria, disciplina la acción y ayuda a colocar los hechos y eventos como pasos de un proceso mucho más amplio y constante. No se trata solamente de una técnica, sino que es un método global de vida comunitaria. Es espiritualidad. Esa metodología reconoció y animó el potencial evangelizador de los pobres (Cf. P 1146-1147), transformando a los bautizados en militantes. Al mismo tiempo, mantuvo en las CEBs un estilo de esperanza y de encuentro comunitario con Dios, desde la mediación de Jesús, actuando con su Espíritu.

2.9.- Novena gracia: Nuevos descubrimientos. Las CEBs no han sido algo fijo e intocable. En su propio vivir se va descubriendo y también corrigiendo perspectivas. En Medellín, por ejemplo, la motivación de muchos obispos, era considerar que las CEBs formarían una línea de defensa eclesial de cara al comunismo y a las sectas. Posteriormente se trabajó el aspecto profético y liberador de las CEBs en relación a los oprimidos y excluidos.
Algo similar también aconteció en relación a lo bíblico: al principio se tomaban textos aislados del Éxodo, para fundamentar todo compromiso social. Más tarde, la ayuda del movimiento bíblico popular, llevaron a una visión más global de la Revelación, tomando la Palabra de Dios en contexto y como fuente de espiritualidad y acción, tanto personal como comunitaria.Por exigencia de las circunstancias, las CEBs tuvieron que ir aprendiendo como hacerse escuchar por las autoridades civiles (en relación a las autoridades eclesiástica, todavía no alcanzaron éxito semejante); cómo participar en los movimientos ecológicos, con los movimientos de promoción de la mujer, de defensa de los emigrantes, de las culturas marginadas. Las relaciones ecuménicas son todavía limitadas.

3.- CUADRO DE REFERENCIA Y SÍNTESIS

1. Las CEBs, son una intuición original de la Conferencia General del Episcopado en Medellín
2. Representan lo más nuevo (Vaticano II) y lo más antiguo (primeras comunidades del Nuevo Testamento) de la Iglesia, como sacramento de Cristo. Esa es su identidad.
3. Son una Eclesiogénesis (Iglesia sacramento) y no un carisma más en la Iglesia.
4. Por las CEBs la Iglesia de América Latina y Caribe, A) Explicita su recepción teológica-pastoral del Concilio; B) crea una nueva instancia de base en la Iglesia particular, en forma de red, menor que la Parroquia y en comunión con ella (Eclesiogénesis); C) permite una pertenencia y participación más efectiva de los bautizados como discípulos y misioneros de Jesucristo, para que los pueblos en Él tengan vida (modelo); D) desarrolla un proceso eclesial comunitario y misionero, diferente de una neo-cristiandad.
5. Las CEBs están en proceso; se trata de un modelo todavía no regido por un estatuto canónico.
6. Por su naturaleza teológica (pequeña Iglesia), las CEBs: + son comunidad de fe (Palabra); + servidora (samaritana); + eucarística (viviendo el misterio pascual de vida, muerte y resurrección de Jesús)

Algunas Iglesias han elaborado un objetivo general en esa línea: Queremos ser y plantar una Iglesia: Comunidad cuya meta es el REINO (de verdad, de justicia y de paz), propuesto por Jesús; Abierta a la diversidad cultural ; Que profundiza la Palabra y celebra la fe y la vida ( Eucaristía ); Misionera y servidora de los pobres .

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