lunes, 17 de octubre de 2011

JTN2011: DIOS O MAMÓN. Chispas para introducir en un discernimiento eco-teológico

Jornada Teológica: Esperanza de Liberación y Teología
“Violencia y Espiritualidad por la Paz”
ECONOMÍA, “DIOS O MAMÓN”
= Chispas, para introducir en un discernimiento eco – teológico =
Alfonso Vietmeier: 20-08-2011
PROPÓSITO
Las siguientes reflexiones no pretenden ofrecer un análisis de la situación económica en América del Norte (que incluye México). Tampoco quieren explicar lo que son las economías solidarias (como expresión de “otra economía es posible”) y de cómo promoverlas.
Pretendo abrir cauces para un discernimiento sobre las diferentes economías y sus vinculaciones con la realidad brutal de la creciente violencia, desde el enfoque cristiano “Dios o Mamón”.
Mis aportes quieren ser “chispas” que prendan un discernimiento comunitario sobre “lo económico” como una realidad vital que, por un lado, es transversal (presente en todas las dimensiones de la vida humana en sociedad) y, por el otro, es un factor específico clave; para comprender lo que nos pasa en el mundo de la violencia. Esto, para descubrir de qué tenemos que liberarnos para vivir y transmitir “shalom”, entendido no sólo como desaparición de violencia, sino un retorno al equilibrio, a la justicia y a la igualdad integral.
VER
1.      La economía: dimensión vital de nuestra vida y sociedad.
Desde el nacimiento hasta la muerte, lo económico está siempre y fuertemente presente: un parto cuesta mucho dinero y el funeral todavía más. En nuestra vida cotidiana casi todo cuesta dinero. Lo necesitamos para comida, ropa, medicamentos…, para luz, gas, transporte, celular… y para algunos “extras” como ir al cine, a una fiesta… Y, los deseos de tener más “extras” (I Pod, etc.) crecen y al satisfacerlos se endeudan todavía más. A su vez, nos cobran impuestos, directos e indirectos; esto para costear los servicios públicos, desde la policía y el ejército hasta las calles y carreteras y, sin olvidar, todo el conjunto de gastos de los funcionarios públicos. Estar “en sociedad” cuesta y mucho.
Por eso, trabajamos (y muchísima gente muchas horas desde temprano hasta la noche) para poder costear todo esto y alcanzar, por lo menos, algo de vida digna. Esto implica sudor, luchas interminables, anhelos y preocupaciones, fracasos y avances.
Aunque así, para un sinnúmero de gente “la lana no alcanza…”. Ahí se ubica la causa económica de la salida de millones de sus pueblo (dejándolo casi vacío y muerto,  sin jóvenes y adultos) para emigrar a las grandes ciudades (“por lo menos ahí encuentro chamba…”) y/o “al Norte” (“aunque sufro, pero consigo dólares…”). Ahí se ubica también la causa económica para los miles y miles que se dejan enrolar en el crimen organizado.
La economía es una dimensión vital de cada persona - familia – comunidad y de nuestra sociedad: en ella, la vida misma se juega el sobrevivir, el convivir, el vivir con sentido.
2.      Progreso material y el modo de consumir: la idolatría del consumismo.
El actual sistema económico mundial está dominado por la pura lógica económica mercantil (“economización de la naturaleza y del ser humano”): sacar a toda costa lo más posible de plusvalía material explotando todo lo posible, incluyendo la naturaleza y los seres humanos. Quien se ha enterado de “marketing” sabe muy bien, que es un sistema centrado en fomentar los deseos en la gente para que consuman cada vez más: así crece la demanda y entonces se producen mercancías. Este sistema sabe manipular muy bien los deseos de los consumidores (cf. Jung Mo Sung, Deseo, Mercado y Religión). La actual economía hegemónica retoma deseos transcendentes (felicidad, plenitud, inmortalidad, etc.) y valores no materiales (amor, solidaridad, servicios-cargo públicos, ideas, descanso, relaciones sociales, etc.) y los transforma en pura mercancía, comprable y vendible según “demanda” y “oferta”. Estamos inmersos en una idolatría gigantesca sistémica.
El debate de fondo se centra hoy en día en los diferentes conceptos de “progreso” o bien, “desarrollo” y “modernización”. Casi todos sienten que deben “modernizarse” y en todos los niveles se promueve “progreso” y se elaboran planes de “desarrollo”. ¿Qué entendemos por esto? ¿A qué queremos llegar? Hace casi 50 años, Iván Illich (teólogo y crítico cultural, quien vivía entonces en Cuernavaca), puso el dedo en la llaga del creciente anhelo mundial a favor de un desarrollo orientado al “the american way of life”. Según él, “el subdesarrollo es el resultado del aumento de los niveles de aspiración de las masas, sujetas a la intensa circulación en el mercado de los productos patentados en el foro de la imaginación alienada”. Esto se puede ejemplificar al “traducir ‘tengo sed’ por ‘necesidad de tomar una Coca Cola’”. Este debate sigue con nueva y dramática actualidad. ¿Cuál desarrollo - progreso necesitan nuestro mundo y en él los pobres y excluidos? Y, ¿Habrá alternativas?
3.      Por querer tener más y más, la sociedad se enfermiza y se hace más violenta.
No tengo dudas que lo anterior indica una causa central del crecimiento brutal de la violencia en nuestra sociedad.  Ya hace 65 años, Erich Fromm (psicoanalista, quien también vivía entonces en Cuernavaca) se preocupó de la pregunta: ¿Puede también una sociedad enfermarse? Lo respondió afirmativamente en un estudio: “Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea” que posteriormente lo tradujo en un libro famoso “Tener o Ser”. Así es la disyuntiva. En los últimos decenios  el péndulo se fue exactamente hacia el querer tener más y más, a costa de “ser más”. Las consecuencias tristes abundan, desde la violencia intra-familiar y el “bulling” escolar hasta todo lo del narco y del crimen organizado. Vivimos en una sociedad que se enfermiza más y más y se hace más y más violenta.
SALDO:
La economía es la base clave de las fibras vitales de nuestra existencia y de la sociedad. Creemos en un Dios de Vida y, entonces, nada de lo vital está ajeno a lo divino encarnado. Es una tarea urgente, redescubrir la presencia de Dios “en medio…” y repensarlo humanamente y teológicamente.
DISCERNIR:
1.      Urge recuperar el  sentido original y profundo de “lo económico”.
El término “economía” proviene del griego “oikós – oikía” = “casa – hábitat”; este “eco” está presente en diferentes conceptos o bien dimensiones.
Una eco-nomía se debe entender como administración correcta de la vida en casa y en el caserío (comunidad social y civil); para sobrevivir y convivir sin sufrir carencias. A su vez, se debe entender “casa” como nuestro “hábitat” (donde vivimos) incluyendo a la naturaleza (la que nos da lo necesario para sobrevivir y convivir). Por eso, una eco-logia, el cuidado de medio ambiente, es como hermana gemela de la economía. Conecta lo que nuestro mundo y Dios en él nos ha dado y sigue dándonos; para sobrevivir y convivir con dignidad. Son dones divinos y hay que administrarlos de manera correcta éticamente. Lo anterior tiene otra implicación importante: No debería existir una economía mundial uniforme. Existen ya desde siempre muy diferentes economías en sintonía con la biodiversidad y la pluralidad cultural. Se trata de vivir en común y con reciprocidad con lo que el propio eco-sistema nos da (concepto de “proximidad”), para sobrevivir (ej. comida y bebida regional), recrear el propio habitat con casas, ropa etc. en acuerdo con el medioambiente, etc. Lo realmente amenazante es la creciente praxis totalizadora mundial de sobreponer a todas diversidades una única forma económica, la neoliberal.
Urge desvincularse mentalmente y en hábitos de este poder colonizador hegemónico y crear y articular procesos de emancipación comunitarios. Ahí está una tarea clave para un discernimiento que llamo “eco – teológico” profundizando en los eco-sistemas humanos e impulsar “biotopos” cristianos de vida plena (CEB – Iglesias de Casa – Comunidades – Grupos de DDHH, Género, Ecología, Salud, etc. – parroquias…) que revisan, mejoran y transforman su praxis desde estos tópicos. En este sentido, ecología, economía, ecosistemas todavía tienen otro hermano, el ecu-menismo: el esfuerzo entre “todas y todos de buena voluntad”; para defender y fomentar juntos estos dones y su administración éticamente correcta. Eso es vital, para el momento actual y para el futuro del “homo sapiens sapiens”: 0 bien el ser humano echa a perder “lo sabio” y se autodestruye (ya abundan síntomas graves) o bien usa “lo sabio” para re-direccionar la economía con sustentabilidad ecológica hacia un “Buen Vivir” para todas y todos en un esfuerzo macro-ecuménico. Ahí está un reto colosal.
2.      La esencia cristiana es anticapitalista y libertadora, desde y con los pobres.
Obviamente en todo “lo económico”, ya diferenciado con las chispas indicadas, debemos constatar que nada es neutral. Indico ahora algunas preguntas que concretizan lo que hay que repensar y tomar una postura con razonamiento ético y fundamentada teológicamente.
¿Queremos ganarnos la vida cada uno por sí sólo y contra los demás (= todos contra todos, produciendo siempre nuevas víctimas y esto de manera sistémica), o bien actuamos económicamente (y más allá de lo puro económico) de manera solidaria y ganamos así todos juntos?  Todo lo que tiene que ver con “lo económico” podemos colocarlo en esta disyuntiva. ¿Creamos así “víctimas” o bien fortalecemos así “sujetos colectivos”.
Como cristianas y cristianos nos toca en este discernimiento ético inspirarnos en Jesús de Nazaret. Y  su opción es muy clara:      
Decía Jesús a la gente: No amontonen tesoros en esta tierra, dónde la polilla  y la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones perforan los muros y roban. Nadie puede servir a dos amos. Ustedes no pueden servir a Dios y al mismo tiempo al dinero. (Mt 6, 19 – 24)
Entonces: ¿Dios o Mamón? (mammona = divinidad de avaricia - lucro). Indico ahí citando a Benedicto XVI: “Es necesario una decisión fundamental para elegir entre Dios y ´mammona’; es preciso elegir entre la lógica del lucro como criterio último de nuestra actividad y la lógica del compartir y de la solidaridad.” No hay de otra, la esencia cristiana es anticapitalista.
Pero todavía hay que decir más e indicar un cambio de fondo en esta decisión fundamental cristiana: ¿En qué lado nos encontramos? Dios está al lado de las y los víctimas y en Jesús él mismo fue víctima, asesinado en la cruz. Por lo anterior pobres, cautivos, enfermos, oprimidos, encarcelados, migrantes,… son “lugares teológicos”: “lo que hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (cf. Mt 25, Juicio Definitivo).
Desde ahí y en medio de esta realidad bruta inician procesos permanentes pascuales, de resurrección a otra vida posible en las diferentes dimensiones vitales. Por eso, la esencia cristiana también es liberadora (“…libertar a los oprimidos”; cf. Lc 4, 14 ss). Incluye cambios en las personas (conversión) y en las estructuras (transformación) como procesos de emancipación integral y permanente hacia el “Reino de Dios y su justicia”.

ACTUAR
Por razones de espacio y tiempo, en esta parte indico solamente cuatro estrategias para avanzar en el fomento de una liberación integral
1.      La “mano solidaria” en el fomento de Economías Solidarias.
Obviamente, en un país como México (y en todo Latinoamérica) con más de la mitad de la población económicamente pobre y más de una cuarta parte padeciendo la extrema pobreza, las economías solidarias se colocan y realizan primordialmente en el ambiente popular. Pero no es igual a  cualquiera actividad económica de traspatio, de changarro familiar, de comercio informal o como lo llamamos. Estas “economías de los pobres”, sí son necesarias en este momento histórico como casi  la única forma de sobre vivencia para millones de familias. Sin embargo, pocas veces son “economías solidarias”, porque casi siempre se rigen por la ley del mercado total (= todos contra todos) y carecen exactamente de algunas dimensiones de “lo solidario”.
En lo concreto, es necesario comprender y practicar “lo solidario” en 5 planos; lo llamamos “la mano solidaria”, pensando en los cinco dedos de una mano:
(1)   Solidaridad en la vida cotidiana. Cultura de suficiencia y voluntad – capacidad de compartir entre familiares, vecinos y colegas. Crear, mantener y defender un tejido social.
(2)   Solidaridad entre asociados de la misma organización o emprendimiento (de producción, financiamiento, comercialización). Compartir los bienes y las utilidades: ganar juntos (“win-win”).
(3)   Solidaridad entre organizaciones; por medio de cadenas productivas o bien circuitos económicos.
(4)   Solidaridad con las generaciones venideras. Lo sustentable ecológicamente: mercancías orgánicas, su producción, comercialización y consumo favoreciendo separación de basura, ahorro del agua y de energía, uso de energías renovables: espiritualidad ecológica – solidaria.
(5)   Solidaridad de la sociedad con los desfavorecidos: construcción participativa de políticas públicas: marcos legales con real justicia social.
Para el discernimiento eco – teológico es importante introducir y sustentar estas dimensiones de “lo solidario” en las distintas áreas de evangelización. Como ejemplo sirva la catequesis: debe entrenar en lo concreto a papás, niños y jóvenes en estos cinco planos de lo solidario como (re-) iniciación en la vida cristiana con actitudes y hábitos solidarios.
2.      La tarea liberadora en medio de la sociedad de consumo
Entrenar estas cinco dimensiones de “lo solidario” es una tarea profundamente liberadora. Lo quiero concretizar retomando aquí lo indicado en el VER sobre el consumo como motor del capitalismo neoliberal. La fe cristiana está retada exactamente ahí. “La sociedad de consumo es religiosa en sentido contrario. Casi no hay anuncio publicitario que no deje de valorar uno de los siete pecados capitales: soberbia, envidia, ira, pereza, lujuria, gula y avaricia. “Capital” significa cabeza: son capitales los pecados que nos hacen perder la cabeza y de los cuales se derivan numerosos males”, subraya Frei Beto (Brasil). La soberbia se hace presente, por ejemplo, en la publicidad que exalta el “ego” del feliz propietario de una tarjeta de crédito que funciona como llave capaz de abrir todas las puertas del deseo. O bien, la avaricia estimulada en las “catedrales del consumo”, los centros comerciales en crecimiento por doquier.
Lo contrario de la soberbia es la humildad; de la envidia es el desapego; de la ira es la tolerancia; de la pereza es el compromiso; de la avaricia es el compartir; de la gula es la sobriedad; de la lujuria es el amor. Urge trabajar desde ahí en teología y en la praxis eclesial el fomento de una espiritualidad solidaria, liberándonos de… para…; así crece el “shalom” que nuestra tierra y sus habitantes necesitan.
3.      El involucramiento serio en la promoción de los Derechos Humanos indivisibles.
Para lo anterior contamos con un respaldo conceptual - ético y estratégico clave en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” que incluye como indivisibles los derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA); es decir, derechos humanos “a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad” (Art. 22), “al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo...” (Art. 23) y a “un nivel de vida adecuado...” (Art. 25). Estos son realmente DDHH. Por parte del Estado y del Sistema Internacional no se trata de asuntos de benevolencia, de ceder o promover algo asistencial según conveniencia o intereses electorales, sino de hacer valer la justicia.
Y por parte de los procesos cristianos y de la sociedad civil, tampoco es un asunto de “hobby” de algunos que sienten la vocación de involucrarse en lo económico, lo ecológico, lo de participación ciudadana, etc. Es una tarea central y unificante de la identidad y misión cristiana y eclesial. Como chispa quiero citar del ‘Directorio General para la Catequesis’ (Vaticano 1997) lo siguiente: “La obra evangelizadora de la Iglesia tiene, en este vasto campo de los derechos humanos, una tarea irrenunciable: manifestar la dignidad inviolable de toda persona humana. En cierto sentido es «la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados aprestar a la familia humana» (ChL 37). La catequesis ha de prepararles para esa tarea” (19). Pues, ¡que se haga!
4.      Una reflexión eco – teológica, interdisciplinar y transdisciplinar y como fuerza espiritual liberadora.
En estas jornadas teológicas, también habrá que abrir cauces para una manera distinta de ejercer la labor teológica. Todavía siguen en seminarios e instituciones de formación teológica las clásicas (es decir, escolásticas) disciplinas como Biblia, Cristología, Eclesiología, Moral, etc. Y, por desgracia, la formación laical en escuelas de pastoral (o bien como se llaman) siguen así. No ayudan casi en nada para comprender lo real y lo vital y de transformarlo hacia “el Reino de Dios y su justicia”.
Lo explicado en este aporte expresa también una búsqueda compartida de liberar la reflexión teológica hegemónica de sus históricas ataduras; para que sea más y mejor una fuerza espiritual liberadora, en diálogo interdisciplinar con las ciencias sociales, a su vez, con visión transdisciplinar. Y, esto, al servicio de vida real de la gente; para que sea una vida más plena (cf. Jn 10,10).
La esencia de la vida cristiana es concreta. En la multiplicación de los panes, Jesús induce una práctica solidaria: en lugar de que cada uno vaya a las tiendas para comprar lo que quiere (= lógica neoliberal) insiste en “¡denles ustedes de comer!” obviamente de lo que hay presente y, al compartir, “comieron todos hasta hartarse” (Mc 6,30ss). Y, en la cena en Emaús con el Resucitado, “al compartir el pan, lo reconocieron” (Lc  24,13ss) y regresaron con ánimo transformador a aquella ciudad donde crucificaron su esperanza. La Resurrección aconteció y sigue realizándose, en medio de la historia.

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