jueves, 5 de mayo de 2016

Fidel Herráez lidera la oposición a las reformas del Papa Francisco en España


Fidel Herráez lidera la oposición a las reformas del Papa Francisco en España


El "delfín" de Rouco Varela encabeza un grupo formado por Sanz, Reig, Munilla o Asenjo

Jesús Bastante, 02 de mayo de 2016 a las 08:37
Pese a los ataques, en Roma conocen todos estos movimientos, y a sus protagonistas, y aseguran su "absoluta confianza del Papa" en los hombres que Francisco ha designado para liderar la nueva etapa de la Iglesia española
Fidel se abraza a Osoro en su toma de posesión

(Jesús Bastante).- Fue, durante años, el "delfín" del cardenal Rouco, su sucesor natural, tanto en Madrid como en la Conferencia Episcopal. Pero la llegada al solio pontificio del Papa Francisco rompió todos los planes del purpurado gallego, y también de su fiel auxiliar. Tres años después, y desde su nueva sede de Burgo, Fidel Herráez lidera la oposición a las reformas del Papa Francisco para España, basada en una alianza con entramados mediáticos ultraconservadores, vinculados a El Yunque, que filtran acusaciones contra los hombres del Papa en España.

Hasta la fecha, los ataques se dirigían, casi en exclusiva, al arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Carlos Osoro, el primer gran nombramiento "franciscano" para España. En los últimos meses, y coincidiendo con los movimientos episcopales en nuestro país -y la defenestración, en la práctica, del nuncio Fratini, otrora estrecho colaborador de Rouco-, las filtraciones y desacreditaciones se han extendido al portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo; el arzobispo de Barcelona -y hombre de confianza del Papa tanto en el nombramiento de obispos como en la lucha contra la pederastia-, Juan José Omella; y, en las últimas semanas, contra el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez.

Y es que Fidel Herráez continúa, años después, siendo la "mano" del cardenal Rouco, que todas las fuentes consultadas para este informe aseguran estar detrás de esta campaña, que a fin de cuentas no es otra cosa que una lucha de poder, y un intento de los más reaccionarios por frenar el "estilo Francisco" para una Iglesia, la española, que en los tiempos de la "Alegría del Evangelio" y del Año de la Misericordia continúa apareciendo, a los ojos de Roma, como una de las más conservadoras.

Hace dos semanas, con motivo del discurso inaugural de la Asamblea Plenaria, Herráez mantuvo un encuentro, público, a la vista de todos, con uno de los responsables de los libelos ultraconservadores que circulan por la red. A las pocas horas, ya se publicaban acusaciones contra el presidente de la CEE y su secretario general acerca de la elección de consiliario nacional de la ACdP. Un cargo para el que, pese a sus intentos, Fidel no fue renovado. Su sucesor, el obispo de Guadix, Ginés García Beltrán, también ha sido objeto de duras críticas, especialmente en Andalucía, donde el grupúsculo de obispos que forman la oposición a Francisco en España también mueven sus tentáculos con soltura.



Durante esa Plenaria, y aprovechando la ausencia de Carlos Osoro -presente en Roma, en la reunión del Sínodo de los Obispos, cargo para el cual el Papa le designó personalmente- varios obispos se reunieron, a iniciativa de Fidel Herráez (auspiciada y alentada por el cardenal Rouco), para establecer una estrategia, y un calendario, que posteriormente hicieron llegar a sus lobbies. En el encuentro, informal, estuvieron presentes entre otros, según ha podido confirmar RD, los arzobispos de Oviedo, Jesús Sanz, y Sevilla, Juan José Asenjo (muy molesto por la información de este portal que apuntaba a su posible renuncia); y los obispos de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y Alcalá, Juan Antonio Reig.

En Roma, no obstante, conocen todos estos movimientos, y a sus protagonistas, y aseguran su "absoluta confianza del Papa" en los hombres que Francisco ha designado para liderar la nueva etapa de la Iglesia española. Los intentos de los "obispos que no aman a Francisco", por tanto, no pretenden vencer, sino medrar, y generar un caldo de cultivo que impida, a la larga, que las semillas "bergoglianas" den fruto.

Desde hace meses, los ataques contra Osoro han sido constantes, a cuenta de cualquier cosa. El último fue un burdo intento de asegurar que el arzobispo de Madrid había vetado la presencia del cardenal Müller, prefecto de Doctrina de la Fe, en la capital de España para presentar un libro que, por otra parte, es un ataque en toda regla al pontificado de Francisco. También, contra Gil Tamayo, en una lucha por el control de los medios de comunicación eclesiales, donde la "vieja guardia" (los antiguos popes de la comunicación en la última época de Rouco) trata de frenar cualquier tipo de cambio, especialmente en Cope, 13TV y el modelo comunicativo de la Casa de la Iglesia.

Ahora, y especialmente tras el nombramiento de Omella para Barcelona, las filtraciones comienzan a apuntar también al arzobispo de la Ciudad Condal y, con menos "finezza", contra el cardenal Blázquez, quien en sus últimos discursos plenarios ya ha mostrado su intención de romper con la línea anterior y lograr que, al fin, la Iglesia española gire hacia el "modelo Francisco".

 


Aunque son una minoría en el episcopado, y cada vez con menos influencia, no están solos. ¿Quiénes son los obispos que no aman a Francisco en España? A grandes rasgos, y bajo el liderazgo de Herráez (y de Rouco, desde sus cuarteles de ático de invierno), se dividen en tres grupos: los duros, los silenciosos y los problemáticos. Entre los primeros, sin lugar a dudas, ocupan puestos destacados los obispos de Alcalá, Juan Antonio Reig Plá, y el de San Sebastián, José Ignacio Munilla.

El primero, conocido azote de los homosexuales, acaba de ser denunciado por enésima vez por los grupos LGTB tras la polémica carta (firmada al alimón con el obispo de Getafe, y sin el permiso de Osoro) contra la Ley de la Transexualidad en la comunidad de Madrid. Reig ya arremetió contra los gays en una misa de Viernes Santo (emitida por La2) en la que auguraba el infierno a los homosexuales.

Munilla es el más beligerante contra la "ideología de género" y defensor de la tesis de que ningún partido político defiende los valores del Evangelio. El obispo de San Sebastián es un conocido apologeta de la confusión, y en más de una ocasión (la última, a cuenta de la exhortación del Papa tras el Sínodo) se ha posicionado en contra de todas las reformas apuntadas por Francisco, desde el respeto al homosexual a la comunión a los divorciados vueltos a casar.

El tercero en discordia es el exportavoz de la Conferencia Episcopal y obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino. Seguidor incondicional del cardenal Rouco, sus alocuciones contra las posturas más aperturistas de la nueva época le han llevado a no ser querido ni siquiera por su obispo titular, Carlos Osoro. Un caso similar al de Fidel Herráez.



Los "silenciosos" son, sin duda, los más peligrosos. Los que fueron nombrados en época de Juan Pablo II o Benedicto XVI y que piensan que la "tormenta Francisco" pasará, y las aguas volverán a su cauce. Y que están preparados para pilotar la barca de la Iglesia en la hipotética restauración post Bergoglio. El principal es el actual arzobispo de Oviedo, el franciscano Jesús Sanz, quien aspiraba a suceder al mismísimo cardenal Rouco en Madrid y al que el cónclave de 2013 cogió, como a Rouco, a trasmano.

El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, o el de Toledo, Braulio Rodríguez, son otros dos ejemplos de obispo silencioso. Colocados en diócesis de relevancia histórica, se mantienen por la fuerza de sus seminarios (dos de los más poblados), y no hacen cambio alguno respecto a lo solicitado por Francisco. No se oponen, pero tampoco apoyan las reformas. Algo similar aunque distinto, sucede con el cardenal de Valencia, Antonio Cañizares, a quien el Papa hizo marchar de Roma (era prefecto de la Congregación para el Culto Divino) y espera en la ciudad del Turia. Aunque, para Cañizares, un cambio de timón en Roma ya le llegaría tarde. Y él también ha sufrido, en el pasado, los ataques de este grupo.

Finalmente, "los problemáticos", quienes sin criticar abiertamente las reformas papales, suponen un escándalo a todas luces inaceptable. El más conocido, sin duda, es el arzobispo de Granada, Javier Martínez, cuya actuación en el escándalo de abusos sexuales del "clan de los Romanones" ha servido para que los jueces declaren a la diócesis responsable civil subsidiaria de los posibles delitos cometidos por sus sacerdotes, siete de los cuales, a día de hoy, continúan ejerciendo como si nada hubiera pasado.

También en el sur, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, empeñado en criticar cualquier tipo de avances legislativos en lo tocante a la sexualidad o la igualdad de sexos, y cuyas decisiones sobre la titularidad de la mezquita de Córdoba podrían llevar a la diócesis a un escándalo similar al que ese mismo Obispado tuvo años atrás con Cajasur. Una caja de la que fue responsable el hoy obispo de Bilbao, Mario Iceta, más moderado pero cuyo papel en el caso de abusos del colegio "Gaztelueta" (del Opus Dei) está dejando mucho que desear. Y es que los escándalos sexuales son una de los grandes problemas que el Papa ha encontrado en España, y para los que (salvo en contadas ocasiones), no se está encontrando una respuesta satisfactoria por parte de los obispos españoles.





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