Cristina Inogés Sanz: "¿Las acólitas llevarán alba? Daría visibilidad a las mujeres en el altar"
ENTREVISTA
La teóloga aragonesa, autora de 'No quiero ser sacerdote. Mujeres al borde de la Iglesia', desgrana la importancia del documento del Papa Francisco sobre acolitado y lectorado femeninos
Cristina Inogés Sanz, en el monasterio de la Resurrección de Zaragoza Isabel Carretero
MARÍA-PAZ LÓPEZ
BERLÍN. CORRESPONSAL
31/01/2021
La teóloga Cristina Inogés Sanz, autora del libro No quiero ser sacerdote. Mujeres al borde de la Iglesia (ed. PPC, 2020), ve como un gran paso el motu proprio Spiritus Domini del papa Francisco sobre acceso de las mujeres al acolitado y al lectorado. La católica Inogés Sanz, teóloga por la Facultad Protestante de Madrid (SEUT), acaba de publicar en la editorial San Pablo su tercer libro de susurros (meditaciones narradas), Susurros de angustia y amor , dedicado a Judas. Esta entrevista se hizo vía Zoom entre Berlín y Zaragoza.
EL PROBLEMA DE LA IGLESIA CATÓLICA
"El clericalismo es el gran obstáculo; el clericalismo del clero y el de muchos laicos"
¿El 'Spiritus Domini' es una regularización de una realidad ya existente, o es algo más?
Es muchísimo más. Porque el ministerio del lectorado abarca poco, pero el acolitado abarca muchas funciones que la gente no suele conocer, porque entiende que el acolitado es, entre comillas, ayudar al sacerdote en el altar. Que no es eso; es servir en el altar, la diferencia es abismal. Pero recoge además otras funciones. Por ejemplo, en este tiempo de pandemia en que no se podían celebrar funerales, un acólito puede rezar una oración fúnebre. Y ahora también una acólita. O la exposición del Santísimo, algo que parecía como reservado a los sacerdotes; y no, eso es también algo propio del acolitado. Si importante es el documento, mucho más lo es la carta que lo acompaña, porque dice, recogiendo el sentir del sínodo de la Amazonía, que esto abre la posibilidad a nuevos ministerios que no conocemos en este momento, pero que se pueden crear en función de las necesidades de las diócesis. Eso es importantísimo.
¿Francisco está haciendo una opción estratégica, pues?
En el acolitado el Papa ha dejado la pelota, como está haciendo con todo últimamente, en manos de los obispos, que ahora tienen así una autonomía nunca vista. El Papa les está diciendo: ahora esto lo tenéis en vuestras manos, desarrolladlo.
El Papa Francisco, en el ángeles del 8 de noviembre del 2020 en el Vaticano Alessandra Tarantino / AP
¿Qué otras cosas plantea?
Hay cuestiones abiertas. Por ejemplo, los varones que actuaban como acólitos, aunque no tuvieran el mandato del obispo, aunque no hubiera habido una celebración litúrgica que ritualizara el proceso, llevaban alba. ¿Las acólitas llevarán alba o no? Parece una cuestión banal pero no lo es, porque implica mucha visibilidad para las mujeres en el altar. Además, con el motu proprio de Pablo VI de 1972 en la mano no se puede decir que puedan inducir a confusión, porque habrán tenido una ceremonia litúrgica previa en que habrán sido investidas como acólitas y lectoras. La carta de Francisco aclara ideas y abre horizontes.
Después de este paso, ¿llegará el diaconado femenino?
El problema del diaconado femenino es que no va a llegar. Lo que hecho el Papa con este documento ha sido separar cosas. Porque hasta ahora los acólitos y lectores sólo eran instituidos como tales los seminaristas que, evidentemente, llevaban un camino hacia el sacerdocio. Por supuesto, los seminaristas se seguirán ordenando como acólitos y lectores. Pero el Papa, al haber separado estos ministerios y al hacerlos evidentes dejando claro que emanan del bautismo, lo que hace es separarlos, de forma y manera que no pueda haber confusión. Por lo tanto, no cabe esperar que después de este paso llegará el diaconado femenino.
"El clericalismo es el gran obstáculo; el clericalismo del clero y el de muchos laicos"
¿El 'Spiritus Domini' es una regularización de una realidad ya existente, o es algo más?
Es muchísimo más. Porque el ministerio del lectorado abarca poco, pero el acolitado abarca muchas funciones que la gente no suele conocer, porque entiende que el acolitado es, entre comillas, ayudar al sacerdote en el altar. Que no es eso; es servir en el altar, la diferencia es abismal. Pero recoge además otras funciones. Por ejemplo, en este tiempo de pandemia en que no se podían celebrar funerales, un acólito puede rezar una oración fúnebre. Y ahora también una acólita. O la exposición del Santísimo, algo que parecía como reservado a los sacerdotes; y no, eso es también algo propio del acolitado. Si importante es el documento, mucho más lo es la carta que lo acompaña, porque dice, recogiendo el sentir del sínodo de la Amazonía, que esto abre la posibilidad a nuevos ministerios que no conocemos en este momento, pero que se pueden crear en función de las necesidades de las diócesis. Eso es importantísimo.
¿Francisco está haciendo una opción estratégica, pues?
En el acolitado el Papa ha dejado la pelota, como está haciendo con todo últimamente, en manos de los obispos, que ahora tienen así una autonomía nunca vista. El Papa les está diciendo: ahora esto lo tenéis en vuestras manos, desarrolladlo.
El Papa Francisco, en el ángeles del 8 de noviembre del 2020 en el Vaticano Alessandra Tarantino / AP
¿Qué otras cosas plantea?
Hay cuestiones abiertas. Por ejemplo, los varones que actuaban como acólitos, aunque no tuvieran el mandato del obispo, aunque no hubiera habido una celebración litúrgica que ritualizara el proceso, llevaban alba. ¿Las acólitas llevarán alba o no? Parece una cuestión banal pero no lo es, porque implica mucha visibilidad para las mujeres en el altar. Además, con el motu proprio de Pablo VI de 1972 en la mano no se puede decir que puedan inducir a confusión, porque habrán tenido una ceremonia litúrgica previa en que habrán sido investidas como acólitas y lectoras. La carta de Francisco aclara ideas y abre horizontes.
Después de este paso, ¿llegará el diaconado femenino?
El problema del diaconado femenino es que no va a llegar. Lo que hecho el Papa con este documento ha sido separar cosas. Porque hasta ahora los acólitos y lectores sólo eran instituidos como tales los seminaristas que, evidentemente, llevaban un camino hacia el sacerdocio. Por supuesto, los seminaristas se seguirán ordenando como acólitos y lectores. Pero el Papa, al haber separado estos ministerios y al hacerlos evidentes dejando claro que emanan del bautismo, lo que hace es separarlos, de forma y manera que no pueda haber confusión. Por lo tanto, no cabe esperar que después de este paso llegará el diaconado femenino.
DESCONOCIMIENTO DE LAS POSIBILIDADES
"El acolitado abarca funciones que la gente no suele conocer, porque entiende que el acolitado es, entre comillas, ayudar al sacerdote en el altar"
¿Y no podría llegar por otra vía?
Podría llegar por otra vía, porque, evidentemente, si existen diáconos permanentes varones que están casados y que por supuesto no van a acceder al sacerdocio, también podría haber un diaconado permanente femenino. Pero eso se ve siempre como que se acerca excesivamente al sacerdocio, y yo creo que por ahí van un poco los miedos.
¿Quizá en el próximo pontificado?
El tiempo en la Iglesia es muy lento; no creo que llegue por ahí.
La cuestión femenina se superpone a la cuestión del laicado en general. Aunque los hombres se hallen en posición más ventajosa para ejercer las opciones del laicado en la Iglesia, aun así el clericalismo frena el potencial de los laicos, sean hombres o mujeres.
El clericalismo es el gran obstáculo que hay que vencer. Siempre digo que la única manera de lograrlo es que las mujeres podamos entrar en la formación en los seminarios; no sólo ser profesoras en seminarios, que las hay y eso está muy bien, sino entrar en lo que es propiamente la formación del clero. Porque los formados ayer son los que forman hoy, y los formados hoy formarán mañana; es una cadena, y ese clericalismo se va metiendo poco menos que en el ADN. O lo rompes antes de que empiece, o es imposible después.
¿Cuál es el principal problema de la Iglesia católica actual?
El clericalismo del que hablamos, absolutamente. El clericalismo del clero, y el clericalismo de un laicado que no posee una formación crítica que le permita tener criterio. Muchos laicos acaban diciendo: "lo que diga el cura, lo que diga el obispo". Cosa que retroalimenta el clericalismo del propio clero. Es un círculo vicioso complicadísimo de romper.
"El acolitado abarca funciones que la gente no suele conocer, porque entiende que el acolitado es, entre comillas, ayudar al sacerdote en el altar"
¿Y no podría llegar por otra vía?
Podría llegar por otra vía, porque, evidentemente, si existen diáconos permanentes varones que están casados y que por supuesto no van a acceder al sacerdocio, también podría haber un diaconado permanente femenino. Pero eso se ve siempre como que se acerca excesivamente al sacerdocio, y yo creo que por ahí van un poco los miedos.
¿Quizá en el próximo pontificado?
El tiempo en la Iglesia es muy lento; no creo que llegue por ahí.
La cuestión femenina se superpone a la cuestión del laicado en general. Aunque los hombres se hallen en posición más ventajosa para ejercer las opciones del laicado en la Iglesia, aun así el clericalismo frena el potencial de los laicos, sean hombres o mujeres.
El clericalismo es el gran obstáculo que hay que vencer. Siempre digo que la única manera de lograrlo es que las mujeres podamos entrar en la formación en los seminarios; no sólo ser profesoras en seminarios, que las hay y eso está muy bien, sino entrar en lo que es propiamente la formación del clero. Porque los formados ayer son los que forman hoy, y los formados hoy formarán mañana; es una cadena, y ese clericalismo se va metiendo poco menos que en el ADN. O lo rompes antes de que empiece, o es imposible después.
¿Cuál es el principal problema de la Iglesia católica actual?
El clericalismo del que hablamos, absolutamente. El clericalismo del clero, y el clericalismo de un laicado que no posee una formación crítica que le permita tener criterio. Muchos laicos acaban diciendo: "lo que diga el cura, lo que diga el obispo". Cosa que retroalimenta el clericalismo del propio clero. Es un círculo vicioso complicadísimo de romper.
INCOMPRENSIÓN POR PARTE DE LA SOCIEDAD SECULAR
"La sociedad civil ya directamente no entiende qué es una teóloga, tal es el desconocimiento del hecho religioso y de la cultura religiosa"
En España, ¿cómo mira la Iglesia católica a las teólogas?
Yo soy teóloga y soy laica, que es distinto de ser teóloga dentro de una congregación religiosa. Ellas también han pasado lo suyo, pues al principio era complicado que una mujer de una orden religiosa fuese teóloga, y aún tienen problemas. Digamos que tenemos problemas muy parecidos, vividos en realidades diferentes: una cosa es la vida religiosa y otra la vida laical. La Iglesia nos ve a las teólogas no religiosas como a una especie de anécdota andante. Es verdad que las teólogas van ocupando puestos, sobre todo en universidades, y eso tiene fuerza. En las bibliografías se nota mucho: en asignaturas que imparten varones no hay libros de mujeres, y en las que imparten mujeres sí hay también libros de varones. Las teólogas leemos con los dos ojos; leemos textos masculinos y textos femeninos, cosa que ellos no hacen.
Y la sociedad secular, ¿cómo las ve? ¿Con perplejidad?
La sociedad civil ya directamente no entiende qué es una teóloga, tal es el desconocimiento del hecho religioso y de la cultura religiosa. A la gente le suena raro porque tradicionalmente es algo que ha estudiado el clero para acceder al sacerdocio. Por lo tanto sigue pareciendo raro que una mujer sea teóloga, y es más raro aún si no es una religiosa.
NECESIDAD DE DEBATE
"En España, a finales del siglo XIX la Teología salió de las universidades civiles; es una desgracia para la propia Teología"
¿Cuál es su vocación?
En mi libro 'No quiero ser sacerdote. Mujeres al borde de la Iglesia' dejo claro que no quiero serlo porque no tengo esa vocación, como no tengo vocación de acólita o lectora. Mi vocación es ser teóloga, y la Teología vivida como una vocación pues la vives como usted el periodismo, como otra persona la abogacía, u otra persona que tenga una tienda de flores porque es su vocación. Todos vivimos algo a lo que nos sentimos especialmente llamados.
En Alemania, estudiar Teología, sea católica o protestante, es visto como una opción académica más, sin que suponga necesariamente voluntad de ejercer un ministerio eclesial.
En Alemania, y en la mayoría de los países de Europa, la Teología se sigue impartiendo en universidades civiles, amén de que haya universidades confesionales que la impartan. En España, a finales del siglo XIX la Teología salió de las universidades civiles, y no ha vuelto, y no volverá. La Iglesia católica en nuestro país siempre ha sido miedosa; cuando se ha sentido un poco amenazada, ha pensado que era mejor salirse. Es una desgracia para la propia Teología, pues le impide estar en permanente diálogo y confrontación intelectual con otros, como sí lo estaría en la universidad civil. Cierto, han cambiado las cosas en las universidades católicas en España, pero una facultad de Teología de una universidad católica, por mucho que comparta actividades y quehacer diario con las otras facultades, todas de confesión católica, está siempre en ese ambiente. Es una pobreza inmensa para la Teología el no estar dentro de las universidades civiles en España.
https://www.lavanguardia.com/vida/20210131/6211483/cristina-inoges-teologia-no-quiero-ser-sacerdote.html
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