El Papa, más tajante que nunca: “Si no sigues el Concilio, no estás con la Iglesia”
Francisco no pone freno a su espíritu reformador. Entre otras cosas, porque sabe que se entronca dentro de la renovación del Vaticano II. Por eso, cuando amenazan tormentas de cierta resistencia, el Papa no duda en expresar con contundencia dónde está su faro: “Quien no sigue el Concilio, no está con la Iglesia”.
Así se expresó esta mañana en la audiencia que ha mantenido con los colaboradores de la Oficina de Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana, cuando se cumplen 60 años de la puesta en marcha de este departamento. Y lo hizo con la determinación a la que acostumbra cuando deja los papeles a un lado y se expresa con naturalidad: “El Concilio es magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, como quieres, no estás con la Iglesia”.
Exigentes y severos
A renglón seguido el Papa subrayó que “A este respecto tenemos que ser exigentes, severos”. “No, el Concilio no se negocia para tener más de estos… No, el Concilio es así. Y este problema que estamos viviendo, de selectividad del Concilio, se ha repetido a lo largo de la historia con otros Concilios”.
Sin pelos en la lengua, continuó diciendo que “A mí me da tanto que pensar un grupo de obispos que después del Vaticano I se fueron, un grupo de laicos, otros grupos, para continuar la ‘verdadera doctrina’ que no era la del Vaticano I. ‘Nosotros somos los verdaderos católicos’… Hoy ordenan a mujeres”.
La ruina eclesial
Desde ahí, una vez más incidió: “La actitud más severa para custodiar la fe sin el magisterio de la Iglesia, te lleva a la ruina. Por favor, ninguna concesión a los que intentan presentar una catequesis que no sea concorde con el Magisterio de la Iglesia”.
Con este punto de partida, hizo un llamamiento a los presentes a “ofrecer una catequesis renovada que inspire todos los ámbitos de la pastoral: caridad, liturgia, familia, cultura, vida social, economía…”. Para ello les animó a seguir la estela del período conciliar en el que “la Iglesia italiana fue rápida y capaz a la hora de acoger los signos y las sensibilidades de los tiempos”.
No homologar
Solo así la catequesis se convertirá en “la vanguardia de la Iglesia”, no como una transmisión de conocimientos, sino como el ejercicio de “tomar de la mano y acompañar” al otro en la historia de la salvación. “ Suscita un camino, en el que cada uno encuentra su propio ritmo, porque la vida cristiana no aplana ni homologa, sino que realza la unicidad de cada hijo de Dios”, detalló. Pero, por encima de esto, apuntó que el corazón catequético es “favorecer el encuentro personal” con Jesucristo. “Por lo tanto, debe estar entrelazada de relaciones personales. No hay verdadera catequesis sin el testimonio de hombres y mujeres de carne y hueso”.
El Papa compartió con ellos la importancia que puede llegar a tener en la vida de las personas la figura del catequista: “¿Quién de nosotros no recuerda al menos a uno de sus catequistas? Yo lo recuerdo. Me acuerdo de la monja que me preparó para la primera comunión y me hizo tanto bien. Los primeros protagonistas de la catequesis son ellos, mensajeros del Evangelio, a menudo laicos, que entran en juego con generosidad para compartir la belleza de haber encontrado a Jesús”.
Así, definió al catequista como aquel que “custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y – es un memorioso de la historia de la salvación – y sabe despertarla en los demás…”. Para ello, animó a trabajar el que denominó “la dialéctica” de la cercanía.
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