miércoles, 7 de septiembre de 2011

DIOS VIVE EN LA CIUDAD
Construyendo una red de comunidades
Boletín-20, Octubre de 2011

SINTONIZAR SIGNOS
DE LA MISION CONTINENTAL EN COMUN

A lo largo de nuestro tiempo, hemos venido observando y nos hemos asomado al alma del Pueblo, en la que vemos las diferentes devociones que tiene nuestra gente y que es una entrega que hacen con mucha fé. Bajo las siguientes advocaciones:
La Virgen de Guadalupe, La Virgen Milagrosa, La Virgen de Schoenstatt, La Virgen del Carmen, La Virgen de San Juan, Culto a los Santos y Difuntos, Señor de la Misericordia, Procesiones, Novenarios, San Francisco de Asís, Las Promesas. Y muchas más….
Es importante conseguir cimientos sólidos que nos lleven a la unidad dentro de la legítima diversidad y no ser un legítimo espectador que vea desfilar los acontecimientos que hoy está construyendo la historia.
Creo que ha llegado la hora, de que puedan fluir libremente riquezas particulares a nivel personal y comunitario, sin odios ni violencias, una humanidad y un destino común.
A través de nuestro Bautismo, que en forma excelsa es algo indeleble que no solo nos purifica del pecado sino que nos hace renacer a la vida nueva en Cristo. Por la comunidad y como discípulos y misioneros e hijos de Dios debemos ir al encuentro con Cristo por nuestros hermanos pobres, ya que nosotros evangelizamos y Cristo convierte que es Camino, Verdad y Vida.
Este Pueblo en su religiosidad popular, hay que acompañarlo pues ha estado abandonado, eso nos puede explicar que los encontremos con esas costumbres, pero siempre organizados aunque no están articulados en su mayoría, tienen la falta de pertenencia a la Iglesia, desvinculación entre Fé  y Vida; el hecho de que no conduce a la recepción de los sacramentos; valoración exagerada del culto a los santos con detrimento del conocimiento de Jesucristo y su misterio; infiltración del espiritismo.
Pero tienen grandes valores unidos al Evangelio y viven entre ellos la comunión y la Fraternidad, capacidad para rezar, desprendimiento de lo material.
Sugiero que para poder introducirnos en ellos, además de los mensajes que les llevemos, hay que llevarles signos, señales o símbolos que se usan en la vida diaria. También podemos llevarles los números y los colores, cantando, rezando y a veces callados. Otros símbolos pueden ser como la Flor que significa la Verdad; el copal para la Intercesión, la Luz o lumbre de ocote para la Sabiduría, la ofrenda o comida (convivencia) para indicar el deseo de vivir y vivir en comunión en Paz con todos/as.
Retomo la palabras de Jon Sobrino: Todo esto nos compromete a: “Enfrentarnos a la realidad con la Verdad; a analizar la realidad y sus causas; a trabajar por el cambio estructural; a llevar a cabo una evangelización madura, liberadora, crítica y autocrítica a construir la Iglesia como Pueblo de Dios; a dar esperanza a ese Pueblo que tanto sufre.
Monseñor Romero nos dice: Ningún cristiano se debe sentir solo en su caminar, ninguna familia tiene que sentirse desamparada, ningún pueblo debe ser Pesimista, aun en medio de la crisis que parece que no hay solución, Dios está en medio de nosotros… no duerme, está activo, observa, ayuda y a su tiempo actúa oportunamente.
Urge retomar el desafío, que implica ésta enseñanza fundamental de la familia, entendida como Iglesia Doméstica. Hay que animar a la formación de comunidades vivas y dinámicas, llamado a una Verdadera Renovación, partiendo del principio fundamental de que la Parroquia tiene que seguir siendo primariamente Comunidad Eucarística y Misionera.
Redacto: María Virginia Padilla Maldonado

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