miércoles, 23 de marzo de 2022

LOS MIEDOS BILATERALES DEL SINODO DE LA SINODALIDAD


miércoles, 23 de marzo de 2022

Los miedos bilaterales que trae la Sinodalidad

La Iglesia Hoy | Diego Pereira Ríos[1]





Los miedos bilaterales que trae la Sinodalidad


En este tiempo de iglesia, donde estamos en proceso de Sinodalidad, en medio de un sínodo, la iglesia toda en su conjunto -desde el Obispo de Roma hasta las bases y viceversa- viene experimentando un cambio brusco que provoca un sinfín de situaciones que aún no podemos comprender. Acostumbrados a una “manera” de ser Iglesia, donde unos lideran y otros actúan siempre y cuando se les dé permiso, necesitamos una transformación. Esto implica –como el mismo proceso del sínodo ha propuesto- un primer momento de escucha para luego discernir. Pero, sin embargo, aún hay oídos que no quieren escuchar y por no querer escuchar debemos ver en ello una cierta negación voluntaria. Podemos afirmar que, la causa de esa negación –como en muchas circunstancias de la vida- es el miedo. El miedo al cambio.


En la "Carta a los sacerdotes sobre el proceso sinodal", publicada el 19 de marzo, se plantean dos miedos que pueden estar viviendo nuestros pastores: el de la sobrecarga pastoral y el del miedo a una nueva identidad sacerdotal de la cual aún parece no tenerse claridad. La primera es más visible ya que con la falta de vocaciones, los sacerdotes han visto redoblada su tarea, sobre todo ahora que se les pide ser promotores de la sinodalidad. La segunda es más compleja y justamente es más importante: la del liderazgo propio del sacerdocio ministerial. Con la promoción del sacerdocio bautismal en una iglesia donde la mayoría somos laicos y laicas, quitarle ese lugar de guías, les causa miedo. Pero me parece que debemos indagar en ese miedo. Por lo corto de este artículo, me adelanto a decir que es miedo a perder el poder que la misma iglesia les ha dado y que ahora deben compartirlo. Un miedo que surge de un protagonismo que sigue siendo no clarificado, pero que ha generado en la historia de la iglesia un sinnúmero de abusos de poder, que ahora el impulso sinodal quiere corregir.


Luego tenemos la otra cara de la moneda (cosa que no me agrada por la división que esta expresión genera), pero que tiene que ver con el miedo que se está generando en el laicado. Un laicado mal acostumbrado a simplemente obedecer a los pastores, y no solamente en cuestiones pastorales, sino que muchas veces en materia espiritual. Un laicado acostumbrado a oficiar de receptáculos que reciben indicaciones, orientaciones, órdenes. En muy pocos casos –y bajo la supervisión y aceptación de la jerarquía- algunos laicos y laicas han logrado penetrar en la estructura de la iglesia para ser escuchados acerca de la realidad de la iglesia. Con estas palabras estoy describiendo el clericalismo que aún vivimos y que no es sólo un problema de los sacerdotes, sino que es un gran problema del laicado. Cambiar esta situación de dependencia a una actitud proactiva, no será fácil. Que los laicos se apropien de la iglesia en el sentido de sentirse parte responsable de la iglesia, implica un proceso de empoderamiento. Y esto debe trabajarse desde ambos lugares: desde el clero y desde los laicos, hombres y mujeres comprometidos con la vida y el futuro de la iglesia.


Otro de los tantos miedos considero que surge de la “santa ignorancia” que pervive en el laicado. Durante años, privados de una formación teológica seria, son muy pocos los que conocen en profundidad la doctrina católica. Pero, sobre todo, la misma doctrina aprendida nos ha recluido en ser simples escuchas de “los que saben”, “los maestros de la fe”: los sacerdotes. Esto ha generado una ignorancia de lo que implica ser laico y la responsabilidad que tenemos en la misión salvadora de la iglesia. ¡Y digo santa ignorancia sabiendo que en el Pueblo de Dios hay mucha gente santa! Desde las ancianas que rezan a diario el Rosario, desde los que sostienen la iglesia con sus donativos, desde los que se siguen acercando a buscar una palabra de esperanza; pero todo ello dentro de una autopercepción de no saber en qué consta la salvación, o no sentirse “dignos” de tan grande sabiduría. Lo peor en esta enseñanza recibida, ha sido la insistencia en la catequesis sobre el pecado y con ello el miedo a perderse, descuidando el don de la gracia que viene por los sacramentos recibidos, y por un corazón deseoso de Dios (también el miedo sigue siendo parte del discurso religioso, no sólo de la guerra).


¡Pero vamos a vencer los miedos!, tanto sacerdotes como laicos y laicas, y lo haremos juntos, en sinodalidad. El amor de Dios que fundamenta nuestra fe es la razón suficiente y creadora de nuevas realidades. Y el amor supera el miedo, genera vida en abundancia, da paz en el conflicto y transforma toda situación de la vida, y por ello lo hará con la iglesia. Estamos convencidos de que “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, como dice nuestro Papa Francisco, y creemos que es el Espíritu Santo quien nos guiará en este proceso. ¡No tengamos miedo!



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[1] Laico uruguayo de 42 años, Profesor de Filosofía y Religión, Maestrando en Teología Latinoamericana en la UCA de El Salvador, Docente de teología en la Escuela de Laicos “San Juan Eudes” de Ecuador, miembro de Amerindia Uruguay, de la Comunidad Bremen-Marcelo Barros de Brasil y de la Asociación de Teólogos del Tercer Mundo (ASSET/EATWOT). Libros publicados: La fuerza transformadora de la esperanza (Nueva Visión, 2016), En un camino liberador desde el Sur (Rumbo, 2020), Teologia para um cristianismo libertador (Senso, Brasil 2021), Cuestiones de fe. Caminando en búsqueda de Dios (Pieco, Córdoba Argentina. En publicación para 2022).


Foto: Taller sobre Ecología Integral-Montevideo 2018


https://www.amigodelhogar.net/2022/03/los-miedos-bilaterales-que-trae-la.html?m=1

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