lunes, 20 de marzo de 2017

Eólicos: entre la extinción y el despojo

Eólicos: entre la extinción y el despojo
5 Mar , 2017  

(Artículo publicado también en El Varejón 150, revista de derechos humanos del Equipo Indignación AC)


Leonardo Boff, estudioso y profeta del deterioro del ecosistema, ha señalado que nunca antes el mundo había enfrentado, al mismo tiempo, tres posibilidades de destrucción masiva: el sobrepasamiento de los límites del planeta, el armamento nuclear de las grandes potencias y el cambio climático.

La primera posibilidad describe el momento, alcanzado en abril de 2016, en que el planeta, con todos sus recursos disponibles, ya no es suficiente para satisfacer las necesidades de la humanidad, entendidas bajo el esquema de producción del capitalismo extractivista y el modelo de consumo dominante.

La segunda posibilidad hace referencia a la cantidad de armamento nuclear que alberga las entrañas de la tierra: armas que, de ponerse en acción, serían capaces –con solo activar la tercera parte de ellas– de destruir totalmente a la humanidad dejando atrás solamente los escombros de nuestras civilizaciones.

Finalmente, la tercera posibilidad, es el cambio climático, producido por la altísima cantidad de emisiones de gas invernadero producto de la quema de combustibles fósiles, principalmente el petróleo.

Contra cada una de estas amenazas se yergue una posibilidad de solución. Para el sobrepasamiento, la promoción de la cultura de la austeridad, del consumo responsable, del cuidado del medio ambiente. Para el armamento nuclear, los acuerdos multilaterales de paz y la promoción del diálogo entre las naciones. Para el calentamiento global, el abandono de las energías fósiles y la opción por las energías limpias, renovables. Las tres amenazas en su conjunto, sin embargo, solamente serán conjuradas con la derrota del sistema capitalista que, no contento con la explotación de las personas y los pueblos, dirige su ambición y ansia de lucro a los recursos naturales, los bienes de la naturaleza, para convertirlos en mercancías, privatizarlos y no parar sino hasta dejar tras de sí un gigantesco desierto árido.

La energía eólica es, pues, una de las respuestas al problema del cambio climático, junto con la energía solar y otras energías limpias. Quedan muy pocas personas (aunque algunas de ellas con mucho poder) que nieguen el cambio climático y nos sonaría estúpido a estas alturas que alguien se opusiera a las energías limpias. ¿Por qué entonces hay resistencia en las comunidades mayas y en muchas organizaciones civiles que las acompañan, a los proyectos de producción de energía eólica recientemente aprobados en nuestro país?

El problema estriba, me parece, en el modelo de producción que se presenta como el único posible: compañías internacionales, sin rostro ni nombre, que tomarán rentados los territorios mayas para sembrarlos de abanicos grandotes. La producción dejará para las compañías pingües ganancias y una pocas migajas serán repartidas entre los dueños de los territorios, que no podrán usarlos más en un arco de 50 o 100 años. Producción de energías limpias, pues, pero por un método de explotación bastante sucio. Lo malo es que de historias de explotación y despojo los pueblos indígenas tienen para llenar muchas enciclopedias. No es que no quieran la producción de energías limpias: solamente se preguntan si la única manera de hacerlo es a través de políticas de despojo.

Así que las grandes compañías transnacionales, acostumbradas a manejarse como dueñas de vidas y territorios y frotándose ya las manos por las ganancias que obtendrán, chocan ahora con la resistencia de las comunidades indígenas que no quieren verse sometidas a nuevos actos de despojo. Y acusan a los pueblos de retrógradas, de ignorantes, de opuestos al progreso y a la salvación del ecosistema.

Pero los grandes capitales, como siempre, mienten. Su afán de lucro silencia la verdad. Son las mismas compañías las que construyen abanicos gigantes, pero siguen produciendo agrotóxicos; hacen y venden paneles solares, pero siguen practicando el fracking. El medio ambiente para ellos sólo tiene importancia en cuanto les reporta nuevas ganancias. Sólo les interesa el dinero, y por él están dispuestos a arrasar con pueblos y recursos naturales.

Pero su mentira mayor no es solamente su doble discurso. Su mentira mayor es presentar ESTE esquema de producción de energía limpia como el único posible. La alternativa planteada por el título de este artículo es falsa, engañosa, perversa. Hay otra posibilidad: el manejo comunitario de las energías limpias.

¿Por qué no puede una comunidad maya recibir el apoyo necesario para colocar en su territorio un abanicote, que provea de corriente a toda la región, cuidar esa producción y administrarla autónomamente? ¿Por qué tienen que ser parques gigantescos, con cientos de abanicos? ¿No es ese un modelo que lo único que persigue es el lucro? ¿No ocurre lo mismo con los monocultivos de producción masiva, interesados, no en mitigar el hambre de los pueblos, sino en aumentar la cuenta bancaria de los productores?

Pero la producción autónoma comunitaria de energías limpias requeriría que empresas y gobiernos renunciasen a ver dicha producción como negocio, y al aire como mercancía. Y no están dispuestos, desde luego, a hacerlo. Ellos solo viven para despojar y acumular. Pero los pueblos han aprendido ya a no creer en sus cantos de sirenas. Por eso se preparan para resistir a este nuevo despojo. Quieren, sí, energías limpias, pero manejadas de manera autónoma por las comunidades, para que los beneficios lleguen a todos y no solamente a los poderosos de este mundo.

(Puede verse los otros artículos de El Varejón 150, dedicados a los proyectos de energía eólicas en territorios mayas, en www.indignacion.org.mx)

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viernes, 10 de marzo de 2017

Jorge Daboub arremete contra Arzobispo de San Salvador

Jorge Daboub arremete contra Arzobispo de San Salvador

BY DIARIO LA PORTADA ON MARZO 10, 2017

El ex presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), Jorge Daboub, arremetió contra el arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas, luego que el líder religioso sentara posición sobre varios temas de interés para el país.

"Está asesorado por gente cercana al FMLN y no le gusta escuchar a nadie. Sus desatinadas posiciones vienen de ahí y es lamentable y penoso", escribió Daboub, en su cuenta de twitter.


Recientemente Escobar Alas, junto a organizaciones ambientales y la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA) presentaron un anteproyecto de ley ante la Asamblea Legislativa para prohibir la minería metálica en el país.

Según el prelado religioso la iniciativa tiene el propósito de proteger al país de la grave contaminación del medio ambiente, especialmente del agua, consecuencia inevitable de la explotación minera a cielo abierto.

Por tanto el pasado jueves, el Arzobispo junto al pueblo salvadoreño entrego más de 30 firmas a los diputados para prohibir los proyectos. Acción que no ha caído engracia al ex presidente de la ANEP.

Por otra parte, el Arzobispo ha insistido en una reforma de pensiones que garantice beneficios al trabajador y no a terceros.

Además ha manifestado el respaldo a las medidas extraordinarias contra la delincuencia ejecutadas por el ejecutivo. También cuestionó la postura del partido de oposición, ARENA, de abandonar la mesa de diálogo que mantenía con el partido oficial y el Gobierno.

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miércoles, 8 de marzo de 2017

Leonardo Boff, teólogo de la liberación, sobre el Papa y el aborto: "Una vez abierta la puerta, ya no se cierra" - BBC Mundo

Leonardo Boff, teólogo de la liberación, sobre el Papa y el aborto: "Una vez abierta la puerta, ya no se cierra"

Gerardo Lissardy BBC Mundo, Brasil
2 septiembre 2015
Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption Leonardo Boff fue sancionado por el Vaticano en 1985.

El permiso temporal concedido por el papa Francisco para que los sacerdotes perdonen a mujeres que hayan abortado supone "abrir una puerta" que "ya no se cierra" para la iglesia católica, afirmó el teólogo brasileño Leonardo Boff.

Uno de los principales referentes de la Teología de la Liberación, condenado al ostracismo en 1985 por el Vaticano por su libro "Iglesia, carisma y poder", Boff expresó su entusiasmo con el actual pontífice durante una charla con BBC Mundo.
"El Papa está inaugurando otro tipo de Iglesia, adecuada a la globalización", dijo el exsacerdote, quien contó que colaboró con la encíclica sobre ecología que Francisco divulgó este año.
Lea: El papa da permiso para perdonar durante el Año Santo a las mujeres que hayan abortado

Lo que sigue es un resumen del diálogo telefónico con este escritor de 76 años, que vive en una zona campestre del estado de Río de Janeiro.

¿Qué opina del permiso temporal que concedió el papa Francisco para que los sacerdotes puedan absolver del "pecado de aborto a quienes lo han practicado y que estén arrepentidos"?
Esta decisión está ligada directamente al concepto fundamental que el Papa tiene del evangelio como misericordia. Dios tiene un amor incondicional y su misericordia no tiene límites. Solamente un cristianismo doctrinario, apologético, yo diría casi machista y sin misericordia, es duro en eso.
Este Papa ha declarado claramente: yo no voy a dirigir la Iglesia por el poder sino por el amor y la misericordia. Esta decisión es absolutamente coherente con su mensaje.

Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption Boff es uno de los principales exponentes de la Teología de la Liberación.

Usted habla de una misericordia sin límites, pero el perdón se podrá conceder sólo durante el Año Santo (entre el 8 de diciembre próximo y el 20 de noviembre de 2016). Visto así no parece un cambio duradero…
Sí, pero esto es abrir una puerta. Y una vez abierta la puerta, ya no se cierra. Significa que él tiene cierta pedagogía, cierto sentido de proceso. No es un proceso que va a retroceder. Empezó ahora y el Año Santo es una ocasión muy oportuna, porque es el año de la misericordia y del perdón de todas las deudas. Se abre una puerta y esta será una actitud pastoral permanente en la Iglesia.
Lea también: Perdón de la Iglesia a las mujeres que abortaron: ¿cambio profundo o retoque estético?

¿Cree que esto anticipa un cambio doctrinario dentro de la Iglesia?
Creo que el Papa no va a discutir las doctrinas. Él dice siempre que la realidad está por encima de las doctrinas. Si la realidad dice que hoy hay muchos divorcios, el concepto de familia está cambiando cada vez más, y para él lo importante es que hay amor. Donde hay amor, sea en el primero o segundo matrimonio, ahí hay algo de Dios.

La Iglesia rechaza por ejemplo que aborte una niña de 10 años violada y embarazada, como ocurrió en Paraguay. ¿Cómo se coloca la realidad sobre las doctrinas ahí?
Creo que el Papa no iba a hacer eso; él iba a entender. El obispo local o la iglesia local pueden hacer eso porque hacen deducciones: no se puede cometer aborto porque importan las personas. Eso es abstracto.

Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption Según Boff, Francisco I está inaugurando un nuevo tipo de iglesia.

La pregunta es cuán reformista es el papa Francisco: algunos creen que está impulsando cambios de fondo y otros que son apenas actos cosméticos de alguien que en definitiva es el guardián de la doctrina católica…
El es guardián de la tradición de Jesús. Porque la doctrina católica es una invención de teólogos. Cada época elabora su teología. Pero hay valores que marcan una ruptura. Es decir: aquí empieza algo nuevo. Y este Papa vive de esa ruptura. No es populista, no es nada. Él vive su profunda convicción como hombre religioso. Ya lo vivía como cardenal en Argentina fuera del palacio, utilizando los medios comunes, el bus y el metro, iba solo a las villas miseria.

El papa también dijo que no era quién para juzgar a una persona gay, pero su Iglesia sigue condenando la práctica homosexual y oponiéndose al matrimonio gay. ¿Cómo ve eso?
El Papa en eso está innovando en la línea de la misericordia y la comprensión. Él dice: hay que hacer una revolución pastoral, el pastor tiene que tener olor de oveja, caminar junto con su pueblo. Y él entiende la condición humana, entonces no tiene nada de rigidez.

Y respecto a los abusos sexuales dentro de la Iglesia, ¿está haciendo todo lo que debe para atacar este problema grave?
Ahí el Papa es implacable, es tolerancia cero. Ese nuncio apostólico de Santo Domingo fue inmediatamente condenado. Un cardenal de Irlanda fue inmediatamente dimitido y enviado a un convento a hacer penitencia. Es rígido porque es pecar contra un inocente, abusar de quien no puede defenderse. Ese crimen tiene que ser juzgado por la justicia civil, y el Papa tiene claro eso. Un crimen no puede ser ocultado como fue en los dos pontificados anteriores.

Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption Muchos en la iglesia católica se oponen tajantemente al aborto.

En marzo hubo una polémica en Chile porque el Vaticano defendió el nombramiento de un obispo acusado de encubrir abusos sexuales. Hay quienes señalan que en los hechos no se ven tantos cambios…
Todos los cambios necesitan procesos, no se hacen de la noche al día. Se hacen con prácticas nuevas y es un proceso pedagógico donde las mentes van madurando. Muchos se quedan atrás y otros que son muy conservadores serán cada vez más aislados.
El Papa está inaugurando otro tipo de Iglesia, adecuada a la globalización. No puede ser una iglesia occidental, porque Occidente es cada vez más un accidente en la historia y la iglesia no puede ser rehén de esa cultura occidental.

¿El Papa consultó sus escritos para preparar la encíclica que lanzó este año sobre ecología?
No es bueno hablar sobre esto. Pero tres veces fui solicitado a enviar materiales mediante el embajador argentino en la Santa Sede. Con gran alegría he constatado que muchas cosas fueron aprovechadas. Pero la encíclica es del Papa, no es mía. Lo nuevo de la encíclica es superar la visión de la ecología como ambientalismo. No es una encíclica verde, es una encíclica de la ecología integral, política, económica, espiritual, no solamente de la relación con la naturaleza. El Papa parte ya del nuevo paradigma.

Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption Boff está entusiasmando con el nuevo Papa.

¿Hay algún cambio con este Papa en la Iglesia respecto a la Teología de la Liberación?
La Teología de la Liberación tiene varias tendencias. En Argentina a raíz de la represión militar y la furia antimarxista no utilizaba ninguna categoria de clase, pero era la teología del pueblo oprimido y la cultura silenciada. Es lo mismo. Y Bergoglio nunca fue contra la Teología de la Liberación. Estuvo siempre del lado de los pobres que son oprimidos, a favor de la justicia social.

Pero usted mismo había criticado a Bergoglio como un exponente de conservadurismo de la Iglesia, alguien que apoyó al régimen militar argentino que cometió crímenes de lesa humanidad. ¿Quién cambió, él o usted?
No hay que olvidar que (en Argentina) la Iglesia católica es la iglesia oficial del Estado, entonces todos los obispos y sacerdotes tenían dificultad en oponerse al régimen. Y Bergoglio sufrió con eso. Pero no se puede decir que él sencillamente ha adherido a eso. Ha salvado a muchísimas personas, como jesuitas que envió a Brasil, Uruguay y otras partes. Pero la Iglesia como sigue hoy todavía es en gran parte conservadora, a excepción de algunos.

En 2005 usted no opinaba eso. Cuando el diario "Página/12" le preguntó sobre la candidatura del cardenal Bergoglio, dijo que debía ser descartada ad limine, porque "un papa no puede haber estado ligado a los militares como lo estuvo él"…
Pero eso es de 2005. Estamos en 2015. Hay 10 años de diferencia. No doy valor a eso. Estaba pensando que en el contexto global era difícil que viniera alguien de América Latina —en Chile era mucho peor, en Brasil menos— donde de alguna manera muchos habían colaborado con regímenes porque eran anticomunistas, por temor al comunismo, etcétera. Pero no era en el sentido de decir que Bergoglio estaba comprometido; pertenecía a una Iglesia que en su conjunto tiene mucho que pedir perdón al pueblo argentino por no haber sido suficientemente profética y denunciadora de los crímenes.

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viernes, 3 de marzo de 2017

[BoffSemanal] ¿Existe vida extraterrestre?

¿Existe vida extraterrestre?

2017-03-03

Científicos de la NASA han descubierto una estrella Trappist-1, distante 39 años luz de la Tierra, con siete planetas rocosos, tres de ellos con posibilidad de agua y por lo tanto de vida. Este descubrimiento ha replanteado la cuestión de una eventual vida extraterrestre. Hagamos algunas reflexiones sobre el tema, fundadas en nombres notables en esta área.

Las ciencias de la Tierra y los conocimientos provenientes de la nueva cosmología nos han habituado a situar todas las cuestiones en el marco de la gran evolución cósmica. Todo está en proceso de génesis, condición para que surja la vida.

La vida es considerada como la realidad más compleja y misteriosa del universo. El hecho es que hace cerca de 3,8 mil millones de años, en un océano o en un pantano primordial, bajo la acción de tempestades inimaginables de rayos y de elementos cósmicos del propio Sol en interacción con la geoquímica de la Tierra, esta llevó hasta el extremo la complejidad de las formas inanimadas. De repente se superó la barrera: se estructuraron cerca de 20 aminoácidos y cuatro bases fosfatadas. Como un inmenso relámpago que cae sobre el mar o el pantano irrumpió el primer ser vivo.

Como un salto cualitativo en nuestro espacio-tiempo curvo, en un rincón de nuestra galaxia media, en un sol secundario, en un planeta de quantité négligeable, de tamaño mediano, en la Tierra, emergió la gran novedad: la vida. La Tierra pasó por 15 grandes destrucciones masivas pero, como si fuera una plaga, la vida nunca se extinguió.

Veamos rápidamente la lógica interna que permitió la eclosión de la vida. La materia y la energía del universo a medida que avanzan en su proceso de expansión tienden a tornarse cada vez más complejas. Cada sistema se encuentra en un juego de interacciones, en una danza de intercambio de materia y de energía, en un diálogo permanente con su medio y reteniendo información.

Biólogos y bioquímicos, como Ilya Prigogine (premio Nobel de química 1977), afirman que existe una continuidad entre los seres vivos y los inertes. No necesitamos recurrir a un principio transcendente y externo para explicar la aparición de la vida, como suelen hacer las religiones y la cosmología clásica. Basta que el principio de complejización, autoorganización y autocreación de todo, también de la vida, llamado principio cosmogénico, estuviese embrionariamente en aquel puntito ínfimo, surgido de la Energía de Fondo, que después explotó. Uno de los más importantes físicos de la actualidad, Amit Goswami, sostiene la tesis de que el universo es matemáticamente inconsistente sin la existencia de un principio ordenador supremo, Dios. Por eso, para él, el universo es autoconsciente (El universo autoconsciente, 1998).

La Tierra no tiene el privilegio de la vida. Según Christian de Duve, premio Nobel de biología (1974): «Hay tantos planetas vivos en el universo como hay planetas capaces de generar y sustentar la vida. Una estimación conservadora eleva su número a miles de millones. Billones de biosferas surcan el espacio en billones de planetas canalizando materia y energía en flujos creativos de evolución. Hacia cualquier dirección del espacio que miremos hay vida (...). El universo no es el cosmos inerte de los físicos, con una pizca de vida por precaución. El universo es vida con la estructura necesaria a su alrededor» (Polvo vital: La vida como imperativo cósmico, Río de Janeiro, 1997, 383).

Es mérito de la astronomía, en la franja milimétrica, haber identificado un conjunto de moléculas en las cuales se encuentra todo lo que es esencial para dar inicio al proceso de síntesis biológica (Longair, M., Los orígenes de nuestro universo, Río de Janeiro, 1994, 65-66). En los meteoritos se han encontrado aminoácidos. Estos sí son los eventuales portadores de las arqueobacterias de la vida. Probablemente hubo varios comienzos de vida, muchos frustrados, hasta que se afirmó definitivamente.

Se presume que las más diversas formas de vida provienen de una única bacteria originaria (Wilson, O. E., La diversidad de la vida, 1994). Con los mamíferos surgió una nueva cualidad de la vida: la sensibilidad emocional y el cuidado. Entre los mamíferos, hace cerca de 70 millones de años se destacaron los primates, después, hace unos 35 millones de años, los primates superiores, nuestros abuelos genealógicos, y hace 17 millones de años, nuestros predecesores, los homínidos. Hace unos 8-10 millones de años surgió en África el ser humano, el australopiteco. Por fin, apareció hace 100 mil años el Homo sapiens-sapiens/demens-demens del cual somos herederos inmediatos (Reeves, H. y otros, La historia más bella del mundo, 1998).

La vida no es fruto de la casualidad (en contra de Jacques Monod, El azar y la necesidad, 1979). Bioquímicos y biólogos moleculares mostraron (gracias a los computadores de números aleatorios) la imposibilidad matemática del azar puro y simple. Para que los aminoácidos y las dos mil encimas subyacentes pudiesen aproximarse y formar una célula viva serían necesarios billones y billones de años, mucho más que los 13,7 mil millones de años de la edad del universo. El llamado azar es expresión de nuestra ignorancia. Estimamos que la evolución ascendente es producir más y más vida, también extraterrestre.         

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362: Comunidades Eclesiales de Base: ¿Nivel o desnivel de Iglesia? (Raúl CERVERA)

Comunidades Eclesiales de Base: ¿Nivel o desnivel de Iglesia? Apuntes eclesiológicos a propósito del XVII Encuentro de CEBs de México

Raúl CERVERA
2004

In memoriam P. Ricardo Zapata (Dióc. de Xalapa),
amigo y gran promotor de las CEBs


El XVII Encuentro Nacional de Comunidades Eclesiales de Base, realizado en la ciudad de León (Gto), en México, del 21 al 17 de septiembre de 2004, fue un acontecimiento relevante y fructuoso para la vida de esta «Iglesia en movimiento», según atestiguan quienes tomaron parte en el mismo. Con todo, es importante recuperar, a una mayor distancia, el conjunto de voces que allí se manifestaron y analizar con más calma el sentido de esas intervenciones.

Hay varios ángulos desde los que se puede enfocar la reflexión. Aquí me voy a centrar en un aspecto, decisivo ciertamente para la vida de las comunidades: su identidad eclesial.

Advierto que no haré mención especial de muchos ingredientes afortunados de esta relación con la Iglesia -que los tiene-. Lo que pasa es que al hacer un recorrido por las actas de los núcleos de trabajo se topa uno con varios puntos problemáticos. Creo que es necesario analizarlos con seriedad, más que nada por respeto y lealtad a quienes participaron en el evento y a lo que allí expresaron. También creo que es relevante llamar la atención de los pastores, para ir encontrando caminos que ayuden a avanzar en el estado de cosas presente.

1. De cuando ser Iglesia representa, en cierto sentido, un problema

Si nos preguntamos cómo se sitúan las comunidades ante la Iglesia, entendida en este caso como la representación institucional y autoritativa de la comunidad cristiana, hemos de decir que se conciben a sí mismas como algo fundamentalmente eclesial. Ello significa que aceptan la existencia y la misión de la autoridad como un aspecto central de la Iglesia de Jesucristo. Por tanto, una expresión de su pertenencia eclesial es la interacción con dicha autoridad.

De acuerdo con esto, no voy a atender ahora a otros rasgos típicos de eclesialidad que aparecen en las actas de los núcleos, como serían el enfoque creyente del análisis de la realidad, apoyado en la lectura de los textos bíblicos; el sentido ministerial que tienen las acciones de servicio que se realizan, etc. Me voy a detener más en la mencionada forma de concebirla y expresarla; sobre todo, en su carácter histórico, es decir, el que tiene como sustento una manera concreta de estructurarse la sociedad en un momento dado del decurso temporal.

Vivimos en una sociedad segmentada en dos grandes ámbitos -al menos-: el profano y el religioso. Los Estados y el conjunto de sus instituciones se consideran de carácter «laico». Lo religioso tiene su propio espacio reconocido, y de él se espera, entre otras cosas, que no se inmiscuya en el ámbito de lo político.

Pues bien, en esta configuración histórica, las CEBs expresan su eclesialidad, confesándose explícitamente como un cuerpo ubicado en el campo de lo religioso, más específicamente, en el espacio propio de la Iglesia católica. Además comentan abiertamente los problemas que ello les ocasiona. Lo cual contribuye, desde mi punto de vista, a poner de relieve su identidad.

Las dificultades se presentan en dos frentes. En el primero aparece una amplia sensación de ser rechazadas o, al menos, de no recibir suficiente apoyo por parte de las autoridades eclesiásticas, naturalmente con importantes excepciones. Prácticamente no hay núcleo en el que no aparezca este reparo. Omito citar la manera como describen este fenómeno algunos núcleos. Lo cierto es que constituye un dato puro y duro del conjunto de aportaciones.

Es esta primera parte del material la que confirma, como he dicho, la aserción acerca de la identidad eclesial de las CEBs. Por si fuera poco, ésta se perfila con mayor nitidez aún, al constatar que no aparece ninguna queja semejante en relación con las instituciones del Estado. Las comunidades de base expresan una fuerte expectativa de apoyo institucional, no por parte de este último, sino, precisamente, por la de la autoridad eclesiástica.

El segundo frente hace referencia a diversos aspectos del funcionamiento de las autoridades eclesiásticas, ante los cuales las comunidades se muestran sumamente críticas -con razón o sin ella-. Basten algunas pinceladas. Prácticamente en todos los núcleos aparece un rechazo a lo que se describe como el conservadurismo del modelo oficial, y en uno aparece el tema de la involución presente. Se piensa que la Iglesia -en el sentido convenido- no responde a las necesidades reales de las personas y a la situación más amplia. Tampoco ha tomado en serio la necesidad de inculturación. En realidad, fomenta una institución de tipo piramidal, con ribetes clericales.

En varias actas encontramos una mención de la alianza que se ha establecido entre las autoridades eclesiásticas y los poderes de este mundo, identificados incluso como la «ultraderecha». También se piensa que el Estado mexicano promulgó la ley que rige sus relaciones con la Iglesia con la intención de manipularla, según sus intereses.

Tres núcleos hacen referencia a la «venta de sacramentos», y cuatro, a las deficiencias en la formación de los sacerdotes. También comentan que las autoridades eclesiásticas prefieren favorecer a los diferentes tipos de «movimientos». Cinco de los once núcleos se quejan de lo desfavorable que resultan para las CEBs -hablando en términos generales- los frecuentes traslados de párrocos de una iglesia a otra.

Por todo esto nos parece que el encuentro envía, inopinadamente, un aviso de que algo no está funcionando en las relaciones entre las autoridades eclesiásticas y las CEBs[1].

Hasta aquí estamos en un primer nivel: las declaraciones y el fenómeno que las sustenta. Naturalmente surge la pregunta: ¿qué puede estar detrás de esta relativa disfuncionalidad? ¿Estamos, únicamente, ante actitudes personales y grupales? Nos parece que el asunto es complejo y que en el subsuelo de esta relación un tanto problemática se encuentra un conjunto amplio de raíces. En las reflexiones que vienen a continuación dirigiremos nuestra atención a un gajo que consideramos central: la ubicación estructural de las CEBs en la institución eclesiástica.

2. Las CEBs y los sótanos de las sotanas

Hasta el presente hemos venido considerando a las comunidades de base como un «nivel de Iglesia». Así aparece, incluso, en algunas expresiones vertidas por los participantes en el Encuentro. En concreto, la Iglesia constaría de cuatro niveles: la CEB, la parroquia, la diócesis y la Iglesia universal (cf núcleo 6). Ya en 1979 el Documento de Puebla había adoptado una concepción semejante:
El misterio de la Iglesia (…) logra su arraigo y tiende a desarrollar su dinamismo transformador de la vida humana, tanto personal como social, en diversos niveles y circunstancias que constituyen centros o lugares preferenciales de evangelización (la familia, las CEBs, la parroquia y la Iglesia particular) (DP 657).

Esta imagen estratigráfica es correlativa a la tercera caracterización tradicional de las comunidades: son la Iglesia en la base.

Ahora bien, la interpretación habitual de este rasgo me parece un buen comienzo en el proceso de toma de conciencia que van experimentando los laicos y laicas que participan en las comunidades, así como algunos pastores. Y es que este término va siendo utilizado con una connotación diferente, capaz de subvertir la que normalmente se le atribuye.

En efecto, en un primer momento, la imagen estratigráfica expresa con fidelidad un hecho todavía mayoritario en la Iglesia de nuestros días: los laicos y las laicas, que forman la mayoría de la membresía de las comunidades, son quienes se encuentran debajo de la vida eclesial; esto es, quienes cuentan menos, quienes poseen menor capacidad para tomar decisiones; finalmente quienes tienen un peso eclesiológico disminuido. Ello en correlación con la ubicación del clero[2].

Sin embargo, como he afirmado, en las CEBs se ha procurado subvertir este significado común y corriente, e imprimirle uno diferente y contrario. Ciertamente las CEBs son entidades laicales y por ello se denominan de base, en oposición al estrato en que se ubican las autoridades. No obstante, en la autoconciencia de muchos de sus miembros -y de sus teóricos- aparece la convicción de que es desde su ubicación propia de donde puede provenir una renovación y un cambio sustancial, en mejor, de la vida de la Iglesia.

Por ello se ha afirmado que la Iglesia nace del Pueblo, y este término incluye en su precisión, no sólo una referencia a los laicos, sino, sobre todo, a los pobres. Dicho de otro modo, se ha luchado para que el vocablo base exprese la fuerza transformadora inherente al laicado, compuesto mayoritariamente por las víctimas del sistema. Ellacuría, el teólogo mártir, lo puso en estos términos:
(La Iglesia de los pobres) es, más bien, una Iglesia en la que los pobres son su principal sujeto y principio de estructuración interna (…) siendo ella misma pobre y, sobre todo, dedicándose fundamentalmente a la salvación de los pobres, podrá ser lo que es y podrá desarrollar cristianamente su misión de salvación universal[3].

Por lo que hemos venido comentando, parece que este intento no ha resultado todavía tan fructuoso, cuanto se hubiera querido. En primer lugar, porque parecería que la mayoría de las autoridades eclesiásticas no se ha tomado en serio la necesidad de una renovación a fondo de la vida eclesial; y, menos, que ésta tenga como punto de partida y como referente fundamental el mundo laical de los injusticiados. Esto, tal como aparece en la percepción de las CEBs. Tampoco se puede soslayar el hecho de que los mismos laicos, en estratos muy amplios, no se han tomado en serio esta propuesta, o no han tenido la confianza suficiente en sí mismos, como para ponerla en marcha.

Pero me parece que existe otro factor que habría que tener presente. Es lo que trataré en el siguiente apartado.

3. Crítica de la teoría de los niveles de Iglesia

Como he comentado, las CEBs serían el nivel de base de la Iglesia; se entiende en relación con los otros planos; en primer lugar, la parroquia; después, la diócesis y, en la cúspide, la Iglesia universal. ¿Es posible encontrar algún fundamento eclesiológico para este tipo de afirmaciones? A no ser que las tomemos en un sentido lato -no exento de riesgos-, nos parece que no, como veremos a continuación.

La teoría de los niveles de Iglesia puede tener variados enfoques. Cuando se habla de la relación entre parroquia y diócesis, esta perspectiva conlleva el peligro de una concepción de gradualidad cuantitativa, difícilmente soslayable. En este sentido se pensaría que la diócesis es más iglesia que la parroquia. No sólo por la serie de estructuras administrativas que han llegado a ser indispensables para el funcionamiento de la vida eclesial, sino, sobre todo, por la posesión del sacramento del orden, sin el cual, el futuro de la comunidad cristiana queda seriamente comprometido.

Algo análogo se puede afirmar de la relación entre la diócesis y la Iglesia universal, entre otras cosas, por el hecho de que ésta ejerce la potestad del nombramiento de los obispos, prácticamente sin contar con las iglesias locales a través de mecanismos realmente colegiales. Esta concepción gradualista ha sido la que ha predominado hasta antes del Concilio Vaticano II, y Leonardo Boff la ha caracterizado con agudeza[4].

Por otro lado, este modo de pensar y actuar, tomado en su sentido más obvio y directo, traicionaría lo que las CEBs han afirmado de sí mismas, cuando han sido descritas como «Iglesia toda»[5].

En cualquier caso, no olvidemos que se ha demostrado, históricamente en el caso de las parroquias, y eclesiológicamente en el caso de las diócesis, que las cosas no pueden entenderse de esa manera.

Pongamos la parroquia. Su origen histórico se encuentra, como es sabido, en una necesidad de carácter pastoral. Asentadas las comunidades episcopales en los centros urbanos del Imperio Romano, el crecimiento de la población campesina convertida al cristianismo fue provocando, a partir del siglo IV (o antes), una solución pastoral-administrativa que, desde entonces, se reprodujo indefinidamente: confiar el cuidado de estas comunidades a presbíteros. Esto representó una novedad con respecto al modelo de las comunidades primigenias, de carácter urbano, en las que los presbíteros se ocupaban más bien de labores de consejo y asistencia al obispo[6].

A estos nuevos presbíteros del campo se asignaron, desde el principio, funciones centrales para la vida de la comunidad, a saber, la presidencia de la fracción del pan y la celebración del bautismo; pero no otras, como la ordenación de otros presbíteros y de obispos.

En las grandes urbes, mientras tanto, habían ido apareciendo los tituli, comunidades que se reunían habitualmente en una casa, cedida por su propietario para tal efecto, y cuyas habitaciones sufrirían una serie de adaptaciones[7]. Cada asamblea celebraba, bajo la presidencia de un presbítero, la Cena y el bautismo. Existían también otras prácticas rituales que permitían la convivencia y comunión entre las diferentes comunidades, por ejemplo, las «estaciones», ocasiones solemnes en las que, en Roma, el Papa iba visitando los tituli [8].

El colapso del Imperio de Occidente, simbolizado en la ocupación y saqueo de su otrora orgullosa capital (410 d.C.), fue produciendo gradualmente un cambio socioeconómido y cultural decisivo: el paso de una mentalidad fundamentalmente urbana a una rural, que tomó cuerpo en la institución feudal. Entonces nace la parroquia territorial y, con ello, «el señor Cura toma el poder»[9].

Así pues, desde su origen las parroquias han funcionado como una parcela pastoral-administrativa de las diócesis -aunque su configuración concreta e importancia real en la vida de la Iglesia han sufrido importantes modificaciones y vaivenes en el transcurso del tiempo-.

4. Cuál es la Iglesia de Jesucristo

En coherencia con este origen, no se puede plantear que la parroquia sea Iglesia en el mismo sentido que la diócesis, pero en un grado menor. Más bien habría que decir que es la segunda la que ostenta tal carácter, y lo hace en el sentido propio de la expresión.

En esta consideración no tienen especial relevancia las estructuras administrativas que se han desarrollado en las diócesis, ni las porciones territoriales que se les han atribuido, ni la posesión de un número determinado de miembros clérigos y laicos. Ello supone que podrían darse n formas de configuración de estos aditamentos secundarios.

Por el contrario, la entidad eclesial que actualmente se conoce como diócesis es Iglesia de Jesucristo, en tanto cuanto constituye una verdadera comunidad en la que el Espíritu suscita la fe en Jesús resucitado; en la que se comparte la interpretación creyente de la Palabra de Dios, la celebración de la Cena y los bienes materiales; en la que existe un compromiso por la transformación de las condiciones sociales más amplias, desde la perspectiva de los excluidos; en la que florece un espíritu de servicialidad humilde, que da origen a abundantes y diversos ministerios; en la que opera la capacidad de darse todos los servicios necesarios para ejercitar la comunión hacia el interior y hacia el exterior, y para la permanencia y crecimiento de la comunidad a través del tiempo[10]; en la que, finalmente, se realiza el estilo de vida de Jesús. Todo esto, en cuanto acontece, y toma el rostro y la lengua de un pueblo, una cultura y una época determinados -la noción de inculturación es inherente a la dinámica de la salvación y, por ello, a la comunidad cristiana-. Finalmente, la verdadera Iglesia de Jesús es la expresión histórica corporativa de la opción por los pobres:
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues miren, hermanos, su vocación, que no son ustedes muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil y menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. (I Cor 1, 25-29)

Por esta razón es Iglesia de Jesucristo. No por los rasgos administrativos estructurales recién mencionados -aunque la presencia de éstos no destruya, necesariamente, ese carácter-. Por ello, conviene utilizar la expresión acuñada por el Vaticano II: «Iglesia local», más que diócesis. En donde «local» no designa un rasgo añadido extrínsecamente a una entidad para diferenciarla de otras, sino un constitutivo intrínseco. La Iglesia es, necesariamente, local. En todo caso, la palabra diócesis expresa la configuración histórica que adquirieron desde épocas muy tempranas las Iglesias locales como respuesta, válida en muchos momentos, a las demandas de las circunstancias históricas. Como tal, se trata de algo modificable.

La parroquia, por su parte, es una «cierta comunidad de fieles cristianos, constituida establemente en una Iglesia particular, cuyo cuidado pastoral se encomienda al párroco» (CIC 515). Su configuración básica se ha ido desarrollando tomando en consideración diferentes factores históricos, como hemos visto. Comparte con las Iglesias aquellos elementos de la vida en el Espíritu necesarios para que una comunidad y quienes la forman lleven a la práctica, cotidianamente, el seguimiento de Jesús y el servicio a su Reino. Por ello sus rasgos eclesiales acontecen en referencia a las Iglesias, y su esencia misma es de carácter histórico y contingente[11].

El vocablo Iglesia Universal no equivale al de Iglesia; más bien designa la comunión de las Iglesias[12]. Ahora bien, esta comunión constituye un rasgo esencial de la comunidad de Jesucristo: «Creo en la Iglesia, una...» Ciertamente la comunidad episcopal local, como la caracterizamos anteriormente, es la expresión verdadera y acabada de lo que hay que entender por Iglesia. Sin embargo, no agota en sí misma la plenitud y universalidad del ofrecimiento salvífico de Dios. Por ello está abierta a las demás Iglesias locales en una comunión centrada en la solicitud mutua. Ésta se dirige a que cada comunidad mantenga, de manera abnegada y sostenida, la fidelidad a la incesante labor de encarnación del mensaje evangélico en las cambiantes culturas de los pueblos; en otras palabras: a que cada Iglesia sea auténticamente local. Este cometido está caracterizado, entonces, por una doble fidelidad: a la revelación, por un lado, y a cada cultura, por el otro.

Una vez que hemos hecho estas observaciones sobre la expresión «niveles de Iglesia», surge la pregunta por la ubicación de las comunidades de base. Es lo que veremos a continuación.

5. Las CEBs: nivel o desnivel

Por lo que llevamos dicho, sería mejor prescindir de la imagen estratigráfica de los niveles de Iglesia. En ese caso, ¿cómo habría que ubicar estructuralmente a las CEBs en el conjunto de la vida eclesial? Si no son el nivel más básico de iglesia, ¿qué son?

En primer lugar, nos parece que las comunidades, sobre todo en las ciudades, no deben ser identificadas más con esos pequeños grupos que reúnen a los vecinos de cada calle, con el propósito de reanimar y renovar la vida de las parroquias. De lo contrario seguirán siendo, igual que hasta este momento, unidades eclesiales inferiores a la parroquia, y esto no sólo por lo que toca a su magnitud y los recursos administrativos que manejan, sino, sobre todo, por lo que toca a su importancia eclesiológica.

Además, continuarán subordinadas, indefinidamente, a la autoridad de los párrocos y, por lo mismo, estarán desprotegidas frente a los frecuentes cambios de estrategia pastoral que sobrevienen con los correspondientes traslados de personal. Ya escuchamos la queja de las comunidades al respecto. Igualmente seguirán privadas de la posibilidad de celebrar la cena del Señor y los demás sacramentos, lo cual constituye un rasgo típico de una verdadera comunidad cristiana. De este modo, el hecho de calificarlas como Iglesia toda persistirá, más como un desideratum o una ficción teológico-pastoral, que como una realidad.

Lo cual no significa que no deban existir estos grupos en las parroquias, o que no haya que nombrarlos comunidades. Al contrario; nos parece que en las áreas urbanas, sobre todo las de mayor magnitud, esta estrategia han demostrado ser un camino muy eficaz para la animación de la vida cristiana y la construcción de una verdadera comunidad parroquial. El problema se suscita cuando se identifica a la CEB únicamente con este tipo de grupos. Lo mismo hay que decir del hecho de que se la reduzca al conjunto de grupos y ministerios, coordinados desde las estructuras centrales de la parroquia. En estos casos CEB equivale a una parroquia revitalizada por los grupos comunitarios. Lo cual, en principio, es adecuado, pero insuficiente.

6. Las buenas noticias abren caminos

Esta reflexión se dirige a proponer, en calidad de hipótesis pastoral, una flexibilización de las estructuras eclesiásticas, de tal manera que las nuevas manifestaciones de la presencia del Espíritu encuentren en ellas un cauce que les permita fluir copiosamente a través de las condiciones cambiantes de la historia, y no un dique que las estanque.

No pensamos que el camino sea eliminar la institución parroquial de carácter territorial. Más bien podría propiciarse que, junto a ella, florecieran circunscripciones pastorales al cuidado de un presbítero, pero bajo nuevos modelos de funcionamiento, tanto de la comunidad, cuanto de sus autoridades.

En cuanto a lo primero, hablamos de entidades eclesiales identificadas y circunscritas por los límites de una comunidad real. Por lo que toca a sus dimensiones, podríamos describirlas como una formación grupal en la que fuera viable un conocimiento básico de todos sus miembros, por parte de todos sus miembros. En este caso, básico quiere decir algo semejante a lo que en el lenguaje cotidiano se denominan los «generales» de una persona (el nombre, la edad, el estado civil, la ocupación habitual, y algo más)[13].

Por lo que toca a la naturaleza de tal conglomerado, estaría definido por la pertenencia efectiva de las personas que lo componen. Ello significa que deberían tomar parte activa en el conjunto de la vida grupal: en los compromisos adquiridos, de carácter colectivo; en el diseño y realización de las acciones; en el espíritu que anima a éstas; en el estilo de vida que matiza a todo el conjunto.

La cohesión del grupo descansaría sobre la capacidad de confrontar, dialogalmente y a la luz de la fe, las diversas visiones del mundo y del decurso histórico que tienen sus miembros; la posibilidad de compartir los bienes de manera concreta; la realización de diversos servicios dirigidos al entorno más amplio; la celebración colectiva del don de la fe; el carácter participativo de la toma de decisiones.

De este modo, estas comunidades presbiterales representarían una alternativa real - como he dicho, no excluyente- a la territorialidad de la parroquia, pero también al estilo de pertenencia jurídica propio de las prelaturas o de las parroquias personales.

Por lo que tiene que ver con el modo de ejercer la autoridad, habría que pensar en varias posibilidades. En primer lugar esta clase de ministerios debería dejar de constituir un modus vivendi, para convertirse en una actividad no retribuida y, por lo tanto, necesariamente entrelazada con un oficio secular emunerado. Además no tendrían por qué ser incompatibles con la fundación de una familia. Lo mismo hay que decir con respecto a la cuestión de género. Podrían revestirse también de un carácter temporal, de manera que hubiera posibilidad de ejercerlos durante determinados períodos de la vida de cada ministro, y no hacerlo durante otros[14]. De este modo podría darse una rotación periódica de las personas que prestan estos servicios. En todo caso, el acceso a los mismos correría por vías alternativas a la formación seminarística actual, con su clásico régimen de internado y su carácter de educación formal; sobre todo, la comunidad como tal tendría una palabra decisiva en el momento de la elección de un nuevo dirigente.

Igual que en el caso de las comunidades alternativas, estas variantes estructurales en los ministerios ordenados no tendrían por qué eliminar el modelo actualmente vigente; por el contrario sería deseable que pudieran convivir con éste, por las razones que explicitaremos adelante.

Pensamos que hacer modificaciones solamente a la estructura comunitaria, sin tocar el campo de los servicios de autoridad, o viceversa, impediría lograr los frutos que se pretende cosechar en cada uno de estos campos. Sólo la voluntad de propiciar caminos alternativos, simultáneamente, en la vertiente de la vida del Pueblo de Dios y en la de los ministerios ordenados, será beneficiosa para ambos, sobre todo si se conciben como procesos articulados.

Además, la audacia de lanzarse por caminos diferentes a los que se han recorrido hasta este momento resultará beneficiosa para los modelos de autoridad y de comunidad parroquial actualmente vigentes. Es probable que ayude a realizar determinados ajustes que los adecuará más a las circunstancias del momento. Por su lado, esta renovación impactará de manera favorable a la puesta en marcha de las vertientes alternativas.
Hay un punto que es necesario tener presente cuando reflexionamos sobre estos temas. De hecho, lo que aquí se presenta como mera hipótesis o desideratum es algo que, de una u otra manera, ya opera entre nosotros. Me refiero a la existencia, por ejemplo, de comunidades de base maduras, de amplia membrecía, con floración de ministerios, que sirven a la sociedad con o sin el apoyo de los ministros ordenados -sin que esto último deje de percibirse como un estado de violencia que afecta a su naturaleza íntima-. En estos casos, en el ámbito del Pueblo de Dios se está poniendo, con generosidad y abnegación, la parte que le corresponde. La que falta es, a todas luces, la parte propia de la autoridad constituida. Dotar a estas comunidades de ministros ordenados, a través de un discernimiento, sería, precisamente, uno de los cometidos principales de aquélla.

Pensamos que si no se tiende a caminar hacia este tipo de reformas estructurales o hacia otros, el malestar de la sutura de las CEBs con la autoridad eclesial podría convertirse en un mal crónico y, más aún, enconarse, con consecuencias negativas para la vida eclesial. En cualquier caso, existen otras vías para seguir avanzando en la comunitariedad evangélica en los casos en que la esclerosis tienda a avanzar en los estratos jerárquicos[15].


[1] En la Investigación Diagnóstico sobre las Comunidades Eclesiales de Base en México, publicado en 2003 por Luis Leñero, se constata que los animadores de la tercera parte de los grupos que existen a nivel nacional afirma que no reciben apoyo de los párrocos respectivos; por su parte, en la mitad de las diócesis donde hay CEBs, éstas no cuentan con el apoyo del obispo (págs. 71-72). En el cuadro no 21, aparece que el 63.6% de los miembros de CEBs registran como motivo de «frustración e insatisfacción» con respecto a su participación en las comunidades el rechazo de «la jerarquía»: pág. 73.
[2] En el significado de la palabra «base» se ha incluído también un aspecto social. De este modo, las CEBs no son sólo base de la Iglesia-institución, sino también lo son en relación con la estructura social. Si por lo primero, la membrecía comunitaria está compuesta, fundamentalmente, por laicos; por lo segundo, está formada por ciudadanos pertenecientes, ya a la sociedad civil -en contraposición con quien detenta el poder autoritativo político: las autoridades gubernamentales-; ya a los estratos económica y socialmente deprimidos -en contraposición a quienes detentan el poder económico. Cf. J.B. Libanio, Comunidades Eclesiales de Base: ¿qué se quiere decir con el término «base»?: SelTeol 27 (1988) 292-293.
[3] I. Ellacuría, Conversión de la Iglesia al Reino de Dios para anunciarlo y realizarlo en la historia, Santander 1984, 207-208.
[4] Cf. L. Boff, Las Comunidades Eclesiales de Base reinventan la Iglesia: SERVIR 12/65-66 (1976) 422-424.
[5] Esta expresión ha sido utilizada para significar que en la CEB se hace presente el misterio salvífico universal, en cuanto sacramentalizado en una comunidad concreta (LG 1). De aquí la formulación de que en la CEB está presente la Iglesia universal en su totalidad: cf L. Boff, op. cit., 428-431.
[6] P. Krämer, Pfarrei: LThK 8 (1999) 162-163; J.-M. R. Tillard, La Iglesia local. Eclesiología de comunión y catolicidad, Salamanca 1999, 219-221. Cf también C. Floristán, Para comprender la parroquia, Estella 1998, 12-15; C.J. Nuesse-Th. J. Harte (eds.), The Sociology of the Parish, Milwaukee 1951, 14-44. Hubo diversidad de disciplinas ministeriales: en el norte de África se puede constatar la presencia de «obispos rurales» ya a fines del s. IV: cf S. Langel, Actes de la Conference de Carthage en 411. Tome I. Sources Chretiennes 194, Paris 1972, 131-143.
[7] De ahí el nombre de tituli, modo como los romanos identificaban las casas de las ciudades: por el nombre de su propietario.
[8] Al parecer, existían diferentes praxis eucarísticas. En Milán y Cartago, por ejemplo, sólo había, en los primeros siglos, una sinaxis dominical, presidida por el obispo. En Roma también la tenían los tituli: Cf. V. Monachino, La cura pastorale a Milano, Cartagine e Roma nel secolo IV, Romae 1947.
[9] A. Aubry, Una Iglesia sin parroquias, México 1974, 84; 82-87.
[10] Esta última afirmación puede incluir la convicción de que un rasgo central de la Iglesia de Jesucristo es su permanencia a través del tiempo por medio de mecanismos institucionales de autoridad. Sin embargo esta doctrina merece ulteriores precisiones, sobre todo cuando se la considera a la luz de la teología del misterio de la Iglesia, y de la del Pueblo de Dios. Por ello enfoque de esta reflexión -la relación que se establece entre la autoridad y las CEBs- podría enriquecerse con otros elementos.
[11] C. Floristán, Teología práctica. Teoría y praxis de la acción pastoral, Salamanca 1991, 606-607; La Iglesia comunidad de creyentes, Salamanca 1999, 504-509.
[12] Cf. J.-M- R. Tillard, Iglesia de Iglesias. Eclesiología de comunión, Salamanca 1991, 39-40; La Iglesia local. Eclesiología de comunión…, op. cit., 21-100.
[13] El conocimiento más profundo entre las personas o procesos como los que se dirigen a compartir el discernimiento de espíritus personal ciertamente ayudan a avanzar en la vida de la comunidad. Esta clase de ejercicios podrían exigir, metodológicamente, la formación de subgrupos al interior de la comunidad más amplia, que funcionaran durante ciertos períodos de tiempo o bajo ciertas condiciones.
[14] Esto, en principio, no tiene por qué contradecir la doctrina del carácter sacramental.
[15] Cf lo dicho en la nota nueve.
Raúl Cervera, México DF


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jueves, 2 de marzo de 2017

Gustavo Gutiérrez: 'El Papa es un 'kairós' que nadie esperaba, un gran don'

Gustavo Gutiérrez: "El Papa es un 'kairós' que nadie esperaba, un gran don"

"Sólo conocemos el 10% de las resistencias al Papa. El otro 90% está oculto, pero él lo sabe"

José Manuel Vidal, 02 de marzo de 2017

(José Manuel Vidal).- A sus 88 años, Gustavo Gutiérrez, el padre de la Teología de la Liberación es un abuelito entrañable, que, a pesar de su fama, no se da importancia, y al que todo el mundo venera. Pequeñito, con su bastón siempre en la mano, sigue marcando la pauta de la corriente teológica que fundó y por la que fue perseguido durante 20 años. Ahora, le llegan los reconocimientos del propio Papa Francisco y de toda la comunidad teológica mundial. Uno de los últimos 'gurús' vivos apuesta por Francisco, "un kairós, un gran don", tras participar en el I Encuentro Iberoamericano de Teología, celebrado en el Boston College.

¿Cómo llegó a la Teología?
Fui vocación tardía. Entré en el seminario cuando ya había cumplido los 24 años y después de haber estudiado Medicina. Una vez que decidí ser cura, estudié Filosofía y Psicología en Lovaina y Teología en Lyon, además de algún curso en la Gregoriana de Roma, con el padre Alfaro. Me ordené en 1959 y comencé a enseñar y a trabajar en una parroquia.

¿Entró a dar clases en la Facultad de Teología?
No. Nunca estuve en la Facultad de Teología. No querían saber nada de mí en ella. Daba clases en la Universidad católica, pero no en la Facultad de Teología. De hecho, mi primer nombramiento para enseñar en una Facultad de Teología data de hace solo 12 años en USA. A la vejez, viruelas. Desde hace años, paso tres meses en la Universidad estadounidense de Notre Dame.

¿Qué recuerda de su trabajo pastoral en la parroquia?
Sigo trabajando en la parroquia. Nunca la dejé. De hecho, conocí ya a dos generaciones de feligreses. Adoro el trabajo parroquial y, al mismo tiempo, me apasiona la Teología. Por eso, a veces, tuve dificultades para compaginar ambas cosas en mi vida. Me gusta enseñar, pero no a tiempo completo. Soy cura párroco.

¿Esperaba la repercusión de su libro sobre la Teología de la Liberación?
Nunca pensé que iba a hacer tanta bulla la publicación de ese libro.

Y pronto empezaron sus 'problemas' con Roma
Estuve durante muchos años en diálogo con Doctrina de la Fe. 20 años de diálogo. Siempre fui una nulidad en Derecho canónico, pero aprendí a diferenciar el diálogo del proceso. A mí me obligaron al diálogo, pero nunca me incoaron un proceso. Por eso, cuando los periodistas me preguntan si el Papa me va a rehabilitar, siempre contestó que no puede rehabilitarme, porque nunca fui deshabilitado. Eso sí, hubo una fregadera de cartas y de idas y venidas.


Y, sin embargo, siempre se dice que fue usted condenado por Roma
Los medios de comunicación tienen una fuerza enorme y esos clichés, divulgados erróneamente, tienden a permanecer y cristalizar en la gente. Hace un par de meses, una señora, tras asistir a la misa que había celebrado, se acercó y me dijo: 'Pensé que tenía prohibido celebrar'

¿Qué piensa del papa Francisco?
Es un momento de 'kairós' que nadie esperaba. Un gran don. Va a lo central del mensaje cristiano, a la frescura del Evangelio. Además, es muy valiente. Aunque hay quienes le pide más, pero esos tales están locos. Francisco es una bendición, tiene clarísima la solidaridad con el pobre, la gente le entiende y, encima, tiene sentido del humor y hace bromas, además de su impresionante capacidad para crear metáforas. Estoy dispuesto a apoyar al Papa a fondo, en la medida de mis posibilidades.

¿Cómo aprovechar este 'kairós'?
La reforma de la Iglesia exige el cambio de la Curia, que detesta el Papa Francisco.

¿Hay resistencias contra Francisco?
Sólo conocemos el 10% de las resistencias. El otro 90% está oculto, pero él lo sabe y tiene una fibra muy fuerte. El Papa necesita mucho apoyo, porque tiene problemas. Hasta hay cardenales que critican públicamente al Papa, algo nunca visto en nuestra época y prueba evidente de las resistencias a las que tiene que hacer frente.

¿Qué pueden hacer los que lo apoyan?
Sostenerlo y hacerlo presente en la Iglesia. Porque este excelente momento y este don que significa el Papa nos exige una tarea. Hay que tener una visión de Iglesia grande. Hay que preparar la continuidad. Y mantenerse firmes. Falta una bienaventuranza, la de 'bienaventurados los tercos, porque de ellos es el Reino de los cielos'


¿Se vio personalmente con Francisco?
Sí, pero no quisimos darle publicidad a ese encuentro

¿En qué está trabajando?
Tengo un libro terminado, pero sin releer.

¿El título?
Eso no se dice, da mala suerte.

¿Sobre qué tema?
El del pobre y la situación teológica. El libro y el título girará en torno a esta frase: 'Cerca del pobre, cerca de Dios'. Tenemos que zanjar la cuestión de la pobreza. La pobreza es muerte temprana e injusta. La pobreza es destructora de personas y de familias. La pobreza nunca es buena, nunca. Como dice Hannah Arendt, 'el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos'. Por eso, el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncias de las causas de la pobreza.

¿La gente se ha aburguesado?
La gente se cansa. Un cansancio que se da mucho en política. Pero también hay que tener muy en cuenta la experiencia del martirio. Hay gente que ha dado su vida. Por ejemplo, Enrique Pereira Neto, al que mataron a los 28 años, por defender a los pobres. Habría que abrir en la Iglesia una nueva línea de santidad: los santos de las causas sociales. El primero, monseñor Romero.

¿Qué lugar ocupa la espiritualidad en el quehacer teológico de la TL?
Es fundamental, entendida como un estilo de vida y una manera de ser. Como decía Chenu, 'es la espiritualidad la que está detrás de la teología'. Espiritualidad como comportamiento y como práctica. El mensaje cristiano es como carne congelada: Está ahí, pero no se puede comer. Hay que descongelarla, es decir, ponerla en la realidad. Como dice Simone Weil, 'si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo'. O como señala Nicolás Berdiaeff, 'si tengo hambre, es un problema material. Si otra persona tiene hambre, es un problema espiritual para mí'.

Es llamativa su amistad con el actual prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Müller
Tras entrar en contacto conmigo, Müller fue durante 15 años seguidos a dar clases a los seminaristas del seminario de Cuzco. Nunca vi a un teólogo europeo hacer algo parecido. El propio Müller dice que allí se convirtió.


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