miércoles, 15 de junio de 2022

"El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia" - carlos schickendantz

 

"El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia"


Teólogo y profesor del curso 'Discernimiento en común y toma de decisiones en la Iglesia' Carlos Schickendantz: "El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia"
Carlos Schickendantz

"Como decía Pablo VI, 'en cuanto institución terrena y humana' la Iglesia está llamada por Cristo a una 'perenne reforma'"

"La renovación de las personas y la reforma de la institución deben ser pensadas como tareas permanentes"

"Cada generación de creyentes tiene la responsabilidad de llevar a cabo esta 'perenne reforma' dejándose guiar por el evangelio y su tradición, por una parte y, por otra, por los signos de los tiempos"

"El principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia"

13.06.2022 José Manuel Vidal

El teólogo Carlos Schickendantz (Córdoba, Argentina, 1957), doctor en Teología por la Eberhard Karls Universität Tübingen (Alemania) e envestigador del Centro Teológico Manuel Larraín de la Universidad Alberto Hurtado (Santiago de Chile) es especialista en el Vaticano II y en las reformas de la Iglesia. Profesor del curso intercontinental 'Discernimiento en común y toma de decisiones en una Iglesia Sinodal', que comienza este mes de julio online, asegura que "el proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia". Además, exige "una conversión personal" y "una reforma de estructuras, de las diversas formas de proceder en las distintas instancias diocesanas, nacionales y universales", especialmente "el principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia".

¿Por qué hablar de una reforma en la Iglesia? ¿En qué sentido?

En el documento sobre el ecumenismo el Vaticano II recordó una expresión de Pablo VI formulada en 1964: “en cuanto institución terrena y humana” la Iglesia está llamada por Cristo a una “perenne reforma” (UR 6). Por tanto, la renovación de las personas y la reforma de la institución deben ser pensadas como tareas permanentes. Cada generación de creyentes tiene la responsabilidad de llevar a cabo esta “perenne reforma” dejándose guiar por el evangelio y su tradición, por una parte y, por otra, por los signos de los tiempos. 

Curso sobre sinodalidad

 ¿Cómo puede contribuir la sinodalidad a una reforma eclesial y que dimensiones incluye?

El proceso sinodal representa un kairós para una renovación de toda la vida de la Iglesia. Incluye una conversión personal de cada una y de todas las personas creyentes y, al mismo tiempo, una reforma de estructuras, de las diversas formas de proceder en las distintas instancias diocesanas, nacionales y universales. En la tarea de renovación no debe escogerse uno u otro aspecto, la conversión espiritual personal o la reforma de la institución. Tampoco debe impulsarse un aspecto primero y dejar el otro para un tiempo posterior. Hay que impulsar simultáneamente los cambios personales y las transformaciones institucionales, incluso jurídicas. Solo así se verifica una renovación profunda y una reforma efectiva y duradera. En particular, el principio de accountability, que describe una forma de gobernanza y liderazgo adecuados para nuestra época, reclama ajustes profundos en las formas de proceder a todos los niveles de la vida de la Iglesia.

Algunos profesores del curso sobre sinodalidad
Te regalamos la Praedicate Evangelium + análisis

Etiquetas

¿Qué significa para la iglesia tener una base trinitaria?

 

#sentipensares ¿Qué significa para la iglesia tener una base trinitaria?


La relación entre padre, hijo y Ruah es sin subordinación, sin interés, ni jerarquía

15.06.2022 | Brenda García


Muchas iglesias hoy se caracterizan por pretender uniformidad discursiva y ética, como resultado se vuelven excluyentes y distantes de lo percibido como diferente. En tal sentido, el lugar de los sujetos es desigual y se basa en su nivel económico, social, etnia, género y cultura; las relaciones entre las personas que componen la iglesia son de carácter vertical, se ejerce la autoridad y el poder en un sentido vertical para oprimir y someter, el clima litúrgico genera dependencias basadas en el sentimiento de culpa, y deseos de tener. Es decir, relaciones interesadas y asimétricas que generan cantidad de divisiones al interior de las iglesias.

Sin embargo, el ser trinitario de la divinidad nos invita como comunidad de fieles e institución a reflexionar de manera consciente y evangélica esta actuación.

Desde la comprensión cristiana trinitaria de la divinidad se debe rescatar que la relación entre padre, hijo y Ruah es sin subordinación, sin interés, ni jerarquía, sino participación igualitaria de las personas divinas. Es decir, en un ejercicio de total común-unión; la relación que fluye entre ellos es de comunicación, de vida y amor desde la eternidad en una perijóresis, las diferencias entre cada una de las personas de la trinidad no las ponen en conflicto; más bien la diversidad enriquece el ser y actuar divino. La actividad trinitaria conjunta, no se limita a un período de la historia, más bien es carácter de Dios ser trinitario en su eternidad. En ese sentido, el Padre no solo actuó en la creación, el Hijo no solo operó salvación al morir en la cruz y la Ruah no es ajena; las personas trinitarias han actuado juntas y desde siempre y ninguna de sus acciones es considerada mayor o mejor que la de otra persona, porque actúan en tri-unidad.

Este día que el calendario litúrgico celebra la trinidad, debe ser más que una celebración fantástica, o una elaborada construcción teológica, debe ser una realidad palpable en las comunidades cristianas, donde los atributos de la trinidad se vuelven uno/a con el pueblo creyente, con la comunidad de fieles. Su actuación (trinidad) en la historia humana se debe reflejar en las condiciones de vida, de humanidad de los/as cristianos/as, AQUÍ Y AHORA.



***


martes, 14 de junio de 2022

El Papa, la sinodalidad y la eclesiogénesis - leoboff2022


El Papa, la sinodalidad y la eclesiogénesis

13 de Junio de 2022

[Por: Leonardo Boff]

En la Iglesia católico-romana se enfrentan dos modelos de organización de la comunidad de fieles. Dicho en un lenguaje fácilmente comprensible: el modelo de Iglesia sociedad de fieles y el modelo de Iglesia comunión entre todos los fieles.

 

La Iglesia-sociedad de fieles se organiza de modo jerárquico: papa-obispos-sacerdotes-laicos. El concepto organizativo es el "poder sacro" (sacra potestas) ejercido por aquellos que han recibido el sacramento del Orden: el clero. El poder supremo reside en la cabeza, en el Papa, se distribuye entre los obispos y en menor medida en los sacerdotes; los laicos y las mujeres están excluidos por no haber recibido el sacramento del orden.

 

Como puede verse, es una sociedad de desiguales: por una parte el clero con el poder y con la palabra y por la otra parte los laicos, sin poder y sin palabra. Así lo dijo explícitamente el Papa Gregorio XVI (1831-1846): «Nadie puede ignorar que la Iglesia es una sociedad desigual, en la cual Dios destinó a unos para ser gobernados y a otros para gobernar. Estos son los clérigos, aquellos son los laicos». Pío X (1903-1914) fue todavía más explícito: «Solo el colegio de los pastores tiene el derecho de dirigir y gobernar. La masa no tiene otro derecho que dejarse gobernar como grey obediente que sigue a su pastor».

 

Se puede discutir si este modelo es conforme a los evangelios y a la práctica del Jesús histórico, pero es el dominante en estos tiempos.

 

El otro modelo, el de la Iglesia-comunión de todos, ha encontrado expresión en las miles de comunidades eclesiales de base (CEB), sobre todo en de Brasil, América Latina y el Caribe y en otras partes del mundo cristiano. Debido a la falta de sacerdotes, los laicos, hombre y mujeres de fe, sin asistencia de ningún tipo, han asumido la tarea de difundir el mensaje y la práctica de Jesús. Es importante observar que generalmente son los pobres y los fieles que se reúnen en forma de comunidad de 15-20 familias en torno a la escucha del Evangelio, leído y discutido entre todos. A su luz se discuten los problemas de la vida. Después, se realizan celebraciones creativas y se extraen consecuencias prácticas para la vida diaria. Son base en un doble sentido: social (clases populares) y eclesial (laicos y laicas).

 

El eje estructurador es la "comunión" (communio/koinonia) entre todos, que se sienten iguales, hermanos y hermanas. Participan todos sin excepción. Lógicamente, no todos hacen todas las cosas. Para eso reparten entre ellos los distintos servicios (que San Pablo llama carismas): cuidado de los enfermos, catequesis a los niños, alfabetización, preparación de las celebraciones religiosas, coordinación entre ellos para que todo salga bien y se mantenga la unidad de los servicios para el bien de todos, la coordinación con otros movimientos. Todo es circular, típico del espíritu comunitario.

 

Aquí aparece otra manera de ser Iglesia, similar a la Iglesia de los inicios, como testimonian las cartas de san Pablo, cuando los fieles se reunían en la casa de esta o aquella persona. Entre los propios componentes de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) se dice: es una Iglesia que nace del pueblo por obra del Espíritu de Dios. Teólogos y obispos que participan en este modo de ser Iglesia han acuñado la expresión eclesiogénesis: la génesis de la Iglesia o la recuperación de la Iglesia de Jesús y de los apóstoles por el poder del Espíritu Santo.

 

Entre estos dos modelos no se percibe un conflicto: las CEBs quieren obispos y sacerdotes dentro de su comunidad y muchísimos obispos y sacerdotes apoyan y se unen a este modo de vivir la fe evangélica. La única tensión, y a veces conflicto, se produce entre el grupo de obispos y sacerdotes que no han hecho opción por los pobres y su expresión eclesial en las comunidades de base y persisten en el carácter piramidal de la Iglesia-sociedad.

 

En todo caso, aquí emerge una Iglesia que no es una organización sino un organismo vivo, abierta siempre a nuevas maneras de comunicar y vivir el evangelio, unida a la vida y en diálogo con todos, pero sobre todo con los oprimidos en lucha por su liberación.

 

Tengo la clara impresión de que el papa Francisco, al proponer al Sinodo de Obispos de 2023: "Una Iglesia sinodal: comunión-participación-evangelización" tiene en mente la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base que conoce bien y que han sido muy bien expuestas en la Conferencia del CELAM de Aparecida (2007), de cuyo documento fue el redactor principal. El Papa entiende la Iglesia como "constitutivamente sinodal", "una Iglesia en sínodo permanente", es decir una Iglesia que va más allá de su estructura jerárquica, que se comprende, en línea con el Vaticano II, como Iglesia-pueblo de Dios. Para él es fundamental escuchar y dar voz a quienes nunca la han tenido y no han sido nunca escuchados en la Iglesia: los laicos y laicas. Se trata de "escuchar al pueblo", "escuchar a la totalidad de bautizados", siempre a partir de abajo, del nivel local, parroquial, diocesano hasta llegar al nivel nacional, continental, universal.

 

Al celebrar el 50° aniversario de la institución del Sínodo, ha sido rotundo: «La sinodalidad es una dinámica de circularidad fecunda… un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales».

 

Esta no es una aspiración ni un desiderátum. Esta visión ya es vivida y desarrollada en miles de Comunidades Eclesiales de Base y seriamente fundamentada eclesiológicamente por teólogos latinoamericanos. La sinodalidad equivale a la eclesiogénesis, a la reinvención del modo de ser Iglesia a partir de la fe de las grandes mayorías de pobres y creyentes inspiradas por el Espíritu de Jesús muerto y resucitado.

 

El Papa Francisco retoma un concepto de la tradición, el Sínodo (caminar juntos) y amplía su alcance más allá del episcopado a toda la Iglesia, comenzando desde abajo, desde aquellos que han sido siempre invisibles y considerados "masa de creyentes" (Pío X): laicos cristianos, hombres y mujeres, y también las religiosas.

 

La sinodalidad universal representa una reforma de las estructuras de la Iglesia desde dentro y desde abajo, mediante del trabajo y la gracia del discernimiento espiritual del Papa. Él se ha puesto a escuchar el curso de la historia y el anhelo universal de comunión y de participación en los destinos de nuestra historia y de la Madre Tierra, amenazada ecológicamente. En respuesta a este anhelo, la Iglesia se vuelve sínodo y comunión.

 

Ahora entendemos mejor por qué muchos se oponen al Papa Francisco, ya que abandona la visión que ha hecho del clero una facción dentro de la Iglesia y lo trasforma en una función (un carisma) de servicio, junto y con todo el pueblo de Dios. Los conservadores insisten y persisten en la antigua estructura de una Iglesia jerárquica y piramidal, llena de privilegios, que difícilmente se puede justificar frente a la práctica del Jesús histórico y de los evangelios.

 

Se ha abierto un camino. Debemos recorrerlo y consolidarlo. Solo de esta manera la Iglesia puede fácilmente desoccidentalizarse y mundializarse.

 



*Leonardo Boff, ecoteólogo brasilero, ha escrito Iglesia: carisma y poder (1984); Eclesiogénesis: las comunidades de base reinventan la Iglesia (1982), publicados ambos en español por la editorial Sal Terrae.

 

Traducción de MªJosé Gavito Milano.

 

Imagen: https://claretianos.mx/generales/la-palabra-de-dios-y-la-sinodalidad 




sábado, 11 de junio de 2022

Ordenar mujeres y un celibato opcional, destacan entre las propuestas para el Sínodo - Igl.españa

 

Ordenar mujeres y un celibato opcional, destacan entre las propuestas para el Sínodo

[De la Iglesia de España]


 | RD/EFE


Revisar el protagonismo de la mujer en la Iglesia, con acceso a cargos de responsabilidad y al Ministerio del Orden, el celibato opcional para los sacerdotesy acoger la situación de los creyentes con diferente identidad y orientación sexual son algunas de los planteamientos que recoge la Diócesis de Coria-Cáceres en sus 13 propuestas para el Sínodo de los Obispos.

Además, pide replantearse la simbología en las celebraciones diocesanas “excesivamente ritualistas, cargadas de pomposidad, elementos simbólicos y de vestuario del pasado”, que subrayan “lo clerical sobre lo comunitario” y son “contrasignos del Jesús pobre y humilde”, a juicio de los participantes.

Las aportaciones de las distintas diócesis serán recopiladas en un documento y enviadas a Roma por la Conferencia Episcopal Española, después de que este sábado celebre en Madrid la asamblea del Sínodo 2021-2023, este último año en el que culminará en octubre en el Vaticano la cita sinodal, estableciendo el documento final.

En declaraciones a EFE, el responsable de la fase diocesana del Sínodo, Miguel Ángel González, ha señalado que con ello se ha pretendido “activar” los canales de participación en la Iglesia, algo de lo que ya se tiene experiencia en Coria-Cáceres con el sínodo diocesano celebrado recientemente, aunque, ha dicho, a la hora de llevarlo a la práctica “nos cuesta caminar juntos”.

Bajo el lema “Por una iglesia sinodal” la fase diocesana se inició en octubre del pasado año, con la participación de 1.800 personas de Coria-Cáceres, la mayoría en grupos de parroquias y movimientos eclesiales, así como particulares (un 30%) y de otras confesiones religiosas y de fuera de la Iglesia, como asociaciones de vecinos o talleres de empleo, ha explicado González.

“Se pretende no sólo escuchar a los de dentro sino también a los de fuera”, ha apuntado el responsable sinodal, quien ha echado de menos mayor aportación de los jóvenes, alrededor del 4% de los participantes estaba en la franja de edad entre 18 y 35 años.

Así, en el documento síntesis de la fase diocesana, clausurada el jueves santo de este año en Cáceres, se recogen 13 propuestas, la primera “volver a las fuentes” de la “praxis de Jesús", a “lo fundamental”, el “primer anuncio” del Evangelio al estilo de las Bienaventuranzas, adaptándose a “las necesidades y sensibilidades actuales”.

En este sentido, el documento añade que habría que cambiar la pastoral de conservación (“mayoritaria en la diócesis”) por una pastoral de evangelización, en definitiva, “abrirse a la acción del Espíritu Santo a través de la oración y de los sacramentos, para discernir, decidir y encontrar nuevas formas y caminos de evangelización en el siglo XXI”.

Por otro lado, plantea revisar, en palabras de González, aspectos como el sacerdocio femenino, cómo se relacionan los sacerdotes con el resto y cómo tener en cuenta a toda la humanidad.

“El hecho de que no puedan acceder al sacerdocio (las mujeres) y que la jerarquía sea fundamentalmente masculina hay que darle una vuelta en los tiempos que vivimos. No lo decimos cuatro, es una tendencia mayoritaria presente en los distintos sectores de la población”, ha recalcado.

Sin embargo, para este sacerdote este tipo de temas “supera nuestras posibilidad de decisiones a nivel diocesano”, es una “puerta abierta a la reflexión, no son temas cerrados, está en la preocupación de la gente”, pues lo que se hace la Diócesis es ser “notarios de las aportaciones”, una llamada a “abrirse a la humanidad y a la diversidad”.

Además, echa en falta “mayor presencia en lo público” por parte de los cristianos, saliendo del “individualismo” hacia el servicio comunitario, como en la política y la acción sindical, ha puesto de ejemplo, pues, ha expuesto, existe una “crisis de vocación" al servicio, no solo al sacerdocio, también a la vida matrimonial y al resto.

Mejorar la capacidad de “escucha” es, para la mayoría de participantes, otra asignatura pendiente, aunque, algunos manifiestan, según el documento, que en la Iglesia no se margina a nadie.

Potenciar el sentido comunitario, la celebración de la eucaristía, mayor participación en la vida social, la formación en las parroquias y movimientos apostólicos, la integración de los religiosos, transmitir “lo que somos y hacemos”, cuidar la religiosidad popular y un mayor diálogo ecuménico son otras propuestas.

Por último, entre otros aspectos se plantea la ordenación de hombres casados y que los sacerdotes puedan formar una familia.

Responder y acoger pastoralmente la situación de los creyentes con diferente identidad y orientación sexual; divorciados vueltos a casar; sacerdotes secularizados; distintos modelos de familia, etc, para que vivan su fe, dentro de la Iglesia, “tal y como son, escuchándolos y dialogando con ellos”, también se cita en el documento diocesano con una “actitud de apertura ante las nuevas situaciones de nuestro tiempo”, concluye.


Religión Digital

jueves, 9 de junio de 2022

Los curas españoles menores de 45 años, los que más 'pasan' del Sínodo de Francisco - religión digital

 

Los curas españoles menores de 45 años, los que más 'pasan' del Sínodo de Francisco


 José Lorenzo

A falta de dos días para la celebración en Madrid de la asamblea final del proceso sinodal en España, el sábado 11 de junio, la valoración de los participantes en esta fase de escucha “es prácticamente por unanimidad positiva, especialmente entre los laicos”, y “se habla de entusiasmo, interés, alegría, novedad, oportunidad, ilusión, y esperanza”, según ha reconocido la Conferencia Episcopal Española.

Pero, junto a eso, desde Añastro han reconocido también que la implicación de los sacerdotes en la fase diocesana ha sido menor. Y tanto, porque los números cantan: solo un 10% de los sacerdotes, en grupos de parroquias, han participado en los trabajos de reflexión, escucha y redacción de las aportaciones.

El clero, cuello de botella

“El clero ha sido el cuello de botella en esta fase sinodal”, señala a RD una fuente que sigue de cerca todo el proceso. “Hay que aclarar que han sido los curas, no los obispos, quienes no se han implicado, hasta el punto de que a día de hoy hay parroquias que aún no se han enterado de que se va a celebrar un sínodo, y esto es una cuestión del párroco, no del obispo”, recalca.



El Papa, rodeado de sacerdotes en una foto de archivo

Esta desidia, sin embargo, se ha visto amortiguada por las ganas con la que el laicado ha acogido la convocatoria sinodal del papa Francisco. “Ha habido lugares en donde la gente, que se reunía en la parroquia, ante la indiferencia absoluta del párroco, optaron por hacer sus reuniones fuera del paraguas diocesano y han enviado directamente sus propuestas a la Conferencia Episcopal”, señala la fuente.

“Esto -añade esperanzada- nos habla de la actual iniciativa laical, que se considera ya adulto en la fe, y ha optado por buscar una alternativa al párroco”.

Los curas del Vaticano II

Aunque algunos podrían pensar que, ante un clero mayoritariamente envejecido, este estaría más reacio a implicarse, al ver cómo se multiplican sus trabajos y obligaciones; sin embargo, la realidad es totalmente distinta: “Son los sacerdotes más mayores, los que son hijos del Concilio Vaticano II, los que más se han lanzado, entendido e implicado” en esta histórica convocatoria sinodal, según se señala.

“El clero más desmotivado -añaden- es el más joven, los que tiene menos de 45 años”, sacerdotes a los que el Concilio de Juan XXIII y Pablo VI les queda muy lejos, ahormados en seminarios marcados por el pontificado de Juan Pablo II (a quien muchos consideran “su” Papa) y en donde cada vez hay más presencia de miembros de los nuevos movimientos, fundamentalmente del Camino Neocatecumenal.


Te regalamos la Praedicate Evangelium + análisis