sábado, 26 de abril de 2014

"Comunidad de Comunidades: una nueva Parroquia". Carta abierta a la 52° Asamblea General de la CNBB

“Comunidad de Comunidades: una nueva Parroquia”. Carta abierta a la 52ª Asamblea General de la CNBB
Marcos Sassatelli, fraile dominico 23-04-2014.
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Por la presente Carta abierta, me dirijo fraternalmente a los participantes de la 52ª Asamblea General de la CNBB (obispos, asesores/as y otros/as) y a todos/as los interesados/as. 
En 2013, la 51ª Asamblea General de la CNBB publicó el Documento de Estudio 104: “Comunidad de Comunidades: una Nueva Parroquia”. El texto, a partir de la Palabra de Dios, de los Documentos de la Iglesia – sobre todo de América Latina y del Brasil, y de la experiencia eclesial en las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) presenta reflexiones teológico-pastorales valiosas, pero que habría que profundizar y esclarecer mejor. El texto, con la intención – tal vez - de agradar a todos/as, es bastante repetitivo, confuso, ambiguo, contradictorio y poco objetivo.
A las CEBs se las menciona en los números 160-161 y, al pasar, en el número 238, pero sin ninguna relevancia. Da la impresión de que el Documento sólo cita a las CEBs, porque existen personas que todavía insisten en hablar de ellas. Si no se las citara, en la estructura general del Documento, no harían ninguna falta.
En la 52ª Asamblea, que se realizará del 30 de abril al 9 de mayo del corriente año, el Documento de Estudio 104 - con la contribución de las sugerencias venidas de las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) - será reelaborado y (a no ser que la Asamblea juzgue necesario más tiempo - como sería conveniente - para el estudio del asunto) quedará como un Documento oficial de la CNBB.
Por amor a la Iglesia, me permito hacer un pedido a la próxima Asamblea General de la CNBB: que, en la reelaboración del Documento - además de hacerlo más claro, más conciso y más objetivo - se retome la visión teológico-pastoral de las CEBs de los Documentos de Medellín, asumiendo el método “ver, juzgar, actuar” (analizar, interpretar, liberar), que "nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva cristiana de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo" (Documento de Aparecida - DA, 19).
Esa visión teológico-pastoral de las CEBs – en el Documento sobre una Nueva Parroquia - debería ser central, debería ser su eje estructurante, su espina dorsal.
No podemos olvidar - como nos recuerda Clodovis Boff - “la originalidad histórica de Medellín”. “El mayor fruto de la Asamblea de la Conferencia Episcopal Latino-Americana (CELAM), en 1968, fue haber dado a luz a la Iglesia latinoamericana como latinoamericana. Los Documentos de Medellín representan el ‘acto de fundación’ de la Iglesia de América Latina (comprendiendo también al Caribe) a partir y en función de sus pueblos y de sus culturas”. “Esos textos constituyen la ‘Carta magna’ de la Iglesia del Continente”.
Dice también Clodovis Boff: “Lo que nos interesa aquí no es el ‘Medellín histórico’: lo que pasó de hecho en la Asamblea del CELAM de 1968, sino el ‘Medellín kerigmático’: lo que él representa en términos históricos. Ahora, releyendo hoy los Documentos de Medellín, uno queda impresionado con el vigor y la audacia de su expresión, o, para decirlo en una palabra, con su ‘pathos profético’, típico de los textos originarios y fundantes de una tradición. Aquello es el lenguaje de verdaderos ‘Padres de la Iglesia’, Padres de la Iglesia latinoamericana como tal, como intuyó con perspicacia el P. José Comblin, benemérito teólogo del Continente”.
De hecho - continúa Clodovis Boff - “hasta Medellín, la Iglesia en el Continente era la reproducción del modelo de la Iglesia europea, en su modo de organización, en su problemática teológica y en sus propuestas pastorales. Era una ‘Iglesia-reflejo’ no una "Iglesia-fuente", como se expresó el P. Henrique de Lima Vaz, intelectual al que mucho debe la Iglesia brasileña. Por tanto, la Iglesia latinoamericana, más que ser Iglesia de América Latina, era más propiamente la Iglesia europea en América Latina. Era, de hecho, una Iglesia en estado de minoridad, tutelada, privada de su legítima autonomía institucional” (era la extensión de la Iglesia europea en América Latina: una Iglesia “colonial”, una Iglesia “romanizada”, una Iglesia “extremadamente centralizada en el clero”).
Con todo - concluye Clodovis - “falta mucho todavía para que las "Iglesias locales" tengan y gocen efectivamente de esa justa autonomía”.
Los Documentos de Medellín son, pues, la encarnación del Concilio Vaticano II en América Latina y el Caribe. Según los Documentos de Medellín, las CEBs (que, entonces eran llamadas “Comunidades Cristianas de Base”, o simplemente “Comunidades de Base”) no son - como se quiere hacer creer hoy - un Movimiento entre muchos otros, una expresión de vivencia comunitaria entre muchas otras, sino la base de la Iglesia, el eje de la organización eclesial.
La CEB (Comunidad de Fe, Esperanza y Caridad) “es el primer y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto, que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de la estructura eclesial y foco de evangelización y, actualmente, factor primordial de la promoción humana y del desarrollo”. La CEB es una “Comunidad local o ambiental, que corresponde a la realidad de un grupo homogéneo y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros” (Documentos de Medellín, XV, 10).
A partir de las CEBs, Medellín redefine la Parroquia, que pasa a ser “un conjunto pastoral unificador de las Comunidades de Base” (Ib. 13). Es verdad que, en sentido amplio, la Parroquia puede ser llamada Comunidad, pero la verdadera vivencia comunitaria acontece en las CEBs. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios en el mundo de hoy y la denuncia profética de todo aquello que es contrario al Reino. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el compromiso con las Pastorales sociales y ambientales. ¡Es otra Eclesiología!
En esa Eclesiología todos y todas son iguales, todos y todas – en la diversidad de los ministerios (servicios) - son hermanos y hermanas y nadie es más importante que el otro o la otra.
Vean lo que dice recientemente nuestro hermano, el Papa Francisco: “Yo haría esta pregunta: ¿quién es más importante en la Iglesia? ¿el Papa o aquella viejita que todos los días reza el Rosario por la Iglesia? Que lo diga Dios; yo no lo puedo decir. Mas la importancia es de cada uno en esta armonía, pues la Iglesia es la armonía de la diversidad. El Cuerpo de Cristo es esta armonía de la diversidad, e el que hace la armonía es el Espíritu Santo: Él es el más importante de todos. (...) Es importante: buscar la unidad y no seguir la lógica de que el pez grande se traga al pez chico” (Discurso a los miembros de la Asociación “Corallo”, que reúne a las emisoras televisivas católicas italianas, 22/03/14).
Mucho me gustaría que en la reelaboración del Documento arriba citado, la CEB apareciese como “célula inicial de la estructura eclesial”. Es lo que los Documentos de Medellín piden a la Iglesia de América Latina y del Caribe. Si esa enseñanza de los Documentos de Medellín (que, como vimos, son Documentos fundantes de la Iglesia latinoamericana y caribeña como tal) es olvidada o dejada deliberadamente de lado, cualquier otro Documento pierde su autoridad  moral.
La Eclesiología del Concilio Vaticano II y de los Documentos de Medellín es la Eclesiología del Pueblo de Dios, que es una Eclesiología toda ministerial (servidora) y no una Eclesiología clerical.
El Papa Francisco, en diversas ocasiones, hizo críticas al clericalismo como uno de los males de la Iglesia. Cito sólo la última - hecha en tono coloquial - que es muy contundente y nos hace reflexionar seriamente sobre el asunto.
“El clericalismo es uno de los males, es uno de los males de la Iglesia. Pero es un mal ‘cómplice’, porque a los sacerdotes les agrada la tentación de clericalizar a los laicos; pero muchos laicos, de rodillas, piden ser clericalizados, porque es más cómodo, ¡es más cómodo! ¡Y esto es un pecado en un doble sentido! Debemos vencer esta tentación. El laico debe ser laico; bautizado, tiene la fuerza que viene de su Bautismo. Servidor, pero con su vocación laical, y esto no se vende, no se negocia, no se es cómplice con el otro... ¡No! ¡Yo soy así! Porque está en la identidad!, allí. Tantas veces escuché esto, en mi tierra: ‘Yo,  en mi parroquia, ¿sabe? tengo un laico valiosísimo; este hombre sabe organizar... Eminencia, ¿por qué no lo hacemos diácono?’. Es la propuesta del cura, inmediata: ¡clericalizar! A este laico hagámoslo... ¿Y por qué? ¿Por qué es más importante el diácono, el cura.  que el laico? ¡No! ¡Ese es el error! ¿Es un buen laico? Que continúe así y crezca así. Porque está en su identidad de pertenencia cristiana, allí. Para mí, el clericalismo impide el crecimiento del laico.
Pero tengan presente lo que yo dije: Es una tentación cómplice a dos manos. Porque no existiría el clericalismo si no existiesen laicos que quieren ser clericalizados. ¿Está claro esto?” (Ib.).
Las CEBs – en la enorme diversidad de sus expresiones, que es una riqueza - son la base de la Iglesia y la base de la Iglesia son los pobres. Por eso, en los Intereclesiales de las CEBs y otros Encuentros, se dice que las CEBs son “un modo nuevo y antiguo de ser Iglesia”, “un modo de ser de toda la Iglesia”, “un modo normal de ser Iglesia”. Por ser una Iglesia inserta, encarnada, se puede decir que las CEBs - con sus diferentes dones, carismas y ministerios - son “el modo evangélico de ser Iglesia”, son “el modo de ser Iglesia que Jesús quiere”.
La Buena Noticia del Reino de Dios, que la Iglesia - cumpliendo su misión- anuncia al mundo, está dirigida a todos y a todas, pero a partir de los pobres (a partir del “pesebre”). ¡Es el camino de Jesús de Nazaret! Por eso, parafraseando a Juan XXIII y a Francisco, puedo decir: “¡Cómo  me gustaría una Iglesia Pobre, para los Pobres, con los Pobres y de los Pobres!”.
Pido las luces del Espíritu Santo para la 52ª Asamblea General de la CNBB.


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